HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Bien conocido por su afinidad con filmes de desastres, el realizador Roland Emmerich vuelve a ofrecer otro entretenimiento masivo de la misma naturaleza. Ahora bien, resulta interesante saber si cuando emprendió el proyecto del film que se comenta estuvo al corriente que su colega Antoine Fuqua se ocupaba de uno similar como lo es Olympia Has Fallen, estrenado hace solo tres meses y donde el tema central es esencialmente el mismo, salvo mínimas diferencias en materia de historia y características de sus personajes.
Quienes hayan visto esa película saben que gira en torno de un asalto armado a la Casa Blanca por un grupo de terroristas internacionales. Aquí en cambio la invasión a la residencia presidencial es por parte de criminales locales de ideología conservadora. El honesto presidente que caracterizó Aaron Eckhart aquí lo encarna Jamie Foxx con el particular detalle que tanto en presencia física como en su manera de actuar se asemeja al actual presidente de los Estados Unidos. El héroe salvador caracterizado por Gerard Butler está ahora animado por Channing Tatum. Bueno, mejor no seguir más con las similitudes y esbozar en pocas palabras cómo se presentan las cosas en White House Down.
Con poco más de dos horas de duración, Emmerich se toma su tiempo para ambientar el escenario y definir los rasgos más importantes de sus principales personajes antes de que comience la verdadera acción.
John Cale (Tatum) es un policía asignado a la seguridad del presidente de la Cámara de Representantes Eli Raphelson (Richard Jenkins) pero su máxima aspiración es obtener un puesto para trabajar en el Servicio Secreto del Presidente James Sawyer (Foxx) que quedará vacante. Sawyer, es un hombre idealista imbuido de buenas intenciones que acaba de hacer conocer una propuesta de paz con miras al retiro de tropas estadounidenses del Medio Oriente. El día que Cale tiene la entrevista para el nuevo puesto y que finalmente no habrá de resultar, también tiene planeada la visita a la Casa Blanca con su hijita de 11 años (Joey King), de quien, como padre divorciado que no vive con ella trata de ganar su afecto. Todo transcurre plácidamente hasta que en un determinado momento la niña se dirige al baño y justo durante esos escasos minutos se produce la explosión de una bomba que separa a John de su hija mientras que un grupo de reaccionarios paramilitares liderados por un ex militar Emil Stenz (Jason Clarke) invade y asume el control de la mansión presidencial. A partir de allí comienza el caos y es el turno de John de demostrar hasta qué punto desplegará sus energías para tratar de rescatar a su hija y a la vez proteger al presidente de la nación.
Lo que sigue es casi una réplica del film de Fuqua donde el guión de James Vanderbilt no escatima en ofrecer la dosis de violenta acción que Emmerich sabe aprovechar a su favor como un experto en la materia y sobre todo si se trata de invadir la Casa Blanca como ya lo ha demostrado en Independence Day (1996).
Desde un punto rigurosamente analítico, la historia no brilla por su originalidad; hay demasiados hilos sueltos en el camino, las situaciones inverosímiles abundan y por absurdas se tornan risibles y, además no está exenta de algunos típicos clisés como la paranoia del terrorismo y/o la exaltación del heroísmo de algunos de sus personajes. Pero seguramente, estas observaciones no serán consideradas para quienes solamente pretenden ver un producto escapista que no ofrece mucho margen para pensar pero que mantiene un ritmo dinámico, suficiente humor y cuenta con un nivel técnico de primer nivel.
En lo que a actuación se refiere hay una muy buena química entre Tatum y Fox donde ambos además de salir airosos en la caracterización de sus personajes mantienen una buena química enfrentando al enemigo común. Mención especial merece la descollante actuación de la preadolescente actriz Joey King; el resto del elenco integrado por Maggie Gyllenhaal, James Woods, Richard Jenkins, Michael Murphy y Nicolas Wright, entre otros, se ajusta adecuadamente a las exigencias de sus respectivos roles.
Conclusión: De escasa originalidad pero bien realizado, Emmerich ofrece un aceptable pasatiempo para un público no exigente
FRANCES HA. Estados Unidos, 2012. Un film de Noah Baumbach
Así como hace más de 30 años existió una perfecta simbiosis entre Woody Allen y Diane Keaton en Annie Hal (1977) y Manhattan (1979), algo parecido acontece entre el realizador Noah Bambach y la ascendente actriz Greta Gerwig en Frances Ha. La comparación es atinente porque el personaje de Gerwig trae reminiscencias de la ansiedad, neurosis e inseguridad que aqueja a los roles de Allen en esos dos filmes; además ambos realizadores rinden un tributo a la ciudad de Nueva York que tanto quieren y de alguna manera no resulta extraño que Baumbach considere a Allen como uno de sus cineastas preferidos dado que eso se deja traslucir en esta película.
De limitado presupuesto y magníficamente fotografiado en blanco y negro, el film es esencialmente el análisis de personalidad de Frances (Gerwig), una joven de la época actual con sus ilusiones, desencantos, frustraciones y expectativas de que algo mejor habrá de ocurrirle. De 27 años de edad, soñadora por excelencia y aspirante a bailarina, comparte el departamento donde habita en Brooklyn con Sophie (Mickey Summer), su mejor amiga, como así también es con ella con quien distrae sus ratos de ocio, como salidas al parque, cambio de impresiones sentimentales, etc; aunque en otras circunstancias uno podría sospechar alguna relación de lesbianismo entre ellas, esa idea queda prontamente desechada.
El conflicto dramático que pone en marcha la pequeña historia del relato se produce cuando Sophie le anuncia a su amiga que irá a vivir con el muchacho con quien está saliendo. Es allí que el guión escrito por el realizador con la colaboración de Gerwig enfoca el desequilibrio emocional de Frances al sentirse abandonada por Sophie, así como el impacto financiero que eso le significa al no poder afrontar por sí sola el costo del arriendo. De allí en más Baumbach utiliza la intercalación de tarjetas con los sucesivos domicilios en donde Frances habrá de vivir.
A medida que el film va progresando el guión va ilustrando su insuficiente madurez, inseguridad que la hace inestable, su vulnerabilidad, así como la angustia que la apresa al no saber cómo calmar sus ansiedades; todo ello está expuesto en tono de comedia realista demostrando la baja estima que Frances guarda de sí misma. Uno de los momentos más graciosos se produce cuando en el transcurso de una comida formal que reúne a varios comensales, ella hace comentarios sobre su vida personal que resultan decididamente inapropiados. En todo caso, ya sea por conmiseración o simpatía, el público termina adorándola.
Así como el realizador demuestra un particular afecto hacia su impredecible antiheroína, Gerwig brinda lo mejor para extraer la máxima riqueza de su personaje, confirmando de este modo la importante personalidad que ha sabido imponer en su breve carrera artística.
El ritmo del film es altamente fluido, introduciendo escenas de breve duración que en contados casos no llegan a transmitir plenamente lo que uno aguardaría, como por ejemplo la visita fugaz que Frances realiza a San Francisco donde residen sus padres, impide captar con completa certeza la relación que la joven mantiene con ellos. En todo caso, esta observación no afecta mayormente la calidad de este agridulce relato.
Conclusión: Enriquecido por un muy buen diálogo, el relato deja una sensación agridulce pintando sonrientemente el patetismo de Francis. Pero el tono y estilo que Baumbach emplea, hace que el público jamás se deprima sino que se encariñe con este singular personaje.
HANNAH ARENDT. Alemania 2012. Un film de Margarethe von Trotta
La realizadora Margarethe von Trotta cuya bibliografía está nutrida en gran parte de un cine político enfocando a mujeres que han trascendido universalmente (Rosa Luxemburg, Hildegard von Bingen) agrega con su último trabajo un nuevo condimento de la misma naturaleza al centrarse en uno de los episodios más trascendentes de la vida de Hannah Arendt (1906-1975), la gran filósofa de origen judío.
Hasta la década del 60, la existencia de Hannah Arendt (Barbara Sukowa) no estuvo supeditada a hechos extraordinariamente dramáticos después de haber escapado de la Alemania nazi para radicarse como exiliada en Nueva York junto a su bien amado marido Heinrich Blücher (Axel Milberg). El nudo central del relato, tal como se aprecia en el guión de Pamela Katz con la colaboración de la realizadora, tiene lugar cuando en 1961 ella solicita a The New Yorker cubrir el desarrollo del juicio a Adolph Eichmann en Jerusalén. La petición es aceptada por la prestigiosa revista quien tuvo en cuenta los importantes antecedentes académicos y literarios de Arendt, sobre todo después de haberse publicado en 1951 su libro The Origins of Totalitarism donde de manera excelente analiza los dos movimientos totalitarios hasta ese entonces más importantes del siglo pasado como lo fueron el nazismo y el estalinismo.
Con gran sobriedad y economía de lenguaje von Trotta describe el ambiente intelectual prevaleciente en el grupo de amigos que frecuenta la pareja ilustrando la reunión que tiene lugar para celebrar la designación de Hannah como reportera de un evento de gran repercusión mundial, entre los que se encuentran la escritora americana y su gran amiga Mary McCarthy (Janet McTeer).
Una buena parte del metraje está dedicada al juicio del criminal nazi donde el film logra ensamblar satisfactoriamente material de archivo de la época reproduciendo en parte el desarrollo del juicio. Durante el mismo, Arendt está completamente ensimismada escuchando a Eichmann quien ubicado en una cabina de vidrio trata de defenderse durante el interrogatorio al que es sometido sosteniendo que todo lo que realizó fue en cumplimiento de órdenes precisas, siendo él solamente responsable de una parte del engranaje del holocausto. Al propio tiempo, Arendt también sigue atentamente los testimonios brindados por algunos de los sobrevivientes de los campos de concentración.
Cuando ella retorna a Nueva York la revista decide que su informe será dado a conocer en una serie de 5 artículos para posteriormente ser editado en un libro. El verdadero drama comienza cuando como consecuencia de lo publicado Hannah resulta atacada verbalmente por haber tratado de justificar al criminal con el nuevo concepto que denominó la “banalidad del mal”; según el mismo, la maldad de Eichmann no nace de él en forma natural, sino de las circunstancias que lo rodearon donde su gran crimen fue el haber anulado su capacidad de pensar para convertirse de este modo en un monstruoso animal humano; por analogía, ese hecho no sería solamente aplicable a él como encargado de implementar la “solución final” sino a cualquier individuo común y corriente, en cualquier lugar y época, que tuviera que actuar de la misma manera frente a situaciones similares. Igualmente, su informe incluye afirmaciones derivadas del juicio que presenció sobre cómo algunos líderes judíos actuaban como colaboracionistas de los nazis y en consecuencia fueron en parte responsables del envío de su propia gente a los campos de concentración. Siendo acusada de intelectual arrogante e insensible, Arendt cae en desgracia por parte de los lectores del periódico, sus colegas universitarios, algunos de sus amigos más cercanos –especialmente el del israelí Kurt Blumenfeld (Michael Degen)- así como por miembros de la comunidad judía; solamente sus alumnos universitarios se adhieren al emotivo y extraordinario discurso final de Arendt donde explica su forma de pensar y el derecho que le cabe para expresar libremente su posición filosófica.
Cabe señalar que además del foco central, el relato a través de flashbacks alude a la influencia que tuvo en Hannah el celebrado filósofo alemán Martin Heidegger (Klaus Pohl), quien en su época de estudiante fue su profesor, mentor y con quien mantuvo una romántica relación.
Independientemente de las opiniones que pueda suscitar el pensamiento de esta mujer, lo que queda claro es que Arendt nunca negó la culpabilidad de Eichmann y, más aún, estuvo de acuerdo con la sentencia de muerte dictaminada por Israel a pesar de que pudo tener sus dudas sobre el procedimiento legal adoptado.
La actuación de Sukowa es excepcional personificando la conducta de una persona que lejos de ser arrogante actúa con obstinación tratando de defender lo que ha escrito porque cree firmemente en ello y por lo tanto mantiene su determinación de no abdicar o retractarse, cualquiera fuesen las consecuencias de su actitud.
Conclusión: Es indudable que Hanna Arendt se presta a la controversia y discusión y aunque la realizadora de algún modo parecería comprender la forma de pensar de su protagonista de ninguna manera toma partido alguno con respecto a su actuación. En todo caso además de brindar un retrato lo más objetivo posible sobre esta brillante filósofa, von Trotta ofrece un film absorbente de considerable nivel artístico e intelectualmente fascinante.
MONSTERS UNIVERSITY. Estados Unidos, 2013. Un film de Dan Scanlon
Resulta imposible dejar de comparar el maravilloso film que los estudios Pixar ofrecieron en 2001 con Monsters Inc. puesto que Monsters University no es la continuación de esa historia sino que por el contrario se remite a sus antecedentes. Si aquélla película de animación ofrecía la sorpresa de encontrarnos con dos simpatiquísimos personajes como lo fueron Mike, el monstruo verde de ojo único y rápido hablar y Sulley, su compinche grandote y peludo, dando como resultado una película original y muy divertida, puede que en este caso el film que nos ocupa no sorprenda tanto en términos de originalidad; de todos modos conserva la misma gracia, encanto y humor del film precedente con su sencilla y eficaz trama que permite que tanto adultos como niños lo disfruten plenamente.
El guión del realizador Dan Scanlon escrito con Robert L. Baird y Daniel Gerson introduce un prólogo donde el pequeño Mike (Noah Johnston) en un viaje escolar que realiza llega a la conclusión de querer convertirse en un temible asustador. Años después y ya adulto Mike (Billy Crystal) se inscribe en la Monsters University con la intención de estudiar en la Facultad del Miedo y llegar a graduarse de Asustador Profesional que es un diploma académico muy importante para quien se precie de ser un verdadero monstruo. En la universidad llega a conocer al fornido y fanfarrón Sulley (John Goodman) quien se jacta de provenir de una familia de asustadores; dueño de una personalidad completamente opuesta a la de Mike, al principio nada los une sino más bien todo los separa. Prontamente ambos quedarán expulsados de la facultad, aunque por diferentes razones: Mike por no reunir condiciones mínimas necesarias para asustar en tanto que Sulley por su arrogancia y por ser un perezoso estudiante. La maquiavélica y temible Hardscrabble (Helen Mirren), decana de la institución, aceptará readmitirlos siempre y cuando logren salir ganadores en la competencia anual de “Juegos del Miedo” demostrando que son los mejores para generar pánico a terceros. Frente a ese gran contratiempo, Mike y Sulley, a pesar de ser aparentemente irreconciliables enemigos, llegan a la conclusión que deben aunar sus esfuerzos; así, y en colaboración con otros estudiantes no muy brillantes, actuando como un grupo cohesionado tendrán mejores posibilidades para enfrentar a otros equipos rivales mejor preparados. ¿Pero realmente podrán lograrlo?
Además de destacar el valor de la amistad a través de la relación que va cimentándose entre Mike y Sulley demostrando cómo los contrastes y diferencias de caracteres ceden paso a la creación de una nueva y única personalidad común, el relato destila una gran ternura; así, poco importa que esta peculiar historia de monstruos resulte fantasiosa en la medida que sus personajes trasuntan un sentimiento de humanidad y nobleza que permite al público encariñarse con los mismos. Sin apelar a groserías, golpes bajos o chistes de dudoso gusto, esta película filmada en 3D se nutre de sabrosos diálogos y es dueña de una hilarante gracia lograda a través de situaciones divertidas y de irresistibles gags.
Como lo hicieron hace 12 años, Crystal y Goodman vuelven a prestar sus voces en forma muy convincente permitiendo que el dúo de monstruos que caracterizan resulte a todas luces entrañable; no menos importante es el aporte de Helen Mirren quien apelando a un sonido vocal distintivo brinda el tono que se ajusta con precisión a la personalidad de la despiadada Hardscrabble.
Visualmente excelente y con una animación irreprochable, los estudios Pixar ofrecen un film que aunque no llegue al nivel de máxima excelencia como lo fuera por ejemplo la serie de Toy Story, de todos modos cuenta con legítimos atributos para gratificar y dejar contento al público amante de los buenos filmes de animación.
El film va precedido por The Blue Umbrella, un encantador cortometraje de animación que muestra la romántica relación que se establece entre un paraguas azul y otro rojo; en suma, un buen aperitivo de escasos minutos para saborear la comida principal que seguirá después.
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