HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
En principio resulta interesante tratar de resucitar el Far West, un género caro con el que el cine americano ha brindado tantas satisfacciones al público de otras generaciones. Por lo tanto nada mejor que abordarlo con las aventuras de El Llanero Solitario, que tuvo gran repercusión popular desde su nacimiento en 1933 a través de las ondas radiofónicas y posteriormente con la serie televisiva comenzada en 1949 y finalizada en 1957. Si bien ya hubo dos adaptaciones cinematográficas realizadas en 1956 y 1958 ninguna de las mismas logró destacarse y lamentablemente este nuevo intento del realizador Gore Verbinski tampoco pasará a la historia.
En esta versión que comienza en San Francisco en 1933 un indio viejo y en estado decrépito llamado Tonto (Johnny Depp) le cuenta a un niño que está visitando un parque de atracciones, sus aventuras vividas en Texas en 1869. A través de flashbacks se ve como el indígena se llega a vincular con John Reid (Armie Hammer), un joven abogado que se habría de convertir en el famoso llanero solitario. Con él forjará una sólida amistad cuando ambos tratan de de perseguir a Butch Cavendish (William Fichtner), un peligroso criminal que asesinó a Dan (James Badge Dale), el hermano de John. A pesar de las diferentes culturas a que cada uno de ellos pertenece, tanto el nativo americano como el hombre blanco encuentran un terreno común en su cruzada de hacer justicia luchando contra la codicia y la corrupción del medio que les rodea.
Si bien lo que antecede es una rápida sinopsis de su contenido, el film de dos horas y media de duración parece eternizarse y el viaje en común de un nativo americano y un hombre de ley convertido en un paladín justiciero no alcanza mayor relieve debido a varias razones. Entre las mismas se encuentra la caracterización poco sutil del personaje interpretado por Deep en donde a pesar de asumir un rol atípico parece que estuviera actuando en otro capítulo de los Piratas del Caribe con los tics y excesos que aquí evidentemente no cuadran y no producen las risas que se cabría esperar a pesar de sus características bufonescas. No menos importante es que al ver este film uno cree asistir más a las aventuras de Tonto que a las del héroe enmascarado; de allí que uno se pregunte quién es el verdadero protagonista de esta saga donde pareciera que Verbinski y sus guionistas Justin Haythe, Ted Elliott y Terry Rossio se centraron más en el comanche por la simple y llana razón de la presencia de Deep que prefirió ese rol, en tanto que el personaje del llanero carece de matices y resulta unidimensional. Otro motivo que conspira contra la amenidad del film es que la relación de esta singular pareja nunca alcanza la gracia, simpatía y/o química que se suele aguardar de dos personalidades opuestas recorriendo o cabalgando a través de las llanuras y regiones montañosas del oeste. También es curioso remarcar la introducción de personajes secundarios poco aprovechados y que poco o nada agregan a la trama, como es el caso de Helena Bonham Carter en el rol de madama de un burdel disparando balas con su arma de fuego. Finalmente, una narración que se torna fatigosa conspira para que la historia llegue a cautivar.
En líneas generales, sólo en sus minutos finales el relato genera genuina excitación a través de una persecución que tiene lugar entre dos trenes en movimiento al compás de la galopante obertura de la ópera Guillermo Tell de Rossini; lástima que sea tan poco y que llegue demasiado tarde. En los renglones técnicos merecen citarse la acertada música de Hans Zimmer y la muy buena fotografía de Bojan Bazelli captando impresionantes vistas del oeste americano donde entre las mismas se destaca el majestuoso Monument Valley de Utah, lugar donde también han sido filmados varios celebrados westerns de John Ford.
Conclusión: Un western aburrido y carente de emoción
DESPICABLE ME 2. Estados Unidos, 2012. Un film de Pierre Coffin y Chris Renaud
El éxito que el dibujo de animación Despicable Me deparó hace 3 años garantizaba una secuela y eso quedó confirmado con el estreno de su segunda parte. Decididamente destinada al público infantil, esta producción al igual que la anterior presenta personajes fácilmente identificables donde los chicos logran divertirse sanamente.
La historia original está basada en Gru (Steve Carell), un narigón y calvo supervillano que en su deseo de convertirse en el más importante del mundo se propone robar nada menos que la Luna valiéndose de tres pequeñas huérfanas –Margo (Miranda Cosgrove), Edith (Dana Gaier) y la irresistible Agnes (Elsie Fisher)- a quien las adopta y éstas terminan enterneciendo su corazón. Además Gru está asistido por unos deliciosos secuaces que son los “minions”, pequeños robots de color amarillo vestidos con mamelucos azules.
Esta continuación, según el guión de Cinco Paul y Ken Daurio, nos presenta a un Gru totalmente transformado. Así lo observamos ya retirado como gran villano y convertido en un devoto padre de familia de las tres huerfanitas; al propio tiempo, donde vive dispone de un laboratorio supervisado por un científico británico (Russell Brand) y manejado por los minions (voces de Pierre Coffin y Chris Renaud, mezclando palabras de diferentes idiomas), quienes también se dedican a cuidar a las niñas cuando Gru se ausenta del hogar.
La rutina de Gru se altera cuando Lucy Wilde (Kristen Wiig), una agente secreta que participa de una Liga Anti-Villana, sale a su encuentro con la misión de reclutarlo por encargo de Silas Rambsbottom (Steve Coogan), el líder de la organización. El propósito es que Gru, con su gran experiencia en la materia, ayude a desenmascarar a alguien que ha robado de un centro de investigación un cargamento conteniendo una secreta sustancia tóxica, capaz de mutar a la gente en horripilantes monstruos. Para tratar de desenmascarar al ladrón Gru y Lucy comienzan su tarea detectivesca en un centro comercial donde la Liga cree que se allí se encuentra el líquido sustraído. La situación se complica cuando los adorables minions de Gru llegan a ser secuestrados y son transformados en horripilantes criaturas.
Este film no tiene la originalidad del que lo precede pero de todos modos sus realizadores le han impreso buen ritmo y han incorporado nuevos personajes que agregan interés al relato; uno de ellos es El Macho (Benjamin Bratt), el sospechoso dueño de un restaurante mexicano (Benjamin Bratt) con un gran parecido a un ex villano llamado El Macho, que es casi cierto que murió hace algunos años, y que podría ser el que se apoderó de la peligrosa sustancia.
En líneas generales, la población menuda está de parabienes con una historia que, aunque ciertamente endeble, resulta colorida, entretenida y muy risueña. Cabe destacar que en esta segunda parte los minions, con su lenguaje ininteligible pero atrayente, tienen mayor participación que en la anterior y son quienes proporcionan las situaciones más jocosas con sus números musicales. El uso del formato 3D está bien aprovechado en la medida que contribuye a reforzar el brillo del film permitiendo que los niños se sumerjan de lleno en la acción de esta aventura agradablemente absurda.
Conclusión: Agradable, amena y tierna, esta segunda parte deja abierta la puerta para que en el futuro una nueva secuela continúe divirtiendo.
VIOLETA SE FUE A LOS CIELOS. Chile-Argentina, 2011. Un film de Andrés Wood
Basado en el libro del mismo nombre escrito por Ángel Parra, uno de los hijos de la cantautora chilena Violeta Parra, el director Andrés Wood junto con un equipo de guionistas ha abordado la personalidad de quien fuera y sigue siendo la figura mítica del folclor de Chile. A diferencia del libro donde su contenido está narrado bajo la óptica de su autor, el film está enfocado desde la mira de la artista y en donde el realizador incorporó algunas anécdotas que no se encuentran en la obra literaria.
Dado que la intensa vida de Violeta del Carmen Parra Sandoval (1917-1967) resulta difícil de expresar en cine utilizando el formato del tradicional relato biográfico, Wood adoptó un camino diferente pero que fue productivo. Para tratar de adentrarse en su complejo mundo, el director empleó una estructura narrativa fragmentada siguiendo un desarrollo que no es cronológico sino que por el contrario salta en el tiempo pero dándole un estilo documental.
Rescatando anécdotas, situaciones claves, gestos y estados anímicos de la cantante, todos muy bien entrelazados, el relato permite que el espectador se sumerja en su complejo mundo interior. De todos modos hay un hilo narrativo y el mismo está brindado por un periodista argentino quien, a través de algunas preguntas intencionadas efectuadas a Violeta en un reportaje televisivo, permite que ella se manifieste muchas veces con logrado humor sobre lo que ha sido su vida, facilitando de este modo el desarrollo de una historia dentro del rompecabezas propuesto por el realizador. Así el público se impone, entre otros aspectos, sobre su origen perteneciendo a una familia pobre, su pasión por la música en su temprana infancia, su evolución como compositora y en la letra de algunas de sus canciones, expresando su lucha contra la injusticia social, su recorrido al continente europeo difundiendo la riqueza de su música, su incursión por la pintura y la tapicería evidenciando otras facetas de su diversidad artística, y en el campo sentimental la apasionada y tormentosa relación con el gran amor de su vida que fue el músico suizo Gilbert Favre (Thomas Durand) quien la hizo sufrir en demasía hasta su ruptura.
Para transmitir en la pantalla la dimensión de esta legendaria artista, Wood tuvo el gran apoyo de Francisca Gavilán, una excepcional actriz que de ninguna manera interpreta o actúa sino que se introduce de cuerpo y alma en la inmortal Violeta, pero sin copiarla ni imitarla, sino otorgándole su visión personal. En la sobresaliente caracterización lograda, Gavilán no solo refleja el carácter torturado, combativo, contradictorio, perseverante, obsesivo y creativo de la multidisciplinaria mujer, sino que también canta ella misma sus canciones; en tal sentido, lo hace maravillosamente con un tono de voz que revive el espíritu y la presencia física de quien dejó como legado composiciones remarcables como lo fueron, entre otras, el glorioso himno de “Gracias a la Vida” o bien “Volver a los 17”. Al escuchar estas canciones, resulta paradójicamente lamentable que la gran pasionaria de la identidad cultural chilena concluyera su temprana vida de trágica manera.
- Conclusión: A pesar de las licencias adoptadas por el director, Wood ha brindado un poético film que constituye un justo tributo a la mujer que con su creatividad artística no solo estableció los cimientos de la música popular chilena sino que ejerció una marcada influencia en el resto de América Latina.
UNA RETROSPECTIVA DE JACQUES DEMY EN LA CINEMATECA DEL TIFF
Hasta este 20 de julio la Cinemateca del TIFF de Toronto presenta una retrospectiva de la obra integral de Jacques Demy. Después de su reciente presentación en la Cinemateca Francesa de París, el TIFF consideró oportuno realizar esta muestra con títulos en copias nuevas y otros que han sido restaurados.
Demy fue uno de los exponentes de la llamada Nueva Ola del cine francés iniciada a finales de los años 50 y que tuvo su gran apogeo en la década siguiente. Ciertamente muy afín con el cine de François Truffaut, sus películas se vinculan con un mundo de colorida fantasía, cuentos de hadas así como excelentes títulos musicales en parte inspirados en la época de oro de Hollywood pero con un sello indiscutiblemente personal. En este ciclo comenzado la semana pasada ya se han presentado su hermoso y poético primer largometraje Lola (1959), Bay of Angels (1963), The Umbrellas of Cherbourg (1963) que revoluciono el género musical con la inolvidable música de Michel Legrand, así como The Young Girls of Rochefort (1967), otro luminoso film musical.
El ciclo prosigue este viernes 5 (18h30) con la exhibición de Model Shop (1969), el único film que Demy filmó en los Estados Unidos, relatando la historia de Lola (Anouk Aimée), la prostituta francesa de su primer film quien habiéndose mudado a Los Ángeles vive una noche de amor con un desilusionado arquitecto americano (Gary Lockwood).
Donkey Skin (1970), a verse este sábado 6 (19h00), está basado en la fábula de Charles Perrault y gira en torno de un hada madrina que ayuda a una princesa a huir vestida con la piel de un asno sacrificado por su padre viudo a fin de no tener que casarse con él y evitar una relación incestuosa; es otra de las comedias musicales bien logradas por Demy con un mágico desenlace feliz y cuyo elenco está integrado por Catherine Deneuve, Delplhine Seyrig y Jean Marais. De opuesta naturaleza es la sombría historia medieval de The Pied Piper of Hamelin (1972) que tomando como referencia el cuento de los hermanos Grimm narra la historia de un itinerante flautista que logra salvar a una ciudad de la plaga que la acosa; se exhibe este domingo 7 a las 18h15.
El jueves 11 (18h30) se proyecta A Slightly Pregnant Man con Marcello Mastroianni donde Demy lanza una mirada interesante a la ola feminista que tuvo lugar en Francia durante los años 60 y los temores suscitados en la población masculina. Un atípico film del realizador que cuenta con música de Michel Legrand es Lady Oscar (1979) a exhibirse el viernes 12 de julio (18h30). Se trata de una producción japonesa hablada en inglés y ambientada en el siglo 18 donde se narra la extraña historia de Oscar, quien habiendo nacido mujer, su padre insistió que fuese educada como un hombre y ya en su etapa adulta, como oficial francés pasa a ser guardaespaldas de María Antonieta; Oscar muy pronto se impondrá de los problemas de la monarquía y la condición social de los pobres que finalmente conducirá a la Revolución Francesa.
De especial interés es Une chambre en ville (1982) a proyectarse en copia nueva el 15 de julio (18h30). Este film, que por más de dos décadas no ha sido visto en Canadá, recupera la forma cantada y el espíritu prevaleciente de Los Paraguas de Cherburgo, narrando una historia que transcurre durante la huelga de los astilleros de Nantes en 1955; es una historia de amor interclasista dentro de un contexto político de lucha social y en su elenco participan Danielle Darrieux, Dominique Sanda, Michel Piccoli y Richard Berry.
El domingo 14 (13h00) es el turno de Break of Day (1980) con Danièle Delorme y basada en la obra parcialmente biográfica de la novela de Colette; el 16 de julio (21h15) se exhibirá Parking (1985), una interpretación personal de Demy sobre el mito de Orfeo. El ciclo concluye el sábado 20 (13h00) con Three Seats for the 26th (1985), el último film de Demy, protagonizado por Yves Montand.
Comments (0)