HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Con mucha expectativa se aguardó el estreno de The Fifth Estate que aborda el tema de WikiLeaks y de su controvertido fundador Julian Assange, que como es bien sabido se encuentra asilado en la embajada de Ecuador de Londres. Con todo, la dramatización sobre el ascenso, auge y la caída de Assange recibe en este film un tratamiento moderado. Aunque elegantemente realizado y con excelentes diseños de producción que reproducen acertadamente los ambientes en que transcurre la acción así como detalles adicionales de la era digital en que se está viviendo, esta producción peca por estar demasiado sobrecargada de información y curiosamente, la misma no alcanza a profundizar sino meramente a echar una mirada un tanto superficial sobre el problema ético planteado en lo que concierne a la transparencia que merecen los actos de gobierno.
Benedict Cumberbatch anima a Assange donde en la primera escena del film que tiene lugar en 2010 mantiene una conferencia de prensa vinculada con el escándalo Cablegate sobre las filtraciones de documentos confidenciales de los Estados Unidos a través de WikiLeaks; eso tuvo amplia repercusión en tres diarios internacionales de gran importancia como el New York Times (Estados Unidos), el Guardian (Gran Bretaña) y Der Spiegel (Alemania) al publicar decenas de artículos sobre las incursiones del ejército americano en la guerra de Afganistán. A pesar de haber sido en diciembre de 2006 cuando se produce el lanzamiento de WikiLeaks, la acción se retrotrae a 2007 cuando Assange se vincula con Daniel Domscheit-Berg (Daniel Brühl), un experto alemán en materia tecnológica quien pronto se convertirá en su inmediato y estrecho colaborador. Al poco tiempo se incorporan a la organización montada Marcus (Moritz Bleibtreu), un brillante hacker amigo de Daniel, y Birgitta Jonsdottir (Carice van Houten), una activista islandesa.
Con un guión de Josh Singer basado en dos libros, donde uno de ellos ha sido escrito por Domscheit-Berg, el director trata de obtener el mejor partido del mismo pero desafortunadamente su trabajo no alcanza a conseguir impacto dramático por variadas razones. Aunque el film ilustre en líneas generales el afiebrado universo en que tienen lugar las operaciones de Internet y la participación de un buen número de voluntarios, no se tiene idea precisa de cómo se obtuvieron las informaciones filtradas y su ubicación a través de la red, aunque en principio se muestra que algunos documentos diplomáticos fueron expuestos por Bradley Manning (David Thewlis), un analista de inteligencia del ejército americano. Otro aspecto vital, como la desintegración de la amistad de Julian y Daniel por diferencias de criterio, no alcanza a impactar porque se produce precipitadamente. No menos importante es que las personalidades de sus dos principales personajes no están bien desarrolladas; así, Assange aparece como un individuo enigmático tanto al principio como al final del relato sin que se llegue a captar el magnetismo de su persona, en tanto que el guión tampoco alcanza a brindar una satisfactoria descripción de Domscheit-Berg, dando como resultado la imposibilidad de que el público pueda empatizar con los mismos. Finalmente, no agrega mucho la participación de dos figuras del Departamento de Estado americano (Laura Linney y Stanley Tucci) en la incómoda situación de tratar de atenuar el impacto producido por WikiLeaks.
A pesar de las limitaciones impuestas por el guión tanto Cumberbatch como Brühl se desenvuelven eficientemente en el desempeño de sus personajes así como lo hacen los integrantes del elenco que los secunda.
Conclusión: Si desde una visión psicológico-social, el film está lejos de conformar un relato de envergadura como lo que David Fincher lograra con The Social Network (2010), con todo genera interés planteando los aspectos morales de un sitio virtual que publica en forma anónima documentos estratégicos que ponen de manifiesto el comportamiento discutible de gobiernos e instituciones corporativas.
THANKS FOR SHARING. Estados Unidos, 2012. Un film de Stuart Blumberg
Últimamente el cine ha considerado la adicción sexual bajo diferentes ángulos. Así por ejemplo, Steve McQueen lo ha considerado bajo una óptica sombría en Shame (2011) y por su parte Joseph Gordon-Levitt lo abordó en su reciente film Don Jon desde una visión más jocosa y en tono de comedia romántica. Por su parte en Thanks for Sharing, filmada entre las dos películas mencionadas, el novel director Stuart Blumberg trata de ilustrar esta rara enfermedad de desmesurada insaciabilidad sexual, bajo la óptica de una comedia dramática enfocando a varios individuos que deben lidiar con el problema.
La novedad de este film, es que el relato escrito por Blumberg con la colaboración de Matt Winston ofrece la oportunidad de conocer agrupaciones que tratan de ayudar a los afectados de esta compulsión del mismo modo como si se tratara de Alcohólicos Anónimos para quienes padecen del vicio del alcohol o bien de otras organizaciones que abordan los problemas de drogadicción. En el caso que nos ocupa, la atención se centra en Adam (Mark Ruffalo), Mike (Tim Robbins) y Neil (Josh Gad) quienes viviendo en Nueva York frecuentan las reuniones de un grupo de apoyo a fin de exponer y compartir sus problemas e inquietudes con los restantes participantes, para agradecerles al final la atención dispensada (de allí el título del film).
Adam, un consultor en medio ambiente, se ha mantenido sobrio por un período de cinco años tratando de apartar su vista de todos los carteles, afiches y otros medios de publicidad donde las imágenes de provocativas y seductoras mujeres constituyen una permanente tentación para caer en la adicción. Mike, casado y con familia, ha logrado que la compulsión no lo dominara durante los últimos 10 años y la asistencia a las reuniones grupales constituye un aliciente que le brinda la fuerza necesaria para combatir la adicción sexual. Por su parte Neil, un joven doctor, no puede evitar la adicción que le aqueja y es así que por una conducta impropia pierde su trabajo en el hospital donde ejercía su profesión.
Además del tema central, la trama resalta la situación en que se encuentra Adam cuando cree estar en condiciones de reanudar una vida sentimental al conocer a Phoebe (Gwyneth Paltrow); él no se atreve a confesarle su problema porque Phoebe ha atravesado una desafortunada experiencia amorosa al haber estado vinculada con un alcohólico y obviamente ahora quiere estar alejada de cualquier problema similar o parecido. Otro aspecto conflictivo en el relato es la relación tensa que Mike mantiene con su hijo adolescente (Patrick Fugit) lidiando con el abuso de sustancias tóxicas, en tanto que la amistad que el indisciplinado Neil inicia con Dede (Alecia Moore), una mujer que únicamente estuvo vinculada con hombres a través del sexo, no llega a tener mayor trascendencia.
El realizador intenta tratar con máxima seriedad el tema señalado a través de la descripción de la vida rutinaria de los personajes expuestos; si bien en gran parte ese esfuerzo resulta satisfactorio, uno habría deseado un ahondamiento mayor en el planteo de algunas situaciones. Por ejemplo, no hay nada que aclare en que consistió la sobriedad de Adam y Mike; ¿es qué cada uno tuvo que abstenerse sexualmente? En general se sabe que para un alcohólico o un drogadicto el éxito de un tratamiento consiste en que el afectado no vuelva a beber ni a consumir por completo ningún tipo de droga; sin embargo es difícil de imaginar en qué consiste la curación de quienes padecen de un trastorno sexual de naturaleza compulsiva u obsesiva, aspecto que el relato no llega a aclarar.
Conclusión: Las observaciones apuntadas no impiden que el carácter liviano del film se vea con agrado; las buenas interpretaciones de su homogéneo elenco más la buena química creada entre Ruffalo y Paltrow contribuyen para que el balance final arroje un saldo positivo.
AMSTERDAM. Canadá, 2013. Un film de Stefan Miljevic.
Cualquier relato que parta de una premisa ya sea sólida o bien endeble debe guardar consistencia en su desarrollo para que resulte creíble. Eso es precisamente lo que no ocurre en la ópera prima Amsterdam de Stefan Miljevic. Tratando de describir las aventuras de 3 íntimos amigos durante el transcurso de un fin de semana, la historia asume el carácter de una comedia liviana para posteriormente convertirse en drama para desembocar en un melodrama nada convincente.
Viviendo en una zona rural de la provincia de Quebec, Jeff (Gabriel Sabourin), Marc (Louis Champagne) y Sam (Robin Aubert), deciden dejar sus respectivas familias por un fin de semana para ir a pescar. Pronto se sabrá que en realidad lo que han hecho es abordar un avión para llevarlos a Ámsterdam. ¿Por qué no han dicho la verdad a los suyos? Se presume que el propósito es sentirse sin atadura alguna para un poco de juerga consistente en aprovechar lo que la ciudad visitada les puede ofrecer en materia de cortesanas expuestas en la zona roja de la ciudad, aspirar un poco de marihuana, beber sin control y por supuesto también disfrutar de la belleza del lugar. Teniendo en cuenta que un vuelo desde Montreal hacia la capital de Holanda no insume más que 7 horas, es factible de admitir que un par de días puede ser suficiente para satisfacer los propósitos que animan a los viajeros.
Lo que hasta aquí caería típicamente dentro de una comedia costumbrista donde se ratifica la amistad de toda una vida, prontamente la historia adopta un carril diferente cuando Sam decide postergar su regreso a Quebec. A partir de allí el relato adopta la mentira como excusa cuando Jeff y Marc retornan al hogar explicando a sus familiares y sobre todo a Madeleine (Suzanne Clément), la muy preocupada señora de Sam, que su marido se perdió en el bosque. De allí en más, el temor a no revelar la verdad genera toda una batahola por parte de las autoridades de la zona y del vecindario, preocupados en dar con el paradero del amigo desaparecido. Cabe señalar que una simple verificación aeroportuaria habría detectado el viaje a Europa realizado por el trío.
Lo que acontece posteriormente, deriva en una historia que pareciera pertenecer a otro film; así, por arte de magia salen a relucir la existencia de grietas matrimoniales en dos de los tres amigos y cuando se revela que Madeleine está embarazada todo lo que evidenciaba el film en su comienzo termina siendo desmentido por una realidad donde el adulterio, la deslealtad y el egoísmo de algunos de los personajes muestran que el verdadero sentimiento de amistad que unía a los 3 compinches era más aparente que real.
El film se prestaba para un examen de la psiquis masculina y las razones que pueden motivar separaciones transitorias del núcleo familiar. Pero la falta de credibilidad reforzada por un desenlace de unión familiar celebrando la festividad navideña, es a todas luces inconsecuente y frustrante.
Conclusión: Un melodrama poco realista que impide crear un sentimiento de conmiseración o simpatía hacia los personajes aquí expuestos.
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