HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Resulta agradable comprobar cómo The Book Thief, una novela de gran popularidad publicada en 2005 escrita por Markus Zusak, ha logrado ser trasladada al cine en forma tan cuidadosa logrando transmitir la esencia y emoción contenida en la misma. Lo más interesante es que el director Brian Percival cuidó muy bien que la adaptación realizada por Michael Petroni no denunciara su origen literario para en cambio transmitir en forma fluida un drama sólido y conmovedor.
Algo sumamente curioso es que la historia es narrada por la Muerte (en la voz de Roger Allam) quien actúa como guía y testigo de lo que acontece en la Alemania nazi a través de la visión y vicisitudes atravesadas por una niña de 11 años. Ella se llama Liesel Meminger (Sophie Nélisse) a quien al principio la observamos en 1938 cuando está viajando con su madre y hermano hacia un lugar no especificado. Al morir su hermano y con su madre enviada a la cárcel, posiblemente por sus inclinaciones comunistas, la niña es recibida en adopción por el matrimonio Hubermann que vive en un sitio alejado de Alemania; él es Hans (Geoffrey Rush), un individuo de muy agradable personalidad que trabaja como pintor y comparte su vida con Rosa (Emily Watson), su gruñona y temperamental esposa aunque en el fondo se trata de una mujer de nobles sentimientos.
Aunque al principio Liesel no se encuentra muy cómoda en su nuevo hogar, pronto eso habrá de cambiar frente al cariño que le dispensa Hans quien, entre otras cosas, le enseña a leer. Mientras que el primer libro que la niña utiliza es uno que trajo consigo en ocasión del funeral de su hermano, prontamente ella se apodera de otro proveniente de una fogata preparada por los nazis; ese hecho llama la atención de la mujer del alcalde (Barbara Auer) quien habrá de facilitarle en forma clandestina el uso de la biblioteca de su desaparecido hijo. Adaptándose gradualmente a la nueva forma de vida y a sus padres sustitutos, Liesel encontrará en la lectura una forma de solaz a la vez que una manera de comunicación apropiada con quienes aprecian el placer de la lectura.
Cuando el nazismo va cobrando mayor fuerza con la irrupción de la guerra, la historia cobra tensión con la llegada de Max Vandenburg (Ben Schnetzer) a la casa de los Hubermann; se trata de un muchacho judío que es hijo de un ex camarada que salvó la vida de Hans durante la primera guerra mundial y por ello se encuentra en la obligación moral de prodigarle refugio en el subsuelo de su hogar a pesar de los riesgos que implica esta generosa acción. Además de ilustrar los lazos que Liesel mantiene con Max donde éste le servirá de estímulo para sus aspiraciones literarias, el relato también ilustra el vínculo de amistad de la niña con su vecino Rudy (Nico Liersch) y con el paso del tiempo va enfatizando el modo en que los diferentes personajes de esta historia van siendo afectados por la guerra y los nocivos efectos del horror nazi.
Adoptando un estilo de narración clásica, Percival ofrece un film que aunque de esencia melodramática evita que las emociones desborden logrando un impacto dramático creciente a medida que la historia progresa.
En cuanto al elenco, Rush contribuye a brindar calidez, afecto y espontáneo humor a su rol, en tanto que Watson ofrece una magnífica composición de una mujer que oculta en su adusto rostro una insospechada ternura que se va revelando en las etapas ulteriores del relato. Por su parte Nélisse, la hoy ya adolescente actriz canadiense, confirma sus dotes artísticas ya demostradas en Monsieur Lazhar (2011); animando el rol protagónico permite que su personaje trasunte sensibilidad así como una tremenda fuerza expresiva que termina conmoviendo.
Conclusión: Una buena historia de supervivencia durante los años de la Alemania nazi, resaltando al propio tiempo la importancia de la palabra escrita y el amor a la lectura
KILL YOUR DARLINGS. Estados Unidos, 2013. Un film de John Krokidas
Después de haber sido tratado en Howl (2010) y en On The Road (2012), nuevamente el cine aborda el espíritu innovador y no conformista de la famosa Generación Beat en un film de superior calidad. Éste es el caso de Kill Your Darlings, donde el novel realizador John Krokidas, en un guión que le pertenece escrito con Austin Bunn, enfoca la génesis del movimiento abarcando los años de juventud del poeta Allen Ginsberg con acontecimientos que gravitaron en ese capítulo de su existencia en la experiencia vivida junto a los camaradas con quienes le cupo alternar.
El relato que transcurre en la década del 40, esboza en forma un tanto rápida algunos aspectos de la familia de Allen (Daniel Radcliffe) durante sus primeros años de adolescente en Nueva Jersey viviendo con su padre (David Cross), que era poeta y maestro de escuela, y su madre (Jennifer Jason Leigh), una mujer perturbada emocionalmente y con evidentes muestras de inestabilidad mental. Su aceptación en la Universidad de Columbia en Nueva York constituirá para el joven una manera de independizarse del ámbito de sus padres y encontrar nuevos caminos donde desarrollar sus inquietudes intelectuales a través de los estudios que comienza a emprender.
En el recinto de la universidad Allen tiene la oportunidad de comenzar a desarrollar y producir poemas innovadores y apartados de la forma de narrativa tradicional que llegaría a su máxima expresión con su famoso poema épico “Howl” publicado en 1956. Es también en ese estimulante ambiente donde llega a conocer a Lucien Carr (Dane DeHaan), un estudiante de libre espíritu, carismático y seductor que prontamente habrá de ejercer una influencia intelectual además de carácter personal en lo concerniente a la definición de la orientación sexual del incipiente poeta. Gracias a Carr que lo introduce a su círculo de amigos, Ginsberg llega a compartir las fiestas, las noches de jazz en el bohemio Greenwich Village de Nueva York, llegando a conocer a figuras que años después llegarían a trascender literariamente, tales como William Burroughs (Ben Foster) y Jack Kerouac (Jack Huston).
El film cobra un singular impacto dramático al describir la extraña relación y nunca del todo clara que existió entre Carr y David Kammerer (Michael C. Hall), un ex profesor universitario varios años mayor que él y una especie de protector al que Lucien termina matándo aduciendo que fue un depredador sexual que abusó de su persona; aunque condenado a 20 años de prisión, quedó en libertad después de dos años de cárcel.
Dosificado con algunas notas sórdidas, como la recientemente mencionada, Krokidas utiliza una estructura fragmentada de narración pero suficientemente coherente como para que el público tenga una visión clara y precisa de las relaciones personales de un grupo intelectual que en los años subsiguientes gravitaría de manera trascendental en la revolución literaria americana.
En materia interpretativa DeHaan es quien tiene mayor oportunidad de lucimiento brindando matices especiales al dinámico y magnético seductor que logra conquistar a Allen; Radcliffe por su parte no deja huella alguna de su Harry Potter demostrando que es capaz de expresar magníficamente el proceso de madurez vivido por Gingsberg en una etapa crucial de su vida. En los roles de apoyo tanto Foster como Huston permiten que fácilmente puedan ser asociados a los personajes que les cupo caracterizar.
Visualmente, tanto la fotografía de Reed Morano como el vestuario de Christopher Peterson y los diseños de producción de Stephen Carter recrean fielmente los lugares y la época en que transcurre la acción.
Conclusión: La génesis de la Generación Beat expuesta en un film de considerable interés
HELI. México, 2013. Un film de Amat Escalante
Con su tercera película después de Sangre (2006) y Los Bastardos (2008) Amat Escalante logra su trabajo más acabado por el que le valió obtener el premio al mejor realizador en el último Festival de Cannes.
Heli es un film duro a la vez que uno de los más inquietantes y perturbadores provenientes del país azteca. Una vez más, su tema es el de la inusitada violencia desplegada en ciertas regiones de México donde Escalante no tiene reparos en mostrarla de la manera más explícita y brutal al punto tal que ciertas escenas producen una sensación de franco rechazo.
El relato describe a una humilde familia de trabajadores viviendo cerca de Guanajuato; la misma está integrada por Heli Silva (Armando Espitía), un joven adulto de 20 años que vive con su esposa y su bebé en la casa de su padre junto con su hermana menor Estela (Andrea Vergara) de 12 años. Cuando esta adolescente se vincula sentimentalmente con Alberto (Juan Eduardo Palacios), un cadete de la policía local de 17 años, y éste se apodera de dos paquetes de cocaína persuadiendo a su novia para que guarde el botín en el hogar de los Silva, la suerte quedará echada; en efecto, la droga maldita será la chispa que involuntariamente arrastra a toda la familia conduciendo a una situación infernal que involucra a mercaderes del narcotráfico. De allí en adelante se asiste a un triste espectáculo de horror al producirse el secuestro de Heli, su hermanita y Alberto, la nefasta violación de la joven, y una extendida secuencia de tortura que por razones de discreción y buen gusto no merece ser descripta pero que es capaz de crear un agudo sentimiento de malestar.
Filmado en forma impecable, el nihilismo de Escalante es espeluznante. Así en la lucha emprendida contra los traficantes de drogas que llega a envenenar a la juventud mexicana se muestra al propio tiempo la acción de un cuerpo policial corrupto, desprovisto de comportamientos éticos y de sentimientos humanos. Frente a este cuadro despiadado el relato no ofrece una mínima luz de esperanza para este cáncer que mina a la sociedad en su conjunto dejando profundas heridas físicas y morales que resultan difíciles de cicatrizar.
Este film es un buen exponente del compromiso social que asume el cine de América Latina a la hora actual, abordando una realidad que sacude impunemente a ciertas regiones del país; solo queda la duda si acaso no existen caminos alternativos o más sutiles para exponer esa cruel violencia.
Conclusión: Un film encomiable pero que describiendo una triste realidad social mexicana despliega una exacerbada brutalidad produciendo un amargo sabor en el ánimo del espectador
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