HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Precedido del gran éxito de público que mereció en marzo de 2012 cuando se estrenó la primera parte de la trilogía escrita por Suzanne Collins, llega ahora la segunda parte de “Los Juegos del Hambre” que indudablemente superará en espectadores al film inicial porque su protagonista Jennifer Lawrence actualmente es una figura de considerable atracción popular, sobre todo después de haber ganado este año el Oscar a la mejor actriz. En todo caso, todos los esfuerzos han sido volcados como para que Catching Fire de ningún modo decepcione al público que disfrutó de la primera película.
Como es sabido, la acción se desarrolla en Panem, una sociedad gobernada despóticamente donde todos los años tiene lugar una mortal competencia como forma de ofrecer al pueblo un discutible masivo entretenimiento. Para ello, son escogidos una chica y un muchacho de cada uno de los 12 distritos del lugar, en donde luchando a la manera de los gladiadores romanos la contienda debe finalizar con un único ganador que logra salvar su vida. Pero en la última edición, como excepción han habido dos triunfadores, la audaz Katniss (Jennifer Lawrence) y su compañero de juegos Peeta (Josh Hutcherson) con quien mantiene un romance ficticio.
Al comenzar este segmento, ambos vencedores efectúan la gira de la victoria recorriendo todos los distritos en donde se llega a percibir que cierta rebelión se está gestando debido al descontento creciente por parte de la población oprimida. Cuando Katniss creía haber logrado la tranquilidad volviendo a reunirse con su verdadero novio Gale (Liam Hemsworth), su paz se ve quebrantada debido a que el presidente Snow (Donald Sutherland) con la asesoría de Plutarch (Philip Seymour Hoffman), su maquiavélico colaborador, decide que en la próxima competencia en lugar de nuevos jóvenes seleccionados participarán los ganadores de años anteriores; el tirano mandatario apela a este recurso con la intención de que Katniss pueda ser vencida, en la medida que desconfía de ella porque con su carisma presencia puede crear la semilla de una insurrección popular que haga peligrar el orden social existente.
Lawrence continúa ofreciendo una caracterización convincente tanto en lo físico (aunque su personaje de 16 años sea menor que ella en edad) como en lo emocional; revelando la dimensión de sus límites, expresa muy bien la dualidad que su rol de heroína le produce, tanto como una carga difícil de sobrellevar sobre sus hombros así como del poder conquistado por su valentía y que la puede convertir en símbolo de una potencial rebelión popular. La actriz está rodeada de un buen elenco donde además de los veteranos y eficientes Sutherland y Seymour Hoffman, se destacan Woody Harrelson como el mentor Haymitch y Stanley Tucci como el presumido y caricaturesco presentador televisivo.
El director Francis Lawrence, reemplazando a Gary Ross, adopta en su narración un tono sombrío, similar al que prevalecía en la película precedente, aunque los dilemas e implicancias morales de la historia queden aquí menos resaltados. El film está bien realizado, aunque la reanudación de los juegos con la incorporación de nuevos personajes no agregue aspectos que lleguen a sorprender como ocurría en la primera parte; de todos modos, hay ciertas secuencias que producen la dosis necesaria de intriga así como la curiosidad de saber si Katniss volverá a salir ilesa o no de la letal competencia. En todo caso, la conclusión de este capítulo deja la puerta abierta para que la tercera parte prodigue el climax de tensión contenido en el desenlace de la novela de Collins.
Conclusión: Sin superar al capítulo original, la intensidad emocional prodigada por Jennifer Lawrence como factor esencial del relato constituye el principal atractivo de Catching Fire.
NEBRASKA. Estados Unidos, 2013. Un film de Alexander Payne
Después de su exitoso film The Descendants (2011), Alexander Payne retorna detrás de la cámara para ofrecer otro afectivo relato pero en este caso valiéndose de un guión ajeno perteneciente a Bob Nelson. Así como en su film precedente abordaba la relación entre padres e hijos, aquí Payne vuelve a considerarlo así como también considera aspectos realistas de la gente de la tercera edad como lo había hecho en About Schmidt (2002).
El film rodado en un excelente blanco y negro tiene como escenario el medio oeste americano, verdadero corazón de los Estados Unidos, donde su población manifiesta características culturales que difieren de las que se manifiestan en las grandes ciudades como Nueva York, Chicago y Los Ángeles; de algún modo, a través de sus personajes el relato constituye un reconocimiento a la gente que allí habita y que en la etapa del crepúsculo de su existencia siente que después de una vida de intenso trabajo muchos de los sueños no se han visto cumplidos.
Bruce Dern, en la mejor actuación de su carrera, interpreta a Woody Grant, un anciano cascarrabias que padece de demencia senil; viviendo en Billings, estado de Montana, mantiene una relación un tanto distante con su señora (June Squibb) quien parece no haber sido muy feliz en su matrimonio. Cuando Woody recibe por correo un certificado por valor de 1 millón de dólares, un ardid publicitario donde se indica que para hacerlo efectivo debe ser cobrado en Lincoln, Nebraska, él se muestra decidido a efectuar un trayecto de más de 1300 kilómetros, aunque sea caminando para lograr su propósito; de algún modo el supuesto “premio” tiene un valor especial como reconocimiento que le da sentido a su vida. Al no poder ser disuadido por sus familiares de que el documento carece de valor alguno, su hijo menor David (Will Forte) decide acompañarlo en coche para emprender ese largo trayecto aunque obviamente se sabe que el viaje resultará inútil.
Lo que continúa configura una típica película de camino donde el relato permite al espectador entrar en contacto con coloridos personajes que van surgiendo durante el recorrido. Así viajando a través de Wyoming y Dakota del Sur, padre e hijo llegan al hogar natal del anciano en Hawthorn donde tiene lugar una excéntrica reunión familiar con seis de sus hermanos sobrevivientes; otra de las notas coloridas se produce cuando la noticia de que Woody es millonario se difunde rápidamente entre los viejos amigos y conocidos de la zona, donde entre ellos se encuentra un ex socio de negocios (Stacy Keach) que aprovecha para reclamarle una deuda antigua no cancelada. Ese viaje a la América profunda, con resabios de la crisis económica que afecta a sus habitantes, servirá para que Woody y David tengan la oportunidad de conocerse mejor así como para que el hijo trate de que su padre recobre su dignidad.
Payne logra esencialmente un relato agridulce que destila un genuino humor a través de algunas situaciones, a veces absurdas, que se generan en el mismo. A través de un film cálido y de nobles sentimientos, el público permite identificarse con sus personajes además de apreciar la magnífica composición que Dern logró del suyo y que merecidamente le ha valido el premio al mejor actor en el último festival de Cannes.
Conclusión: Una afectiva comedia humana que genuinamente logra la adhesión del espectador
DELIVERY MAN. Estados Unidos, 2013. Un film escrito y dirigido por Ken Scott
Starbuck, la exitosa comedia quebequense que hace dos años divirtió al público canadiense, tuvo buena repercusión en Estados Unidos al punto que Hollywood resolvió realizar la versión americana donde Ken Scott vuelve a asumir la dirección y el guión de Delivery Man, el nuevo título del film. El relato es prácticamente el mismo con algunos pequeños cambios que no llegan a alterar su esencia a pesar de que el idioma sea ahora inglés en lugar de francés y que tenga por escenario a Nueva York en vez de Montreal.
Como en el film canadiense la historia gira en torno de David Wozniak (Vince Vaughn), un hombre de poco más de cuarenta años, inmaduro, no muy responsable y trabajando sin mayor emprendimiento como empleado repartidor en la carnicería de su padre (Andrzej Blumenfeld). En su juventud había donado anónimamente su esperma a una clínica a cambio de una considerable suma de dinero, lo que generó el nacimiento de 533 personas sin que él lo supiera. Es ahora que 142 de las mismas se han dirigido a la justicia a fin de que David revele su identidad; ese hecho lo obliga a confrontar su pasado a la vez que su futura paternidad cuando la chica con quien está saliendo (Cobie Smulders) le anuncia que se encuentra en estado de gravidez.
Las complicaciones que sobrevienen matizan una historia que si por su premisa resulta más bien rebuscada, el realizador logra sazonarla con un clima de fantasiosa realidad conformando una comedia ciertamente liviana aunque más dramática que la del film original. Si Patric Huard ofreció una excelente caracterización del antihéroe en Starbuck, Vaughn, asumiendo ahora ese rol, demuestra que es un consumado actor de comedia y capaz de tocar la fibra sentimental del espectador, especialmente en una escena en que David visita a uno de sus numerosos hijos (Sébastien René) que reside en un hogar para personas discapacitadas. En papeles de apoyo se lucen Blumenfeld como el cálido inmigrante padre polaco de David así como Chris Pratt quien animando al abogado y mejor amigo del anónimo donante genera algunas de las escenas jocosas del relato.
Conclusión: Celebrando los valores de la paternidad ante circunstancias decididamente improbables, Scott sin aportar algo nuevo logra no obstante entretener con un relato que tiene momentos tiernos con un desenlace emotivo de un padre saliendo al encuentro de sus hijos desconocidos.
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LA CAGE DORÉE (The Gilded Cage). Francia, 2013. Dirección: Ruben Alves. Distribución: AZ Films (2013)
Una pequeña y muy agradable comedia es la que Ruben Alves brinda en su primer film como realizador abordando un tema que se inspira en la experiencia de sus padres portugueses que han inmigrado a París. Sin grandes pretensiones, el relato se destaca por la humanidad y ternura que emanan de los personajes en base a situaciones legítimamente realistas que atraviesan los inmigrantes a través del fenómeno de la transculturación.
José Ribeiro (Joaquim De Almeida) y su esposa María (Rita Blanco) son una pareja de portugueses de mediana edad radicados en la capital de Francia desde hace 30 años y formaron una familia integrada por su hija adulta Paula (Bárbara Cabrita) y el adolescente Pedro (Alex Alves Pereira) quienes viven con ellos. Aunque humildes, tanto José trabajando como capataz de construcción para su patrón Francis Caillaux (Roland Giraud) como María en sus funciones de conserje de un elegante edificio ubicado en una zona residencial de París, han sabido ganarse el respeto y afecto tanto de sus patrones como de la gente que los rodea.
La trama cobra mayor impulso a partir del instante en que José es notificado de la muerte de su hermano en Portugal con quien estuvo distanciado desde hace mucho tiempo dejándole una valiosa herencia consistente en extensos terrenos de viñedos en el fértil valle de Douro; el legado viene impuesto con la condición de que el heredero debe hacerse cargo de la explotación del negocio. La posibilidad de disfrutar de un confort económico sensiblemente mayor al que disfrutaron hasta este momento impulsa a los Ribeiro a tomar la decisión de retornar al terruño pero al propio tiempo crea la situación un tanto difícil de anunciar a sus respectivos empleadores que van a dejar sus puestos cuando saben que son tan útiles e imprescindibles para ellos. El asunto se complica aún más cuando Paula que está involucrada sentimentalmente con Charles (Lannick Gautry), el hijo de Francis, espera un hijo de aquél.
A pesar de la sencillez y de ciertos estereotipos aceptables, el relato trasunta un humor genuino como resultado natural de algunas situaciones planteadas. A pesar de su aparente liviandad la historia trasluce algunos aspectos realistas como la amable relación establecida entre las culturas portuguesas y francesas y/o bien el conflicto que creado a los inmigrantes cuando después de estar afincados por largo tiempo en el país anfitrión se les presenta la oportunidad de retornar al terruño; no menos importante es que a través de diversas situaciones anecdóticas presentadas en la trama quedan exaltados los valores de la familia y la amistad, así como una buena pintura de las diferencias sociales y el complejo de inferioridad sustentado por pertenecer a una clase económicamente más baja.
El DVD es presentado en su versión original francesa con subtítulos optativos en inglés.
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