HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
La presentación de este film no puede ser más oportuna porque, lamentablemente, se produce a pocas semanas de la muerte de Mandela. De allí que esta circunstancia agregue una nota sentimental al valor intrínseco de la película por la repercusión que tuvo esta extraordinaria figura en vida y que a partir de ahora la sigue manteniendo por el extraordinario legado que ha dejado al mundo. No es la primera vez que el cine aborda a Mandela pero lo que distingue a ésta de otras versiones es que aquí se basa en su libro autobiográfico del mismo título que el del film, donde se exponen los aspectos más relevantes de su vida hasta el preciso momento en que después de haber recorrido un largo camino logra conducir a su pueblo a la libertad e igualdad política de negros y blancos.
Adaptado por William Nicholson el relato tiene un prólogo destacando rápidas escenas de su infancia rural en Sudáfrica, para comenzar de lleno en 1942 en Sudáfrica mostrando al joven Mandela ejerciendo su profesión de abogado, su iniciación en el Congreso Nacional Africano (ANC) , de qué modo va adoptando una fuerte conciencia política al ver el trato brutal que los dirigentes blancos dispensan a la población negra y posteriormente los actos de naturaleza violenta que el ANC comenzaría a adoptar a fin de cambiar el giro de los acontecimientos. Si hay algo diferente que posiblemente no haya estado en conocimiento del público es que Mandela no tuvo empacho de expresar en su libro que el divorcio de su mujer (Terry Pheto) de su primer matrimonio se debió a que sacrificó su vida familiar por su inclinación a la política así como a la naturaleza donjuanesca de su persona. Poco tiempo después llegaría a conocer a Winnie (Naomie Harris), que como es bien sabido gravitaría en forma sustancial durante la mayor parte de su existencia como su segunda esposa y por su radical activismo político que la involucró completamente en la causa de justicia e igualdad social que animaba a su marido.
Lo que sigue es material muy bien conocido. Así se pasa revista a la actitud de violencia de Mandela contra el régimen imperante que finalmente lo condujo a ser condenado a prisión perpetua en 1964 y confinado por casi tres décadas en la cárcel de Robben Island en Ciudad del Cabo; durante ese largo período el renombrado líder del anti-apartheid madura extraordinariamente llegando a la conclusión que el único medio de lograr la caída del odioso sistema inhumanitario de la supremacía blanca sería con métodos no violentos y concediendo el perdón a sus perpetradores. El film también muestra rápidamente cómo la denuncia internacional del régimen racista conduce a su liberación parcial para llegar a gozar de completa libertad en febrero de 1990 y finalmente llegar a la histórica elección que en 1994 lo consagra como el primer presidente negro democráticamente elegido de su país.
Resulta obvio señalar que la carrera política del patriarca sudafricano así como sus años de prisión y sufrimiento brindan material suficiente para la emoción. Con todo, la dirección de Justin Chadwick se caracteriza por ser a lo sumo correcta sin llegar a profundizar lo suficiente para trascender la mera fórmula de una biografía; es ésa falta de imaginación lo que impide que esta película alcance el carácter épico como en cambio lo logró el excelente film Ghandi (1982) de Richard Attenborough. También hay algunos aspectos tratados en forma epidérmica como la relación de Mandela con su primera esposa y fundamentalmente algunos aspectos de la controvertida personalidad de Winnie Mandela; en tal sentido, el film a través de una muy breve escena muestra que la separación de la pareja se debió básicamente por diferencias de aproximación política con respecto al trato que se debía dispensar a la población blanca después de que su marido fue liberado de la cárcel, en tanto que la historia oficial agrega datos que no están contemplados en el relato.
Lo que sustancialmente eleva el valor de esta historia es la gran interpretación que realiza Idris Elba de Nelson Mandela: su actuación es contenida pero lo suficientemente intensa como para que el espectador pueda identificarse plenamente con el líder, no solo por una presencia física bastante aproximada sino también en lo que a su voz se refiere y en general en lo concerniente a la nobleza que emerge de su extraordinaria personalidad. También cabe distinguir la buena actuación de Harris como Winnie y en un papel de apoyo se destaca Lindiwi Matshikiza caracterizando a la hija adolescente de Nelson.
Tanto el período de época como los diseños de producción y fundamentalmente el maquillaje marcando el paso de los años de Mandela son de óptimo nivel
Conclusión: Un relato convencional y simplista con una gran interpretación de Idris Elba ilustrando la trayectoria de una de las más remarcables personalidades del siglo XX.
THE SECRET LIFE OF WALTER MITTY. Estados Unidos, 2013. Un film de Ben Stiller
En su doble carácter de director y actor, Ben Stiller vuelve a tratar La Vida Secreta de Walter Mitty, un cuento muy breve de James Thurber publicado en 1939 y adaptado para el cine en 1947 teniendo a Danny Kaye como protagonista. Aunque en algunos aspectos, esta nueva versión se adhiere a la original, de todos modos es objeto de considerables cambios para adaptar su relato a una visión más contemporánea.
El actual guión de Steve Conrad ubica la acción en Manhattan presentando a Walter Mitty (Stiller), un hombre solitario, afable y tímido que no alcanza a vislumbrar aspectos de la vida real que lo conmuevan mayormente. De allí que para matizar su opaca existencia su mente recurre a elaboradas fantasías para sentirse diferente y trascendente con relación al medio que lo rodea.
Desempeñándose como archivista de fotografía de la revista Life Magazine donde es menospreciado por su desagradable nuevo jefe (Adam Scott) y objeto de burla por sus compañeros de trabajo, se siente fuertemente atraído por Cheryl (Kristen Wiig), una nueva empleada que es una madre monoparental. Precisamente, dando rienda a sus sueños imagina que se lanza desde la plataforma de un tren para salvar a un perro de tres patas de morir en un edificio en explosión para así impresionar a su amada con un gesto heroico.
El elemento que impulsa el desarrollo de esta historia se manifiesta por dos hechos importantes. Por una parte, la revista dejará de imprimirse para convertirse al igual que otros medios periodísticos en una publicación en línea, y este acontecimiento no constituye una buena noticia para Walter por el peligro de ser despedido. Simultáneamente acontece que para su última edición impresa los editores piensan incluir en su portada la foto de Sean O’Conell (Sean Penn), un prestigioso fotógrafo aventurero y viajero a través del mundo; como Walter, ha perdido el negativo que estaba a su cargo, la única solución al problema es tratar de rastrear y ubicar a O’Conell. Como consecuencia de lo que antecede, los sueños de nuestro antihéroe se convierten en realidad cuando súbitamente se ve envuelto en el inicio de un periplo no exento de peligros pero ciertamente de gran emoción que lo lleva a contemplar imponentes glaciares en el Ártico, salvarse de los tiburones en la costa de Groenlandia, escalar el Himalaya, eludir erupciones volcánicas en Islandia, todo ello en un viaje alrededor del mundo donde lo que Walter experimenta supera con creces lo que su afiebrada imaginación podía ofrecerle.
A pesar que en la palabra escrita uno tiene la sensación de que el film puede llegar a fascinar, el resultado no es de gran interés debido a una narrativa desigual donde parte de los ingredientes contenidos terminan sin cohesionarse. Así, una primera parte monótona y repetitiva llega a ser compensada con una segunda más sólida aunque sin verdaderamente alcanzar a impresionar por ser demasiado enmarañada y porque el encuentro mantenido finalmente con O’Connell en una cima montañosa carece del climax que cabría aguardar.
Aunque hay momentos en que el relato destila sinceridad y ternura en la personalidad de Walter, sobre todo cuando está frente a su computadora estableciendo conexiones románticas a través de la red, en líneas generales esta comedia surrealista resulta demasiado tibia como para colmar de satisfacción. A su favor cuenta con una buena interpretación de Stiller quien además de ofrecer algunas instancias de su característico humor trata de insuflar humanidad a su personaje.
Conclusión: La historia de un impenitente soñador en un relato de moderado entretenimiento.
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INSIDE LLEWYN DAVIS. Estados Unidos, 2013. Un film escrito y dirigido por Joel y Ethan Coen
Dentro del panorama cinematográfico de los Estados Unidos, los nombres de los hermanos Joel y Ethan Coen resultan emblemáticos dado que además de considerárselos como dos de los más importantes cineastas internacionales, su cine se ha caracterizado por su gran originalidad al presentar historias y personajes ciertamente no comunes. Posiblemente Inside Llewyn Davis, él ultimo trabajo de estos excelentes autores de cine, sea uno de lo más directos y menos convencionalmente excéntricos y a pesar de no alcanzar la categoría lograda por títulos como por ejemplo lo fueron Fargo (1996), Barton Fink (1991) y/o No Country for Old Men (2007), se puede apreciar aquí un film serio y competente rindiendo tributo a la música folk americana de la década del 60 que en gran medida influyó en lo que este genero musical aportaría en los años siguientes.
Con una magnífica ambientación de época del Greenwich Village neoyorquino que tiene lugar en 1961, poco antes de que irrumpiera la figura icónica de Bob Dylan, el relato sigue la trayectoria de Llewyn Davis (Oscar Isaac), un cantante inspirado lejanamente en el músico de culto Dave Van Ronk. En una convincente descripción del personaje, el público rápidamente se familiariza con Llewyn quien llega a Nueva York con el propósito de ganarse la vida como instrumentista y folclorista después de que su socio con quien había formado un dúo se suicidó. De bohemia personalidad, con muy poco dinero y sin domicilio fijo, no tiene reparo en pernoctar en donde quienquiera le ofrezca albergue; lo que sí trata es de mantener su integridad y dignidad profesional como músico y que acompañado de su guitarra canta interesantes baladas que ponen a prueba su talento. A diferencia de otros colegas suyos que logran abrirse camino cuando el Village va transformándose de un ambiente cerrado para convertirse gradualmente en un centro turístico, Llewyn no logra trascender a pesar de sus innatas condiciones, en parte porque con su carácter poco sociable termina alienando a las personas que lo rodean.
Esencialmente, el relato sigue los pasos de este cantautor a lo largo de una semana mostrando la interrelación que mantiene con variados personajes. Entre los mismos figura el vínculo mantenido con su resentida hermana (Jeanine Serralles), con algunos otros folcloristas como Jean (Carey Mulligan) y Jim (Justin Timberlake), el cantante Al Cody (Adam Driver), y en especial Roland Turner (John Goodman), un músico de jazz con quien efectúa un viaje a Chicago para ver si puede revertir su situación en la escena musical.
En un relato donde predomina más el estudio de caracteres que el de un desarrollo argumental tradicional, uno de los aspectos que acrecientan el interés del mismo es que nunca resulta previsible lo que ha de acontecer con la suerte de su enigmático protagonista, a pesar de que el personaje central no sea una persona que particularmente conquiste la simpatía del espectador. En todo caso, si habría que destacar un factor dramático por excelencia, eso se produce con Jean quien está fastidiada con Llewyn por haber quedado embarazada de él y pidiendo que tome las medidas necesarias para practicar un aborto ilegal.
Con una inobjetable y meticulosa dirección los Coen saben cómo amenizar una historia con sabrosos diálogos; así es como en este caso algunos de los mismos provocan genuinas carcajadas dentro del contexto de una humana historia que transmite con humor la patética personalidad de un individuo que en gran parte es el responsable de su propio destino. Isaac es excelente como el enigmático, melancólico y patético trovador, así como también se destaca luciendo sus buenas cuerdas vocales en los números musicales que le toca ejecutar El resto del elenco es altamente competente, así como en los renglones técnicos la fotografía de Bruno Delbonnel capta muy bien hasta en los mínimos detalles el espíritu creativo de la época en que transcurre.
Conclusión: Dicho lo que antecede, éste es un film hilarante a la vez que emotivo relatando las tribulaciones vividas por un artista del folclore que no encuentra el nicho apropiado para resaltar sus valores musicales.
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