HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Abordando un episodio trascendente en la vida de Charles Dickens pero poco conocido, Ralph Fiennes en su doble condición de director e intérprete logró un bello drama de época que además de su naturaleza romántica también constituye un eficiente retrato del mundo literario y teatral de la Inglaterra de mediados del siglo 19.
Fiennes se nutrió del libreto preparado por la guionista Abi Morgan quien demostró poseer una exquisita sensibilidad femenina en la adaptación que efectuó del libro biográfico de Claire Tomalin (1990) donde se narran los amores ilícitos de Nelly Ternan con Dickens.
El relato comienza en 1885 en Margate, una ciudad costera de Inglaterra, donde Nelly (Felicity Jones), está en los preparativos de dirigir una pieza escrita por Dickens y Wilkie Collins en la escuela local donde su marido (Tom Burke) es el director. Es ahí donde ella no puede dejar de recordar acontecimientos que marcaron sus años de juventud a partir del momento en que conoce al célebre novelista. A través de flashbacks la acción retrocede a 1957, donde Nelly de 18 años de edad tiene la oportunidad de actuar junto a su madre (Kristin Scott Thomas) y hermana (Perdita Weeks) en una producción teatral de Collins (Tom Hollander) que es dirigida e interpretada por el autor de Oliver Twist (Fiennes). Dickens, en ese entonces un hombre de 45 años casado con Catherine (Joanna Scanlan) y padre de 10 hijos, queda impresionado por la joven y a su vez ella no puede menos que guardar una considerable admiración por una personalidad literaria que en ese momento se encontraba en la cumbre de su carrera como novelista.
Uno de los aspectos distintivos de este relato es la sutileza con que está expuesto el complejo vínculo sentimental de Nelly y Dickens que va desarrollándose en forma lenta pero segura frente a un escenario especial. Al comienzo de la relación, el escritor ya mantiene un distanciamiento con su esposa donde la diferencia existente a nivel intelectual contribuye a que no la quiera más; de allí que su acercamiento a Nelly le permite descubrir a una persona diferente, que sabe consustanciarse con él y apreciar su trabajo. A todo ello, la joven desea mantener un vínculo platónico porque Dickens de ninguna manera está dispuesto a casarse con ella; eso se debe a que el reputado escritor, bien conocido por sus inquietudes sociales y por la defensa de los valores familiares, no está dispuesto a transgredir las convenciones de la moral victoriana vigente que puedan mancillar su reputación. De ese modo, cuando finalmente se consuma el amor entre ambos, Nelly se resigna a aceptar el adulterio con total discreción y quedar relegada a la condición de la invisible mujer amada por el dramaturgo; de ahí en más, ella será la sombra que alimentará en él toda su pasión y energía de vida durante los 13 años que precedieron su muerte en 1870.
Si bien Fiennes contó a su favor con un insuperable guión, no menos importante es que supo dotar al film de una considerable solidez tanto en lo que concierne al modo de ser relatado como también por las notables interpretaciones que obtuvo del calificado elenco comenzando por sí mismo. Caracterizando a Dickens, logra dotarlo de tremenda fuerza, transmite su pujante brío a la vez que permite exteriorizar su egocentrismo así como su represión emocional en el apasionado amor que siente por la joven y que debe mantenerlo en estricto secreto. Animando a Nelly, Jones ofrece una consagratoria composición que despierta simpatía y conmiseración como la encantadora mujer que habiendo caído bajo el hechizo del famoso novelista, queda confinada a una vida disimulada y apartada impuesta por el amor que siente por aquél; asimismo, la actriz también trasciende en la variada gama emocional que ofrece como la persona que habiendo reorientado su vida después de la muerte de Dickens y formado un hogar, aún se encuentra acosada por los recuerdos del pasado. En un papel de apoyo, es destacable la participación de Scanlan ofreciendo una conmovedora y desgarrante composición de la simple pero comprensiva esposa del escritor a quien durante la vida en común le brindó su incondicional apoyo y que a pesar de haber sido una buena madre evidencia un profundo dolor al prohibírsele mantener contacto con sus hijos después de su separación.
La fotografía de Rob Hardy así como los diseños de producción de Maria Djurkovic recrean adecuadamente el marco ambiental en que transcurre esta historia.
Conclusión: Un hermoso drama romántico donde Fiennes permite que el público fácilmente se involucre con la suerte de sus contradictorios y humanos personajes.
THE PAST (Le passé). Francia-Italia, 2013. Un film escrito y dirigido por Asghar Farhadi
Después de su magnífica obra artística que fue A Separation (2011), el director y guionista iraní Asghar Farhadi retorna con otro film denso donde los aspectos morales y éticos nuevamente salen a relucir dentro de las complejas relaciones humanas que se producen entre sus personajes. Como suele suceder, siempre son grandes las expectativas cuando se trata de un realizador como Farhadi y porque además el film mencionado fue premiado en 2012 con el Oscar a la mejor producción extranjera. Aunque The Past no llegue a alcanzar la envergadura de su anterior trabajo, el realizador manifiesta su notable habilidad para concebir complicadas tramas así como logra sólidas prestaciones de sus actores, donde Bérénice Bejo, su protagonista, obtuvo el premio a la mejor interpretación femenina en el Festival de Cannes de 2013.
La entreverada trama comienza cuando Ahmad (Ali Mosaffa), de nacionalidad iraní, deja Teherán para retornar a Paris después de 4 años de ausencia con el propósito de finalizar el trámite de divorcio solicitado por su esposa francesa Marie (Bérénice Bejo). Durante su estadía, descubre la difícil relación que ella mantiene con su hija adolescente Lucíe (Pauline Burlet), producto de un matrimonio anterior; también se impone que su ex mujer vive con su nueva pareja Samir (Tahar Rahim) quien cuida de su hijo Fouad (Elyes Aguis). El nudo dramático se presenta cuando al tratar de descubrir la razón de la grieta existente entre Lucie y su madre, Ahmad se entera de varios secretos vinculados con el pasado que marcó a esta disfuncional familia y el variado sentimiento de culpabilidad que anima a sus integrantes frente a un personaje suicida que se encuentra en estado comatoso.
El interés del intrincado relato se mantiene constantemente a través de la telaraña que se va formando en torno a las relaciones familiares y que según la mira de cada personaje no existen verdades ni mentiras absolutas; con todo, cada incidente que aflora en el desarrollo de esta historia creando un natural suspenso, va abriendo la puerta para dar cabida al que le sigue y así sucesivamente hasta llegar al punto en donde hay demasiados giros que densificando la trama finalmente resultan algo forzados y en consecuencia afectan en parte su credibilidad.
Conclusión: A pesar de que el melodrama contemplado no logre la completa repercusión emocional aguardada, éste es un film de apreciada sensibilidad que cuenta con una inobjetable puesta escénica y en donde el remarcable trabajo de los actores contribuyen a elevar su calidad. Decididamente, recomendable.
INFANCIA CLANDESTINA. Argentina, 2012. Un film de Benjamín Ávila
Honda emoción es la que transmite el realizador argentino Benjamín Avila en Infancia Clandestina, abordando un tema parcialmente autobiográfico. El film dedicado a sus padres es un recuento de lo que quedó grabado en la memoria de Ávila en sus años de infancia a través de una historia de ficción que él escribió junto con Marcelo Müller.
Si bien la acción se desarrolla en Argentina durante los años de la última dictadura militar que ensangrentó al país, el realizador no se ha propuesto enfocar el relato desde la estricta arista política sino más bien reflejar las sensaciones de un niño que, aunque todavía no ha alcanzado la madurez que comienza a surgir en el adulto a partir de sus años adolescentes, no puede evitar la vulnerabilidad e inseguridad que lo envuelve al tener que vivir bajo los difíciles patrones impuestos por el medio ambiente que le rodea.
En 1979, el grupo Montoneros que luchaba contra el tétrico régimen que gobernaba al país decidió lanzar una acción contraofensiva destinada a jaquear a los detentores del poder. De este modo, muchos de sus integrantes que se encontraban políticamente exilados resolvieron regresar al país y participar en esa acción como es el caso de los protagonistas de este film.
La narración es efectuada desde la óptica de Juan (Teo Gutiérrez Moreno), un chico de 11 años de edad quien retorna al país procedente de Cuba con sus padres (César Troncoso y Natalia Oreiro); ellos, así como su tío Beto (Ernesto Alterio) pertenecen a la mencionada organización y se disponen a participar de la acción armada contra la junta militar gobernante.
Para no despertar sospechas de las actividades de los adultos, Juan asume su nuevo nombre de Ernesto viviendo de este modo dos realidades diferentes. Con una fecha de nacimiento que es también modificada, en la escuela a la que concurre logra que sus maestros y compañeros estén convencidos de que sus padres son gente corriente dedicada a la distribución de alfajores y otras golosinas.
Dentro de ese esquema de doble vida y la tensión del peligro latente que Juan/Ernesto llega a testimoniar, el film se desenvuelve con escenas de gran sensibilidad como la afectuosa relación que el niño mantiene con su carismático tío, la llegada de la angustiante abuela (Cristina Banegas) pródiga de amor y ternura, la celebración de una fiesta de cumpleaños así como los latidos que experimenta su corazón de preadolescente frente a una compañerita de aula (Violeta Palukas).
Sin golpes bajos y con mucha sutileza el relato va ilustrando de qué modo la nueva identidad del niño y la falsa historia a la que tiene que prestarse dentro de la realidad que le toca vivir le repercute emocionalmente. Si obviamente, esta historia no puede evitar algunos momentos crudos, el realizador ha tratado de minimizarlos acudiendo en ciertas situaciones al recurso de escenas de animación bien logradas para exponer la violencia de la cual Juan es testigo.
Conclusión: Con una sincera y genuina interpretación del niño Gutiérrez Moreno y las inobjetables actuaciones de Alterio, Oreiro, Troncoso y Banegas, Ávila entrega un honesto film que como su título lo indica es el reflejo de una infancia dura y sombría que a él personalmente le ha tocado vivir durante los años de plomo que sufrió Argentina.
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