HABLANDO DE CINE
HABLANDO DE CINE
Por Jorge Gutman
Este documental de Steve James es hasta la fecha el primer film en considerar la trayectoria de un crítico de cine. Ciertamente no se trata de alguien desconocido sino nada menos que de Roger Ebert, uno de los más famosos especialistas en la materia y sin lugar a dudas el más célebre de los Estados Unidos, desaparecido en abril de 2013.
Su gran popularidad se ha debido a que supo prestigiar la profesión del periodismo cinematográfico a través de sus lúcidos comentarios en la prensa escrita, en su dinámico programa televisivo y en los últimos años también en su blog de Internet. Ebert exitosamente cumplió con el objetivo que guía a un crítico de cine: opinar con honestidad, fundamentar las razones sobre su adhesión o rechazo del film que se analiza y evitar ambigüedades que puedan desorientar al público que sigue las crónicas. Todo eso representó este hombre apasionado del cine quien además de importante crítico fue un indiscutible comunicador social así como también guionista del film Beyond the Valley of the Dolls (1970) de Russ Meyer y autor de numerosos libros.
Basado en las memorias de Ebert publicadas en 2011 en el libro Life Itself, el realizador pasa revista a los más importantes aspectos de su vida profesional con la intervención de destacadas figuras del mundo del cine quienes se refieren elogiosamente a su persona; entre los mismos se encuentran los realizadores Martin Scorcese –productor ejecutivo del film-, Werner Herzog, Gregory Nava, Ramin Bahrani y los críticos de cine Jonathan Rosembaum, A. O. Scott, Richard Coliss y Howie Movshovitz.
La carrera de Ebert se inicia con su incorporación en 1967 al diario Chicago Sun Times, prolongándose hasta su muerte; sus inteligentes comentarios le valieron en 1975 el prestigioso Premio Pulitzer que fue el primero en conferirse a un crítico de cine.
Uno de los aspectos que el documental considera es la inclinación al alcoholismo de sus primeros tiempos, adicción que definitivamente dejaría en 1979. Un espacio importante del documental es dedicado al programa televisivo At the Movies creado en 1982 por Ebert y Gene Siskel, otro remarcable crítico de cine que trabajaba para el Chicago Tribune. Ese programa semanal de media hora de duración logró convocar a una gran audiencia sobre todo por la personalidad de cada uno de sus conductores donde el entusiasmo y apasionamiento de Ebert contrastaba con la tranquilidad, diplomacia y ánimo contemporizador de su colega. Lo más llamativo sucedía –tal como queda reflejado en los clips- cuando había una marcada discrepancia entre ellos sobre un determinado film, donde Ebert podía reaccionar atacando a su colega; pero queda claro que a pesar de esa relación “amor-odio” donde solía predominar el ego de Ebert, en el fondo existía un sentimiento de profunda amistad fraternal y cuando en 1999 Siskel muere de un cáncer cerebral, su amigo le dirige una carta póstuma de profunda emotividad (aunque este hecho no se destaque en el film). El programa de televisión siguió difundiéndose con la participación de otros colaboradores pero sin poder ser comparado con el tándem Ebert-Siskel, quienes llegaron a popularizar el famoso “pulgar arriba” cuando la crítica era positiva y “pulgar abajo” cuando acontecía lo contrario.
El casamiento de Ebert con Chaz en 1992, donde las hijas de Siskel oficiaron como pajes en la ceremonia nupcial, constituyó un acontecimiento muy importante en su vida, donde no solo encontró a una gran compañera que lo acompañó permanentemente en las buenas y en las malas sino que ella le incentivó el espíritu de familia con sus hijos provenientes de un anterior matrimonio.
A diferencia de Siskel, que ocultó su enfermedad terminal a todo el mundo incluido Roger -con la sola excepción de su familia-, Ebert optó por el camino diametralmente opuesto y es así que el público inmediatamente llegó a saber sobre el cáncer de tiroides que comenzó a afectarlo en 2006 y donde después de sucesivas cirugías perdió su capacidad de hablar, además de encontrarse impedido para comer y beber en forma normal. Eso no constituyó un obstáculo para que durante la remisión del mal siguiera escribiendo y que incluso pudiera regresar a la televisión, aunque por poco tiempo.
Cuando James resolvió filmar este documental, sólo a cinco meses antes de su muerte, nadie imaginó que el desenlace de Ebert se produciría en forma inminente; de allí que su cámara se acercó a la clínica donde el crítico estaba postrado, siempre acompañado de su inseparable Chaz quien se volcó enteramente para cuidarlo. Si bien lo filmado trasunta la completa honestidad de un cineasta tratando de lograr, en la medida de lo posible, el testimonio directo de Ebert, para el espectador resulta demasiado penoso contemplar el triste cuadro de su estado físico; en tal sentido, la única observación que merece este valioso film es el tiempo excesivo de exposición del moribundo paciente.
Conclusión: Un documental instructivo, muy bien realizado, que constituye un merecido homenaje a un hombre que sintió al cine con abrasadora pasión y dejó un importante legado con sus comentarios críticos bien articulados y formulados de manera inteligente, clara y entretenida.
GERONTOPHILIA. Canadá, 2013. Un film de Bruce Labruce
Así como muchas veces el cine incursionó en historias de amor heterosexual entre jóvenes y personas de edad madura, rara vez lo ha hecho mediante una relación homosexual como es el caso de Gerontophilia.
Para esta película, el realizador canadiense Bruce Labruce se ha inspirado en anécdotas que le han sido confiados por muchachos adolescentes sobre sus primeras relaciones sexuales con gente anciana; de allí en más elaboró un guión escrito con Daniel Allen Cox sobre este tema tratando de insuflarle los códigos propios del drama romántico.
Lake (Pier-Gabriel Lajoie) es un joven de 18 años que mantiene un vínculo sentimental aunque no muy profundo con su amiga Désirée (Katie Boland). Cuando desempeñándose como bañero de una piscina local trata de salvar la vida a un anciano que se está ahogando mediante la respiración artificial, experimenta una excitación sexual descubriendo en ese momento una atracción hacia personas ancianas del mismo sexo que hasta entonces desconocía.
Durante el verano, obtiene un empleo de verano en una residencia para gente de la tercera edad donde llega a conocer a Peabody (Walter Borden), un hombre de 82 años que padece de una grave enfermedad y de quien inmediatamente se siente fuertemente atraído. Al descubrir que el viejo hombre se encuentra medicamentado en exceso, decide ocuparse personalmente de él y es así que en un abrir y cerrar de ojos, el espectador comprueba cómo Lake encuentra en Peabody el oscuro objeto de su deseo con quien satisfará sus urgencias sexuales.
Este film es el típico ejemplo que ilustra claramente cómo un tema que en principio podría resultar válido de abordar queda abortado ante las severas incongruencias del guión. Cualquier espectador con un mínimo de espíritu crítico no podrá aceptar que en un drama realista un enfermero cierre la puerta de la habitación del paciente a quien cuida y mantenga con él una relación sexual. Por si esto fuera poco, resulta aún más inconcebible que en una residencia para ancianos con numerosos empleados destinados a mantener el control de lo que ocurre, Lake logre sacar al enfermo del edificio y emprender un viaje a lo largo de Canadá donde el anciano parecería haberse recobrado totalmente del mal que lo aqueja. Si acaso se tratara de un film cómico habría tenido gracia la reacción de celos que experimenta Lake durante el “road trip” cuando en un bar gay de la ruta un desconocido traba una conversación con Peabody.
Cabe rescatar de este irrealista relato que LaBruce haya evitado explicitar los actos sexuales tratando en lo posible de mostrar cómo queda cimentada una comunicación afectiva entre sus dos protagonistas. De todos modos, si la intención ha sido de ilustrar una historia como la de Harold y Maude pero en un contexto homosexual, el film fracasa en su intento a pesar del ánimo trasgresor y subversivo que lo alienta.
Aunque Borden y Lajoie actúan satisfactoriamente, poco pueden hacer para salvar la esquemática descripción de sus personajes que carecen de la gravitación emocional necesaria para que resulten creíbles.
BORGMAN. Holanda-Bélgica-Dinamarca, 2013. Un film escrito y dirigido por Alex van Warmerdam
Un drama absurdamente surrealista es lo que ofrece Borgman, film del director holandés Alex van Warmerdam cuyo estreno mundial tuvo lugar en el Festival de Cannes 2013. Tratando de brindar un thriller de horror, este relato no termina por definir adónde quiere llegar y qué es lo que intenta ilustrar.
El comienzo es de lo más extraño. Se observa a dos cazadores que pasan a buscar a un cura que acaba de terminar su misa: los tres hombres armados con fusil persiguen a los sin hogar ocultos en un escondite subterráneo de un bosque donde se encuentra Camiel Borgman (Jan Bijvoet), un desaliñado ermitaño que es jefe de una extraña secta. Buscando refugio de quienes lo están persiguiendo, el extraño individuo se aproxima a un sofisticado vecindario donde acercándose a una de las residencias del lugar le pide a su dueño Richard (Jeroen Perceval) que le permita usar el baño para darse una ducha; después de haberle insinuado que mantuvo en el pasado una relación con su esposa Marina (Hadewych Minis), Richard impulsivamente lo insulta además de propinarle unos buenos golpes. Acto seguido, Marina se apiada de él y lo instala temporalmente en una cabaña del jardín además de procurarle comida. De allí en más la presencia de Borgman irá invadiendo lentamente la intimidad del matrimonio, de sus tres hijos y de su institutriz (Sara Hjort Ditlevsen).
Con un clima de tensión que se va creando en torno de un individuo dominando a una familia, el relato enfatiza el espíritu demoníaco del visitante que a través de la manipulación emocional y física irá exterminando a quienquiera que se le oponga en el camino para lograr sus fines valiéndose para ello de la ayuda de los otros miembros de su banda.
Observando el desarrollo de los acontecimientos surgen preguntas que quedan sin responder. No hay indicio alguno que demuestre las razones por las que Marina cae bajo el hechizo de Borgman instándolo a que se quede, tampoco es posible detectar lo que motiva al diabólico vagabundo actuar como lo hace. De a ratos, parecería que el film fuese una réplica de Teorema (1968) de Pier Paolo Pasolini o bien de las dos versiones de Funny Games (1997, 2007) de Michael Haneke, pero aquí no existe motivación concreta que justifique lo que se está presenciando.
Un director/autor no está obligado a brindar respuestas a lo que propone en un relato, pero en cambio habría sido deseable que Warmerdam ofreciera alguna pista sobre la intención de lo que está narrando, hecho que aquí no se evidencia. Así, después de la proyección uno se pregunta si lo que se ha visto tiene por objeto criticar la cultura o la moral que alienta a la clase burguesa representada por la familia de Richard, o si acaso la naturaleza destructiva de Borgman y sus acólitos constituye una demostración de la permeabilidad de las fuerzas del mal en la sociedad contemporánea. Vaya uno a saber.
Conclusión: Este film se aprecia más por su estética filmación y sólido elenco que por su contenido macabro y decididamente violento sin conducir a un desenlace convincente.
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