HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Que un hombre huraño, solitario y poco amigable sea santificado puede resultar improbable, pero eso es lo que sucede en St. Vincent, primer largometraje dirigido y escrito por Theodore Melfi y protagonizado por el brillante comediante Bill Murray.
El guión del realizador enfoca a Vincent (Murray), un veterano de la guerra de Vietnam quien en proceso de rehabilitación guarda algunas secuelas de un derrame cerebral. De naturaleza inexpresiva y de difícil temperamento, su vida cambia radicalmente cuando Maggie (Melissa McCarthy), una madre monoparental de modestos recursos, y su hijo Oliver (Jaeden Lieberher) de 12 años llegan a habitar la casa vecina y en donde las relaciones entabladas al principio distan de ser cordiales.
Trabajando en un laboratorio médico con horarios alternativos, Maggie no desea que su hijo quede solo en la casa al regresar de la escuela y es por esa razón que solicita a Vincent que cuide del menor; aunque con reluctancia éste acepta la tarea que le proveerá 12 dólares por hora y le ayudará en parte a solucionar sus dificultades financieras.
Lo que continúa es bien predecible. Un vínculo frío y poco amigable va cediendo gradualmente lugar a una relación cálida entre el hombre hosco y gruñón pero tierno de corazón con un niño tímido que debe superar algunos problemas con sus compañeros de escuela. Así él le enseñará cómo adquirir mayor confianza en sí mismo, cómo actuar frente a los chicos que lo acosan físicamente en el colegio, además de otras actitudes que deberá adoptar para defenderse en la vida. Claro está que esa educación impartida tiene sus bemoles cuando Vincent, quien tiene una considerable inclinación a la bebida y a los juegos, lleva al niño a bares así como a las carreras de caballos. En todo caso, las actitudes del misántropo individuo son muy apreciadas por Oliver quien al tener que preparar un informe asignado por su maestro de escuela (Chris O’Dowd) sobre el tema “Saints Among Us” (Santos entre Nosotros) describe un cuadro muy emotivo sobre la personalidad de su mentor a quien considera un santo, lo que conduce a una de las escenas más cálidas de esta historia.
El guión es susceptible de algunas observaciones, como por ejemplo suponer que una madre pueda dejar a su hijo en manos de un desconocido y que en principio pocas garantías le ofrece en cuanto a su modalidad de vida; sin embargo, ese detalle como algunos otros pueden obviarse considerando los aspectos positivos del relato en donde sus diferentes personajes destilan humanidad, incluyendo a Daka (Naomi Watts), la amiga prostituta rusa de Vincent quien es prácticamente su único vínculo social.
En esencia, el público contempla una comedia sentimental y sencilla que en ciertos momentos adopta el carácter de un buen telefilm prolijamente relatado y en donde además de contar con un buen elenco, sobre todo en la actuación de Lieberher, queda resaltada la excelente caracterización de Murray como un hombre que definitivamente no es santo pero sí dueño de una compleja personalidad con quien finalmente el público puede empatizar.
Conclusión: Si no fuera por alguna otra razón, la excelente actuación de Murray justifica la visión de este film
THE BOOK OF LIFE. Estados Unidos, 2014. Un film de Jorge R. Gutiérrez
Con un despliegue visual a todas luces maravilloso, este film animado de Jorge R. Gutiérrez está embebido en la riqueza del folclor mexicano con la gran virtud de no sucumbir a estereotipos hollywoodenses. Inspirado en el Día de los Muertos que anualmente se celebra en México el día 2 de noviembre, fecha en que la mayoría de los mexicanos recuerdan a sus difuntos, The Book of Life que transcurre en el país azteca y en ese día preciso impresiona fundamentalmente por la excelente iconografía representativa de la mitología popular y que el público, sobre todo el de América Latina, sabrá apreciar.
La historia comienza con un grupo de estudiantes que bajan del autobús escolar y junto a una dinámica guía (Christina Applegate) entran a un museo en donde está expuesto El Libro de la Vida. A través de su lectura, los personajes cobran vida comenzando por el trío central integrado por la vivaz María (Zoe Saldana), el torero Manolo (Diego Luna) que más bien prefiere ser cantante y guitarrista, y Joaquín (Channing Tatum) quien es un héroe militar desplegando en su pecho las medallas recibidas. Aunque amigos desde la infancia, Manolo y Joaquín rivalizan por el amor de María.
En base a lo que antecede aparecen en la escena dos deidades representadas por La Muerte (Kate del Castillo) que gobierna la Tierra de los Recordados y su marido Xibalba (Ron Perlman) que preside la Tierra de los Olvidados. Cada uno apuesta sobre quién habrá de ganar el corazón de María; mientras que ella apuesta por Manolo, Xibalba lo hace por Joaquín.
No importa seguir con la narración de la historia que si bien porta un mensaje positivo sobre cómo honrar la memoria y el recuerdo de los seres queridos desaparecidos, a mitad de camino va incorporando complicaciones innecesarias que gravitan en la fluidez del relato. Con todo, hay varios aspectos que compensan ampliamente las observaciones señaladas, a saber: la estética original empleada es digna de encomio; la animación digital es eficazmente manejada y realzada con los efectos de la tercera dimensión; el diseño de los personajes a través de simpáticos muñecos de madera permite transmitir la ternura emergente de los mismos como si fuesen humanos; las prestaciones vocales son irreprochables (con especiales contribuciones de Plácido Domingo,Héctor Elizondo, Danny Trejo, Don Navarro y Gabriel Iglesias entre otros); la presencia de un humor socarrón matiza muy bien algunos momentos lúgubres; finalmente la música encuentra un decidido aliado en Gustavo Santaolalla -dos veces ganador del Oscar-quien aporta agradables temas propios y otros ajenos muy bien insertados, enriqueciendo de este modo a esta ambiciosa fantasía.
THE GREEN PRINCE. Estados Unidos, 2014. Un film escrito y dirigido por Nadav Schirman
Una vez más el cine aborda el conflicto palestino-israelí aunque en este caso desde un ángulo diferente por dos razones especiales. La primera es que se trata de un documental y como tal se basa en acontecimientos reales; la segunda razón es que al abordar la extraña colaboración existente entre dos personajes de ideología opuesta y en principio enemigos, al final de un largo viaje emocional el relato llega a cobrar un nivel de humanidad insospechado.
El director y guionista israelí Nadav Schirman se basó en el libro Son of Hamas de Mosab Hassan Yousef en donde su autor vuelca la experiencia vivida como espía del servicio secreto israelí. Lo primero que hay que aclarar es que Yousef es nada menos que el hijo de uno de los miembros fundadores de Hamas, la organización islámica palestina que es acérrima enemiga de Israel.
Schirman estructura su narración a través de sus dos protagonistas entrevistados que en forma separada se dirigen hacia él –a quien nunca se lo ve- originando un relato muy bien cohesionado. Por un lado se encuentra Gonen Ben Yitzhak, uno de los agentes de Shin Bet –el servicio secreto interior israelí-, por el otro se halla Mosab. De sus respectivas declaraciones queda claro qué es lo que ha permitido que existiera una colaboración entre los mismos.
Mossab, hijo de un jeque que dedicó su vida a la causa palestina, engendró un odio hacia Israel por haber encarcelado a su padre. Cuando a los 17 años de edad es arrestado en 1990 por los israelíes por portar armas, durante su estadía en la cárcel logra ser convencido por Shin Bet, a través de Yitzhak para que actúe de informante para dicha organización. Aleccionado sobre cómo debía actuar e infiltrarse en el movimiento palestino mediante el empleo de técnicas especiales, comienza para el joven un largo derrotero de 10 años suministrando información secreta acerca de los movimientos de Palestina contra Israel.
A medida que el tiempo va transcurriendo, se produce para Mosab una pérdida de identidad donde cree que está desempeñándose en dos mundos diferentes: por un lado, el verdadero actuando como el informante que es, por el otro haciendo creer que está combatiendo a los israelíes hasta llegar a ser encarcelado como si se tratara de un palestino enemigo; esa dualidad de comportamiento y los sufrimientos a los que está expuesto, están muy bien expresados a través de las manifestaciones vertidas por él – las cuales se suponen genuinamente auténticas-; todo ello va revelando una conducta sumamente compleja y contradictoria de quien se justifica actuando como informante pero creyendo que al hacerlo también sirve indirectamente a la causa palestina.
El documental que además incluye material de archivo logra intrigar a la vez que genera momentos de tensión. Además de que el espectador se interioriza de ciertos detalles vinculados a las operaciones de Shin Bet y la forma de actuación de sus espías reclutados, el relato va adquiriendo interés especial en su segunda mitad en la relación especial que se establece entre el espía y su instructor; así, de un comienzo frío donde cada una de las partes vuelca sus esfuerzos para ganar la confianza del otro, a través del tiempo se transforma en un sentimiento de amistad entre ambos al punto tal de que si se tratara de un film de ficción seguramente el guión podría ser objetado por considerárselo irrealista, sobre todo cuando asistimos a la transformación espiritual de Mossab quien ahora convertido al cristianismo encontró el camino espiritual de su redención.
Conclusión: Aunque lo que se presencia en este documental resulta demasiado extraño e imposible de concebir, el desenlace de esta historia demuestra que a pesar de credos e ideologías diferentes es posible generar un sentimiento de profunda humanidad.
Comments (0)