HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
David Cronenberg retorna al cine para ofrecer un cuadro implacable de cierta gente que convive en el agitado mundo de Hollywood. A través de una historia coral con personajes que en su gran mayoría resultan despreciables, el público asiste a un feroz relato donde cualquier medio resulta lícito para lograr los fines perseguidos.
Uno de los personajes es Havana Segrand (Julianne Moore), una madura, neurótica e histérica actriz decadente que no se resigna a admitir el paso del tiempo y que ambiciona revivir las glorias de un pasado ya lejano. De un marcado egocentrismo, su inmediato propósito es asumir el rol protagónico de un nuevo film en donde años atrás su madre (Sarah Gordon) había encabezado el reparto. Cuando la intérprete que iba a interpretarlo –y según parece es su amiga- sufre una gran desgracia por la muerte accidental de su hijito y no está en condiciones de actuar, Havana enloquecida de alegría festeja ese drama porque le allana el camino para reemplazarla. Otro personaje problematizado es el de Agatha (Mia Wasikowska), una tímida y enfermiza chica con un triste pasado de pirómana, que llega a Hollywood procedente de Florida y logra conseguir un trabajo como asistente personal de Havana. De naturaleza inaguantable y despreciable es Benjie (Evan Bird), el hermano menor de Agatha que acaba de terminar su cura de desintoxicación; con sus 13 años ya gana una fortuna en un show televisivo y no tiene escrúpulo alguno de desprenderse de cualquier rival que se le cruce en el camino aunque ello implique cometer un crimen. A esta fauna humana se agrega la madre de Benie (Olivia Williams) quien se ocupa de manejarle sus finanzas, en tanto que su marido (John Cusak) es un gurú de la televisión y una suerte de guía espiritual que se encarga de suministrar terapia física a Havana.
A través de los personajes descriptos y valiéndose del guión de Bruce Wagner, Cronenberg ofrece un relato impiadoso y cruel al que no le falta sexo, incesto, manipulación, perversión, exacerbada violencia, profusa sangre y algunas escenas escatológicas de dudoso gusto. Todo ello se traduce en una pintura nada amable de una galería de caracteres que se distinguen por una falta casi total de humanidad, con la sola excepción de un conductor de limusinas (Robert Pattinson) que aspira a ser actor.
Aunque la película no carece de interés y posee algunas escenas audaces bien logradas, el film está desnivelado por algunas situaciones incoherentes que lo vuelven desparejo. Con todo, y sin que pueda compararse al tratamiento más riguroso y profundo que Robert Altman brindara en The Player (1992) sobre el mundo de la industria cinematográfica de Hollywood, queda como resultado una excéntrica sátira que puede verse, sobre todo por el calificado elenco y muy especialmente por la actuación de Julianne Moore que le valió el premio a la mejor actriz en el último festival de Cannes.
Conclusión: Un film menor de Cronenberg que a pesar de sus altibajos logra entretener
WHIPLASH. Estados Unidos, 2013. Un film escrito y dirigido por Damien Chazelle
Si hubiera que mencionar un film de 2014 que impacte de manera rotunda y visceral, sin duda sería Whiplash. Aunque el cine ha considerado más de una vez las diferentes manifestaciones que pueden adoptar los vínculos que se establecen entre profesores y alumnos, pocas veces esa relación alcanzó el nivel de extrema crudeza que se aprecia en este film que mereció en el festival de Sundance el Gran Premio del Jurado y el del público.
El principal mérito de este excelente drama es la notable caracterización de caracteres lograda por el talentoso realizador Damien Chazelle en la elaboración del guión. En esencia, el film expone el encuentro de dos personalidades cuya relación se desarrolla en un nivel de intensa tensión. La acción que se desarrolla en la ciudad de Nueva York presenta a Andrew (Miles Teller), un muchacho de aproximadamente 20 años apasionado de la batería que estudia en un conservatorio de música muy competitivo. Sus especiales dotes son apreciadas por Terence Fletcher (J.K. Simons), quien es uno de los más importantes profesores de jazz de la academia; por esa razón es inmediatamente invitado a que participe en un prestigioso conjunto musical del establecimiento. A partir de ese momento surge un vínculo sadomasoquista entre el profesor y su alumno, en la medida que Fletcher utiliza su instintiva naturaleza brutal para exigir de sus estudiantes y fundamentalmente de Andrew esfuerzos sobrehumanos para que él pueda tocar a la perfección.
Si en principio uno podría comprender la voluntad del maestro de obtener los máximos valores potenciales del alumno al que instruye, en el caso presentado por Chazelle el educador se comporta con un exacerbado sadismo que prácticamente destruye el equilibrio emocional de Andrew. No sería exagerado señalar que la forma descarnada y humillante con que lo trata podría asemejarse a la ferocidad que los terribles guardianes del régimen nazi lo hacían con los prisioneros de los campos de concentración o bien a las pruebas de resistencia a las que los soldados son sometidos en el ejército por sus superiores.
La intensa violencia emocional contenida en el relato logra transmitirse de un modo tan realista que uno se olvida que está asistiendo a una historia de ficción para en cambio suponerla completamente verdadera; precisamente, el grado de realismo de lo que se presencia llega a un extremo tal en donde esa virtud puede llegar a incomodar al observador por la extremada dureza que se presenta en la batalla psicológica entablada entre sus dos personajes centrales.
Aunque el libreto describa magníficamente a Andrew y Fletcher, tal esfuerzo habría quedado mitigado de no haber contado con dos actores que se entregan en cuerpo y alma a dichos personajes. Resulta imposible dejar de admirar el esfuerzo físico que realiza Andrew, a través de Miles Teller, con las escobillas empleadas para golpear los platillos a fin de lograr el justo tono requerido por la música ejecutada; al propio tiempo uno no puede dejar de sentirse apenado por la sinceridad de un joven que con sudor, dolor y lágrimas sufre los embates inflingidos por su abusivo instructor pero que al propio tiempo no puede abandonarlo porque su entrega por la música y el jazz supera lo indescriptible; más aún, su grado de dedicación es tan grande que hasta renuncia a la posibilidad de proseguir una relación sentimental con una buena chica (Melissa Benoist) porque podría significarle un obstáculo a su carrera. A J.K.Simmons por su parte le corresponde dar vida a un ingrato personaje quien con un sadismo malicioso busca la excelencia de su alumno recurriendo a métodos humanamente denigrantes para lograr su propósito; en tal sentido este actor logra una admirable caracterización de su rol.
Finalmente, el gran elogio va para Chazelle quien además de relatar magníficamente una triste historia gratifica al espectador con la excelencia de la música de jazz que en su número final alcanza una dimensión inconmensurable como pocas veces se ha visto en cine.
Conclusión: Un film excelente
BIRDMAN OR (THE UNEXPECTED VIRTUE OF IGNORANCE). Estados Unidos, 2014. Un film de Alejandro González Iñárritu
El título del reciente film de Alejandro González Iñárritu hace referencia al rol que durante cierto tiempo solía interpretar el personaje central de la historia aquí propuesta. Se trata de Riggan Thomson (Michael Keaton), un actor sexagenario que décadas atrás fue famoso animando a “Birdman”, un superhéroe de historieta, y que ahora atraviesa en su vida una instancia difícil al querer convencerse de que aún tiene la capacidad, imaginación y vigor necesarios para imponerse nuevamente como actor a la vez que director teatral. A través de este personaje, el inteligente realizador ofrece un cuadro realista de lo que se vive detrás de la escena en oportunidad de estrenar una pieza de teatro en Broadway, que es el lugar de mayor visibilidad para el triunfo o el fracaso de quienes están directamente involucrados en el proyecto.
Riggan es el director,y uno de los actores de una obra teatral que él adaptó basada en una novela de Raymond Carver. De inminente estreno en el Teatro St. James, una de las más importantes salas de Nueva York ubicada en el corazón de Broadway, este acontecimiento tiene un significado muy especial para Riggan dado que cree que le permitirá recobrar la popularidad de antaño. Un día antes del comienzo de las representaciones de pre-estreno, el intérprete principal sufre un accidente lo que motiva a que sea reemplazado por el actor Mike Shiner (Edward Norton), dado que según la opinión de Jake (Zach Galifianakis) -productor de la obra- es un artista bien conocido y constituye una garantía para atraer al público.
A partir de allí el film, que salvo algunas escenas exteriores de Times Square transcurre en el interior del edificio teatral (corredores, camarines, escenario), va ilustrando lo que acontece con Riggan en su dificultosa relación entablada con el dominante Mike quien procura ejercer el control de la obra, su pareja Laura (Andrea Riseborough), la actriz principal (Naomi Watts) que trata de alentarlo, su ex esposa Sylvia (Amy Ryan) y en especial con su hija Sam (Emma Stone); esta última, además de ser su asistente, es la única que se atreve a expresarle con entera franqueza algunas verdades como cuando le dice que al no querer participar en las redes sociales de la era digital, él se convierte en un hombre inexistente sin trascendencia alguna.
En todo el caótico movimiento que precede al estreno, Iñárritu ofrece un muy buen retrato de un individuo tratando de combatir sus demonios internos y que en algunos momentos de su estado delirante se encuentra posesionado por el simbólico “hombre pájaro” que solía animar años atrás y que con su voz interior le hace ver que es un mediocre actor.
Con un excelente manejo de la cámara en mano que pareciera haber sido filmado en un único ininterrumpido plano secuencia –en gran parte gracias a la habilidad del excelente director de fotografía Emmanuel Lubezki- Birdman deja amplio margen de reflexión sobre el significado del éxito, cómo el transcurso inexorable del tiempo puede afectar la prosecución de la carrera de un actor de edad madura, así como los entretelones del proceso artístico de una obra teatral y la dinámica establecida entre los actores participantes.
Como nota de gran pertinencia el guión se refiere a la influencia que ejercen los críticos teatrales representantes de influyentes medios de comunicación, quienes con sus comentarios de evaluación poseen el poder de decidir el futuro comercial de una obra y su permanencia en cartel; eso se ilustra en una dramática escena que tiene lugar en un restaurante donde una prestigiosa y temida crítica (Lindsay Duncan) no tiene empacho alguno de manifestar a Riggan, que cualquiera sea su apreciación al juzgar la obra que va a estrenar, su opinión será negativa porque odia lo que él representa y desea destruirlo profesionalmente.
En el sólido reparto, Keaton aporta excelentemente los diferentes matices de un complejo rol dando vida al actor-director que sufre los golpes emocionales de una crisis existencial; Norton, por su parte también brilla en un personaje arrollador, sobretodo en algunas escenas interactuando con Riggan, como así también en la jocosa situación que se produce cuando actuando en el escenario frente al público asistente llega a excitarse sexualmente en una escena íntima mantenida con el personaje animado por Watts.
Solo dos reparos merece Birdman; el primero de los mismos radica en el uso excesivo de los elementos de fantasía y simbolismosque pueden resultar alienantes; en segundo lugar es que el alocado y caótico ritmo en que están inmersos sus personajes crean una distancia emocional con el espectador. Con todo, Iñárritú logra reflejar el drama humano de un patético ser humano desesperado en procurar un reconocimiento profesional a la vez que el afecto y amor en el plano personal.
Conclusión: Una audaz y delirante comedia negra
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