HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Basado en el libro de Gillian Flynn, Dark Places ofrece algunos logrados momentos de suspenso pero sin producir mayor impacto. El director y guionista Gilles Paquet-Brenner brinda un film de menor calidad al realizado por David Flincher con el excelente drama Gone Girl (2014) que también se basó en una novela de la misma autora.
La acción comienza en 1985 y se ubica en Kansas City, en la granja rural donde Libby Day de 7 años (Sterling Jerins) y su hermano Ben (Tye Sheridan) de 16 años son los únicos sobrevivientes de una masacre familiar. Los testimonios no muy contundentes de Libby adjudican a Ben haber sido el autor del asesinato de su madre (Christina Hendricks) y de sus dos hermanitas menores; sin defensa alguna de su parte, el adolescente es considerado culpable y enviado a la cárcel.
El relato se traslada 25 años más tarde enfocando a Libby (Charlize Theron) que aún sigue viviendo los coletazos de la tragedia vivida en su infancia; por su parte, Ben (Corey Stoll) aún permanece en la cárcel sin que hasta el presente haya apelado su inocencia, confirmando implícitamente su culpabilidad.
Con el propósito de seguir manteniéndose financieramente, que hasta ahora lo había logrado gracias a donaciones de gente que se compadeció de su tragedia y la publicación de sus memorias, Libby acepta con reluctancia una propuesta que le ofrece Lyle Wirth (Nicholas Hoult) a cambio de un tentador ofrecimiento monetario. Este joven pertenece a una organización que agrupa a gente apasionada por aclarar casos criminales no resueltos y que al presumir la inocencia de Ben, considera que la intervención de Libby ayudará a esclarecer definitivamente quién o quiénes son los verdaderos responsables de las atrocidades cometidas en el pasado.
A partir de allí, el trauma de esta mujer resurge al tener que evocar hechos que no desearía rever y sobre todo porque se encuentra obligada a visitar por primera vez a su hermano en la cárcel. Mediante flashbacks la acción se desenvuelve permanentemente entre el momento actual y el pasado donde el relato comienza a introducir hechos difíciles de admitir en términos de credibilidad. Con demasiadas situaciones inesperadas que se van abultando, va surgiendo una serie de revelaciones tales como abuso infantil, cultos satánicos, drogas, fricciones fraternales y violencia doméstica que si bien despiertan natural intriga no alcanzan a integrarse en el relato central, además de dejar demasiados hilos sueltos sin resolución satisfactoria; eso se agrava con un desenlace bastante discutible.
Frente a una indiferente realización y a un poco plausible guión, el film se deja ver debido fundamentalmente a la excelente actuación de Charlize Theron como la traumatizada y arisca mujer y a la eficaz participación de Chloe Grace Moretz animando a la diabólica y perversa novia de Ben.
Conclusión: Un thriller que basado en un libro de gran repercusión popular, no ha logrado una satisfactoria adaptación cinematográfica, aunque de todos modos no resulta desechable.
IRRATIONAL MAN. Estados Unidos, 2015. Un film escrito y dirigido por Woody Allen
En el cuadragésimo quinto film de su carrera profesional, Woody Allen somete al público a un planteo intelectual sobre el concepto de moralidad. Al así hacerlo, más allá de la gracia de muchos de sus ingeniosos diálogos y del humor propio que emerge de algunas situaciones naturales planteadas, este filmestá nutrido de un gran pesimismo al abordar un tema decididamente dramático y perturbador
Su título, Un hombre Irracional, se ajusta perfectamente a la historia planteada por Allen. Su protagonista es Abe Lucas (Joaquin Phoenix), un autor y profesor de filosofía escéptico y desilusionado de la vida, que llega a una pequeña universidad de Rhode Island para dictar esa materia a sus jóvenes alumnos. Su estado emocional se debe al desengaño de haber comprobado que sus actos de labor humanitaria efectuados en el pasado no han tenido ecos positivos. Es así que el sentimiento nihilista que lo embarga lo transmite a la clase al afirmar que las distintas teorías filosóficas de Kant, Kierkegaard, así como la de otros filósofos existencialistas, no han contribuido a mejorar la parte oscura de nuestra civilización; de allí que para él gran parte del pensamiento filosófico no es más que una teórica “masturbación verbal”.
El poco presentable estado físico de Abe así como su inclinación por el alcohol, no representan obstáculos para ganarse el respeto del alumnado debido a su gran cultura y por exponer sus ideas sin complacencia alguna. Así, su compleja personalidad logra atraer el interés de Rita Richards (Parker Posey), una colega que insatisfecha de su matrimonio intenta y logra seducirlo sexualmente, y la de Jill Pollard (Emma Stone), una de las brillantes estudiantes de su curso. Precisamente, es Jill quien a pesar de tener un novio (Jamie Blackley) que la quiere, no puede sustraerse de la atracción románticamente intelectual de Abe con quien comparte horas extracurriculares dialogando sobre temas filosóficos.
Como en muchos de los filmes de Allen, el azar juega un rol determinante que modifica el destino de sus personajes; en este caso, eso se produce a partir del momento en que una conversación que Abe logra escuchar de gente que desconoce, lo impulsa a cometer un crimen que le hará recobrar su vitalidad de otrora y la alegría de vivir.
De este modo, el relato adopta un giro sorprendente donde la comedia romántica que inicialmente aparentaba se convierte en un absorbente e inquietante drama que plantea muchos interrogantes a los que resulta difícil encontrar respuestas adecuadas. Con su modo de pensar, Abe entiende que la eliminación física de una persona desconocida de ninguna manera constituye un acto inmoral cuando la misma contribuye a mejorar al género humano y convivir en un mundo más justo y tolerable.
Aunque el realizador ya incursionó el tema de crímenes cometidos por razones de beneficio personal en Crimes and Misdemeanors (1989) y Match Point (2005), aquí Abe no guarda ningún sentimiento de culpa ni remordimiento alguno en su conciencia porque está totalmente convencido de que su acción constituyó un aporte humanitario.
De lo que se aprecia en el film, se podría inferir de que el conocimiento filosófico no dispone científicamente de los instrumentos necesarios para probar de qué manera funciona el concepto moral en un mundo donde todo queda librado al azar. En otras palabras, aunque evidentemente el director no se asocie con el modo de pensar de Abe, deja abierto a que el público juzgue su “irracionalidad” teniendo en cuenta la elasticidad de los valores morales.
Sin la complejidad de sus trabajos mayores, Allen brinda un encomiable film donde una vez más queda confirmada su ingeniosidad en la habilidad de redactar el guión y la forma de implementarlo en imágenes. Lo más interesante es que dentro de la liviandad de su primera mitad y el tono de suspenso y dramática tensión que el relato adquiere posteriormente, el realizador ofrece un excelente ejercicio intelectual que la audiencia selectiva habrá de apreciar.
Con respecto al elenco, se reafirma una vez más de que quienes participan en los filmes de Allen se sienten totalmente a gusto con la guía y orientación por él impartida. Phoenix logra dar con el tono preciso de un hombre atormentado y que a pesar de su sociopatía permite la empatía y comprensión del espectador. A su lado, Stone capta muy bien la naturaleza de una joven que estimulada por su mentor intelectual no puede finalmente justificar su conducta; por su parte atrae la excentricidad que Posey vuelca a su rol, en tanto que Blackley, Betsy Aidem y Ethan Phillips en papeles de apoyo, redondean un reparto de primer nivel.
En los valores de producción, se destaca la buena contribución de Darius Khondji en la fotografía y la efectiva banda sonora con música de jazz.
Conclusión: Un fascinante y perturbador film para pensar y reflexionar
UN HOMME IDÉAL. Francia, 2014. Un film de Yann Gozlan.
La apropiación de una identidad diferente resulta un tema bastante familiar tratado por el cine donde surge en la memoria el ejemplo del magnífico film de René Clement Plein Soleil (1960) con Alain Delon en base a la novela de Patricia Highsmith. Al volver sobre este tópico el director Yann Gozlan ha cuidado que Un Homme Idéal ofrezca elementos que lo distingan o diferencien de los otros filmes ya vistos; en este caso su apuesta resultó ganadora.
El guión de Gozlan, Guillaume Lemans y Grégoire Vigneron enfoca a Mathieu (Pierre Niney), de 25 años de edad quien trabaja en una compañía de mudanzas pero cuya aspiración es ser escritor. Después de que una novela que escribió ha sido rechazada para su publicación por parte de las principales empresas editoras de Francia, se le presenta sorpresivamente una gran oportunidad. Eso sucede cuando en su trabajo le corresponde mudar las cajas que se hallan en el departamento de un hombre anciano que acaba de morir y encuentra un manuscrito escrito por el desaparecido en donde relata las peripecias de un soldado francés que participó en la guerra de Argelia. Ni corto ni perezoso, Mathieu asume su autoría y cuál será su sorpresa cuando una importante editorial, impresionada por su contenido resuelve publicarlo.
Repentinamente, Mathieu logra una gran popularidad al ser elogiado por la crítica que califica al libro como una obra literaria de excepcional calidad; entre sus admiradores se encuentra Alice (Ana Girardot), una joven experta en literatura quien además de apreciar su trabajo se convierte en su novia sin sospechar de la impostura cometida. Tres años después y de visita en la hermosa residencia que sus futuros suegros (Andre Marcon, Valeria Cavalli) poseen en la riviera francesa, el joven comienza a sentir el acoso de la editorial que lo urge para que le entregue urgentemente el borrador de su segundo libro, por el que se le había anticipado una importante suma de dinero. El problema está en que nuestro héroe ni siquiera comenzó a redactar la nueva novela al sentirse bloqueado por la enorme expectativa que generó su supuesto primer trabajo.
Con una excelente interpretación de Niney, este actor transmite convincentemente la inmensa angustia y desesperación del impostor. Con todo, el mérito mayor le corresponde a Gozlan quien ha logrado mantener un excelente suspenso al relatar cómo los acontecimientos se van precipitando sobre el usurpador cuando llega el momento en que se encuentra arrinconado por su mentira. Con una tensión en creciente aumento y apelando a un estilo refinado que demuestra un gran dominio de la cámara, el realizador ha logrado un psicológico film negro que logra impactar dramáticamente al propio tiempo que constituye un entretenimiento de calidad superior al promedio del género. Aunque su última parte resiste un poco la credibilidad, esta objeción no alcanza a desmerecer la calidad del relato que con su patético, triste e irónico desenlace colma ampliamente las expectativas depositadas en el mismo.
Conclusión: Decididamente, un film recomendable.
Comments (0)