HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
El sueño americano no siempre llega a convertirse en realidad según lo que se contempla en 99 Homes, un honesto drama donde el realizador Ramin Bahrani aborda la situación de humildes familias gravemente afectadas en épocas de crisis económica.
El relato basado en un guión del realizador escrito con Bahareh Azimi, tiene lugar en los Estados Unidos en 2010, dos años después del colapso financiero que atravesó el país. El personaje principal es Dennis Nash (Andrew Garfield) quien como un trabajador de la construcción que vive con su madre Lynn (Laura Dern) y su hijo Connor (Noah Lomax) de 9 años en un suburbio de Orlando, es dueño de su casa que pudo adquirir gracias al financiamiento a largo plazo otorgado por un banco. Por estar desempleado, se encuentra atrasado en los pagos que adeuda para cancelar el préstamo obtenido. Ese incumplimiento motiva a que, sin previo aviso, Rick Carver (Michael Shannon), un desconsiderado especulador inmobiliario trabajando para los bancos, se presente en su hogar obligando a Dennis y su familia a desalojar de inmediato la vivienda. De esta forma este hombre sufre la humillación de tener que dejar su hogar empacando lo que tiene a mano y quedarse en la calle. Con el poco dinero que dispone, Denis logra albergarse en un motel de baja categoría al propio tiempo que trata urgentemente de buscar una solución para la penosa situación que afronta.
Así como en la leyenda alemana de Fausto el protagonista vende su alma al diablo, algo semejante acontece con Dennis cuando en su necesidad imperiosa de encontrar empleo y recuperar su vivienda acepta trabajar para Carver quien lo contrata para cumplir con la ingrata misión de desalojar a otros humildes y decentes trabajadores de sus hogares que se encuentran en la misma situación por la que él atravesó. Lo dramático del caso es observar cómo este hombre junto con todo el séquito que trabaja para su jefe, además de evacuar a la gente afectada también se van apoderando de los bienes que quedan abandonados en las casas vacantes. Paradójicamente, Dennis se convierte en otro implacable individuo, al punto tal de que Carver comienza a considerarlo como uno de sus protegidos.
A la manera de un cuento moral, este humano relato plantea el tremendo dilema moral de encontrar una justa solución. No siempre es sencillo lograrla para quien se ubique en la situación de Nash; de así hacerlo, se impone la pregunta si habría sido mejor continuar sin trabajo manteniendo a su familia desprotegida, o bien optar por el camino transitado, aunque éticamente pueda ser cuestionable.
En esta historia que desnuda crudamente a una sociedad que parecería premiar a los ricos y castigar a los pobres, el film de Bahrani además de provocativo, es profundamente conmovedor. Las interpretaciones son realmente magníficas comenzando por Garfield quien ofrece total naturalidad en la caracterización de un hombre que lucha con su conciencia al tener que actuar con dureza para salvar a los suyos y a sí mismo; por su parte, Shannon ofrece una notable composición de un implacable individuo que apropiándose de múltiples hogares no es capaz de tener uno propio.
Conclusión: Un film que por su realista temática y el acertado modo en que está relatado merece ser visto sin reserva alguna.
HE NAMED ME MALALA. Estados Unidos, 2015. Un film de Davis Guggenheim
Cuando el 9 de octubre de 2012, Malala Yousafzai, una adolescente pakistaní de 15 años, fue baleada en el cráneo y cuello por militantes talibanes en Mingora (Pakistán) mientras se encontraba viajando en un ómnibus escolar, la noticia rápidamente alcanzó repercusión mundial. El vil ataque fue debido a que ella había cometido el “pecado” de desafiar ideológicamente a los talibanes de la región al querer estudiar y abogar por la causa de las jóvenes deseosas de adquirir una educación formal. Habiendo logrado sobrevivir milagrosamente, nada la amedrentó en proseguir luchando por esa noble causa; eso la hizo merecedora del Premio Nobel de la Paz en octubre de 2014, donde con 17 años de edad se convirtió en la persona más joven galardonada con esa extraordinaria distinción.
A pesar de que esta historia es conocida, el director David Gugenheim decidió abordarla en un documental basado en el libro autobiográfico I Am Malala (2013), donde quedan resaltados algunos aspectos de la vida de esta notable heroína.
El realizador ha tenido la intención de efectuar un retrato íntimo de Malala; con todo no lo logra totalmente. Lo que queda bien reflejado es la dulce sonrisa de esta chica dueña de una modestia no exenta de cierta timidez, su sentido especial del humor, así como la confianza, entusiasmo, elocuencia y valentía que la anima en la audaz tarea emprendida. Lo que en cambio se añora es haber querido saber más acerca de sus profundos sentimientos internos como resultado de lo que le significó el cruel atentado que le dejó secuelas en la pérdida de audición de uno de sus oídos y en su visión, así como sus sufrimientos a los que ella no llega a pronunciarse.
Guggenheim sigue los pasos de Malala en la ciudad inglesa de Birmingham donde realiza sus estudios de enseñanza media, rodeada de su familia; así se ven ciertos episodios domésticos reflejando la buena relación mantenida con sus hermanos menores y sus padres. En tal sentido, el film enfatiza el vínculo que ella mantiene con su padre Ziauddin quien ha gravitado mucho en su corta existencia, al punto tal que cuando despertó del coma después del atentado sufrido, lo primero que quiso saber era donde él se encontraba; precisamente su progenitor fue quien eligió su nombre en homenaje a Malala de Maiwand, una heroína de Afganistán que hacia fines del siglo 19 murió en el campo de batalla en la lucha emprendida por los pastunes contra la ocupación británica. Lo que llama la atención es que así como su padre resultó una figura esencial en su vida, su madre, a quien Malala la considera como una mujer dependiente por no haber recibido educación, pasa prácticamente desapercibida en el presente relato.
Otros episodios del film ubican a la joven viajando con su padre a algunos países de África, como Nigeria y Kenia, abogando siempre por el derecho que asiste a las mujeres; al propio tiempo, mostrando cómo su noble labor ha hecho que saliera al encuentro de altos dignatarios, tales como el Presidente Obama –a quien le manifiesta sus preocupaciones sobre los ataques con drones para combatir el terrorismo- y la Reina Isabel.
El documental que intercala interesante material de archivo y algunas escenas de animación no siempre funcionales, no agrega mucho a lo ya divulgado por los diferentes medios de difusión; con todo, resulta agradable de contemplarlo, sobre todo por la presencia de su protagonista. Queda como testimonio la magnífica lección ofrecida por Malala con su extraordinaria exhortación sobre la importancia de la educación femenina para que la mujer, dejando su rol tradicionalmente sumiso, pueda elevar su voz defendiendo los legítimos derechos que le asisten como ser humano.
THE WALK. Estados Unidos, 2015. Un film de Robert Zemeckis
Aunque la sensacional hazaña realizada por Philippe Petit el 7 de agosto de 1974 transitando sobre un cable de acero entre las dos torres del entonces World Trade Centre, ya fue considerada en el excelente documental Man On Wire (2008) –que obtuvo el Oscar en 2009-, esta versión de ficción de Robert Zemeckis se destaca por méritos propios. Se trata de un film de calidad que además de generar un considerable suspenso, gracias a la actual tecnología y la magia de su presentación en IMAX 3D, crea una ilusión de máximo realismo permitiendo que el espectador realice ese increíble viaje junto con el osado funambulista.
Zemeckis se inspiró en el libro The Man Who Walked Between The Towers (2003) de Mordicai Gernstein para escribir su guión junto con Christopher Browne donde Joseph Gordon-Levitt anima al equilibrista y prestidigitador francés.
En las primeras escenas se contempla al joven Petit, un mímico realizando piruetas de acrobacia para el público que transita por las calles de París; cuando se entera de que las torres gemelas de Nueva York están próximas a inaugurarse, se posesiona con la idea de caminar por una cuerda que una a ambas torres. A pesar de que esa idea es en principio completamente alocada contará con el apoyo de Annie (Charlotte Le Bon), una joven trovadora ambulante con quien posteriormente se unirá sentimentalmente, Papa Rudy (Ben Kingslley), un antiguo veterano mentor circense con experiencia en caminar por la cuerda floja y Jean-Louis (Clemont Sibony), un agradable joven fotógrafo. Tras varios experimentos de ensayo, algunos fallidos, finalmente logra concretar su funambulismo a través de las torres de la Catedral Notre Dame. De allí, nada lo parará para que junto a Annie y Jean-Louis viajen a Nueva York, provisto de todo un pesado equipo necesario para las instalaciones que deberán ser realizadas. Superando los inconvenientes de aduana y con la colaboración de otros cómplices neoyorkinos, entre ellos Barry (Steve Valentine) que trabaja en uno de los pisos de la Torre Norte, comienza la difícil etapa de preparación.
De no haberse tratado de un hecho real, uno podría dudar de que los trabajos clandestinos realizados en el interior del Trade Center, como contrabandear el material a utilizar y burlar a los agentes de seguridad, entre otros hechos, haya sido factible. Si hasta aquí, Nemeckis ha sabido crear una considerable tensión, el gran y verdadero espectáculo comienza en el momento en que Petit inicia su paseo desde la terraza del piso 110 de una de las torres para dirigirse a la opuesta. Los 17 minutos siguientes de metraje, apoyados por los magníficos efectos visuales del 3D crea un extraordinario suspenso capaz de cortar el aliento; el espectador queda estupefacto al observar la silueta de un individuo que se va desplazando sin protección alguna por esa cuerda de acero a 400 metros de altura, gozando en forma serena, placentera y sublime de la proeza que está realizando, a través de varias caminatas de ida y venida de una torre a la otra.
Una observación a realizar es que a pesar de la muy buena actuación de Gordon-Levitt, cuando su personaje habla francés se nota claramente que se trata de un americano expresándose en la lengua de Molière; pero como la mayor parte del film está dialogado en inglés, ese inconveniente queda obviado sin desmerecer su calidad.
En esencia, el director brinda aquí un homenaje a la valentía y determinación de una persona cuyas fantasías lograron transformarse en realidad; igualmente es un cálido tributo a la ciudad de Nueva York observada desde las nubes. Especiales elogios merecen los excelentes efectos especiales reproduciendo el World Trade Center, la fotografía de Dariusz Wolski y los diseños de producción de Naomi Shohan.
Conclusión: Un espectáculo excelente y recomendable para todo tipo de público, salvo aquellos espectadores que padecen de vértigo. .
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