Argentina libera el control de capitales
Argentina libera el control de capitales
La Argentina de Mauricio Macri dio por terminados los cuatro años de cepo (control) cambiario que había aplicado este país bajo el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. El ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, anunció este miércoles que a partir del jueves los ciudadanos y las empresas podrán comprar divisas sin más restricciones que el antiguo tope que regía hasta 2011, de 2 millones de dólares mensuales. Hasta ahora las personas solo podían adquirir 2.000 dólares por mes.
Prat-Gay prefirió evitar pronósticos sobre cuánto se devaluará el peso a partir de la liberalización de los controles de capitales: “Ojalá lo supiera”. Añadió que “no hay número mágico”. Este miércoles el dólar cerró en el mercado oficial en 9,83 pesos y el ministro de Hacienda citó como referencia, aunque no como predicción, que en la actualidad el llamado dólar bolsa, que se puede adquirir mediante la triangulación con acciones, cuesta 14,20. Es decir, no sería descabellado pensar que la moneda norteamericana podría subir un 44%, con el consiguiente impacto en la inflación de por sí alta (24% anual hasta octubre pasado).
“Nosotros estamos trabajando para que eso no suceda”, se refirió Prat-Gay al impacto de la devaluación en los precios al consumidor. Contó que este martes se reunió con 60 empresarios del sector de alimentos para continuar con el programa Precios Cuidados, por el que el Gobierno de Kirchner acordaba el valor de los productos básicos. El ministro advirtió que aquellos hombres de negocios que ya han aumentado los precios por encima del valor de la devaluación venidera deberán retrotraerlos a los que tenían el 30 de noviembre pasado. Para ello prometió “diálogo y las herramientas de la ley” y se quejó del “descontrol de precios” en el final del Gobierno anterior. También adelantó que a mediados de enero próximo Macri convocará a un acuerdo social entre empresarios y sindicatos.
“Estamos muy contentos de anunciar fin del cepo cambiario”, comenzó su rueda de prensa el ministro. “Estamos empezando a ordenar la economía”, continuó el exejecutivo de JP Morgan y expresidente del Banco Central argentino entre 2002 y 2004. El economista opinó que el control de capitales tuvo consecuencias negativas en los últimos cuatro años: dijo que en el mercado paralelo que se recreó a partir del cepo el dólar subió 240%, las reservas del Banco Central cayeron a la mitad, se estancaron la economía y la creación de empleo y “se ahogaron casi todas las economías regionales (agrícolas) del país”. De ahí que justificó la promesa que desde marzo pasado había hecho Macri en la campaña electoral de que liberaría los controles el segundo día de su gobierno. Finalmente, esto ocurrirá una semana después de asumir el poder.
El ministro atribuyó la leve demora en que antes de liberar el cepo tenía que adoptar algunas medidas. En primer lugar, la eliminación de casi todos los impuestos a las exportaciones agrícolas e industriales, lo que podría impactar en mayores ventas externas aunque también en un alza de precios internos al menos en el corto plazo. En segundo término, Prat-Gay quería desplazar a las autoridades kirchneristas que regían el Banco Central, quienes finalmente renunciaron en la última semana. Por último, aspiraba a reforzar las reservas de la autoridad monetaria para evitar una devaluación descontrolada. En concreto, prometió que en las próximas cuatro semanas Argentina recibirá entre 15.000 millones y 20.000 millones de dólares de exportadores agrícolas que hasta ahora retenían la cosecha a la espera de la devaluación, de bancos de inversión que recibirán títulos de deuda del Banco Central y unacuerdo con China para que los yuanes que recibió el país sudamericano en 2014 por un intercambio de monedas puedan cambiarse por moneda estaodunidense. Además anunció un acuerdo con los bancos que habían invertido en el mercado de divisas a futuro, aunque anticipó que les cobrará el impuesto a la renta en un país en el que los beneficios del mundo financiero está en general exentos de tributos.
Prat-Gay aclaró que hay empresas que deben el pago de importaciones por unos 5.000 millones de dólares y no podrán comprar de inmediato las divisas que necesitan para saldar su deuda con proveedores del extranjero. Tendrán la opción de adquirir dólares en cuotas o recibir un título del Banco Central en moneda norteamericana. Nada dijo sobre los 10.000 millones que las compañías extranjeras llevan acumulados como beneficios que no han podido girar en cuatro años a sus casas matrices. La promesa es que los pagos de importaciones y los giros de utilidades a futuro no tendrán restricciones.
Así funcionan los controles sobre el peso
El ministro de Hacienda de Argentina, Alfonso Prat-Gay, ha anunciado la liberalización del cepo (control) cambiario que ha regido en el país desde 2011. Las restricciones a la compra de divisas fueron instauradas por el anterior Gobierno argentino, el de Cristina Fernández de Kirchner, para enfrentar la escasez de divisas que sufre el país en su resistencia a que sea el mercado el que fije el valor del peso. El cepo ha afectado a la inversión en estos cuatro años y por eso el nuevo presidente, Mauricio Macri, había prometido liberalizarlo. Claro que esta medida provocará una devaluación que impactará en una inflación de por sí alta (24% anual hasta octubre pasado, según datos no oficiales).
El cepo cambiario ha consistido en diversas limitaciones en el mercado de divisas:
- Los ahorradores solo podían comprar dólares por el equivalente al 20% de los ingresos declarados: Hacienda era la que autorizaba un determinado cupo mensual para adquirir la moneda norteamericana, que es aquella en la que las clases altas y medias de Argentina han ahorrado desde la década de los años 70. Además regía un tope de hasta 2.000 dólares por mes. Aquellos que no recibían la autorización oficial recurrían al mercado ‘blue’ o ilegal que funcionaba en las llamadas ‘cuevas’ de las propias casas de cambio, sociedades bursátiles o agencias de viajes. Hasta este miércoles, el dólar oficial cotizaba a 9,83 pesos y el ilegal, a 14,48.
- Los viajeros debían pedir autorización a Hacienda para hacerse con divisas: los residentes que viajaban al extranjerosolo podían adquirir por la vía oficial lo que las autoridades les permitían según un misterioso criterio que tenía en cuenta el destino y la cantidad de días del viaje. En cambio, podían pagar sin restricciones con tarjeta de crédito o débito fuera de su país. Pero muchos recurrían al mercado ilegal. Los turistas extranjeros también cambiaban sus divisas en las ‘cuevas’ para conseguir una mejor tasa de cambio y al irse solo podían deshacerse de sus pesos en esos locales.
- Las multinacionales apenas podían girar los beneficios a sus casas matrices: el Banco Central autorizaba a cuenta gotas que las filiales de empresas extranjeras repatriaran beneficios a sus países de origen, lo que desalentó la inversión. Se calcula que estas compañías acumulan unos 10.000 millones de dólares sin remitir a sus países, según Matías Kulfas, que fue gerente general del Banco Central entre 2012 y 2013 pero que ahora considera que el cepo fue un “error”. Ese dinero se vería afectado por la devaluación que provocará la liberación del tipo de cambio, con las consiguientes pérdidas para las empresas. Pero no solo se desincentivó la inversión extranjera sino la de los propios argentinos, que han acumulado fuera del sistema financiero, en cajas fuertes y en bancos del extranjero, hasta 400.000 millones a lo largo de la historia, según la ONG Tax Justice Network. Pocos estaban dispuestos a traer dólares para cambiarlos en el mercado oficial cuando en el ilegal cotizaban entre 50% y 70% más caros, según la temporada.
- Los importadores necesitaban autorización para comprar divisas con las que pagar los productos: en 2012 segeneralizaron las barreras para las compras externas no solo para bienes de consumo sino también para insumos y maquinarias usadas por el aparato productivo de Argentina. En la actualidad, los importadores, incluidos las industrias locales, deben 9.500 millones a sus proveedores del extranjero. Las trabas impidieron que el peso caro incentivara un aluvión de productos importados.
- El desaliento a la exportación: muchos exportadores perdieron competitividad por la apreciación de la moneda argentina, tanto en la agricultura como en la industria y los servicios. Una devaluación los alentaría. Sin embargo, las exportaciones de bienes y servicios de Argentina suponen solo el 15% de su PIB, lo que evidencia que su mercado interno es clave para su economía y una depreciación del peso lo deteriorará.
Existe un cierto consenso entre los economistas argentinos sobre la necesidad de la liberalización cambiaria y la devaluación, pero el debate radica en el ritmo en que se hacen. Roberto Frenkel, del Centro de Estudios de Estado y Sociedad, aboga por una eliminación paulatina de los controles de capitales y una devaluación rápida porque, según él, eso evitaría una depreciación desorbitada del peso, pero a la vez incentivaría el ingreso de divisas tanto de inversores como de exportadores. En cambio, Javier González Fraga, economista de la Unión Cívica Radical (UCR, centro), partido aliado del liberal Macri, opina que todo el proceso debería hacerse poco a poco porque teme que una inflación mayor derivará en presiones de los sindicatos peronistas y de izquierda y en una eventual pérdida de popularidad del nuevo presidente.
Diversos sindicalistas ya están pidiendo un aumento salarial navideño para contrarrestar el impacto de la devaluación e incluso amenazan con huelgas. Claro que uno de los más poderosos, Hugo Moyano, se ha acercado a Macri y ha dicho que como mínimo pedirá en 2016 un alza salarial del 28%, por debajo del 30% de inflación que prevé JP Morgan o del 39% que anticipa Deutsche Bank. La organización social kirchnerista Tupac Amaru ha comenzado a protestar en la calle.
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