INMIGRANDO A CANADA
INMIGRANDO A CANADA
Por Vilma Filici
filici@filici.com
TORONTO. No estoy equivocada al decir que, en materia migratoria, pareciera que actualmente estamos respirando un aura de positivismo en el país, y particularmente con los casos que tienen que ver con Razones Humanitarias y de Compasión.
Probablemente sea porque durante la campaña electoral el Partido Liberal hizo promesas en el área migratoria, las cuales inmediatamente reiteró al asumir el poder. Y aunque no todas esas promesas se han concretado hasta la fecha, la sensación que se tiene en el país es que se va avanzando de forma positiva.
Digo esto porque en los últimos meses hemos visto un incremento significativo en el número de aceptaciones de casos por Razones Humanitarias y de Compasión, así como también hemos sido testigos de una decisión al respecto de la Corte Suprema de Canadá y de otra de la Corte Federal.
La primera, les recuerdan a los oficiales de Inmigración de que ellos tienen el poder absoluto de discreción en lo que respecta a estos casos, y que por lo tanto no deben adherirse estrictamente a las guías del Departamento de Inmigración. Por el contario, les dicen que tienen que ser abiertos y decidir en los casos por sí mismos y de acuerdo a los méritos que este tenga.
La decisión de la Corte Suprema, aparte de recordarle a los oficiales de Inmigración que tienen ese poder discrecional y que por tanto la última palabra sobre si van a aceptar o no un caso por razones humanitarias es solamente de ellos, también les recordó que Canadá es signatario del Convenio de La Haya para la Protección de los Niños, y que por lo tanto es esencial que pongan mucha atención cuando haya pequeños involucrados.
En estos casos no importa si el niño que va a ser beneficiado por la decisión que tome el oficial de Inmigración se encuentra en Canadá o no, o si es nacido en Canadá o en otro país. Los oficiales de Inmigración, al momento de tomar la decisión sobre si dar o no la residencia en un caso por razones humanitarias cuando hay niños involucrados, tienen que hacer una evaluación seria de cómo ese niño va a ser afectado por su decisión, y tienen que considerar siempre el mejor interés de estos.
Esto es muy importante, porque si bien hubo una decisión similar en los años 90 que guiaba a los oficiales de Inmigración y les recordaba que ellos tenían el poder absoluto en estas decisiones y que por tanto no podían dejarse guiar por sus supervisores ni por sus gerentes, parecía que con el pasar del tiempo este principio se había olvidado. Así, particularmente en los últimos diez años, los oficiales se guiaban estrictamente por los manuales y las guías del Departamento de Inmigración, y en muchas ocasiones dejaban de lado su propia sensibilidad y su propia opinión.
Digo sensibilidad porque cuando se trata de un caso por Razones Humanitarias lo que se espera es que el oficial de Inmigración tome la decisión que tomaría cualquier persona común que se enfrenta con una situación como la que está enfrentando el solicitante.
Pero hemos visto muchísimos casos de situaciones que eran verdaderamente únicas, donde los oficiales se rigieron estrictamente por las guías y los manuales de Inmigración y los rechazaron.
Pero con estas decisiónes, tal y como lo dijo recientemente un columnista, pareciera que volvemos a ver que hay compasión en los casos de Razones Humanitarias y Compasión. Realmente compasión debería haber habido siempre cuando se hacía ese tipo de procesos… pero por lo menos sentimos que ésta está volviendo.
La decisión de la Corte Federal que también salió recientemente tiene que ver con cómo son afectados los niños en una solicitud cuando los padres, al momento de hacer sus trámites, no incluyen a los niños y por tanto estos no se hacen los exámenes médicos y quedan excluidos como miembros de la clase familiar. Sobre esta temática hemos hablado en columnas recientes.
La Corte Federal revocó una decisión tomada por un oficial de Inmigración en un caso donde una familia de origen chino había dejado a un niño de ocho años en su país de origen. No lo habían declarado porque tenían temor de las repercusiones que podrían tener con su gobierno al mencionar al niño, dado que era la época en que existía la regla de sólo un niño por familia y ellos habían tenido dos.
Decidieron no incluirlo en la solicitud para que el gobierno chino no les ocasionara problemas, y cuando la familia llegó a Canadá hicieron el trámite para traerlo por Razones Humanitarias. Sin embargo, el oficial de Inmigración determinó que fue decisión de los padres el no cumplir con las reglas en el momento en que hicieron la solicitud para la residencia permanente, y por tanto rechazó la solicitud.
El juez que vio el caso fue sumamente severo con el oficial que tomó esta decisión y le recordó que en este tipo de casos hay que ver cómo va a ser afectado el niño. Afirmó que el oficial estaba penalizando al niño por acciones tomadas por los padres, y que, si bien los padres fueron los que tomaron la decisión de no incluirlo en la solicitud y no hacerle los exámenes médicos, es el niño quien ahora está viviendo las repercusiones negativas de esa decisión, y que el niño no podía ser penalizado por decisiones tomadas por los padres.
Definitivamente el ambiente que se respira en el país en materia migratoria, así como también estas dos decisiones recientes con repercusiones legales, afectan positivamente los casos de Razones Humanitarias y Compasión, los cuales existen precisamente para poder procesar casos que de otra manera no entran en los parámetros de los reglamentos de las leyes de Inmigración. Es por eso exactamente que se tiene que hacer excepciones y actuar de manera compasiva.
Lo que hace ahora particularmente la decisión de la Corte Suprema de Canadá, al ser esta la Corte máxima del país, es que los oficiales de Inmigración tienen que obedecerla.
Algo muy importante que debemos recordar es que los oficiales de Inmigración son seres humanos, que ese es su trabajo y que ellos también tienen supervisores, gerentes, etc., como cualquier otro trabajador.
En ese sentido, la decisión de la Corte Suprema le manda también un mensaje bien claro a los superiores de los oficiales de Inmigración: que no pueden de ninguna manera interferir con las decisiones tomadas por estos oficiales. Es decir, les da a los oficiales el poder y la tranquilidad necesaria para que tomen sus decisiones independientemente de los manuales de Inmigración o de lo que sus superiores pudieran sugerirles.
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