HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Después del éxito artístico logrado el año pasado con el drama Bridge of Spies, Steve Spielberg retorna al cine con un film de diferente naturaleza que se asocia a una temática que exploró maravillosamente en E.T. The Extra-Terrestrial (1982) donde relataba el encuentro de un niño con un ser de otro planeta. En THE BFG (acrónimo de “Big Friendly Giant”) el realizador aborda la relación entre una niña y un gigante; a pesar de que la película está sólidamente realizada, esta fantasía carece de la emoción y envergadura necesaria para llegar a satisfacer plenamente.
La historia basada en el libro de Roald Dahl y adaptada para el cine por la guionista Melissa Mathison – que también escribió E.T-.transcurre en Londres, alrededor de 1980. En un orfanato vive Sophie (Ruby Barnhill), una huérfana de 10 años de edad, cuya curiosidad la impulsa en las horas nocturnas a observar a través de la ventana lo que acontece en las calles solitarias de la ciudad. Para su gran sorpresa divisa a un gigante (la voz de Mark Rylance) quien asustado de haber sido detectado por ella la secuestra transportándola al país de los gigantes donde reside.
Los intentos de Sophie por escapar de su encierro resultan vanos por cuanto BFG logra siempre interceptar su huida; pero poco a poco ella encuentra en él a un amigo donde mutuamente estarán dispuestos a protegerse.
Para matizar la acción, el relato motiva a que la presencia de Sophie atraiga la atención de supergigantes que allí merodean, donde no faltan algunos que son caníbales y otros carnívoros que amenazan la seguridad de la niña; en todo caso, la sangre no llega al río.
El relato se alarga más de lo necesario y solamente en su última parte la historia se vuelve más ágil; eso acontece cuando Sophie y BFG arriban al Palacio de Buckingham sorprendiendo a la Reina Isabel II (Penelope Wilton) y a su entorno; el encuentro con la soberana británica generan escenas reideras que adquiriendo un carácter de farsa permiten entretener gratamente.
Ruby Barnhill se desenvuelve cómodamente como la precoz niña de gran imaginación quien a través de su amigo descubre las maravillas y los peligros del mundo en que habita; ella mantiene una lograda complicidad con Rylance quien en el rol del buen gigante logra destacarse a pesar de que muchos de sus diálogos no sean claros.
Este relato trata de apelar a la ternura y en ciertos momentos lo consigue; pero en general, lo que está ausente es el toque mágico de Spielberg capaz de maravillar. A su favor, cabe distinguir la excelencia de los efectos especiales donde Rick Carter y Robert Stromberg, encargados de los diseños de producción, han construido un imaginativo universo de gigantes; así, el film depende fundamentalmente de sus logros técnicos y no inversamente como debería haberlo sido. Finalmente, cabe remarcar la buena contribución musical del legendario compositor John Williams.
En resumen, el público se encuentra con una fantasía vistosa por su elegante producción pero que no alcanza a conmover.
MIA MADRE. Italia-Francia, 2015. Un film de Nanni Moretti
Después de algunos años de ausencia, el popular director italiano Nanni Moretti regresa al cine ofreciendo un film donde el humor socarrón se entremezcla con el tono dramático como es la inminente desaparición de un ser querido. Aunque este último trabajo del realizador no alcance la grandeza de sus obras mayores, como Caro Diario (1993) o La Stanza del Figlio (2001) por la que obtuvo la Palma de Oro, de todos modos Mia Madre se destaca por su gran calidez y riqueza emocional.
Si en el film laureado en Cannes trataba magistralmente el duelo de los padres enfrentando la desaparición prematura de un hijo, aquí Moretti vuelca aspectos de su vida personal inspirándose en los tristes momentos vividos durante la etapa de post producción de su precedente película Habemus Papam (2011) cuando perdió a su madre.
En un sencillo pero efectivo guión que le pertenece junto a Francisco Piccolo y Valia Santella, el realizador utiliza como su alter ego al personaje de Margherita, magníficamente interpretado por Margherita Buy. Ella anima a una directora de cine temperamental, con una buena dosis de neurosis y muy absorta en sí misma; en el momento en que se la ve debe lidiar con varios problemas a la vez, entre ellos su crisis de pareja, algunas diferencias menores con su hija adolescente (Beatrice Mancini) pero sobre todo el tener que afrontar emocionalmente la condición de su madre (gran trabajo de Giulia Lazzarini) quien seriamente enferma y hospitalizada, va deteriorándose física y mentalmente. A todo eso, su hermano mayor Giovanni (interpretado por Moretti), igualmente consternado por la enfermedad de su progenitora, opta por dejar su trabajo para poder estar a su lado.
Simultáneamente, el guión introduce al film dentro de otro dado que Margherita está en plena filmación de una nueva película; comprometida con un cine de contenido social, la directora aborda la resistencia impuesta por los trabajadores de una fábrica por los despidos masivos iniciados. En la ficción del film en rodaje el nuevo dueño de la empresa es desempeñado por Barry Huggins (John Turturro), un actor americano egocéntrico y caprichoso que es incapaz de memorizar los diálogos del libreto; su excéntrico comportamiento genera algunos de los momentos más reideros de Mia Madre.
Moretti apela a una forma sencilla de narración, sin un enfoque académico o solemne que torne complicado ni tampoco didáctico a su relato; a pesar del drama que se desarrolla como telón de fondo, él opta por la sobriedad evitando cargar las tintas para no abrumar al espectador. Lo que más trasciende de este tierno y delicado film es la sensibilidad del cineasta para resaltar sus valores humanos a través del amor que Margherita y su hermano sienten por la progenitora que se les está yendo. Al propio tiempo, el film constituye un conmovedor tributo que el cineasta brinda a su querida madre desaparecida; por si eso fuese la única razón, sin duda alguna amerita su visión.
GENIUS. Gran Bretaña-Estados Unidos, 2016. Un film de Michael Grandage
En su primer trabajo como realizador, el director británico teatral Michael Grandage considera dos importantes nombres de la literatura americana, como lo fueron el legendario Maxwell Perkins (1884-1947) y el escritor Thomas Wolfe (1900-1938).
Con el guión de John Logan basado en la novela Max Perkins: Editor of Genius (1978) de A. Scott Berg, Grandage enfoca la especial relación que existió entre Perkins (Colin Firth), un renombrado editor que descubrió a grandes talentos literarios, y Wolfe (Jude Law), un inteligente escritor que en gran parte gracias a la empeñosa labor de su editor llegó a lograr un merecido reconocimiento.
Después de haber recibido y leído el manuscrito de Look Homeward, Angel, la primera novela escrita por Wolfe (1924), Perkins lo cita a su escritorio y le da la grata nueva de que su trabajo llegará a ser publicado; no obstante, le advierte que considerando su gran extensión él se ocupará de comprimirla; la reacción de descontrolada alegría que manifiesta el escritor es el primer rasgo de su personalidad contemplado por Perkins; a partir de allí comienza a surgir un estrecho vínculo literario que promueve una profunda amistad entre estos dos seres; ese acercamiento, tal como se aprecia en el film, se podría asemejar al cariño mutuo existente entre un padre (Perkins) y su hijo (Wolve).
Al margen de la relación entre los dos protagonistas, el relato destaca cómo la pasión por los libros llega a afectar el vínculo de Wolfe con su pareja Aline Bernstein (Nicole Kidman) quien habiendo dejado a su familia e hijos para estar a su lado siente un profundo dolor y menosprecio al ser dejada de lado por su amante.
Genius dista de ser un relato biográfico al concentrarse fundamentalmente en los aspectos inherentes al proceso de creatividad; en tal sentido, además de tener en cuenta lo que un autor debe atravesar para concretar a través de la letra escrita el propósito que lo guía, fundamentalmente resalta la tarea fundamental del editor. Así, Perkins además de apostar por nuevos valores como en el caso de Wolfe, igualmente permitió que otros relevantes autores como Ernest Hemingway (Dominic West) y Francis Scott Fitzgerald (Guy Pearce) lograsen su consagración con la edición de sus novelas.
Si algo puede objetarse a este film es que su estructura casi teatral le quita fluidez e influye para que resulte débilmente dramático; con todo, hay un momento de contenida emoción en una carta póstuma que Wolfe le envía a Perkins desde el hospital en que se encuentra gravemente internado.
Las interpretaciones de los dos protagonistas son inobjetables. Firth, adoptando una postura calma y reservada demuestra una gran sensibilidad en su relación con el autor. Por su parte Law se distingue caracterizando al escritor de naturaleza extravertida exuberante, fogosa y a veces intratable que llega al punto de malograr la bella amistad mantenida con su editor. En otros roles de apoyo además de Kidman también se luce Laura Linney como la esposa de Perkins, a pesar de que su personaje no está muy desarrollado.
Entre los elementos técnicos de producción es muy buena la fotografía de Ben Davis y los diseños de producción de Mark Digby recreando la atmósfera de Nueva York de los años 20.
En esencia, el film representa un merecido homenaje a quienes están involucrados en la producción de una obra literaria, destacando la importancia del autor como así también la del editor cuya labor no solamente se concentra en la publicación de un libro sino también en el esfuerzo realizado para darle forma y embellecerlo.
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