HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
En Sweet Bean la prestigiosa realizadora japonesa Naomi Kawase relata un liviano drama donde se entremezcla el cine culinario con ciertos comentarios sociales. Basado en la novela An de Durian Sukegawa esta accesible historia de la realizadora se caracteriza por su sencillez y honestidad.
El relato presenta a Sentaro (Masatoshi Nagase) quien es dueño de un modesto local de panadería que prepara dorayakis –unos bizcochos de forma redonda rellenos de “an” (una pasta de poroto dulce). Cuando coloca un aviso buscando una persona que colabore en su cocina, se presenta Tokue (Kirin Kiki), una mujer de 76 años, quien es rechazada debido a su edad; sin embargo, cuando la anciana insiste en su propósito haciéndole probar la muestra de “an” que preparó, Sentaro cambia rápidamente de opinión tomándola a su servicio. Allí se aprecia a la infatigable panadera dedicando su máxima atención para que cada ingrediente utilizado resulte adecuadamente combinado a fin de obtener una pasta deliciosamente apetitosa.
Gracias a la receta secreta sobre la preparación de este relleno esencial, los negocios fructifican vertiginosamente para gran satisfacción del dueño; muy pronto entre él y su colaboradora va cimentándose una cordial relación que permitirá a cada uno de ellos revelar sus intimidades al otro.
La nota dramática se produce cuando en el pueblo donde transcurre la acción surgen rumores de que en el pasado Tokue había sido leprosa. A pesar de que ese mal es hoy día una enfermedad curable eso no evita que aún se lo considere como estigma social; aunque sin llegar a desmerecerlo, este tópico no logra insertarse cómodamente en el planteo central del relato.
La naturaleza sentimental del film está debidamente controlada y es quizá por ello que no suscite gran emoción; eso no afecta para que se lo aprecie con sumo agrado, aunque más no fuese por la actuación de la veterana Kirin Kiki quien infunde calidez en la composición de su noble personaje.
CLOSET MONSTER. Canadá, 2015. Un film escrito y dirigido por Stephen Dunn
Teniendo como importante antecedente la distinción de haber sido el mejor film canadiense presentado el año pasado en el festival de Toronto, el novel director Stephen Dunn demuestra considerable sensibilidad abordando el proceso de madurez de un joven que deberá admitir abiertamente su diferente orientación sexual.
El guión de Dunn presenta a Oscar Madly (Jack Fulton) en sus años de infancia donde dos episodios importantes habrán de marcarle su futura existencia. En primer lugar, el niño se siente afectado por ver a su querida madre (Joanne Kelly) hacer abandono del hogar a pesar de sus ruegos para que no lo deje; esa dolorosa escena es en cierta parte atenuada por su padre (Aaron Abrams) quien haciéndose cargo del mismo trata de confortarlo. El otro episodio, de diferente naturaleza, acontece cuando circunstancialmente es testigo de un acto de violencia al observar a un compañero escolar ser brutalmente atacado por el hecho de ser gay; es allí donde el tímido e introvertido Oscar se siente confundido porque en su naciente despertar sexual percibe que él también es homosexual, hecho que tratará celosamente de ocultar. Como único solaz encuentra empatía con su hámster que tiene la “distinción” de ser parlante (Isabella Rossellini) y que obviamente se trata de una voz que su mente imagina.
Diez años después se ve a Oscar (Connor Jessup) como un adolescente en vísperas de adquirir la adultez como persona; en tal carácter, su vida social está limitada por la presencia de Gemma (Sofia Banzhaf), una amiga que le brinda su incondicional apoyo, y su hámster que suele impartirle algunos consejos apropiados teniendo en cuenta su reprimida sexualidad. A todo ello, la actitud homofóbica de su errático progenitor alcohólico con quien cada vez más va guardando distancia y ciertas visiones lúgubres que le revelan las consecuencias que puede acarrearle si revela su homosexualidad, son otros aspectos que lo afectan emocionalmente. Cuando en la ferretería donde está trabajando el muchacho conoce a su colega Wilder (Aliocha Schneider), un joven por el cual se siente sexualmente atraído aunque sin demostrarlo, será éste quien lo obligará a confrontar y aceptar su identidad sexual por más que trate de soslayarla.
Lo que distingue a este film de otros sobre el mismo tópico es la forma original en que el realizador construye su relato entremezclando elementos reales e imaginarios para transmitir la soledad y angustia interior del adolescente; no menos importante es que Dunn haya acertado en haber elegido a Jessup para el papel protagónico quien captó cabalmente la dimensión del sensible personaje. Sin duda, este drama psicológico de carácter autobiográfico constituye una importante carta de presentación para futuros proyectos que emprenda su promisorio realizador.
JASON BOURNE. Estados Unidos, 2016. Un film de Paul Greengrass
Nueve años después de haber trabajado en equipo en el tercer capítulo de Jason Bourne, el popular actor Matt Damon y el realizador Paul Greengrass se reúnen para revivir al amnésico personaje creado en 1980 por Robert Ludlum. El resultado es un film sujeto a la ley de los rendimientos decrecientes; no solo resulta demasiado familiar lo que se expone sino que además de demasiado incongruente, el relato no es más que un pretexto para ofrecer la dosis de acción necesaria para conformar al gran público. Lo cierto es que esta franquicia carece del brío y emoción reflejados en sus primeros tres segmentos.
Tratando de demostrar la forma en que hoy día se desarrolla la guerra cibernética entre diferentes organismos, el adelanto tecnológico es un elemento crucial para sustentar al relato basado en el guión preparado por Greengrass y Christopher Rouse. Las primeras imágenes muestran al ex asesino de la CIA (Dammon) que perdió su memoria viviendo en Grecia y alejado de todas las intrigas políticas a las que fue sometido cuando trabajaba en la agencia. Su tranquilidad se ve alterada cuando Nicky Parsons (Julia Stiles), gran amiga de Jason y una ex funcionaria de la CIA que cayó en desgracia, llega a contactarlo. Ella, que ha logrado hackear el sistema operativo del organismo descargando importantes legajos confidenciales, le comunica que a través de los mismos Jason podrá obtener algunas respuestas sobre su pasado y verdadera identidad. Cuando la muy competente Heather Lee (Alicia Vikander), a cargo de los sistemas de computación de la CIA, descubre el vínculo y encuentro producido entre Jason y Nicky, inmediatamente le hace saber sobre el hecho a su jefe Robert Dewey (Tommy Lee Jones) quien es el director del organismo. Temiendo que Bourne pueda revelar algunos secretos que pudieran dañar a la institución, Dewey decide ultimarlo; para ejecutar esa tarea utiliza los servicios de un peligroso asesino que colabora con la agencia (Vincent Cassel).
Lo que antecede motiva a que nuestro antihéroe para salvar su vida deba desplazarse a Berlín y Londres en un típico juego del gato y el ratón hasta culminar en Las Vegas; en esta última ciudad es donde se produce la acostumbrada persecución automovilística durante considerable espacio de tiempo hasta llegar al previsible enfrentamiento donde nadie duda quien saldrá ileso, única forma para que esta franquicia pueda eventualmente continuar en el caso que este film produzca buenos retornos de boletería.
A diferencia de otras muestras del género, aquí no existe ninguna dimensión psicológica de los personajes a pesar de la buena actuación del elenco donde sobresalen la presencia de Damon y la de Vikander quienes tratan de infundir el máximo aliento posible al anémico guión.
A pesar de que Greengrass ha demostrado en su filmografía ser un eficiente e ingenioso realizador, su participación en este deslucido proyecto resulta poco relevante.
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GUERNICA. España, 2016. Dirección de Koldo Serra. Distribución: Sony Pictures Home Entertainment
Presentado en el último festival de Málaga, el público canadiense tiene la oportunidad de juzgar el film Guernica a través del DVD que apareció en el mercado esta semana editado por Sony. Sin tratarse de una película magistral, la misma tiene el mérito de reseñar algunos detalles acontecidos durante la Guerra Civil Española (1936-1939).
El nombre “Guernica” generalmente está asociado a la obra magistral de Pablo Picasso; pero no se debe olvidar que ese trabajo estuvo inspirado en la tragedia que sufrió la pequeña ciudad norteña de España el fatídico 26 de abril de 1937 donde más de 1500 civiles perdieron la vida. En tal sentido, el realizador vizcaíno Koldo Serra no refleja aquí otro nuevo relato de la guerra entre hermanos que sacudió al país, sino que ilustra algunos aspectos que precedieron al bombardeo de la ciudad a través de una narración que involucra al periodista británico George Lowther Steer; él fue el primer profesional en la materia que cubrió la masacre de la que fue testigo y gracias a la publicación de su informe en el Times de Gran Bretaña y el New York Times de Estados Unidos, el mundo entero llegó a imponerse de la catástrofe. En la ficción, su nombre está cambiado como así también su nacionalidad.
En el guión de Barney Cohen y Carlos Cla, la acción se desarrolla pocos días antes del brutal evento presentando a un reportero americano (James D’Arcy) desengañado y escéptico, que llega al País Vasco para cubrir la Guerra Civil. Allí conoce a una militante republicana (María Valverde) encargada de censurar la información que envían los corresponsales y no pasará mucho para que exista un fuerte vínculo sentimental entre ambos; la situación se complica con la presencia de un oficial ruso (Jack Davenport) que también está enamorado de la joven. Más allá del triángulo romántico, el relato va acrecentando la tensión que se produce en la ciudad frente al peligro inminente de un bombardeo. Es así que la última parte del film refleja el clima de horror, caos y destrucción con el bombardeo que la aviación alemana -con el acuerdo existente del régimen franquista y Hitler- lanzó en Guernica.
Si bien el melodrama romántico puede ser justificado para demostrar la vulnerabilidad de una relación sentimental en tiempos de guerra, la narración resulta un tanto desigual sin que el romance llegue a impactar como debiera. Pero en todo caso lo importante es cómo el film expone los obstáculos que los periodistas extranjeros debían enfrentar para informar acerca de una realidad que azotaba la región; en tal sentido cabe la reflexión sobre la forma en que una información periodística puede ser manipulada a causa de la censura.
El mayor mérito del realizador es haber obtenido una excepcional riqueza estilística al lograr una reproducción del bombardeo que crea una sensación de completa verosimilitud; la visión del feroz ataque sacude al espectador quien cree estar contemplando un documental antes que un relato de ficción.
El DVD está editado en su versión original inglesa, como así también doblado al francés y japonés y cuenta con subtítulos optativos en varios idiomas incluyendo, entre otros, el español, francés, inglés y portugués.
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