HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
El director uruguayo Fede Álvarez radicado en Estados Unidos demostró en 2013 una singular madurez cinematográfica con su ópera prima Evil Dead, un buen film de terror. Es ahora, en su segundo trabajo donde ratifica su talento para este tipo de género al haber creado un thriller sumamente audaz y original. Ciertamente, Don’t Breathe es un relato que mantiene al espectador en permanente vilo.
La acción transcurre en Detroit donde Alex (Dylan Minnette), Rocky (Jane Levy) y su amigo Money (Daniel Zovatto), conforman un trío de jóvenes delincuentes que realizan sus fechorías invadiendo las casas de gente pudiente cuando se hallan ausentes. Eso es posible debido a que Alex facilita a sus compinches las llaves para entrar a las viviendas así como la información sobre las alarmas respectivas porque su padre que trabaja en una compañía de seguridad guarda una copia de las mismas. Si bien los robos son de menor cuantía, una oportunidad inesperada se presenta cuando se enteran de que un veterano militar ciego (Stephen Lang) viviendo solo en una casa abandonada del vecindario ha recibido la suma de 300 mil dólares como compensación debido a la muerte de su hijo que falleció en un lamentable accidente automovilístico. Los más entusiastas para realizar el asalto son Rocky, que con el dinero que pueda obtener podrá viajar a California con su hijita para iniciar una etapa más venturosa de su vida, y Money que habrá de acompañarla; por su parte, Alex es reluctante a emprender una aventura que considera riesgosa aunque en última instancia decide participar en la misma.
En apariencia todo parece resultar sencillo. Haber penetrado en la casa durante las horas nocturnas con el hombre ciego durmiendo permite que los perpetradores guardando el máximo silencio posible puedan proceder a ubicar rápidamente el importante botín y salir cuanto antes del lugar del delito. Sin embargo, algo diferente ocurre cuando el anciano despierta y sospechando de que hay gente merodeando su hogar trata de enfrentarlos. Así, los intrusos prontamente se dan cuenta que deben vérselas con un interlocutor que no es tan débil como parecía. A través de una serie de enfrentamientos se comprobará cómo una persona indefensa vuelca sus energías efectuando una intensa cacería que se asemeja a la de un gato furioso persiguiendo a tres ratones acorralados en los confines de un reducido espacio geográfico.
Tanto la minuciosa puesta escénica de Álvarez como su excelente guión escrito con Rodo Sayagues permite que en casi una hora y media de duración la tensión se mantenga constante. Cuando en determinado momento parecería que el relato está concluyendo, aparecen nuevas situaciones inesperadas que reavivan el suspenso, sobre todo en algunas instancias en que la luz desaparece y toda la acción se desenvuelve en plena oscuridad. El trabajo logrado por Pedro Luque como director de fotografía es impecable; al ubicar su cámara con absoluta precisión para seguir los desplazamientos de los personajes, crea una atmósfera de pánico decididamente realista.
Otra de las virtudes del film es que a pesar de sus escasos diálogos, los jóvenes actores logran una muy buena composición de sus personajes, como así también se distingue la labor de Lang que en su rol prácticamente silencioso caracteriza eficazmente al no vidente que se convierte en el intimidante predador del relato.
Aunque el film no está exento de violencia, la misma resulta funcional a la trama de este muy entretenido drama de suspenso que es capaz de subvertir las expectativas del público.
LES INNOCENTES / THE INNOCENTS. Francia-Polonia, 2016. Un film de Anne Fontaine
En Les Innocentes la realizadora Anne Fontaine aborda un hecho real poco conocido que tiene como escenario principal las murallas de un convento polaco ubicado en medio de un paraje boscoso desolado.
La acción tiene lugar en Diciembre de 1945, pocos meses después de haber finalizado la Segunda Guerra. El relato basado en el guión de Sabrina B. Karine, Alice Vial y Pascal Bonitzer se centra en la doctora Mathilde (Lou de Laage) quien colabora con la Cruz Roja de Francia en Polonia asistiendo a soldados franceses heridos. En medio del invierno llega al lugar una monja solicitando urgente ayuda médica para alguien del convento local al que pertenece. Aunque con reluctancia por tener que abandonar su trabajo, Mathilde la acompaña y su sorpresa es mayor cuando comprueba que una joven novicia está próxima a dar a luz; después de practicarle la cesárea logra que su bebé nazca con vida. A pesar de la colaboración brindada, la presencia de Mathilde no es bien mirada por la severa Madre Superiora (Agata Kulesza), pero ella y la Hermana María (Agata Buzek) permiten que retorne al convento para comprobar el estado de la reciente madre, con el compromiso de no divulgar lo ocurrido a terceros para evitar dañar la reputación de la iglesia. La situación se vuelve más compleja cuando la doctora se impone que hay varias otras monjas que también se encuentran embarazadas; la causa de esta anómala situación se debe a que durante la última etapa de la guerra, soldados rusos franquearon el convento e irresponsablemente violaron a algunas de las religiosas.
El drama se desenvuelve en tres planos diferentes. Por un lado, en la medida que la doctora se preocupa por el estado de las mujeres en cinta concurriendo furtivamente al lugar donde se hayan enclaustradas comienza a recibir reprimendas del jefe encargado de la Cruz Roja quien ignora las razones por las que ella se ausenta. Simultáneamente, se produce el enfrentamiento de los preceptos religiosos a ultranza de la Madre Superiora con la posición científica de Mathilde para salvar las vidas de personas inocentes. El tercer elemento dramático se produce cuando las monjas creyendo haber sido abandonadas por Dios por el brutal acto del que fueron objeto, están ahora sometidas a duras pruebas sobre la fe en el Creador y el modo en que podrán resolver la situación de seguir profesando como religiosas y asumir al mismo tiempo el rol maternal.
La tensión del film se aminora con la circunstancial relación sentimental que Mathilde mantiene con un médico francés judío (Vincent Macaigne) con quien trabaja y cuyos padres murieron en un campo de concentración; cuando la situación se vuelve más apremiante, ella le revelará su secreto y él la ayudará a asistir en los numerosos partos que van sucediéndose en el convento.
Además de analizar el habitual conflicto que se produce entre la ciencia y la fe, el relato también expone ciertas actitudes que ponen en duda la ética moral de quienes practican la religión. En todo caso, a pesar de cuestionar los preceptos de la iglesia, el film -tal como se ilustra en la escena final- demuestra que la Institución no es la culpable sino quienes la gobiernan con rigidez sin tener en cuenta que más allá de cualquier convicción religiosa, lo más importante es salvaguardar la vida sin que ello vaya en detrimento de la fe.
Este cautivante drama psicológico relatado con mesura por Anne Fontaine cuenta con un elenco muy bueno donde sobresalen las actuaciones de De Laage, Buzek y muy especialmente la de Kulesza caracterizando magníficamente la actitud autoritaria y enceguecida de la Madre Superiora que es capaz de abandonar a la intemperie a una bebita recién nacida esperando que la Divina Providencia habrá de protegerla.
LES COWBOYS / THE COWBOYS. Francia-Bélgica, 2015. Un film de Thomas Bidegain
El eficiente guionista Thomas Bidegain se ubica por primera vez detrás de la cámara ofreciendo una película que enfoca un tema delicado a la vez que muy actual. Con asombro y no exento de espanto se observa hoy día cómo algunos jóvenes de familias bien integradas de Canadá así como de otras regiones del mundo occidental se han dejado seducir por grupos terroristas que los ha llevado a abandonar sus hogares en procura de una nueva identidad; al así hacerlo se embanderan con facciones de extrema violencia que buscan diezmar a la sociedad civilizada.
El guión del realizador escrito con Noé Debré ubica el comienzo de la acción en 1994 en algún lugar no precisado del este de Francia donde se ve a Alain Balland (François Damiens), su esposa Nicol (Agathe Dronne), y sus dos hijos, Kelly (Iliana Zabeth) de 16 años y Kid de 10 años, quienes vestidos de vaqueros están disfrutando en una fiesta de música country con otros vecinos del lugar. Poco tiempo después de haber bailado animadamente con su padre, Kelly desaparece misteriosamente y a partir de allí el clima festivo se enrarece. Con el transcurso de las horas la inquietud familiar se convierte en angustia al no tener señales de la joven, sobre todo cuando se llega a saber que ella estaba saliendo con Ahmed (Mounir Marghoum), un muchacho musulmán. La sorpresa se acentúa cuando revisando la habitación de Kelly, sus padres descubren un cuaderno escrito en árabe con propaganda del yihadismo y al poco tiempo reciben una carta de la hija pidiendo que no traten de ubicarla puesto que se dispone a iniciar una vida completamente diferente a la que estaba llevando. Con poco apoyo de la autoridad policial, la desesperación de Alain lo impulsa a efectuar un viaje desenfrenado que en un comienzo lo conduce a visitar zonas marginales de Amberes para obtener algunas pistas que le permitan determinar el paradero de Kelly; en ese intento se entera de que ella ha cambiado su nombre por otro musulmán.
Esta primera parte, sin duda la mejor, permite constatar en qué forma se entrecruzan y a la vez se chocan la cultura francesa con la musulmana a través de algunas situaciones que se producen en el contacto que Alain mantiene con algunos miembros de esa comunidad donde a cambio de dinero están dispuestos a brindarle información. La acción del relato se traslada ocho años después donde los esfuerzos de Alain, sin resultado alguno, han ido minando su estado a la vez que la armonía familiar se ha ido deteriorando. Aunque el padre prosigue su búsqueda acompañado del ahora adulto Kid (Finnegan Oldfield) será él quien se hará responsable de continuar esa misión que lo hace trasladar a Afganistán y después a Pakistán, precisamente después de la tragedia del 11 de septiembre y de otros atentados que tuvieron lugar en Europa. Aunque la segunda mitad de esta historia no tiene la misma intensidad que la anterior; con todo es capaz de mantener un continuado suspenso frente a situaciones que se producen y que no conviene revelar.
La interpretación en general es muy buena por parte de Damiens como así también de Oldfield en los roles protagónicos, una apreciación similar merece el resto del elenco con especial referencia a John C. Reilly quien caracteriza a un misterioso operador americano.
Bidegain ha logrado una estupenda puesta escénica en este ambicioso y complejo drama. Si bien no ofrece respuesta alguna sobre los motivos que impulsan la radicalización de los jóvenes, la eficiente descripción de los personajes permite que el espectador se compenetre con los mismos; en tal sentido basta contemplar la escena final dotada de un conmovedor humanismo. En resumen: un film lúcido y recomendable sin reserva alguna.
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