HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Pocos filmes han penetrado en la psiquis masculina como lo refleja Manchester by the Sea. En el magnífico relato creado por el realizador Kenneth Lonergan, su personaje principal atraviesa una crisis existencial donde no faltan motivos para ello. Lo importante es que a través de una historia muy bien estructurada a pesar de que no se desarrolla en forma cronológica, lenta y gradualmente se asiste al drama atravesado por un hombre común y corriente que bien podría representar a cualquiera de los espectadores del sexo masculino que presencian el film.
Casey Affleck, en una actuación fuera de serie y merecedora de un Oscar, interpreta a Lee Chandler viviendo en un suburbio de Boston y que se desempeña como el encargado de un edificio; entre sus tareas se encuentra el de solucionar los problemas cotidianos que se presentan en los departamentos de los residentes, actuar de plomero, encargarse de la recolección de residuos apalear la nieve en la temporada invernal, así como de otros menesteres menores. Sin necesidad de que hable, la expresión de Lee denota a un hombre solitario, compungido, viviendo alguna situación angustiosa y tratando de volcar su ira contenida al explotar en ciertas ocasiones con violencia frente a incidentes menores.
El factor que pone en marcha la acción del relato es la súbita muerte de su hermano Joe (Kyle Chandler) debido a una enfermedad congénita cardíaca que venía padeciendo. Eso le obliga a retornar a su hogar natal de Manchester en New Hampshire. Inmediatamente el relato presenta escenas del pasado, donde Lee con su hermano y pequeño sobrino Patrick solían navegar en el bote pesquero del desaparecido gozando del paseo marítimo y la plenitud de la vida. Hoy día Patrick (Lucas Hedges) es ya un adolescente de 16 años y después de los funerales, Lee se impone que su hermano dispuso que se haga cargo de él. A partir de ese momento se incorporan detalles vitales al relato donde a manera de un rompecabezas se va completando los espacios vacíos para que el mismo quede reconstruido.
Sin develar mucho de lo que prosigue se puede anticipar que Joe vivía separado de su mujer alcohólica (Gretchen Mol) y que por esa razón el muchacho quedó a cargo de su padre sin mantener contacto alguno con su madre. También se sabrá que Lee estuvo casado con Randy (Michele Williams) y que juntos fundaron una linda familia con tres niñas de por medio.
Al final de esta triste historia queda claro cómo el incontrolable destino puede arrinconar a inocentes personas y destruirlas por completo. Frente a estos hechos, surgen los sentimientos de remordimiento y culpa así como el arrepentimiento y perdón que no alcanzan a expiar la realidad por la que atraviesa Lee.
Lonergan se abstiene de ser complaciente tanto con los personajes que ha creado como tampoco con el público. Adoptando un criterio realista ha tratado de no condescender con una resolución feliz; simplemente se limita a presentar un sólido drama donde gracias a su habilidad como escritor, el público se solaza asistiendo a diálogos precisos y a diversas situaciones naturalmente convincentes.
Si bien el director logró que la dimensión psicológica del personaje protagónico quede perfectamente ilustrada gracias a la actuación de Affleck, algo similar corresponde con el de Patrick donde el joven actor Hedges ofrece una impecable caracterización como el sobrino que desea convivir con su tío. En un papel de apoyo se luce ampliamente Michelle Williams quien hacia el final de esta historia en su interlocución con Affleck ofrece una desgarradora a la vez que emotiva escena que repercute sensiblemente en el ánimo del espectador.
Ciertamente, Manchester by the Sea es un drama psicológico de notable dimensión humana y sin duda uno de los grandes filmes de 2016.
NOCTURNAL ANIMALS. Estados Unidos, 2016. Un film escrito y dirigido por Tom Ford
Con la delicadeza y estilo que distinguió a su ópera prima A Single Man (2009), Tom Ford aborda con su segundo film un tema más complicado que no obstante logra transmitirlo con estupenda claridad. Basado en la novela Tony y Susan de Austin Wright, el realizador se aparta un poco de la misma debido a que una lectura literal no podría en este caso adaptarse a la pantalla; eso es así porque dentro del relato global existen tres líneas narrativas que en su traslado al cine era necesario efectuar ciertos cambios a fin de captar íntegramente el espíritu que emana del libro original.
Comenzando por el presente, el guión presenta a Susan Morrow (Amy Adams), una galerista que vive en Los Ángeles, casada en segundas nupcias con un hombre donjuanesco (Armie Hammer), donde se percibe que no existe la armonía adecuada en ese matrimonio. Un buen día, cuando su marido está ausente por un viaje de negocios, ella recibe un paquete conteniendo el manuscrito de “Nocturnal Animals”, una novela inédita escrita por su primer marido Edward Sheffield (Jake Gyllenhaal) a quien hace más de 20 años que no ha visto; en una nota adherida a la encomienda él manifiesta que la contactará cuando esté de paso por algunos días en la ciudad.
Cuando sola y tendida en su cama, Susan comienza a leer el libro que está dedicado a ella, el relato adopta la forma de un film dentro de otro donde el público se va imponiendo lentamente de su contenido. En el mismo se observa a Tony Hastings (también interpretado por Gyllenhaal) quien acompañado de su mujer Laura (Isla Fisher) y de su joven hija (Ellie Bamber) va conduciendo su coche en una desolada carretera de Texas durante las horas nocturnas. Inesperadamente, la familia es acechada y atacada por un trio de facinerosos liderado por Ray (Aaron Taylor-Johnson) con el resultado de que Laura y su hija son secuestradas mientras que Tony logra escapar.
Al suspender momentáneamente la lectura de la novela, Susan no puede reprimir su sentimiento de angustia por la violencia del relato; al propio tiempo comienza a resurgir su pasado cuando estuvo unida al escritor y los motivos por los cuales lo dejó al considerarlo una persona débil e incapaz de llegar a triunfar. Cuando Susan reanuda la lectura del manuscrito, descubre que la esposa e hija de Edward han sido asesinadas; de allí en más el acongojado Tony con la ayuda de Bobby Andes (Michael Shannon), un humano detective, tratarán de localizar a los agresores.
Una vez completada su lectura, Susan así como el público entienden que el alter ego de Edward es Tony así como el de ella es el personaje de Laura. De esa experiencia literaria Susan seguirá reviviendo la relación que mantuvo con su ex marido lo que la obliga a descubrir los errores cometidos, en gran parte debido por la influencia no del todo positiva ejercida en ese entonces por su madre (Laura Linney). Ahora, no puede evitar que múltiples detalles de su vida anterior repercutan emocionalmente al movilizar los cimientos que sirven de apoyo a su aparente perfecta existencia actual.
La actuación de Adams es admirable transmitiendo a través de sus expresiones faciales y miradas la turbulencia e inquietud que anida en su personaje. No menos importante es lo que Gyllenhaal logra en su doble interpretación del personaje real y ficticio, así como la de Shannon como el hombre que no teniendo nada que perder instigará a Tony para que juntos adopten la medida necesaria a fin de que los asesinos no queden impunes de sus crímenes.
Queda como balance una atrapante historia donde el amor se entrelaza con la venganza tanto en la realidad como en la novela, dejando abierta la puerta para una eventual redención.
La dirección y guión de Ford se distingue por la cohesión que logra entre las subtramas del relato global a través de una excelente construcción narrativa, logrando de este modo un film de notable calidad.
RULES DON’T APPLY. Estados Unidos, 2016. Un film de Warren Beatty
Después de una ausencia de 18 años, Warren Beatty vuelve al ruedo como director, y en este caso también como actor, en un film que tiene como telón de fondo a Howard Hughes. Obsesionado por largo tiempo para recrear la vida de este excéntrico multimillonario que gravitó sustancialmente en el Hollywood de las décadas del 40 y 50, lo cierto es que Beatty ofrece una endeble comedia romántica que no llega a trascender.
En un guión que le pertenece, el director ubica la acción a mediados de los años 50 donde en su comienzo se observa a Marla Mabrey (Lily Collins), una joven puritana que llega a la meca del cine desde su hogar natal en Virginia convocada por el magnate productor (Beatty) a fin de realizar una prueba para una eventual actuación. Al llegar a destino es recogida en el aeropuerto por Frank Forbes (Alden Ehrenreich), uno de los choferes del estudio; a pesar de que este joven está unido sentimentalmente con una chica de su infancia (Taissa Farmiga), nada impide que entre él y Marla surja una inmediata atracción. El problema está que de acuerdo a las directivas de Hughes queda prohibido que existan relaciones amorosas entre sus empleados.
Si bien la primera parte resulta interesante y ofrece algunos momentos graciosos, a medida que el relato prosigue, donde la relación entre Marla y Frank es el nudo central del mismo, su interés va desvaneciéndose hasta llegar al punto de volverse monótono. Lo que más resulta extraño es que aunque Hughes permanezca físicamente oculto durante gran parte de la historia, cuando ya aparece en escena, tanto su excentricidad como la perturbación mental que lo aqueja no llega a calar a fondo en el ánimo del espectador; parte de ello es que en ningún momento del relato se explicita cuáles son los impulsos que motivan el extraño comportamiento de este hombre. Si bien las comparaciones no siempre resultan agradables, es imposible dejar de asociar al film The Aviator (2004) de Martin Scorcese quien profundizó con más intensidad en las manías de este lunático y polémico hombre, aunque en otra etapa de su vida.
Tanto Collins y Ehrenreich actúan correctamente aunque no exista una especial química que permita que el romance clandestino que mantienen sus personajes llegue a cobrar emoción; en cuanto a Beatty, a pesar de ser un actor consumado, su personaje no ha sido suficientemente desarrollado como para alcanzar un mayor lucimiento. En papeles de apoyo, no desentonan Alec Baldwin, Martin Sheen, Matthew Broderick, Ed Harris, Annete Bening y Candice Bergen, entre otros.
A su favor, el film se valoriza por la magnífica reproducción de época gracias a los diseños de producción de Jeannine Oppewall, el vestuario de Albert Wolsky y la muy buena fototgrafía de Caleb Deschanel.
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