HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Después del excelente film La Isla Mínima (2014) de Alberto Rodríguez, este realizador retorna con El Hombre de las Mil Caras, demostrando una asombrosa versatilidad en el tratamiento de temas diferentes. Además de una contundente disciplina en lo que narra, el director logra una precisa composición de imágenes y cuenta con un calificado elenco cuyo protagonista Eduard Fernández ofrece una extraordinaria interpretación que le valió obtener el premio al mejor actor en el último festival de San Sebastián.
Este apasionante thriller pasa revista a uno de los mayores escándalos que sacudió a España en la década del 90 y que tuvo como protagonista a Francisco Paesa (Fernández). Se trata de un individuo que sin escrúpulo alguno a través de sus mil caras diferentes (de allí el título del film) fue un verdadero alquimista en el arte del engaño, la traición, la simulación y la estafa.
A través de material de archivo y de clips se llega a saber que en la década del 80 Paesa actuó como un agente secreto del gobierno español operando contra el movimiento vasco de la ETA; el resultado fue que además de no haber sido pagado por sus gestiones estuvo forzado a dejar España para no arriesgar su vida.
Cuando en 1993 retorna empobrecido al país junto con su esposa (Mirela Portas), una gran oportunidad se le presenta inesperadamente. Eso ocurre cuando Paesa es visitado por Luis Roldán (Carlos Santos), ex Director General de la Guardia Civil, y su señora (Marta Etura); el ex funcionario le solicita que lo ayude a blanquear la suma de 1500 millones de pesetas que sustrajo del erario público durante su actuación, pagándole como retribución la suma de un millón de dólares. Paesa no duda en aceptar el ofrecimiento no sólo para poder enriquecerse y solucionar su situación económica sino también para vengarse del gobierno. En cumplimiento de su misión, Paesa -que goza de inmunidad diplomática como embajador de la isla africana de San Tomé en Madrid- logra que en Abril de 1994 Roldán y su esposa huyan a Francia, ocultándolos en un departamento de París donde el gobierno español ignora su paradero.
Los múltiples acontecimientos que de allí en más se van sucediendo en Madrid, París, Ginebra Singapur y Bangkok convierten al relato en una atrapante intriga de espionaje donde se evidencia como este crápula va urdiendo múltiples estrategias tendientes a esquilmar a sus asociados de turno como así también al Estado, llegando incluso a fingir su propia muerte en 1998.
Para contar esta compleja historia que en muchos casos asume el carácter de una densa telaraña, Rodríguez y Rafael Cobos López han concebido un guión basado en el libro Paesa, el espía de las mil caras del periodista Manuel Cerdán quien tuvo oportunidad de entrevistarse con Paesa, cuyos hechos son narrados en la ficción por Jesús Camoes (José Coronado), el piloto amigo del gran manipulador.
Puede que la completa verdad de los acontecimientos resulte difícil de desentrañar; de allí que al comenzar el film se manifieste que “como en todas las historias verdaderas, ésta contiene algunas mentiras”. Dejando a un lado el sonriente cinismo que despierta dicha confesión lo cierto es que el director logró un muy buen film de suspenso, eficientemente montado y sazonado con momentos de buen humor donde la figura de un genial embaucador puede adquirir protagonismo cuando existe por medio una corrupción endémica que mina los valores morales de una sociedad.
MISS SLOANE. Estados Unidos, 2016. Un film de John Maden
La agitada vida de una audaz lobista es lo que enfoca el realizador John Madden en Miss Sloane. Adoptando las características de un thriller político, su contenido ya ha sido tratado en varias oportunidades y por lo tanto no hay nada nuevo en lo expuesto que pueda sorprender.
Elizabeth Sloane (Jessica Chastain) trabaja en una firma consultora de Washington cuyos integrantes se especializan en practicar el lobby para tratar de influir en las decisiones que adoptarán altos funcionarios del gobierno de Estados Unidos.
En el momento en que comienza la acción ella es convocada para testimoniar ante un Comité del Senado encabezado por el congresal Ron Sperling (John Lithgow) donde es cuestionada por haber quebrado reglas éticas en su implicación con un viaje efectuado por un senador a Indonesia. A partir de allí, a través de flashbacks que retrotraen el relato a algunos meses anteriores, se puede observar que los jefes (Sam Waterston, Michael Stuhlbarg) de Elizabeth están empeñados en defender los intereses de la National Rifle Association para que cualquier ciudadano pueda portar armas libremente. Frente a esta situación y en un acto de supuesta conciencia moral, ella resuelve adoptar una actitud completamente opuesta lo que la lleva a dejar el estudio y con casi todo su equipo que la sigue decide trabajar en otra firma más pequeña de lobistas. La misma está a cargo de Rodolfo Schmidt (Mark Strong), un hombre idealista deseoso de que los senadores legislen a favor del control de armas; en tal sentido él encontrará en Miss Sloane una ferviente colaboradora.
Tal como lo anticipa su título, la trama gira en torno de Elizabeth que aunque talentosa y ambiciosa es también una mujer temible que sin escrúpulo alguno trata de obtener lo que se propone sin importar los medios a los que tiene que recurrir. De allí que no resulte extraño que su carismática presencia la convierta en líder del grupo que la rodea. Sin una clara convicción política, lo importante para ella es luchar para ganar una causa sin considerar el contenido de la misma.
El guión de Jonathan Perera también destaca aspectos de su vida personal donde en ausencia de una relación sentimental, su intimidad es únicamente mantenida con Forde (Jake Lacy), un escolta masculino que le presta un satisfactorio servicio sexual a cambio de una buena retribución monetaria. Curiosamente, es en ese vínculo donde la personalidad de Elizabeth emana cierta humanidad.
El relato puede resultar engañoso en la medida que gran parte del mismo está centrado en la ardua lucha librada entre los dos grupos de lobistas con respecto a la portación de armas. Si bien en un principio se puede suponer que el film trata de defender la regulación del control de armas, a medida que avanza la historia se verá que el énfasis es puesto en la despiadada conducta de Elizabeth que muchas veces la obliga a jugar suciamente o incluso traicionar a un aliado si le resulta conveniente.
En otros aspectos, el realizador capta muy bien el modo en que operan los grupos de coerción y la forma en que logran obtener el apoyo de los senadores para aprobar una ley al servicio de los intereses de sus clientes. Al propio tiempo queda reflejado como ese accionar puede llegar a desnaturalizar el sistema democrático al generar un nivel de corrupción que alcanza a las altas esferas oficiales incluyendo al senador Sperling que está juzgando a Elizabeth.
Más allá de que pueda o no agradar el personaje de Miss Sloane, lo cierto es que Chastain infunde todos los matices necesarios para que su caracterización resulte creíble; igualmente es irreprochable el elenco que la secunda, con especial referencia a Gugu Mbatha-Raw asumiendo el rol de una víctima de la violencia armada.
Tal como se manifestó al principio de esta nota lo que aquí se contempla es ampliamente conocido; así, para mencionar un ejemplo basta señalar la excelente teleserie House of Cards reflejando el cinismo, egoísmo y corrupción de los políticos. Con todo, la muy buena actuación de Chastain permite que el film logre captar la atención e interés del espectador.
THINGS TO COME (L’AVENIR). Francia-Alemania, 2016. Un film escrito y dirigido por Mia Hansen-Love
La escritora y realizadora francesa Mia Hansen-Love ofrece en Things To Come un cabal retrato de una mujer de 57 años que a pesar de diferentes experiencias difíciles que le ha tocado vivir, entiende que la vida sigue su curso y en consecuencia deberá a adaptarse a la misma.
A diferencia de otros filmes donde existe un conflicto central que moviliza al relato, Hansen-Love prefiere describir a Nathalie (Isabelle Huppert) a través de una sucesión de escenas bien construidas ofreciendo una clara visión de su personalidad. Como una profesora de filosofía muy intelectual, ella es responsable y buena pedagoga con sus alumnos haciéndoles analizar sobre lo que les está transmitiendo como educadora. Simultáneamente la vemos compartiendo su hogar con su marido Heinz (André Marcon) de similar nivel cultural y con sus dos hijos adultos.
Tratando de compatibilizar su rutina diaria de trabajo con la vida familiar, ella es asimismo moralmente responsable de lo que acontece con Yvette (Edith Scob), su anciana y posesiva madre; aunque debilitada físicamente, sabe cómo manipular a su hija recurriendo a ella en cualquier momento aduciendo ataques de pánico.
Gradualmente la existencia de Nathalie va experimentando un significativo vuelco cuando su madre muere, su esposo después de 25 años de matrimonio, le anuncia que la deja para vivir con otra mujer y simultáneamente sus hijos están dejando el hogar familiar. A todo ello, el editor de sus libros de texto de filosofía le comunica que discontinuará la publicación de los mismos. De repente, ella siente que es un ser que ahora dispone plenamente de su libertad; el dilema está en saber cómo disfrutar de la misma cuando interiormente se atraviesa un momento de crisis existencial.
Relatado en forma sencilla pero precisa, la realizadora aborda varios temas de candente interés. Así, la enfermedad de Edith, su internación en una residencia de ancianos y su posterior deceso, indica cómo nadie puede escapar al irreversible paso del tiempo, que se hace más intenso cuando alguien como Nathalie no se encuentra muy alejada de iniciar la transición hacia la etapa de la tercera edad. No menos importante es considerar la dura experiencia que se vive cuando se produce la ruptura de un matrimonio en un cierto momento de la vida donde no siempre resulta sencillo poder comenzar una nueva relación sentimental.
Si lo que se exhibe podría crear un clima pesimista, el relato lo desmiente. A pesar de todas las inclemencias o contratiempos que la protagonista de esta historia atraviesa, hay en ella un espíritu de fortaleza que la guía a afrontar el futuro con positiva determinación reinventando su existencia. Parte de ello se ilustra en la relación intelectual y amistosa mantenida con Fabian (Roman Kolinka), un joven y muy buen ex alumno de quien ella ha sido su mentora, como así también manteniendo una excelente comunicación con sus hijos y gozando con el nacimiento de su primer nietito en el transcurso de una cena navideña.
Una vez más la magnética actuación de Huppert inyecta plena convicción a una mujer de temple y de notable entereza, capaz de no dejarse vencer frente a las contrariedades que todo ser humano queda expuesto. Sin sobreactuar su interpretación refuerza los valores de este film donde Hansen-Love a pesar de encontrarse en la etapa primaveral de su existencia ha sabido comprender y transmitir delicadamente y sin condescendencia algunos de los vaivenes y sentimientos de gente de mediana edad.
AQUARIUS. Brasil, 2016. Un film escrito y dirigido por Kleer Mendonça Filho
Tras la grata impresión dejada por el director y guionista brasileño Kleer Mendonça Filho con su excelente debut en Au Som au Redor (2012), ahora retorna con Aquarius cuyo tema está centrado en la agresiva especulación del mercado inmobiliario de Recife con algunas referencias sobre las diferencias sociales imperantes en Brasil.
El relato enfoca a Clara (Sonia Braga), una crítica musical jubilada de 65 años de edad proveniente de una acaudalada familia de Recife. Ella vive confortablemente en un antiguo departamento de un edificio de dos pisos denominado “Aquarius”, ubicado en una privilegiada zona y con una espléndida vista al océano; sintiéndose plenamente confortable donde habita, su propósito es el de seguir residiendo allí hasta el final de sus días.
El orden imperante con respecto a Aquarius se ve alterado cuando Diego (Humberto Carrao), un ambicioso e inescrupuloso promotor de una empresa constructora ha adquirido todos los restantes departamentos y solo le resta lograr el de Clara para echar abajo el edificio y construir en su lugar un moderno condominio. Sin embargo, al negarse a aceptar una muy tentadora propuesta de compra, ella creará una confrontación con los intereses de la contraparte y es esa situación la que origina el conflicto dramático del relato que conduce a un sorpresivo desenlace.
Aparte del tópico central, el director efectúa un buen estudio de la personalidad de Clara en sus vínculos de familia, sobre todo con el recuerdo de una tía (Thaia Perez) a quien quiso mucho y que había habitado en ese mismo departamento. Con todo, lo más importante del film es la brillante interpretación de Sonia Braga; la notable intérprete que en el pasado deslumbró al público con Doña Flor y sus dos Maridos (1976) y El Beso de la Mujer Araña (1985), efectúa otra notable interpretación personificando con brío a una mujer de gran empuje y carácter que habiendo quedado marcada por el estigma de un cáncer sufrido durante una importante parte de su vida, es capaz de mantener su dignidad intacta y decidida a marchar hacia adelante a pesar de los obstáculos que se presentan en su camino.
Comments (0)