HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Después del traspié de su malograda comedia Los Amantes Pasajeros, Pedro Almodóvar retorna con Julieta explorando una vez más el alma femenina, un universo que domina ampliamente. Aunque no del todo perfecto, el público puede apreciar un buen melodrama caracterizado por su sobriedad y contención.
Si bien el guión le pertenece, el cineasta manchego se ha basado en tres cuentos breves de la celebrada escritora canadiense y Premio Nóbel de Literatura (2013) Alice Munro (“Chance”, “Soon“, y “Silence“), donde el destino y el silencio cobran vital importancia.
El tema gira en torno a la relación materno-filial, tal como Almodóvar lo abordó en Todo Sobre Mi Madre donde una mujer debe enfrentar su pasado al haber perdido a su hijo en un trágico accidente. En este caso también se asiste a una pérdida maternal pero con características diferentes.
Cuando el relato comienza en la época actual aparece Julieta (Emma Suárez), una mujer de aproximadamente 50 años de semblante melancólico que viviendo en Madrid está a punto de dejar la ciudad para trasladarse a Portugal con Lorenzo (Dario Grandinetti), su pareja. El destino quiere que un día antes de partir inesperadamente se encuentre en la calle con Bea (Michelle Jenner), que años atrás había sido la mejor amiga de su hija Antía (interpretado en distintas etapas de su vida por Priscilla Delgado y Blanca Pares); ella le cuenta que por azar y después de muchos años sin verse en Italia descubrió a Antía con sus 3 hijos donde estaban pasando sus vacaciones. Prontamente el espectador se impone que Julieta no tuvo noticias de su hija durante los últimos 12 años. Frente a esa novedad que la impacta enormemente, Julieta cambia drásticamente sus planes y decide no acompañar a Lorenzo para seguir residiendo en Madrid y alquilar un departamento en el mismo edificio donde ella junto con su hija habían vivido antes de su partida; allí, Julieta comienza a escribir una carta a Antia donde en la misma pasa revista a su vida pasada.
De este modo Almodóvar estructura su relato ubicándolo 30 años atrás donde se sabrá cómo la joven Julieta (ahora interpretada por Adriana Ugarte) conoce en un accidentado viaje en tren a Xoan (Daniel Grao), un pescador que vive en Galicia; después de un íntimo y pasional encuentro mantenido con él, ella queda embarazada y posteriormente aceptará la invitación de Xoan de convivir con él. Tras el nacimiento de Antía, Julieta desempeñándose a gusto como profesora de literatura clásica lleva una vida armoniosa y apacible como devota esposa y entrañable madre. Una serie de acontecimientos posteriores incluye una tragedia que la colmará de pena; la situación se agravará cuando Antía, que ya tiene 18 años, decide buscar refugio en un retiro espiritual de los Pirineos y abandona a su madre sin querer revelarle dónde se encuentra.
Aunque el relato capta la atención del espectador; el mismo no alcanza toda la resonancia emocional que merece debido a que el personaje de Antía está descripto en forma esquemática. No hay ningún indicio a lo largo de la trama que demuestre alguna grieta entre madre e hija durante el período de su infancia y adolescencia; más bien acontece lo contrario. Es así que tanto para Julieta como para el público constituye un enigma saber lo que ha motivado a Antía de haber querido olvidar por completo a su madre. Cuando el misterio finalmente se dilucida, las causas generadas a la distancia entre madre e hija y que nunca habían sido explicitadas no llegan a ser muy convincentes.
A pesar de la objeción precedente, el realizador a través de una sencilla pero eficaz narración permite expresar la angustia, desolación, amargura y un sentimiento de culpa indefinida que abate a Julieta frente a la pérdida virtual de su hija. En tal sentido ha sido muy importante la contribución de Suárez y Ugarte en el papel titular así como el homogéneo elenco que las rodea; entre algunos nombres destacables, además de Grandinetti, se encuentran Inma Cuesta como una escultora amiga de Xoan y la veterana y siempre eficaz Rossy de Palma caracterizando en un rol clave a una excéntrica ama de llaves que recela de Julieta.
El refinado estilo visual del realizador siempre es apreciable contando en este caso con la asistencia de Antxon Gómez en los diseños de producción y Jean-Claude Larrieu en la impecable fotografía. Apropiada es también la música de Alberto Iglesias quien tratando de realzar el esperanzador final de redención de esta historia la acompaña con el tema musical “Si no te vas” de Cuco Sánchez interpretado cálidamente por Chavela Vargas.
Sin que este drama alcance el nivel logrado en La Flor de mi Secreto, Todo sobre mi Madre, Hable con Ella o Volver, la impronta de este Almodóvar maduro abordando el dolor maternal se halla presente y sin duda complacerá a sus fieles seguidores.
FENCES. Estados Unidos, 2016. Un film de Denzel Washington
August Wilson es el autor de Fences que escrita en 1983 obtuvo el Premio Pulitzer y en 1987 fue estrenada en Broadway. En ocasión de su reposición en 2010 fueron Denzel Washington y Viola Davis quienes animaron los papeles centrales mereciendo ambos el premio Tony al mejor actor y a la mejor actriz de ese año. Es ahora, que en su tercera incursión como cineasta Washington eligió esa obra para ser trasladada a la pantalla donde tanto él como Davis cubren los mismos roles representados en el teatro.
Ambientada en la década del 50 en un suburbio de la ciudad de Pittsburgh la pieza refleja el modus vivendi de la comunidad afroamericana de la época. A pesar de que pueden existir algunos atisbos racistas que afectan a esa comunidad, el propósito central de la obra es ilustrar el sentimiento de un hombre que en una etapa madura de su vida no puede ocultar la frustración de lo que no fue y pudo haber sido.
Washington interpreta a Troy Maxson de 53 años de edad, casado hace 18 años con Rose (Davis) y viviendo con su hijo adolescente Cory (Jovan Adepo). Desempeñándose como recolector de residuos, su salario no es significativo aunque de todos modos permite que su familia viva decentemente y no falte comida en su modesta casa. De naturaleza autoritaria y un tanto misógino eso no impide que continuamente demuestre un gran cariño hacia su mujer al cual ella le retribuye; dado su carácter locuaz además de su carismática presencia, de algún modo Troy constituye la figura patriarcal de su hogar. En su mundo se encuentra también su hijo adulto Lyons (Russell Hornsby), producto de un matrimonio anterior, su hermano Gabriel (Mykelti Williamson), mentalmente desequilibrado por una herida recibida en la segunda guerra mundial, y Jim Bono (Stephen Henderson), su bonachón amigo blanco y compañero de trabajo.
Si bien logra ser promovido como conductor del camión de recolección y ser la primera persona negra que logra ese puesto, hay elementos de su vida pasada que hacen de Troy una persona internamente no satisfecha; eso es debido a que en el pasado había sido un importante jugador de béisbol en una liga negra, pero nunca pudo concretar su sueño de formar parte de un equipo mayor debido a la barrera impuesta por el color de su piel. Es en parte por esa razón que se opone tenazmente a que Cory siga una carrera como futbolista por la que el muchacho siente una profunda vocación; eso no excluye que en el fondo Troy experimente cierto celo de que su hijo pudiera lograr lo que él no consiguió.
La marcada desavenencia y tensión entre padre e hijo constituye un elemento conflictivo del relato; con todo, el verdadero nudo dramático se produce cuando sala a relucir una faceta de Troy hasta entonces desconocida que cambia por completo el orden prevaleciente hasta ese momento. De allí en más queda demostrado que no solamente Cory pueda sentirse menoscabado por un padre tiránico sino que también Rose encuentra que en el fondo ella convivió con un hombre que a pesar de amarlo, ha sufrido los coletazos de su ambiguo comportamiento que le impidió materializar sus propios sueños.
Washington logró transmitir al film la fuerza expresiva del sólido texto a pesar de haber tenido que lidiar con un guión que no puede disimular su origen teatral. Pero lo que más trasciende de esta película son las extraordinarias interpretaciones del realizador y de Davis. Aunque el actor ya había demostrado ser un intérprete de raza, este film es sin duda su carta de triunfo caracterizando a un hombre descontento y malogrado que en última instancia ha sido el artífice de su propio destino; a su lado, la actuación de Davis es nada menos que descollante en un rol profundamente conmovedor que alcanza su climax en una desgarradora a la vez que memorable escena cuando después de haberse sentido reprimida en gran parte de su vida consigue finalmente confrontar a su volátil esposo.
Dicho lo que antecede, Fences satisfará plenamente al público selectivo.
LE FILS DE JEAN. Francia-Canadá, 2016. Un film de Pierre Lioret
Libremente adaptado de la novela de Jean-Paul Dubois Si ce libre me rapprochait de toi, el realizador francés Philippe Lioret enfoca el tema de la identidad ya considerado por el cine en otras ocasiones. En este caso, a pesar de un guión un tanto desigual el relato mantiene interés por la intriga generada permitiendo que el espectador siga atentamente su desarrollo.
La historia enfoca a Mathieu (Pierre Deladonchamps), de 33 años de edad que creció en Francia junto con su madre ya desaparecida pero que nunca llegó a conocer ni saber quién fue su padre. El film comienza con un llamado que en París Mathieu recibe de Montreal donde se le comunica que Jean, su desconocido progenitor canadiense acaba de morir. Dispuesto a asistir a sus funerales, viaja de inmediato a Canadá. En el aeropuerto es recibido por Pierre (Gabriel Arcand), un médico de Quebec que fue gran amigo de Jean, que le pide al recién llegado que no revele su filiación a sus dos hermanastros Sam (Pierre-Yves Cardinal) y Ben (Patrick Hivon). Debido a que su padre murió ahogado en el lago y el cuerpo de Jean aún no ha sido localizado, la trama sigue los pasos del joven tratando de mantener una aproximación con sus hermanastros, aunque ocultando su identidad, tal como se lo pidió Pierre; simplemente se limita a decirles que fue amigo del desaparecido y que se encuentra allí para tratar de ayudar a encontrar el cadáver.
Este es el típico film donde avanzar más en detalles sería demasiado indiscreto para quienes deseen verlo. No obstante, puede anticiparse que la curiosidad radica en saber quién ha sido Jean, porqué en vida nunca trató de ubicar a su hijo, la razón por la que sus hermanastros ignoran la existencia de Mathieu y que a su vez él no pueda revelar quién verdaderamente es; a todo eso, no menos importante es conocer cuál ha sido el papel que durante todo ese lapso jugó Pierre.
Aunque todos los interrogantes planteados tendrán su explicación, los secretos de familia muy bien guardados resultan un tanto discutibles. Lo que valoriza al film es que las explicaciones dadas no se materializan en palabras; así, la identidad de Mathieu y la relación existente con su padre biológico quedan expresadas en gestos sutiles que en última instancia es lo que el cinéfilo aprecia y agradece al realizador.
Como es habitual queda resaltada la óptima interpretación del veterano actor quebequense Arcand; igualmente es muy convincente Deladonchamps en el rol protagónico así como el resto del reparto incluyendo a Cardinal, Hivon, Marie-Thérèse Fortin como la cálida mujer de Pierre y Catherine de Léan animando a la hija del médico que mantiene una comunicación especial con Mathieu.
En esencia, Le fils de Jean es un delicado drama psicológico intimista sobre la búsqueda de un padre desconocido que destila gran humanidad y que merece ser visto.
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