HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Si bien se han visto numerosos filmes abordando la desintegración de un vínculo conyugal con la carga de resentimiento y movilización emocional que tal experiencia conlleva, L’économie du couple se distingue porque aporta un elemento adicional al considerar el aspecto vinculado con la partición de bienes gananciales al momento de la separación.
El realizador belga Joachin Laffose que es también autor del guión y de los diálogos junto con Fanny Burdino y Mazarine Pingeot, ubica la acción en Bruselas presentando a Marie (Bérénice Bejo) y Boris (Cédric Kahn); ellos convivieron durante 15 años y formaron una familia con dos niñas gemelas, Jade y Margaux (Jade y Margaux Soentjens). Cuando el relato comienza se comprueba que esa unión ya no existe y si bien Boris desearía que la relación continuase, Marie firmemente se opone a ello.
A pesar de la ruptura la ex pareja está obligada a compartir la confortable casa comprada en el pasado a las que a través de los años Boris, que es arquitecto, ha efectuado mejoras para mantenerla en buen estado. Esa forzada convivencia física se debe a que él rehúsa dejar la vivienda porque al no tener un empleo fijo y en la medida que financieramente ha dependido de su mujer, la principal proveedora de dinero de ese hogar, no está en condiciones de afrontar el arriendo de un piso donde habitar.
A diferencia de otros filmes donde la custodia de los hijos constituye el nudo conflictivo de una desunión marital, la tirantez surge aquí por razones fundamentalmente económicas. Así, Boris está en desacuerdo con el valor que Marie adjudicó a la propiedad para su venta a fin de distribuir el valor de la misma; ella solamente consideró su precio de compra inicial y no el actual del mercado teniendo en cuenta que los trabajos realizados por Boris para mejorarla contribuyeron a que su valor sea sustancialmente más elevado.
El film es valioso en la buena descripción de detalles cotidianos dentro del contexto de una coexistencia diaria de dos personas desunidas. La tristeza que implica la ruptura de una pareja está muy bien reflejada en las dos pequeñas niñas que de algún modo se encuentran perturbadas contemplando las rencillas, velados insultos y humillaciones de sus padres.
A fin de atenuar el clima de tensión reinante, Lafosse ilustra una escena muy emotiva donde papá, mamá y las nenas bailan animadamente en conjunto dando la ilusoria idea de que la unidad familiar podría recomponerse. Otros detalles demuestran cómo la madre de Marie (Marthe Keller), teniendo en cuenta que su yerno sigue amando a su hija, trata en lo posible de lograr la reconciliación de la pareja
Lafosse no suministra detalles por el cual se ha producido la separación como tampoco juzga a sus personajes. Lo importante es que el film a pesar de su pesimismo no deja entrever que se esté contemplando una tragedia; a pesar de todo, se aprecia un viso de ternura que anima a sus personajes y la posibilidad de que su final abierto pudiese dejar una luz de esperanza.
Ciertamente esta película ofrece más de una lectura y cualquiera sea la que escoja el espectador lo cierto es que tanto Bejo como Kahn ofrecen estupendas interpretaciones que permiten que uno pueda captar el estado emocional que atraviesan Marie y Boris sin que implique la necesidad de justificar sus conductas. En esencia, el realizador ha logrado un muy buen drama conyugal que muestra cuáles son los lazos que unen a dos seres una vez que el amor se ha desvanecido.
LA FILLE DE BREST / 150 MILLIGRAMS (Francia, 2016). Un film de Emmanuelle Bercot
Después de haber presentado en 2015 su último film La Tête Haute, la actriz Emmanuelle Bercot vuelve a ubicarse detrás de la cámara para ofrecer un film social basado en un evento real donde una decidida y abnegada doctora escandalizó a Francia con sus revelaciones
Tomando como referencia el libro Médiator 150mg, combien de morts? de la eminente neumóloga Irène Franchon, el film sigue las peripecias vividas por esta especialista a través de la interpretación de la actriz danesa Sidse Babett Knudsen. Adaptado para la pantalla por Séverine Bosschem y Bercot, el film constituye una profunda crónica de un acontecimiento que si bien tuvo amplia difusión en el país galo merece ser conocido por una audiencia no francesa.
Sin que en principio la figura de Franchon (Knudsen) pudiera resultar particularmente llamativa, el drama de este documento se produce cuando en el hospital donde esta doctora trabaja, a través de sus investigaciones llega a determinar que la droga Mediator, un medicamento para diabéticos con peso excedido que ha sido producido por un prestigioso laboratorio y aprobado por el gobierno, ha causado la muerte de 500 personas por daños a las válvulas cardíacas. Frente a este descubrimiento, con una tenacidad a toda prueba ella se propone impedir que se siga fabricando esa droga farmacológica que implica un riesgo fatal para la gente a la cual está destinada. En todo este proceso, debe persuadir a sus colegas para que la apoyen en su gestión donde Antoine Le Bihan (Benoît Magimel), uno de los mismos, le presta una significativa ayuda tratando de respaldar su teoría.
Toda la lucha entablada por Franchon para probar su punto de vista enfrentando al tremendo villano encarnado por la industria farmacéutica tendrá repercusión en su vida personal; sin embargo, esa descomunal fuerza que surge de su interior para que se haga justicia y evitar nuevas víctimas prevalecerá contra cualquier adversidad. El resultado final es haber transmitido esa singular experiencia en la publicación del libro mencionado.
Si bien la forma de narrar es más bien estática, donde la dirección no alcanza a distinguirse, tal como se aprecia, el film parecería más destinado a la televisión. Con todo, el interés del tema y la notable actuación de Knudsen que prácticamente está presente en todo el metraje es lo que potencia a esta producción, La actriz permite que su heroína capte la simpatía del público al identificarse con la inconmensurable pasión volcada para lograr su propósito a pesar de sentirse acorralada o basureada por quienes intentan detener su accionar.
AFTERIMAGE. Polonia, 2016. Un film de Andrzej Wajda
En su póstumo trabajo el gran realizador polaco Andrzej Wajda, fallecido en octubre de 2016 a los 90 años, rinde homenaje a Wladiyslaw Strzeminski, uno de los más importantes pintores vanguardistas europeos del siglo pasado. Al hacerlo, este cineasta que dedicó considerable parte de su valiosa filmografía a denunciar las aberraciones que sufrió su país durante el comunismo, nuevamente efectúa una severa crítica a un régimen que socavó las libertades individuales en el este de Europa.
Boguslaw Linda anima a Strzeminski quien nacido en 1893 en Minsk y educado en San Petersburgo, durante la Primera Guerra quedó severamente herido sufriendo la pérdida de un brazo y una pierna. Habiéndose desplazado en 1923 a Polonia donde fijó su residencia, su limitación física no le impidió convertirse en un virtuoso pintor abstracto; él ha sido uno de los precursores del grupo de artistas del constructivismo además de haberse destacado como catedrático y conferencista en la renombrada escuela de artes plásticas de Lodz que contribuyó a fundar.
Wajda, valiéndose del guión de Andrzej Mularczyk se centra en los últimos años de vida de Strzeminski, ilustrando cómo el arte abstracto se enfrenta con la ortodoxia de Stalin cuando el artista es severamente criticado por las autoridades oficiales porque sus creaciones artísticas contradicen los principios del realismo soviético. En el contexto de ese clima hostil Strzeminski abiertamente desafía al estanilismo al no ceder a las demandas del partido comunista y en consecuencia comienza a ser marginado. La primera medida adoptada por el gobierno es despedirlo de su puesto de profesor en la escuela de Lodz donde es muy querido por sus alumnos y de allí en más se contempla cómo gradualmente el artista queda sumido en la pobreza, hambre y decadencia física debido a su frágil salud, muriendo en 1952.
Al margen del foco central, el relato epidérmicamente se refiere al distanciamiento que el pintor mantuvo con su ex esposa -la escultora Katarzyna Kobro que nunca aparece en pantalla-, así como a la relación mantenida con Nika (Bronislawa Zamachowska), su precoz hija adolescente.
Aunque Afterimage no pueda igualarse a las grandes obras maestras de Wajda, de todos modos el film es importante al retratar acertadamente el drama de los artistas de esa época dentro del contexto de un relato que nunca llega a desbordar sentimentalmente. De este modo, el gran maestro se despide con este noble film que se destaca por su buen manejo de cámara, magnífica fotografía y por la excelente participación de Boguslaw Linda transmitiendo con gran intensidad al emblemático pintor que jamás cedió su libertad de expresión.
PERSONAL SHOPPER. Francia, 2016. Un film escrito y dirigido por Olivier Assayas
Olivier Assayas, uno de los más importantes directores del cine europeo, llega a desconcertar con Personal Shopper. A pesar de la muy buena actuación protagónica de Kristen Stewart, su desempeño no puede compensar las debilidades de una trama carente de la vitalidad necesaria para que la misma trascienda.
El argumento gira en torno de Maureen (Stewart) una americana de 27 años viviendo en Francia donde se desempeña como la compradora personal de ropas y joyas para Kyra (Nora von Waldstätten), una celebridad en el campo de la moda y dueña de una personalidad narcisista y caprichosa.
En su vida personal la joven vive el trauma de haber perdido recientemente a Lewis, su hermano gemelo muerto de un ataque cardíaco; como ella también sufre del corazón, antes que él falleciera y teniendo en cuenta que ambos eran médiums, ambos habían acordado de que quien muriese primero enviaría al que sobreviviera una señal desde el más allá. Es así que cuando Maureen repentinamente comienza a recibir extraños mensajes en su celular sin saber exactamente quién es la persona que llama, ella piensa que el espíritu de su hermano desea contactarla. Gran parte del metraje ilustra los esfuerzos que ella realiza para comunicarse telefónicamente con el espíritu de Lewis y seguir las instrucciones que él le imparta.
Al abordar el delicado tema del espiritismo el film se refiere incidentalmente al célebre escritor Victor Hugo (Benjamin Biolay) que fue uno de sus practicantes. Sin embargo, en su intento de reproducir fenómenos paranormales Assayas crea una serie de intrigas confusas e infructíferas. así, las irrupciones sobrenaturales de este relato no llegan a inquietar ni a crear el suspenso necesario debido a un tratamiento decididamente irrealista y efectista.
Con serios altibajos del guión esta historia de fantasmas se torna monótona impidiendo a que se pueda empatizar con la misma. Finalmente, un desenlace absurdamente ridículo motiva a que este film decepcione.
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