Lenín Moreno rompe con su vicepresidente al retirarle todas las funciones
Lenín Moreno rompe con su vicepresidente al retirarle todas las funciones
Lo que hasta ahora eran gestos, mensajes en redes sociales y frases más o menos sueltas se ha convertido ya en un divorcio en el Gobierno de Ecuador. El presidente del país, Lenín Moreno, retiró este jueves de todas sus funciones al vicepresidente, Jorge Glas, tras dos días de tensión máxima entre los partidarios de la línea dura de Alianza PAIS que lideraba Rafael Correa y los seguidores del tono dialogante y conciliador de Moreno.
Pero desde el miércoles ambos miembros de la autodenominada Revolución Ciudadana avanzaban explícitamente por separado y buscando apoyos en el camino. Glas cuenta, desde el inicio, con el respaldo de Correa que ha azuzado a sus más cercanos excolaboradores a reaccionar ante los desplantes de Moreno a su gestión. Uno de ellos fue el número dos de su Gobierno.
El vicepresidente había emitido ese día un comunicado donde desvelaba por primera vez sin tapujos su descontento con la gestión de Lenín Moreno y donde se desmarcaba de la nueva línea del Gobierno, conciliadora y cercana a la oposición. Al mismo tiempo, los avances en la investigación de Odebrecht han ido rodeando a la figura del vicepresidente, sin que hasta ahora se haya desvelado una prueba irrefutable de su participación en la trama. Y él siempre ha negado cualquier implicación en tramas corruptas. Pero el último indicio en su contra catapultó la ruptura en las máximas instancias del Gobierno.
Fue un audio, revelado por el diario brasileño O’Globo, en el que se escucha al excontralor ecuatoriano, Carlos Pólit –resguardado de la investigación tras marcharse a EE UU–, reconocer que recibía sobornos en efectivo de la constructora brasileña. Durante la conversación con el gerente de la empresa en Ecuador salta el nombre del vicepresidente Jorge Glas. “Me ha pedido plata para todos los contratos. Pedía, pedía”, comenta el delator José Conceiçao do Santos, respondiendo además que es el tío de Glas Ricardo Rivera el que le transmite esa petición. El fiscal general de Ecuador, Carlos Baca Mancheno, le ha quitado, de momento, hierro al asunto y lo ha calificado de indicio pero no como prueba contundente contra el alto funcionario. La filtración coincide en ser el mismo audio que un perito judicial había tratado de manipular durante la instrucción fiscal en el país.
Todo derivó entonces en una intensa jornada con grandes provocaciones. El presidente Moreno declaró que, pese a tener una opinión personal formada sobre el asunto, no la compartiría para no influir en el proceso judicial. Ni apoyaría ni cuestionaría públicamente a Glas. Y esa indiferencia provocó la reacción de Glas. Destapó su fidelidad a Correa y criticó directamente al presidente en un comunicado público, forzando una ruptura que, en realidad, los ecuatorianos ya sospechaban.
Arremetió contra su líder asegurando que “se está orquestando el retorno del viejo país a través del reparto, del tongo. Se construye un escenario propicio para la corrupción institucionalizada”, en referencia a los pactos de Moreno con miembros de la oposición. “Sé a lo que me enfrento por denunciar de manera frontal lo que está pasando y la posible aplicación de un paquetazo”, escribió en referencia a las medidas drásticas de ajuste que, según Correa, prepara el Ejecutivo para septiembre, tras anunciar la semana pasada el presupuesto para el resto del año y reconocer que la herencia de deuda recibida era insostenible.
Moreno, sereno pero firme, sin cancelar su agenda para el día, esperó a la noche para responder al comunicado de Glas. En un vídeo de tres minutos, invitó con el mismo tono calmo e inalterable a sus militantes a la unidad y al diálogo: “Este debe ser un momento de profunda reflexión política de toda la militancia, sin caer en la provocación ni en el juego de la ruptura, la complicidad y peor el encubrimiento. Siempre sí, a la diversidad de opiniones, siempre sí al afecto y hermandad entre nosotros. Revolucionar la Revolución debe ser siempre el propósito permanente”. Y aunque dejó en el aire su relación con Glas, el suspense solo duró unas horas. Al día siguiente, ya preparaba el decreto para anularle como vicepresidente.



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