HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
El esfuerzo de un padre por mantener la custodia de su hijo es el tema de Menashe, un conmovedor drama de Joshua Z. Weinstein ambientado en la populosa comunidad judía ultra ortodoxa de Brooklyn.
La historia se centra en Menashe (Menashe Lustig), un integrante de la comunidad mencionada que hace un año perdió a su mujer y es padre de Reiven (Ruben Noborski), un menor de 10 años a quien mucho quiere. Este humilde individuo que trabaja en un almacén de comestibles de la zona percibiendo un magro salario no tiene intención alguna de volver unir su vida con otra mujer y lo que más desea es que el niño siga viviendo con él; sin embargo hay un importante obstáculo que lo impide. Según las reglas estrictas de la comunidad ultra religiosa que sigue los preceptos de la Torah (ley judía), es necesario que vuelva a casarse para que de este modo pueda procrear más hijos, el niño cuente con un padre y una madre y además pueda seguir permaneciendo en la escuela religiosa a la que asiste. Mientras tanto, el menor reside en la casa de la familia de su cuñado Eizik (Yoel Weisshaus), donde los encuentros entre Menashe y aquél distan de ser amigables debido a las discusiones que surgen por la tenencia de Reiven.
Frente a la situación planteada, el rabino de la sinagoga (Meyer Schwartz) que constituye la autoridad religiosa, dictamina una solución transitoria; la misma permite que el viudo y su hijo convivan por una semana con el compromiso de que durante ese lapso el hombre cambie de idea y acepte contraer matrimonio -obviamente arreglado-; de este modo, podrá recobrar la custodia definitiva de Reiven.
Contando con un elenco donde la mayoría de sus miembros no son profesionales y pertenecen a la congregación, el director logra un clima de admirable autenticidad; en tal sentido, gran parte del mérito se debe a la participación protagónica de Lustig quien realmente es un judío jasídico y su personaje está lejanamente basado en su propia experiencia. Otro aspecto importante es que a través del conflicto planteado, Weinstein obtiene el mejor partido para describir el modo de vida, costumbres y cultura de un mundo sumergido totalmente en la práctica religiosa con normas establecidas imposibles de ser alteradas; dada esa stiuación Menashe debe decidir si acata las reglas ancestrales establecidas por la sinagoga ultra ortodoxa a la que pertenece o la abandona. En el cuadro expuesto, el director no juzga ni critica la conducta de sus personajes ni tampoco tiene como objetivo mostrar o explicar cómo es compatible la convivencia de esta comunidad regida por sus propios principios con el resto de la población neoyorkina.
Weinstein logró un film muy bien narrado e investido de gran humanidad que permite al espectador involucrarse plenamente en el mismo; así, en forma sencilla y con auténtica emoción -especialmente en el lazo afectivo que une a Menashe con Reiven-, el cineasta consigue captar la total adhesión de la audiencia. Para concluir cabe aclarar que el film es hablado en idish, idioma exclusivo utilizado por los integrantes de esta congregación, con la sola excepción de escasos diálogos en inglés y en español.
THE LITTLE HOURS. Canadá-Estados Unidos, 2017. Un film escrito y dirigido por Jeff Baena
Para ésta, su tercera película, el director y guionista Jeff Baena se inspiró en algunas de las historias que conforman El Decamerón del gran escritor y humanista italiano Giovanni Boccaccio (1313-1375), Esta obra escrita en 1353 está configurada por breves relatos en donde su autor aborda, entre otros temas, el del amor adoptando con ingeniosidad un tono erótico mezclado con desmesurada jocosidad. Eso es lo que se puede apreciar en The Little Hours, una comedia medieval donde excéntricas monjas tienen dificultad en poder mantener su voto de castidad.
La acción transcurre 1347 en un convento de Italia dirigido por el padre Tommasso (John C. Reilly) y la madre superiora Marea (Molly Shannon). Al comenzar el relato se sale al encuentro de Alessandra (Alison Brie), Fernanda (Aubrey Plaza) y Ginevra (Kate Micucci), tres atípicas jóvenes religiosas que allí habitan y quienes no están imbuidas de una profunda fe como para vivir enclaustradas; así lo demuestra Alessandra quien aguarda que su padre (Paul Reiser) la ayude para que pueda casarse.
La historia cobra impulso cuando Masseto (Dave Franco), un sirviente que trabaja en un castillo cercano, es pescado in fraganti por su patrón Dave (Nick Offerman) en momentos en que le hace el amor a su mujer (Lauren Weedman), una dama completamente insatisfecha en su matrimonio. Escapándose precipitadamente logra refugiarse en el convento donde el padre Tommasso, conmiserándose de él, le ofrece trabajo como jardinero; para ello le impone la condición de simular ser sordomudo y de mantener el menor contacto posible con las personas que residen en el claustro.
De lo antedicho no resulta sorprendente comprobar que la presencia varonil de Massetto incentivará las emociones reprimidas de las monjas que sintiéndose atraídas hacia él terminarán seduciéndolo sexualmente e incluso lo inducirán a participar en un ménage a trois. La comedia alcanza ribetes de farsa cuando se aprecia que algunas de estas hermanas están involucradas en magia negra y no son reacias a las drogas. A todo ello, y para complicar aún más la situación, llega de visita un obispo (Fred Armisen) que escandalizado por lo que ocurre en el convento condena a las religiosas pecadoras.
Queda claro que el film de ningún modo pretende brindar mensaje alguno ni tampoco intenta criticar el comportamiento de los moradores de la Iglesia; el único propósito es el de divertir amenamente y en tal sentido logra su cometido.
Con un muy eficaz elenco y la ágil realización de Baena que sabe cómo obtener momentos decididamente hilarantes, el público asiste a un refrescante divertimento lunático donde queda reflejado el perspicaz humor que Boccaccio supo imprimir a sus célebres cuentos.
THE TRIP TO SPAIN. Gran Bretaña, 2017. Un film escrito y dirigido por Michael Winterbottom.
Después del paseo ofrecido por Gran Bretaña en The Trip (2010) y por la bella Italia en The Trip to Italy (2014), el trío integrado por el realizador Michael Winterbottom, el actor Steve Coogan y el humorista Rob Brydon retornan para transitar esta vez por España. Como en los dos filmes precedentes, Coogan y Brydon se personifican así mismos donde a veces se entremezcla la ficción con la realidad.
En este tercer relato, condensado de una de las seis partes de la serie televisiva británica, Coogan invita a Brydon para efectuar una peregrinación turística en la península ibérica y al propio tiempo descubrir su riqueza culinaria que le servirá para reportar al The New York Times. Brydon acepta la propuesta porque también le permitirá hacer lo propio para el renombrado diario britlánico The Observer.
Como en los filmes anteriores, gran parte del presente segmento consiste en recorrer en el coche de Coogan, Santander (la capital de Cantabria), el municipio de Cuenca, la región autónoma de La Rioja, y las ciudades de Almería y Málaga. En cada uno de dichos lugares, se hace un alto para recorrer sus calles, alternar con la gente y fundamentalmente visitar sus restaurantes a fin de degustar los platos ofrecidos. Acompañados de selectos vinos para cada ocasión, los dos amigos saborean, entre otros tentadores platos, riquísimos mariscos a la plancha, sabrosas anchoas y sardinas, deliciosos choricillos, langostinos cocinados con especiales salsas de hierbas y pimientos asados en la parrilla; esas escenas se alternan con algunas pinceladas mostrando a los cocineros ocupados en la preparación de los exquisitos manjares.
Nuevamente aquí se repite el esquema de los relatos anteriores donde a la hora de comer, estos comensales dan rienda suelta a conversaciones improvisadas; comportándose como simpáticos bufones, cada uno tratará de superar al otro imitando a personalidades del mundo artístico incluyendo entre otros a Marlon Brando, Michael Caine, Sean Connery, Anthony Hopkins, Woody Allen y fundamentalmente Mick Jagger y Roger Moore.
Simultáneamente esa rivalidad dialéctica se manifiesta al abordar el tema de los logros profesionales. Así Loogan repite hasta el cansancio de que obtuvo dos nominaciones a los premios Oscar como guionista y productor del film Philomena (2013), en tanto que Brydon se ufana recordando que el famoso cantante y compositor David Bowie -ya desaparecido- se había referido a su persona al haberlo elogiado como buen comediante en el transcurso de un programa radial.
Cuando el humor cede paso a aspectos más serios, tanto Coogan como Brydon, ambos ya cincuentones, no pueden abstraerse de cavilar sobre el pasaje del tiempo donde los años no pasan en vano y obviamente el horizonte de vida resulta más limitado que cuando se es más joven. Coogan, con su carrera en declive, experimenta una manifiesta frustración porque el estudio de cine encargado de aprobarle un guión que recién terminó contrató a un joven libretista especializado para que lo revisara y puliera. Por su parte, Brydon con dos niños pequeños no olvida la edad tardía en que se convirtió en padre de familia.
Aunque Winterbottom es el autor del guión, aquí nuevamente se percibe claramente que el film se sostiene por los espontáneos y fluidos diálogos que los dos actores mantienen a lo largo del relato donde no faltan los momentos graciosos en que ambos se burlan amablemente de sí mismos y de terceros.
La película es ciertamente agradable aunque comienza a evidenciarse los rendimientos decrecientes de la serie. No hay duda que apreciar panoramas turísticos y cocinas diferentes resulta grato pero también es importante tener en cuenta la necesidad de innovar y no seguir ciñéndose a las imitaciones que persisten más allá de lo necesario y en donde no siempre se llega a identificar a los artistas referidos. Por ejemplo, en una escena en que la lluvia se hace presente; Coogan deja caer el nombre de Rex Harrison; ¿podrá el público corriente asociar al actor que protagonizó la comedia musical My Fair Lady (1964) donde una de sus bellas canciones es The Rain in Spain?
Dejando aparte la observación formulada y además de un final absurdo, queda como balance un viaje atractivo agraciado por la presencia de dos dotados comediantes y teniendo como música de fondo el hermoso tema de Michel Legrand “The Windmills of Your Mind” que compuso para la película The Thomas Crown Affair (1968).. Solo resta aguardar que si el cuarto capítulo de la serie llega a la gran pantalla, resulte en una aventura turística que ofrezca matices que lo distingan de la fórmula conocida a fin de no perder la originalidad inicial.
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