HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Habiendo logrado unánimes elogios de la crítica como excelente guionista en Sicario (2015) y Hell or High Water (2016), Taylor Sheridan aborda por primera vez la dirección cinematográfica en Wind River donde también es el autor del libreto.
Adentrándose en la elucidación de un crimen, Sheridan demuestra notable madurez como director en este film que, aunque no perfecto, adquiere un vigoroso dramatismo en su planteo y resolución a la vez que ilustra algunos rasgos culturales no muy conocidos del corazón de Estados Unidos.
El relato se desarrolla durante un invierno gélido en la reserva india de Wind River ubicada en Wyoming. Recorriendo los senderos de esa región montañosa, Cory Lambert (Jeremy Renner), un oficial encargado de eliminar a los animales depredadores de la zona, encuentra el cadáver cubierto de nieve de Natalie (Kelsey Asbille) una joven autóctona de 18 años de la reserva. Una vez que las autoridades locales se imponen de la situación, se realiza una autopsia del cuerpo de la occisa por la cual se concluye que la chica había sido violada y que su muerte se produjo al haber quedado abandonada a la intemperie con una glacial temperatura ambiental. Cuando se cree que ella pudo haber sido asesinada, el FBI toma cartas en el asunto; así llega a Wind River la agente Jane Banner (Elizabeth Olsen), quien sin mucha experiencia en estas lides solicita la ayuda de Cory para la investigación del lamentable suceso. Frente a estas circunstancias, este hombre decide colaborar con Jane; en parte eso es debido a que tres años atrás, él perdió a su querida hija adolescente -que había sido amiga de Nathalie- en condiciones similares, hecho por el que ha quedado traumatizado y fue uno de los factores que condujo a la ruptura de su vínculo conyugal.
Se obviará mencionar los diversos pasos que adopta la investigación para localizar a la persona responsable de la violación. Además de crear una satisfactoria intriga, el relato ofrece una satisfactoria descripción de la vida en esa reserva cuyos habitantes viven alienados sin recibir suficiente apoyo de las autoridades oficiales y en donde la gente joven sin ningún horizonte o perspectiva de un porvenir alentador se sumerge en el alcohol y las drogas.
Si bien éste es un film de calidad, no logra un nivel de excelencia debido a que en su última parte incluye innecesarias escenas de violencia que se producen en un enfrentamiento entre personajes no muy conocidos. Con todo, queda como resultado un eficiente thriller que en última instancia se convierte en una historia de venganza muy bien construida y narrada en forma fluida. La muy convincente interpretación de Renner y la buena fotografía de Ben Richardson captando el desolado panorama invernal contribuyen a valorizar el trabajo del novel realizador.
6 DAYS. Nueva Zelandia-Gran Bretaña, 2016. Un film de Toa Fraser
El realizador británico Toa Fraser recrea en 6 Días la toma de 26 rehenes realizada por un grupo terrorista en la embajada iraní de Gran Bretaña ubicada en Londres desde el 30 de abril hasta el 5 de mayo de 1980.
La invasión perpetrada por 6 fanáticos indIviduos pertenecientes a un movimiento iraní separatista –”Frente Revolucionario Democrático para la Liberación de Arabistan”- liderados por Salim (Ben Turner), tenía como propósito conseguir que el gobierno de Irán liberase a 91 prisioneros políticos árabes. El director valiéndose del guión de Glenn Standring describe desde el primero hasta el sexto día el desarrollo de los acontecimientos que se venían sucediendo donde los terroristas amenazaron con ir ejecutando a los rehenes si no se satisfacía lo que ellos demandaban.
En la narración de las sucesivas jornadas de este cautiverio el relato se centra en tres protagonistas. El más importante es Max Vernon (Mark Strong), un comisario inspector de la policía metropolitana de Londres que se desvela tratando de negociar telefónicamente con Salim una salida no violenta al conflicto; lamentablemente él no llegará a concretar su propósito. El otro personaje destacable es Kate Addie (Abbie Cornish), una periodista de la BBC que informa a la población sobre lo que está ocurriendo. Finalmente se encuentra Rusty Firmin (Jamie Bell), quien como responsable de liderar el Special Air Services (Servicio Aéreo Especial) de Gran Bretaña, aguarda instrucciones para tomar por asalto el edificio de la embajada en el caso que no se llegara a un acuerdo pacífico con los secuestradores, como finamente así ocurrió.
Tal como está presentado el film es meramente informativo y en ese aspecto reside su debilidad al no ofrecer elementos adicionales que pudieran distinguirlo. Así, el relato no brinda los antecedentes justificativos sobre el descontento de los terroristas que motivó su conducta violenta. Tampoco queda claro vislumbrar de qué manera Gran Bretaña podría haber persuadido a las autoridades iraníes para satisfacer la voluntad del grupo armado. Otro aspecto importante es que la mayor parte del relato se concentra en la negociación realizada por Vernon sin que se aprecie lo que en esos momentos acontecía en las altas esferas del gobierno británico; en tal sentido solamente en las últimas escenas se oye la voz de la Primer Ministro Margaret Thatcher quien no está dispuesta a ceder a los requerimientos del grupo armado.
Por lo que antecede, este docudrama sólo se limita a relatar epidérmicamente los dramáticos acontecimientos sin explorar con cierto nivel de profundidad el contexto geopolítico de la época; eso es muy importante si se tiene en cuenta que en esos aciagos días continuaba el grave conflicto de los 46 diplomáticos y ciudadanos americanos tomados como rehenes en la embajada estadounidense de Teherán.
Teniendo en cuenta las objeciones señaladas, a diferencia de lo que Steven Spielberg brindó excelentemente en Munich (2005) y Ben Affleck en Argo (2012) sobre temas similares, este film se deja ver pero sin trascender al no agregar algo nuevo a lo ya conocido.
THE GLASS CASTLE. Estados Unidos, 2017. Un film de Destin Daniel Cretton
Esta película de Destin Daniel Cretton está basada en el libro homónimo de la escritora Jeannette Walls, que desde su publicación en 2005 logró gran popularidad y fue traducido a numerosos idiomas. Adaptado para el cine por el realizador y Andrew Lanham, The Glass Castle impresiona por la franqueza de una mujer que, sin resquemor alguno, a modo de catarsis desnuda sus demonios interiores revelando las vivencias que atravesó durante su infancia y adolescencia en el seno de una familia disfuncional.
El relato estructurado entre el presente y el pasado comienza en Nueva York en 1989 donde la columnista Jeannette (Brie Larson) que trabaja para el New York Magazine se encuentra con su novio (Max Greenfield) compartiendo una cena con amigos en un restaurante de Manhattan. De inmediato, la acción retrocede a la época en que la pequeña Jeannette viviendo con su excéntrico padre Rex (Woody Harrelson), su madre Rose Mary (NaomiWatts) que ama la pintura y sus dos hermanas y hermano, está hirviendo unas salchichas; inesperadamente, un atroz fuego surge de la hornalla cubriendo su ropa y aunque afortunadamente es rescatada de inmediato por Rose Mary, las quemaduras sufridas en su cuerpo le dejan cicatrices permanentes.
De allí en más la historia cubre el continuo traslado de la familia de un sitio a otro del país pasando por los estados de Arizona, California, Nevada y West Virginia, debido a que Rex pierde su trabajo en forma continuada y habiéndose endeudado trata de huir de sus acreedores; es así que su señora y los hijos deben adaptarse a una existencia de vida nómade e inestable. Cuando finalmente fijan su residencia en una choza abandonada sin electricidad ni agua, fácilmente se aprecia que los niños además de ser criados en forma poco deseable, padecen de hambre porque no hay suficiente dinero para sufragar la comida.
Cobra especial preponderancia la figura de Rex, un ex piloto de la Fuerza Aérea, que aunque inteligente es decididamente inmaduro e irresponsable, criticando los valores que sustenta la sociedad contemporánea. A pesar de querer a su familia este hombre refleja su naturaleza ambivalente al demostrar con frecuencia su carácter despótico y violento que se hace más evidente cuando pierde la cordura por su marcada dependencia alcohólica. Menos apetecible aún resulta la nefasta personalidad de la madre de Rex (Robin Bartlett), una abuela harpía que no siente afecto alguno hacia sus nietos al punto tal de intentar molestar sexualmente a uno de ellos.
En este relato biográfico, queda enfatizada la relación afectiva que en sus primeros años Jeannette mantiene con su padre y a pesar del amor que siente por él en su etapa adolescente comienza a resentirlo al ver el trato decididamente deplorable que dispensa a su madre quien no obstante lo tolera pacientemente. Ya adultos, los cuatro hermanos entienden que ha llegado el momento de tener que dejar el convulsionado hogar, hecho que se concreta con el traslado a Nueva York de la hija mayor Lori (Sarah Snook) a quien posteriormente Jeannette habrá de seguir sus pasos y con la intención de llegar a ser escritora.
El film cuenta con muy buenas interpretaciones. Harrelson es remarcable como el patético patriarca familiar, Watts se destaca como la esposa que se deja arrastrar y ser maltratada por su marido sin asumir como corresponde la responsabilidad de criar adecuadamente a sus hijos y Larson gratamente impresiona como la madura hija adulta que cargando las heridas físicas y emocionales de una infancia poco apetecible logra salir del círculo infernal que le tocó vivir para triunfar en su profesión. Mención especial merecen las actuaciones de Handler Head que interpreta con gran naturalidad a Jeannette durante el período infantil y de Ella Anderson dando vida a la protagonista en su etapa adolescente.
En líneas generales, Cretton transmite con honda sensibilidad el drama familiar que la novelista describe en su libro, resultando particularmente emotivo el momento de la reconciliación de Jeannette con su padre en el umbral de la muerte. Aunque el film se extiende poco más de lo necesario, sobre todo teniendo en cuenta que no existe alguna nota de humor que alivie el agobiante clima del relato, eso no disminuye sus valores intrínsecos.
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