HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Las injusticias socio económicas existentes en la Bulgaria post comunista así como la corrupción e inmoralidad prevalecientes en ciertos sectores de la esfera política es lo que se aprecia en Glory, un muy buen film de los directores Kristina Grozeva y Petar Valchanov.
La historia concebida por los realizadores y escrita conjuntamente con Decho Taralezhkov, basada en un episodio acontecido en Bulgaria cierto tiempo atrás, presenta a Tsanko (Stefan Denolyubov) un humilde trabajador tartamudo que desde hace más de dos décadas se desempeña como ferroviario en una zona rural del país. A pesar de ganar un mísero salario, él no se adhiere a las tácticas adoptadas por algunos de sus compañeros que se apropian del combustible utilizado en el trabajo a fin de incrementar sus ingresos. Un día, en uno de los recorridos habituales que efectúa como controlador de las vías férreas, encuentra un paquete con una millonaria suma de dinero y de inmediato entrega su contenido a la policía. Ese acto de probidad moral es aprovechado políticamente por el Ministerio de Transporte que para ocultar algunas de sus fechorías, como la nefasta compraventa de vagones que está realizando, desea distraer la atención pública tratando de resaltar la imagen de Tsanko. Eso está inteligentemente implementado por Julia (Margita Gosheva), la jefa del departamento de comunicaciones del ministerio, quien al difundir la noticia permite que el honesto hombre adquiera la fama de un héroe nacional. Inmediatamente es invitado a viajar a Sofia, la capital de Bulgaria, para una conferencia de prensa donde en un acto oficial recibe las felicitaciones del ministro. Además es obsequiado con un reloj digital de tecnología avanzada que debe lucirlo públicamente frente a las cámaras que lo estarán enfocando. Para ello, previamente Julia le pide que le entregue el que lleva puesto, con la promesa de que después de la ceremonia le será devuelto. Cabe aclarar, que su viejo reloj tiene para el homenajeado un importante valor sentimental porque fue un regalo que su difunto padre le había dedicado con una inscripción contenida en su parte trasera.
El intento desesperado de poder recuperar su reloj frente a una imperturbable burocracia que se lo impide, así como algunas de las declaraciones que un sagaz periodista de la televisión (Milko Lazarov) le sonsaca al ingenuo Tsanko donde se pone en evidencia la depravación del ministerio, tendrá para él serias consecuencias. De este modo, después de haber vivido su minuto de gloria, ambas situaciones convergen para que este incorruptible trabajador se convierta en un pobre desgraciado que además de sentirse humillado por su involuntaria tartamudez, es obligado a desdecirse públicamente de sus declaraciones a fin de evitar males mayores que lo puedan victimizar.
Esta tragicomedia no exenta de humor negro está muy bien articulada contando con el apoyo de un inteligente guión que felizmente evita caricaturizar a sus personajes, eso se complementa con una excelente actuación donde ampliamente se destacan Denolyubov y Gosheva. Si alguna moraleja cabe desprender de esta historia es que en un medio social donde los valores morales dejan poco que desear parecería preferible ocultar la verdad si se quiere salvar el pellejo.
NOVITIATE. Estados Unidos, 2017. Un film escrito y dirigido por Maggie Betts
Teniendo como telón de fondo el Concilio del Vaticano convocado por el Papa Juan XXIII en 1962, la novel directora Maggie Betts ofrece un muy buen film que constituye una crítica al comportamiento conservador de la Iglesia Católica.
El relato de la realizadora comienza a mediados de la década del 50, donde la joven Cathleen (Margaret Qualley) asiste por primera a una iglesia acompañada de Nora (Julianne Nicholson), su agnóstica madre; allí y a través de los rituales del catolicismo, encuentra la paz interior que no encuentra en su hogar al ser testigo de las continuas y agrias peleas que mantienen sus padres enfrentando su inminente divorcio. Es así que a los 17 años, a pesar de la completa oposición de su madre, inicia un noviciado en un convento local con miras a tomar los hábitos en un futuro próximo.
A pesar de no haber recibido su educación en una escuela religiosa, ella descubre en la iglesia su verdadera vocación con la firme convicción de entregar su amor exclusivo y toda su vida a Dios. Sin embargo tanto ella como sus compañeras novicias (Morgan Saylor, Ashley Bell, Liana Liberato) anhelan por lograr un humano contacto pero en tal sentido cualquier emoción debe quedar eliminada por la imposición de la Madre Superiora (Melissa Leo); este monstruo de mujer aplicando una disciplina de extrema severidad va doblegando espiritualmente a su manada, donde solo la cálida hermana Mary Grace (Dianna Agron) -que es la encargada de instruir a las postulantes- se atreve a desafiar su autoridad.
Durante ese noviciado Cathleen atravesará por difíciles momentos incluyendo actos de flagrante humillación, autoflagelación y castigos que muestran la completa deshumanización por parte de quien lidera el convento. El relato además considera la represión sexual de las novicias frente a la castidad debida donde en cierto momento se asiste a una escena de extremada intimidad entre dos religiosas.
El momento culminante del relato arriba cuando la Madre Superiora se aferra a resistir la profunda reforma de la Iglesia Católica como consecuencia del Concilio II, donde entre otras medidas es permisible que las monjas no queden enclaustradas en sus conventos pudiendo salir al exterior.
Con remarcables actuaciones, en especial de Qualley, Leo y Nicholson, Betts logra un drama austero y estilístico ilustrando cómo la fe religiosa de jóvenes que desean tomar los hábitos es puesta a prueba cuando las instituciones eclesiásticas están a cargo de personas carentes de sensibilidad humana.
En los créditos finales se indica que 90 mil monjas renunciaron a su vocación y dejaron el convento, en tanto que en los años que siguieron al Vaticano II, la Iglesia fue testigo de un éxodo masivo en una escala jamás registrada.
BREATHE. Gran Bretaña, 2017. Un film de Andy Serkis
El actor Andy Serkis debuta como realizador abordando una historia real de características melodramáticas pero cuidando de no manipular al espectador con falsas emociones.
El relato enfoca la vida del británico Robin Cavendish (Andrew Garfield) quien vivió poco más de la mitad de su existencia auxiliado por un respirador mecánico. La historia comienza en 1957 cuando el joven de 27 años conoce en Londres a la joven Diana (Claire Foy) con quien inicia un vínculo romántico.Un viaje de negocios dedicado a importar té de Kenia motiva su traslado a Nairobi donde su novia habrá de acompañarle.
La felicidad de la pareja es de corto alcance porque pocos meses después Robin se contagia de poliomielitis y pronto queda inmovilizado desde la nuca hasta abarcar el resto de su cuerpo; incapaz de poder sobrevivir sin la asistencia de un respirador mecánico, el diagnóstico de sus médicos es que no sobrepasará los tres meses de vida.
Su esposa, en estado de embarazo, realiza las gestiones necesarias para que lo transporten a Inglaterra; a su llegada es inmediatamente ubicado en un hospital en donde se encuentran otros pacientes que padecen de síntomas similares. La persistencia y determinación de Claire hacen que no se resigne a que Robin esté condenado a permanecer postrado en una cama hospitalaria sin acceso al mundo exterior. Después de un año de hospitalización y sorprendiendo por completo a los médicos en la medida que la vida de Robin se prolonga, la abnegada mujer logra sacarlo del sanatorio para trasladarlo a su hogar. Gracias a Teddy Hall (Hugh Bonneville), un polimático profesor de Oxford, quien inventa un respirador portable adosado a su silla de ruedas, Robin puede sobrellevar una vida más digna y confortable dentro de las limitaciones impuestas como discapacitado. De este modo, siempre apoyado por el respirador mecánico vivió hasta los 64 años superando ampliamente los pronósticos de la medicina.
Si bien el film se centra en ilustrar las condiciones de vida de un parapléjico y los altibajos emocionales que se producen en tal recorrido, quedan en claro dos aspectos fundamentales. Por un lado, el relato enfatiza el amor y dedicación que durante más de tres décadas Diana dispensó a su esposo y que es ésa una de las razones que lo mantuvo vivo. Además, el guión de William Nicholson destaca el incansable esfuerzo desempeñado por Robin al abogar en su país por la causa de los discapacitados; su propósito es fomentar el empleo del mencionado respirador para que las personas afectadas no queden confinadas en las camas de los centros hospitalarios y puedan conducirse con mayor independencia en sus hogares.
La actuación es muy buena donde fundamentalmente sobresale Foy quien con notable expresividad en los vericuetos emocionales que atraviesa su personaje insufla considerable envergadura dramática. Por su parte, Garfield ofrece una convincente caracterización gestual de su personaje teniendo en consideración que debe permanecer inmovilizado durante casi todo el desarrollo del metraje.
Serkis ha logrado una película que sin llegar a un nivel de excepción se destaca por su autenticidad reflejando el espíritu de superación humana. Como nota al margen cabe agregar que este film ha sido producido por Jonathan Cavendish, el hijo de Robin y Diana, constituyendo así un conmovedor homenaje tributado a sus padres
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