Johnny Depp, alcohol, deudas y juicios
Johnny Depp, alcohol, deudas y juicios
“El águila ha aterrizado” era el código secreto que utilizaba el equipo de la última película de Piratas del Caribe para anunciar que Johnny Depp, de 54 años, había llegado al setde rodaje. Antes de esa frase, sacada de película de espías, alguien, aparcado delante de la casa que el actor alquiló en Australia, había avisado de que el actor se había despertado, encendido una luz y puesto en marcha. Así, el equipo podía empezar a trabajar. Llegaron a elaborar este sistema después de días de esperarle, de no saber cuándo llegaría, si aparecería o cuándo se marcharía.
Todo este terremoto personal venía acompañado de un fracaso tras otro en taquilla. El temor el pasado mayo era que la última entrega de Piratas del Caribe,esa que según fuentes del equipo rodó a desgana, con retrasos provocados por su recaída en el alcohol, perdiera también dinero. Y, aunque ha sido la segunda menos taquillera de la franquicia, por suerte para Johnny Depp fue un éxito global que recaudó 750 millones de dólares. Un respiro en la caída en picado de su popularidad y un alivio para la confianza que tienen puesta en él los estudios y sus admiradores.
Desde que el divorcio con Heard se hiciera oficial, Depp ha intentado mantener un perfil bajo. Sin embargo, esta semana volvía a levantar los rumores de su recaída en el alcohol cuando paseó aparentemente borracho en la alfombra roja del estreno de Asesinato en el Orient Express. Sus representantes lo niegan, y niegan que acudiera directo de una larga jornada de fiesta por Londres. Las imágenes del actor sostenido por su escolta dan otra idea y vuelven a levantar los fantasmas de las adicciones y de esa “etapa más oscura”, de la que él mismo ha hablado.
Fue entre finales de los ochenta y mediados de los noventa. Los años que compartió primero con Winona Ryder y después con Kate Moss. Cuando fue detenido dos veces por asaltar a un policía y destrozar su habitación de hotel. “Pasé años envenenándome”, reconoció en 2005. El alcohol era su gran problema, nunca ha admitido el uso de otras drogas. Y lo achacaba a las consecuencia de la fama. “Nunca quise ser el tipo al que todo el mundo mira. Sentía que únicamente podía ser yo mismo cuando estaba solo. La forma de pasar por todo aquello fue beber”, confesó hace años.
Conocer a Vanessa Paradis, la madre de sus dos hijos, la modelo y actriz Lily-Rose Depp y Jack, fue lo que le salvó de esa espiral de autodestrucción. Y sus 14 años de matrimonio fueron los más estables en la vida del actor, aunque gastara dinero desproporcionadamente, comprando casas, una isla y hasta un pueblo. Su separación fue amistosa y ella siempre le ha defendido ante las acusaciones de Heard, pero tampoco se les ve juntos. Paradis ha rehecho su vida con el director Samuel Benchetrit. Mientras, Depp parece que no levanta cabeza.
A las imágenes de esta semana en la alfombra roja aparentemente embriagado se une que sus exadministradores han pedido una orden de ejecución hipotecaria sobre sus viviendas para pagar los cinco millones de dólares que le reclaman en intereses no pagados. Depp insiste en que le engañaron.
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