HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
PUZZLE. Estados Unidos, 2018. Un film de Marc Turtletaub
El muy buen film Rompecabezas (2009) escrito y dirigido por Natalia Smirnoff cobra nueva vida en la actual versión del director Marc Turtletaub con la adaptación realizada por Oren Moverman y Polly Mann. Para quienes pudieran objetar la necesidad de una remake se puede anticipar que la lograda puesta escénica del realizador, la magnífica interpretación de Kelly Macdonald y un tema de validez universal muy bien aprovechado, justifican ampliamente la presentación de Puzzle.
En lugar de Buenos Aires, el escenario es ahora Bridgeport, Connecticut donde vive Agnes (Macdonald) con su marido Louie (David Denman), dueño de un taller mecánico, y sus dos hijos universitarios, Gabe (Austin Abrams) y Ziggy (Bubba Weiler).
La protagonista de esta historia es una mujer apacible, tímida y ceñida a su rol de excelente ama de casa donde cuida los mínimos detalles para que todo esté en orden y que a su familia nada le falte; sin otra ocupación específica, se nutre espiritualmente profesando el catolicismo y asistiendo a la iglesia.
La primera escena del film presenta a la protagonista en el día de su cumpleaños; en un momento de la reunión familiar con sus amigos cercanos, Agnes aparece con una torta que en lugar de haber sido preparada por quienes la agasajan ha sido ella quien se encargó de hacerla; acto seguido la aplauden tras haber soplado las velitas. Cuando las visitas se retiran, el límpido rostro de esta mujer deja entrever un sentimiento de insatisfacción que ella misma no alcanza a definir.
Su vida rutinaria cobra un gran vuelco cuando al haber recibido, entre varios regalos de cumpleaños, un rompecabezas, ella descubre una veta desconocida al comprobar la facilidad con que arma las diferentes piezas que lo componen. De inmediato compra dos nuevos juegos aún más complicados y al seguir armándolos fácilmente encuentra en los mismos una pasión capaz de iluminar su existencia. Eso aún se hace más patente cuando respondiendo a un aviso, ella conoce a Robert (Irrfan Khan), un campeón en la materia que busca a un compañero o una asociada de juego para participar en un torneo nacional de rompecabezas. Ocultando a su familia lo que está haciendo, dos veces por semana se desplaza en tren a Manhattan donde vive este afable caballero; aunando sus esfuerzos en el juego ambos conforman un dúo perfecto. Gradualmente, la admiración que Agnes despierta en Robert y la nobleza que ella descubre en él conducen a un tibio vínculo romántico.
Es a partir de allí que esta mujer experimenta un crecimiento emocional al comenzar a liberarse de su represión interna a expensas de tener que abandonar su rol tradicional; eso obviamente causa gran sorpresa en los suyos al encontrar que el orden doméstico hasta entonces existente en el hogar se ha alterado.
Macdonald deslumbra transmitiendo con intensidad la transformación de Agnes aportando gran humanidad a su rol. El mérito de la actriz no ensombrece la eficaz actuación de Denman como un marido que a pesar de querer entrañablemente a su esposa, su paternalismo e inconsciente egoísmo no le permiten detectar que “algo” le falta a ella para sentirse realizada. Finalmente Irrfan Kan insufla a su personaje una natural seducción y encanto ayudando delicadamente a aumentar la autoestima de Agnes.
En esencia, Puzzle permite que el público empatice plenamente con una historia que es un fiel reflejo de la vida real.
CIELO. Canadá-Chile, 2017. Un film documental escrito y dirigido por Alison McAlpine.
Con reminiscencias del documental Nostalgia de la Luz que Patricio Guzmán realizó en 2010, el firmamento celeste vuelve a adquirir preponderancia con la buena ilustración efectuada por la directora canadiense Alison McAlpine.
A diferencia del excelente trabajo del director chileno quien con un crítico sentido político se ubica en el desierto de Atacama observando la labor de los astrónomos más importantes del mundo en el gigantesco observatorio allí instalado, el documental de la cineasta, que se desarrolla en el mismo sitio, ofrece una mirada introspectiva del cielo. En esa región del norte de Chile ubicada a tres mil metros de altura sobre el nivel del mar y agraciada con un límpido aire, la bóveda celeste cubierta de innumerables estrellas alcanza una belleza majestuosa; solo en contados lugares del mundo es posible apreciar su transparencia y vislumbrar imaginativamente los confines del universo.
A través de su relato, la realizadora sale al encuentro de un número de personas, entre ellas mineros, paisanos y pescadores que se refieren a leyendas locales con algunas provenientes de sus ancestros en su vínculo con el cielo, donde en la quietud de la noche hay quienes suelen percibir el murmullo de las estrellas.
Lo más interesante del relato es la charla que McAlpine mantiene con algunos científicos, sobre todo con Mercedes López. En esa conversación la remarcable astrofísica señala que los seres humanos que habitan el planeta Tierra pueden perfectamente ser comparables con las hormiguitas que salen del hormiguero y se encuentran frente a un mundo gigantesco; del mismo modo, nosotros nos encontramos frente a la dimensión fenomenal que tras el cielo se encuentra un universo cuyos misterios aún no han sido develados, sobre todo el que se refiere al lugar que los humanos ocupan en su relación con el Cosmos y la posibilidad de la existencia de vecinos provenientes de galaxias desconocidas.
De contenido poético e imbuido de espiritualidad, la realizadora ofrece un documental atmosférico de hipnótico primor y que realzado por la estupenda fotografía de Benjamín Echazarreta se presta a la meditación.
7 JOURS PAS PLUS. Francia-Bélgica, 2017. Un film de Héctor Cabello Reyes
Basado en el film argentino Un Cuento Chino (2011) de Sebastián Borensztein el director Héctor Cabello Reyes ofrece una nueva versión del mismo en su ópera prima 7 jours et plus.
La trama se centra en Pierre (Benoît Poelvoorde), un misántropo individuo que es propietario de una ferretería ubicada en una ciudad de provincia de Francia. Con su negocio frecuentado por escasos clientes, su relación con el mundo exterior es prácticamente nula; esporádicamente suele recibir la visita de Jeanne (Alexandra Lamy), una joven granjera sonriente que está enamorada de Pierre aunque él no demuestre mayor entusiasmo.
Su solitaria vida cobra un giro diferente cuando al transitar por el puerto observa que un individuo es arrojado de una camioneta. Se trata de Ajit (Pitobash), un joven inmigrante oriundo de India que se encuentra perdido y desamparado; al verlo, por compasión Pierre le ofrece un albergue transitorio en su vivienda. En la medida que Ajit no conoce el idioma francés porque solamente habla el bengalí, que a su vez es una lengua totalmente desconocido para su anfitrión, mediante el lenguaje de los gestos es el modo en que los dos pueden dificultosamente entenderse. El propósito del visitante es localizar a su tío; como no llega a ubicarlo y temiendo que en consecuencia la estadía de Ajit se eternice perturbando su estilo de vida ordenada, Pierre le advierte que solamente será su huésped por espacio de 7 días y nada más. Esa convivencia donde se manifiestan los diferentes rasgos culturales de sus personajes origina algunas escenas de absurdo humor que de ningún modo resultan caricaturescas.
Los desencuentros iniciales entre Pierre y Ajit ceden el paso a una coexistencia que fructificará positivamente; así, los obstáculos de la barrera lingüística se van superado por la nobleza de los sentimientos mutuos que comienzan a aflorar entre estos seres tan disímiles. No menos importante es que cada uno de los mismos logra beneficiarse del otro; el ingenuo Ajit aprecia la generosa ayuda de Pierre que además le permitirá adentrarse mejor en un medio que le es completamente ajeno; por su parte, a través de su huésped el huraño ferretero va cobrando conciencia de la importancia del verdadero afecto como un medio de evitar el aislamiento social y volverse más humano.
Sin llegar a deslumbrar ni tampoco a superar a Un Cuento Chino, el novel director logra una amable fábula que sin mayores pretensiones está bien relatada y se beneficia de las buenas actuaciones de Poelvoorde y Pitobash; ambos actores proveen la suficiente dosis de emoción para que el público llegue a consustanciarse con sus caracteres. En resumen: ejemplificando la solidaridad humana el film logra entretener agradablemente.
DANS LA BRUME. Francia-Canadá, 2018. Director: Daniel Roby
A diferencia de Hollywood, el cine europeo raramente incursiona en los filmes de desastres y/o apocalípticos. Esa circunstancia ha impulsado al director Daniel Roby a emular este género con Dans la brume que en ciertos aspectos se asemeja a The Mist (2007) de Frank Darabont. Con todo, este drama de ciencia ficción posee características propias que lo distinguen y permiten que a lo largo del mismo mantenga el interés del espectador.
La acción se desarrolla en París en una época no muy lejana de la actual. Mathieu (Roman Duris) acaba de regresar de Canadá tratando de procurar un medicamento para Sarah, su hijita (Fantine Harduin) de 12 años que padece un desorden genético que la obliga a vivir en una cápsula plástica esterilizada y provista de un filtro de aire. En uno de los pisos del edificio en el que habita con su distanciada esposa Anna (Olga Kurylenko), todo transcurre normalmente hasta el momento en que se produce un terremoto azotando a la ciudad.
Como consecuencia del sismo la tierra desprende un gas letal que lentamente va cubriendo a la ciudad y diezmando a la mayoría de la población que se encuentra en el exterior. Para evitar que el mortal humo pueda llegar hasta el piso donde habitan, Sarah queda resguardada en su cápsula mientras que sus padres se dirigen al piso más elevado del edificio donde son acogidos con gran calidez por parte de Lucien (Michel Robin) y Colette (Anne Gaylor), un matrimonio octogenario que allí habita.
Lo que acontece posteriormente es una carrera contra el tiempo donde Mathieu y Anna se aventuran a salir fuera del edificio en busca de provisiones y sobre todo tratando de encontrar una rápida solución para su hija teniendo en cuenta que el sistema de filtración de aire que se alimenta a base de baterías dejará de funcionar en pocas horas más.
Considerando que el drama del relato se centra exclusivamente en el esfuerzo de sus personajes para sobrevivir la catástrofe, el film no permite que exista un desarrollo más profundo de los mismos. Con todo, Durys, sin que Mathieu alcance una definida personalidad, persuasivamente refleja el ímpetu emocional que le demanda el guión de Guillaume Lemans, Jimmy Bemon y Mathieu Delozier. En un papel de menor envergadura, Kurylenko asume con convicción su personaje quien junto con el de Durys tratan de mantener con vida a su hijita. Hardun, que ya impresionó en Happy End (2017) de Michael Haneke, demuestra que con sus 13 años de edad es una de las actrices adolescentes más importantes de su generación al transmitir dentro del espacio estrecho de una hermética válvula la envergadura dramática de la enfermedad de Sarah. Por su parte, Robin y Gaylor proveen inmensa ternura como la pareja de ancianos.
Roby demuestra su eficacia como realizador donde además de la buena conducción del elenco, obtiene ciertos planos que estéticamente son irreprochables. Sin ser extraordinario, el film logra su propósito al haber creado una atmósfera angustiante enriquecida por los valiosos factores técnicos de producción; entre ellos cabe destacar la labor del reconocido fotógrafo Pierre-Yves Bastard que ayudado por la supervisión de los excelentes efectos visuales de Bruno Maillard logra escenas exteriores realmente hipnóticas de la ciudad luz cubierta por el tóxico vapor.
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