INMIGRANDO A CANADA
INMIGRANDO A CANADA
Por Vilma Filici
filici@filici.com
TORONTO. La Carta de Derechos y Libertades de Canadá garantiza los derechos fundamentales de los ciudadanos canadienses. Estos son derechos que disfrutamos en Canadá pero que no necesariamente se disfrutan en todos los países del mundo. Desafortunadamente, en este clima actual de antiinmigración en el mundo, hay algunas personas en el país que están tratando de desafiar nuestros derechos y libertades.
Los ciudadanos canadienses disfrutamos de varios derechos que hemos heredado de Inglaterra desde el año 1215, conocidos como la Gran Carta de las Libertades o la Carta Magna, y en 1982 se enmendó la Constitución de Canadá para establecer firmemente la Carta de Derechos y Libertades de Canadá.
Una persona se convierte en ciudadano canadiense por elección por medio del proceso de naturalización, por nacimiento a través del principio de “Jus Solis” (naciendo en el suelo) o el principio de “Jus Sanguinis” (por descendencia). El principio de Jus Solis es un principio respetado internacionalmente y otorga a cualquier persona nacida en suelo Canadiense el derecho a la ciudadanía, excepto a los hijos de diplomáticos. Aquí, el estado migratorio de los padres es irrelevante.
Como ciudadanos canadienses, disfrutamos de libertad de conciencia y religión; libertad de pensamiento, creencia, opinión y expresión; libertad de reunión pacífica; libertad de asociación; libertad de movilidad para vivir y trabajar en cualquier parte de Canadá; libertad de salir e ingresar libremente con un pasaporte canadiense; y el derecho a practicar la cultura individual y celebrar el multiculturalismo.
Como ciudadano de Canadá, una persona tiene derechos democráticos que incluyen el derecho al voto y el derecho a postularse para un cargo político en el país; solicitar y trabajar en empleos restringidos que requieren una autorización de seguridad de alto nivel y, a menudo, se pagan muy bien.
Además de estos beneficios, los ciudadanos canadienses no tienen que preocuparse de perder su estatus o de renovar su estatus en Canadá. Los hijos de ciudadanos canadienses reciben la ciudadanía canadiense al nacer y, como ciudadano canadiense, una persona tiene derecho a recibir apoyo consular en cualquier parte del mundo. Algunos de estos derechos fueron brevemente eliminados en la última década, pero por medio de retos legales se han vuelto a restablecer.
A cambio, los ciudadanos canadienses tienen que cumplir ciertos deberes. Estos incluyen: obedecer la ley; ser responsable por uno mismo y por su familia; servir en un jurado; ayudar a otros en la comunidad, proteger el patrimonio y el medioambiente de Canadá; y votar en las elecciones.
Como ciudadanos canadienses, es muy importante para aquellos de nosotros que no obtuvimos nuestra ciudadanía por nacimiento sino que por naturalización, ejercer nuestro derecho al voto, especialmente en el clima actual de anti-multiculturalismo que estamos viendo en el mundo.
Nuestro derecho a celebrar nuestras diversidades y culturas en Canadá está integrado en nuestra Carta de Derechos y Libertades. Las mentiras recientes sobre una supuesta e inexistente “crisis de refugiados”, tal y como he explicado en artículos anteriores, y el sentimiento antiinmigrante, no son algo nuevo. La historia nos muestra que en cada momento electoral se difunden falsedades sobre solicitantes de asilo e inmigrantes que llegan a Canadá, con el único objetivo de ganar votos creando una opinión de que el inmigrante está entrando para robar empleos y servicios sociales a los ciudadanos canadienses. Esto simplemente no es cierto y se ha demostrado hasta la saciedad de que no es cierto, tal y como también lo he indicado en artículos anteriores.
Pero este tipo de campañas antinmigración ocurren en todos los niveles del gobierno, y en estos días es común ver en las redes sociales a concejales de la ciudad que intentan influir con estas temáticas a los votantes para las próximas elecciones municipales en Toronto.
También, en Agosto, el Partido Conservador, en su convención nacional, aprobó una resolución que busca impedir que los niños nacidos en Canadá, que no tengan un padre que sea ciudadano canadiense o residente permanente, se conviertan en ciudadanos canadienses. Se refirieron a esta situación como “turismo de nacimientos”, y la resolución no vinculante fue apoyada por una mayoría que le pide al gobierno que promulgue una legislación para eliminar completamente la ciudadanía por nacimiento en Canadá, a menos que uno de los padres del niño nacido sea ciudadano canadiense o residente permanente. Obviamente hay mucha oposición a esta política ya que por castigar a las pocas personas que vienen a dar a luz en Canadá para que los niños automáticamente obtengan la ciudadanía, se castigaría a miles de personas que dan a luz mientras se encuentran estudiando, trabajando o pidiendo asilo en Canadá.
Los ciudadanos canadienses continúan recibiendo los mismos beneficios sociales que obtuvieron como residentes permanentes, como por ejemplo el cuidado de la salud, las escuelas públicas y otros servicios sociales. Una vez que una persona es ciudadana canadiense, todos los derechos se otorgan a la persona como si hubiera nacido en Canadá.
Los cambios propuestos por el Partido Conservador a la ciudadanía por nacimiento en Canadá van en contra de nuestra Carta de Derechos y Libertades. Y si usted, como yo, está en contra de estos cambios propuestos y del sentimiento antiinmigrante, hay algo que puede hacer. Si es ciudadano canadiense, vote, participe en política. Si no es ciudadano canadiense, pero es residente permanente, conviértase en ciudadano canadiense para que pueda participar en las políticas del país que afectan a los inmigrantes.
Para poder solicitar la ciudadanía canadiense, una persona debe ser residente permanente de Canadá y debe haber vivido en el país durante 1,095 días en los 5 años anteriores de solicitar la ciudadanía. Durante esos cinco años, la persona debe haber presentado sus declaraciones de impuestos de por lo menos tres años y haber pagado los impuestos adeudados. Además, una persona debe poder hablar y escribir en uno de los idiomas oficiales de Canadá: inglés o francés.
Quiero terminar la columna diciendo que no podemos simplemente sentarnos y permitir que lo que está sucediendo en los EE. UU. suceda también en Canadá. Como ciudadanos canadienses tenemos derechos fundamentales que están en riesgo, pero también tenemos el poder, el deber y la obligación de involucrarnos en política, de votar y de influir en las decisiones que se toman en este nuestro nuevo país.
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