Sánchez: “Quebec es un ejemplo de que la política puede buscar soluciones”
Sánchez: “Quebec es un ejemplo de que la política puede buscar soluciones”
Pedro Sánchez está lanzado en su política de gestos hacia la Generalitat y ya no evita ningún charco. Ni siquiera el de Quebec, donde este domingo visitaba al primer ministro canadiense, Justin Trudeau.El presidente dijo que ese territorio, que tuvo un referéndum en 1995 y ahora ve al independentismo hundido en las encuestas, “es un ejemplo de que desde la política se pueden encontrar soluciones a una crisis secesionista aunque cada país tiene sus caminos”.
Sánchez aprovechó su visita a Quebec, la región más conocida del mundo, con Escocia, por sus fallidos referéndum de independencia, para lanzar un mensaje de fondo sobre Cataluña. No solo defendió que la política tiene que ser capaz de encontrar una salida al margen de la vía judicial, y aseguró en modo optimista que “estamos en el camino de resolver el problema”, sino que además no desautorizó tanto a la delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa Cunillera, que se mostraba a favor de los indultos a los presos independentistas, como a la vicepresidenta, que planteaba que deberían salir de la prisión preventiva si se alarga el juicio. Sánchez, que reivindicó la mejora de las relaciones con la Generalitat, no dudó en pronunciar la palabra indulto en un contexto positivo, aunque sin adelantar ni mucho menos si lo concederá. “En relación con los indultos, la reflexión de la delegada del Gobierno, que yo comparto, es que en la política española, y especialmente cuando hablamos de la política catalana, falta empatía. Ha habido durante años un lenguaje grueso, de división. Hay que reivindicar la legalidad, pero se ha echado en falta la empatía. La prioridad es restablecer la convivencia”. No quiere decir con esto que el presidente haya decidido conceder el indulto cuando llegue la condena -“el Gobierno no habla de hipótesis, sino de realidades”, dijo- pero sí que no le parece mal que Cunillera lo planteara como una forma de empatizar con los presos.
Trudeau, a su lado, le echó una mano ante una pregunta de un medio canadiense y dijo que él está seguro de que España resolverá este problema respetando “la Constitución, los derechos humanos y la libertad de expresión”.
El objetivo del viaje que iniciaba ayer, sin embargo, no está centrado en Cataluña, sino en reforzar su papel internacional como líder progresista. Tras la debacle de la socialdemocracia europea, la victoria de Donald Trump en Estados Unidos y el giro —con excepciones— en Latinoamérica, quedan muy pocos países con gobiernos progresistas. Pedro Sánchez quiere aprovechar esa sequía de su grupo político en el mundo para ganar espacio internacional y por eso este domingo inició un viaje a Montreal, Nueva York y California que busca recuperar la iniciativa y reforzar su papel de líder progresista en el momento más delicado de su mandato.
Por eso Sánchez, que hizo su última visita bilateral a Suecia —la gran reserva de la socialdemocracia, ahora en peligro—, viajó a Canadá, otro referente mundial de Gobierno progresista con Trudeau, un político de la generación del presidente español al que le gustaría unir su imagen. Aclamado por la prensa internacional, Trudeau es un ejemplo de tolerancia, feminismo, ecologismo y defensa de la inmigración frente a su vecino Trump. Y también de modernidad; tanto, que en octubre, Canadá se convertirá en el segundo país del mundo —después de Uruguay— y el primero del G-20, en legalizar por completo la marihuana, una promesa electoral de Trudeau. Sánchez dijo que España no seguirá este camino o de legalización. “Bastantes problemas tengo”, bromeó.
Sánchez, que viaja por primera vez acompañado de su mujer, Begoña Gómez, que tiene su propia agenda, incluido un encuentro Melania, la esposa de Donald Trum, inicia así un largo viaje de una semana que le llevará a Nueva York, donde participará en la Asamblea General de Naciones Unidas, y después a California, otro epicentro de la modernidad gobernado por los demócratas. Sánchez pretendía acudir a Silicon Valley, corazón del desarrollo tecnológico, pero por dificultades de agenda se limitará a algunos encuentros políticos y a visitar algún vivero de empresas tecnológicas. El presidente estará siete días fuera de España en el momento más delicado de su mandato, después de dos semanas complicadas, especialmente la anterior, con la dimisión de Carmen Montón y las dudas lanzadas por la oposición sobre su expediente académico.
Sánchez conserva fuera de España el impacto positivo del Gobierno que nombró, con el mayor porcentaje de mujeres del mundo, y sus decisiones de exhumar los restos de Franco -aplaudida casi unánimemente en el exterior— y de acoger a los migrantes del Aquarius. El tema migratorio, en el que Sánchez y Trudeau tienen una posición similar, será uno de los ejes centrales del viaje, junto a otros que le interesan especialmente al presidente, como la defensa del multilateralismo, el cambio climático, la lucha contra la desigualdad y el feminismo. Sánchez quiere volver a poner cuanto antes el foco en sus propuestas y reformas, varias de ellas en tramitación en el Congreso, y sacarlo de polémicas sobre su trayectoria académica que suponen un coste importante para su imagen.
El presidente participará en Montreal en el Global Progressive Forum, una cita de dirigentes progresistas de todo el mundo, y después buscará reforzar su perfil internacional en las cuatro jornadas que pasará en Nueva York en el contexto de la Asamblea General de la ONU. Allí se verá con el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, el sucesor de los Castro, con quien, según La Moncloa, hablarán de una posible visita de Sánchez a La Habana. En el Gobierno aseguran que no se entiende que todos los líderes de países importantes de nuestro entorno, como Francia o Alemania, e incluso el anterior presidente de EE UU, Barack Obama, visiten la isla y España, pese a sus enormes vínculos económicos y sociales, quede fuera de esa ronda.
Sánchez también participará en la cumbre contra el cambio climático One Planet Summit, con el presidente francés, Emmanuel Macron, a quien también se ha acercado por sus posiciones en política migratoria, como le ha sucedido con Angela Merkel. En esa cita, el dirigente español deberá hacer algún anuncio importante sobre cambio climático porque así lo exige la organización.
Pero sobre todo, Sánchez aprovechará estos días en Nueva York para multiplicar los encuentros bilaterales, darse a conocer —es uno de los últimos en llegar y antes no había tenido un gran perfil internacional porque nunca fue ministro ni alto cargo— y tratar de respirar con una imagen mucho más amable que la que ha vivido en las últimas semanas con la presión de la oposición, la dimisión, las rectificaciones, los fallos de coordinación y las primeras inquietudes internas de un Gobierno que arrancó con mucha fuerza, pero que está empezando a comprobar la enorme dificultad de avanzar con 84 diputados, a pesar de que hasta ahora no ha tenido demasiados fracasos sonoros en votaciones clave.
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