Los años de mugre y furia de Maradona
Los años de mugre y furia de Maradona
Lo tuvo todo: ganó dos scudettos italianos, una copa de la UEFA, el Mundial de 1986, dinero, fama… Y lo perdió casi todo. Diego Armando Maradona se arruinó a sí mismo. El mito, la figura, destrozó a la persona. “Diego está siendo devorado por Maradona”, asegura en pantalla su preparador físico, Fernando Signorini, una de las pocas personas que le decían la verdad a la cara al astro argentino. Diego Maradona, el nuevo documental del británico Asif Kapadia -Senna y Amy, con el que ganó el Oscar– que se estrena el próximo viernes, ahonda en los años de mugre y furia del futbolista a través de su etapa en el Nápoles, adonde llegó el 5 de julio de 1984 como el salvador y de donde fue despedido como proscritocuando en marzo de 1991 dio positivo por cocaína en un control antidopaje, a lo que se sumó haber puesto a toda Italia en su contra en el Mundial de 1990, cuando Argentina eliminó a la selección transalpina en las semifinales celebradas… en Nápoles.
“Cuando estoy en la cancha se va la vida, los problemas, se va todo”, cuenta Maradona en voz en off en un momento del filme. El todo, sin embargo, pudo con él: su enganche a la cocaína, sus diversas infidelidades, su hijo ilegítimo, su relación con la Camorra… “Diego fue responsable de su propia caída, pero hay que comprender la presión a la que estuvo sometido y lo complejo de la vida napolitana. Desde luego, su adicción a las drogas truncó su vida”, contó Kapadia a un grupo de periodistas durante el festival de Cannes, donde se presentó Diego Maradona.
Allí no apareció el retratado por unos problemas de salud que le retuvieron en México (donde entrenaba al Dorados de Sinaloa; finalmente se despidió en junio para operarse un hombro y una rodilla). “Para mí”, reflexiona Kapadia, “fue un hombre del pueblo que no supo manejar su mito”. Comentario que lleva a este periodista a preguntar por la etapa del futbolista en el F. C. Barcelona, el club que abandonó para ir al Nápoles, y de cuyo recorrido apenas hay unos minutos en el largometraje: “Uno de los problemas que tuvo en Barcelona es que Diego sintió que la gente a su alrededor pertenecía a una clase social alta, mientras que en Nápoles encontró a unos aficionados de origen humilde como el suyo”. Y prosigue: “Teníamos un buen material de esos años: sus jugadas, su terrible lesión, su enganche a la cocaína en un club nocturno cercano al Camp Nou… En realidad vivió el mismo ciclo que posteriormente en Italia, solo que allí elevado a la enésima potencia, así que decidimos comprimir la primera hora de prólogo del filme en cinco minutos”.
Asegura Asif Kapadia que ha sufrido como nunca antes con el proceso del documental. Arrancó en 2012 cuando un periodista británico le enseñó las imágenes, más de 500 horas, que habían grabado dos cámaras contratados por Jorge Cyterszpiler, el primer representante de Maradona, desde 1981 a 1987. “Cyterszpiler quería hacer un filme sobre su vida. Sin embargo, el proyecto nunca llegó a platearse en serio. A cambio, obtuvieron un material fascinante. Algunas de las cintas las encontramos en un estado lamentable, cercanas a la desintegración”. Dudó, sobre todo porque por primera vez iba a indagar en la vida de alguien vivo. Tanto se demoró la producción -entre otras razones porque entrevistar a Maradona devino en la más ardua tarea imaginable- que entre medias acabó su trabajo sobre Amy Winehouse y obtuvo el Oscar.
¿Es Diego Maradona un filme amable con el personaje retratado? “He vivido dos años montando imágenes de Maradona. Fue un compañero de trabajo”, recuerda al lado de Kapadia el montador Chris King. “Íbamos descubriendo cosas turbias de él que nos impulsaban a intentar comprenderlo mejor. ¿Siento simpatía por Diego? Puede, pero él fue el arquitecto de su propio hundimiento”. Kapadia añade: “Hay gente que solo conoce al Maradona de la decadencia y no sabe nada de un futbolista que entronizó a un equipo modesto como el Nápoles”. En el filme, el retratado confiesa sobre su decisión de jugar en esa escuadra: “Me interesa más la gloria que la plata”. Aunque también cuenta: “Pedí una casa y me dieron un departamento. Pedí un Ferrari y me dieron un Fiat”.
La relación entre Maradona y Kapadia fue compleja. El cineasta le persiguió durante los dos años de montaje del material, y el primer encuentro acabó en fracaso: ninguno habla la lengua materna del otro, y los traductores y el poco tiempo disponible para la entrevista no ayudaron. Kapadia recuerda: “En la primera entrevista metí la pata además de otra manera: yo estaba sentado a sus pies y de repente sentí la imperiosa necesidad de tocar su legendaria pierna izquierda. Le pregunté por una lesión y se la toqué. No le gustó demasiado”. Para la segunda ocasión, el director preparó una traducción simultánea y logró momentos poderosamente confesionales, como cuando Maradona explica que empezó en el fútbol por dos razones: “Para comprar un casa a mis viejos y para no volver a Villa Fiorito”, el paupérrimo arrabal de Buenos Aires en el que nació. Kapadia apunta: “Puede que las imágenes a veces no sean perfectas, pero cuando le ves celebrando un gol con los aficionados… ahí surge la emoción”.
LA CAMORRA, LA PEOR AMIGA DE FARRA
Diego Armando Maradona fue la víctima perfecta de la Camorra, la mafia napolitana. Nada más aterrizar en Italia, Maradona se hizo amigo de Carmine Giuliano, del clan Giuliano, quien sería su proveedor de cocaína esos años.
El mismo futbolista cuenta, entre risas, que vivió una época que bautizó como su “edad dorada”: una vez a la semana el astro inauguraba un local de ocio -boleras, discotecas, bares…- de algún miembro de la Camorra y a cambio recibía un reloj de oro. En otro momento, recuerda una inmensa fiesta que le organizó la red criminal a las tres de la madrugada cortando varias calles, y con fuegos artificiales incluidos. El argentino se convirtió en una especie de mascota de la Camorra. Kapadia no quiere comentar mucho más, “porque ya queda claro en pantalla”.
Esas conexiones también impulsaron su caída, cuando la policía grabó, en unas escuchas contra la Camorra en 1991, a Maradona hablando por teléfono con una prostituta. Acabará imputado por ello.
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