HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
After the Wedding es una nueva versión del film danés realizado por Susanne Bier en 2006 y que por su calidad fue nominado al Oscar a la mejor película extranjera. Para el actual relato, el director Bart Freundlich se basó en el guión original de Bier y Anders Thomas Jensen, con la peculiaridad de haber invertido los roles y los sexos de sus protagonistas.
Michelle Williams personifica a Isabel, una mujer idealista que hace tiempo dejó los Estados Unidos para cumplir una noble misión en los suburbios de Calcuta; ahí, tiene a su cargo un orfelinato para niños desamparados donde se les brinda protección, alojamiento y comida, entre los que guarda una especial conexión con Jai (Vir Pachisia) de 7 años de edad a quien recogió de la calle. Como esa institución se halla en una endeble condición financiera, Isabel viaja a Estados Unidos frente a la posibilidad de obtener una importante donación de Theresa (Julianne Moore), una mujer millonaria que maneja con gran eficiencia una importante empresa en Nueva York.
Al llegar es alojada en un lujoso hotel neoyorkino y posteriormente conducida a las oficinas de Theresa; en ese encuentro la dinámica empresaria le hace saber que le tomará algunos días en considerar la solicitud de la donación debido a que se encuentra muy atareada en vísperas del casamiento de su hija Grace (Abby Quinn); además tiene la gentileza de invitarla a la boda. Al asistir a la ceremonia Isabel descubre a Oscar (Billy Crudup) quien es el padre de la novia y marido escultor de Theresa; a partir de ese momento Isabel se ve obligada a confrontar un pasado que creía haber sepultado definitivamente.
Para quienes no han visto el film original sería imprudente agregar más detalles, salvo anticipar que precisamente “después de la boda” -como lo anuncia su título- se produce el conflicto dramático que involucrará a casi todos los personajes de esta historia forzándolos a tener que replantear sus vidas.
Al adaptar el guión original Freundlich introdujo un cambio importante que permite al film lograr una mayor emoción; teniendo en cuenta que el aspecto biológico juega un rol importante en esta historia, el director ha logrado crear un clima de tensión que contagia fácilmente al espectador. Uno de los méritos de esta versión es la impresionante fuerza que Moore y Williams imprimen a sus respectivos personajes de manera que no resulta exagerado afirmar que ambas actrices brindan una clase maestra de actuación. Asimismo Quinn impresiona magníficamente como la inocente joven que sin haberlo imaginado se encuentra afrontando una difícil situación por los caprichos del destino.
Aunque la casualidad juega un rol importante como disparador de la trama, lo que se aprecia resulta convincentemente realista en este conmovedor melodrama.
MUSEO. México-Estados Unidos-Canadá. Un film de Alonso Ruizpalacios
Con el antecedente de haber obtenido el premio a la mejor ópera prima en Berlín por Güeros (2014), el director Alonso Ruispalacios retorna con Museo considerando un robo histórico que aconteció en México en 1985.
La acción se desarrolla en el año mencionado en Ciudad Satelital, ubicada a pocos kilómetros de la capital mexicana. Allí viven Juan (Gael García Bernal) y Benjamín (Leonardo Ortizgris), dos amigos estudiantes universitarios de medicina veterinaria aunque aún no graduados y sin una clara dirección o idea fija sobre el futuro. Lo que sí queda claro es que Juan tiene una obsesión por las reliquias mayas que se encuentran bien protegidas en el Museo Nacional de Antropología de México; observando esas preciadas piezas él decide perpetrar con la ayuda de su amigo un golpe maestro con el propósito de sustraer algunas de las mismas del importante centro cultural.
La oportunidad se presenta en las horas nocturnas que median entre la Nochebuena y Navidad. Para ello Juan abandona la cena familiar tomando prestado el coche de su padre (Alfredo Castro) y se reúne con Benjamín para ejecutar la audaz maniobra.
Así, con un plan preciso, una ejecución impecable y un perfecto escape, estos dos jóvenes logran su propósito apropiándose de un centenar de invaluables joyas del arte azteca. La muy buena dirección de Ruizpalacios y el guión que le pertenece escrito con Manuel Alcalá generan un clima de excelente suspenso.
Con el valioso botín en su poder y sabiendo que todo el país se muestra indignado al enterarse del espectacular robo, donde las autoridades ofrecen una valiosa recompensa a quienes suministren la pista de los ladrones, ambos jóvenes son conscientes de que deben desprenderse cuanto antes de las obras sustraídas. Valiéndose de un contacto suministrado por un guía turístico (Bernardo Velasco) que se desempeña en un sitio arqueológico de Chiapas, Juan y Benjamín se desplazan a Acapulco donde logran contactar a un coleccionista británico (Simon Russell Beale); asumiendo falsas identidades tratan de venderle las piezas mayas pero fracasan en el intento. El último segmento del relato disminuye en eficacia pero eso no alcanza a desmerecerlo, sobre todo porque conduce a un desenlace sorprendentemente satisfactorio.
Aunque a nivel interpretativo las actuaciones tanto del popular García Bernal como la de Ortizgris son inobjetables, resultan enigmáticas las personalidades decididamente diferentes de los personajes que componen. En primer lugar no es muy comprensible la extremada docilidad de Benjamín al dejarse manipular por su amigo a quien lo sigue como un perro faldero tolerando su actitud autoritaria. Tampoco es clara la actitud de Juan; perteneciendo a una familia de muy buena posición económica donde no le falta el dinero que pueda necesitar, es extraño que se haya embarcado en una operación tan peligrosa en la medida que dada la naturaleza del material robado se requiere ser extremadamente ingenuo para suponer que pueda ser objeto de transacción monetaria. La única respuesta a esas dudas es que la naturaleza humana es lo suficientemente compleja donde no siempre existe una explicación o motivación racional de su comportamiento.
En líneas generales, además de la remarcable puesta escénica y logradas interpretaciones, deben igualmente destacarse sus buenos efectos visuales y apreciado montaje, configurando de este modo una lograda comedia de suspenso no exenta de humor negro. Como nota adicional cabe señalar que esta película fue distinguida con el premio al mejor guión en el Festival de Berlín de 2018.
BLINDED BY THE LIGHT. Gran Bretaña, 2019. Un film de Gurinder Chadha.
Repitiendo el éxito que lograra con Bend it Like Beckham (2002) la realizadora Gurinder Chadha brinda con Blinded by the Light un sensible film lejanamente basado en el libro autobiográfico de Sarfraz Manzoor; en el mismo, su autor hace referencia a sus años de juventud y su fascinación por la música de Bruce Springsteen, el cantante, letrista y compositor americano que es considerado como uno de los más exitosos representantes del género rock.
El guión de Chadha, Paul Mayeda Berges y Manzoor ubica la acción en 1987, en Luton -una pequeña ciudad ubicada en el sudeste de Inglaterra donde residen Javed (Viveik Kalra), un agradable muchacho de 16 años, sus padres Malik (Kulvinder Ghir) y Noor (Meera Ganatra) y su hermana Shazia (Nikita Mehta). Javed, quien es proclive a la poesía, se siente constreñido por su progenitor que desea que él se ciña estrictamente a los patrones y valores tradicionales de Pakistán y evite impregnarse de la cultura británica; asimismo no ve con buenos ojos sus aficiones literarias. A todo ello, al igual que su familia, este joven no puede eludir la discriminación racial existente hacia los paquistaníes, sobre todo por el acoso de algunos muchachos del barrio en que habita.
El mundo cambia para el frustrado Javed cuando Roops (Aaron Phagura), su compañero de estudios y gran amigo, le presta cassettes con la música de Springsteen; como si se tratase de una divina revelación, al escuchar las canciones con sus letras -que hacen alusión en muchas de ellas a la clase obrera brindándoles fe, esperanza y optimismo-. encuentra la inspiración necesaria para seguir escribiendo poesías; ese aspecto se intensifica gracias al estímulo y apoyo que le brinda su profesora de inglés (Hayley Atwell), como así también por el aliento y apoyo recibido de su noviecita Eliza (Nell Williams).
La película no deja de lado algunos aspectos dramáticos donde además del racismo mencionado, también considera la política de austeridad económica de la administración Thatcher que originó despidos de personal obrero en donde Malik es uno de los afectados; es así que su mujer a través de la costura subviene con dignidad las necesidades financieras del hogar. Pero en todo caso, lo que aquí predomina es la fuente de energía que emerge de Javed siguiendo el compás de las canciones de Springsteen como Hungry Heart, Dancing in the Dark, Born to Run, Thunder Road, entre otros temas. Todo ello se combina con algunas situaciones de fantasía, como la grata escena callejera de baile donde participan Javed, Eliza y Roops.
Lo que más trasciende de esta historia es el imbatible poder de la música que en este caso contribuye a nutrir de exultación y alegría a su protagonista, albergando la esperanza de que algún día pueda llegar a ser un gran poeta.
Con un desenlace muy emotivo, la película es sumamente cálida, está ágilmente dirigida y muy bien actuada por un eficaz elenco; sobre todo se distingue la natural interpretación e inigualable simpatía de Kalra caracterizando al álter ego de Manzoor.
En conclusión: no es condición necesaria gustar de la musica rock para disfrutar de este encantador film y apreciar al mismo tiempo las canciones de Springsteen.
HELLO, LOVE, GOODBYE. Filipinas, 2019. Un film de Cathy Garcia-Molina.
Algunos aspectos de consideración social dentro de un relato romántico es lo que se aprecia en Hello, Love, Goodbye de la realizadora Cathy Garcia-Molina.
Carmi Raymundo considera en su guión la situación de ciudadanos filipinos que llegan a la ciudad de Hong-Kong con permisos de trabajo especialmente asignados a fin de reunir el dinero necesario para subsistir y además poder ahorrar parte del mismo para ser enviado a sus humildes familias que viven en Filipinas. Ése es el caso de Joy (Kathryn Bernardo) quien a pesar de ser una enfermera diplomada en su país de origen, al no tener la residencia en la antigua colonia británica no puede ejercer su profesión sino que debe resignarse a trabajar como empleada doméstica para una mujer china, cuidar de su hija afectada cerebralmente y de su anciana madre rezongona.
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A fin de incrementar sus ingresos para reunir el monto necesario que le permita viajar y cumplir sus sueños de vivir en Canadá, en sus horas libres trabaja ilegalmente como camarera de un bar; es allí donde conoce a Ethan (Alden Richards), un jovial barman filipino, próximo a lograr su residencia; si bien él se enamora rápidamente de Joy, ella demora en retribuir sus sentimientos.
A pesar del sincero vínculo romántico surgido entre ambos que se va intensificando a medida que transcurre el tiempo, el obstáculo reside en que esta joven aspira fervientemente concretar su viaje a Canadá para poder ejercer su profesión y optar por una vida más digna de la que Hong Kong puede brindarle. Es así que cuando recibe la ansiada visa canadiense, queda por saber la actitud que Joy habrá de adoptar.
Más allá de la trillada frase de que “el amor todo lo puede” la delicada narración de la realizadora plantea el dilema de si Ethan, amando apasionadamente a Joy puede o no aceptar que su enamorada sacrifique sus legítimas ambiciones rechazando las posibilidades que Canadá pudiera ofrecerle profesional y económicamente.
En esencia, éste es un film muy bien narrado que agraciado por el buen trabajo de sus protagonistas y la química existente entre los mismos, permite que el público disfruta de una muy agradable comedia sentimental con un convincente final abierto.
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