HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
AD ASTRA. Estados Unidos, 2019. Un film de James Gray
Si a primera vista Ad Astra daría la impresión de contemplar una aventura espacial, James Gray acude a ese recurso para articular un admirable drama psicológico. Melancólico, introspectivo a la vez que espectacularmente sublime, este film es otra prueba de la versatilidad del realizador abordando con maestría un género completamente diferente al de sus precedentes trabajos.
Con la interpretación central de Brad Pitt, quien prácticamente domina el relato, el público asiste a una historia que se desarrolla en un futuro cercano. El popular actor encarna a Roy, un astronauta tranquilo, imperturbable, solitario e introspectivo que encuentra en su profesión su razón de ser dejando a un lado su relación conyugal; al no poder compatibilizar una vida hogareña con su labor profesional, su mujer (Liv Tyler) ha decidido separarse.
El relato escrito por Gray y Ethan Gross comienza con una trágica explosión producida por un fenómeno energético proveniente del planeta Neptuno. El grave incidente motiva a que la agencia espacial para la cual Roy trabaja sospeche que su padre Clifford (Tommy Lee Jones), un condecorado astronauta que partió hacia el espacio hace 30 años y nunca más se supo de él, podría estar implicado en el asunto. Dada la suposición de que Clifford aún sigue con vida Roy es enviado hacia Neptuno, con parada intermedia en Marte, para tratar de localizar a su progenitor.
Dejando al espectador que descubra por sí mismo lo que acontece después, esta historia constituye un apreciable ensayo filosófico sobre la relación paterno-filial y el modo en que los pecados de los padres repercuten hondamente en sus hijos.
Aunque adolece cierta lentitud y la voz en off de Roy adquiere un tono solemne, el film cautiva por sus efectos visuales, por la extraordinaria fotografía de Hoyte van Hotema y sobre todo por la remarcable interpretación de Pitt transmitiendo con total convicción las heridas ocultas de su personaje a medida que el viaje transcurre a través del sistema solar; es allí que se intensifica el deseo de ubicar a su padre que a pesar del largo tiempo que pasó sin su presencia, no ha podido romper el cordón umbilical que lo une.
En esencia, más allá de una convencional historia de ciencia ficción Gray ha logrado un fascinante film intelectual y a la vez humano que el cinéfilo selectivo sabrá apreciar.
DOWNTON ABBEY. Gran Bretaña, 2019. Un film de Michael Engler
Esta elegante producción de Michael Engler seguramente satisfará a quienes han seguido la serie televisiva ideada y escrita por Julien Fellowes a lo largo de seis exitosas temporada (2010-2015) sobre los moradores del castillo Downton Abbey. Sin embargo, para quienes no la hayan visto encontrarán cierta dificultad para identificar a sus numerosos personajes y el modo en que se vinculan.
En lo que parece una continuación del programa televisivo, el guión de Fellowes ubica la acción en el mismo lugar en 1927 y comienza cuando Robert Crawley el conde de Grantham (Hugh Bonneville) y su esposa Cora (Elizabeth McGovern), reciben una carta del Palacio de Buckingham anunciando que el rey George V (Simon Jones) y su esposa (Geraldine James) llegarán al castillo para pasar una noche con motivo de la gira que realizarán en Yorkshire. Es allí que lady Mary (Michelle Dockery), la hija mayor de los anfitriones, se ocupa de los aspectos organizativos a fin de que todo luzca impecablemente durante la estadía de los ilustres visitantes. Como primera medida decide reemplazar momentáneamente al actual mayordomo Thomas Barrow (Robert James-Collier) y logra que el jubilado y más experimentado encargado Carson (Jim Carter) retorne para implementar los detalles concernientes con la visita real instruyendo apropiadamente al amplio personal de servicio de Downton. Sin embargo, la sorpresa es mayor cuando la comitiva real trae a sus propios sirvientes ignorando a los de la mansión.
A diferencia del excelente film Gosford Park (2001) de Robert Altman con guión de Fellowes donde se establece la diferencia social entre amos (los de arriba) y sirvientes (los de abajo), aquí ese aspecto ocupa un lugar secundario. Después de un comienzo promisorio, el relato que está conformado por viñetas de poca cohesión no logra mantener permanente interés. Entre algunas de las situaciones expuestas se encuentra la animosidad existente entre la viuda condesa Violet Crawley (Maggie Smith) y Maud Bashaw (Imelda Staunton), la prima del conde; eso es debido a que Maud, sin herederos legítimos, piensa legar su fortuna a su asistente Lucy Smith (Tuppence Middleton) quien a su vez es cortejada por el republicano Tom Branson (Allen Leech). En otro de los episodios, que nada tiene que ver con el tema central del relato, se destaca la homosexualidad de Barrow, que en esa época su práctica era considerada un grave delito.
Sin que este ligero relato provea legítima emoción, cabe destacar algunos sabrosos diálogos en donde las réplicas del personaje animado por la excelente Smith, constituyen algunos de los momentos más destacados del film. Formalmente, esta producción impresiona visualmente con sus imponentes decorados, magnífico vestuario, la fastuosa cena real, los bailes de salón y todo lo que concierne a las pompas del ceremonial.
El resultado es un film de época bien interpretado, que aunque sin trascender contentará sobre todo al público que disfrutó con la serie original.
OFFICIAL SECRETS. Estados Unidos-Gran Bretaña, 2018. Un film de Gavin Hood
El realizador Gavin Hood dramatiza eficientemente la odisea vivida en Gran Bretaña durante un largo año por Katharine Teresa Gun en la lograda interpretación de Keira Knightley. El guión preparado por el cineasta junto con Sara y Gregory Bernstein se basa en el libro The Spy Who Tried to Stop a War de Marcia y Thomas Mitchell.
A principios de 2003 Katharine trabajaba en una agencia de los servicios de inteligencia de Gran Bretaña como traductora del idioma chino al inglés. A fines de enero de ese año, inesperadamente ella lee en su correo electrónico un mensaje enviado por Frank Koza, el jefe de una división del National Security Agency de Estados Unidos; su contenido manifestaba que Estados Unidos y Gran Bretaña estaban conspirando mediante un chantaje realizado a seis naciones que formaban parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Angola, Bulgaria, Camerún, Chile, Guinea y Pakistán) para lograr su apoyo favorable a la invasión de Irak. Katharine, completamente enfadada ante tal revelación y estando convencida de que ese país no mantuvo ningún vínculo con Al-Qaeda -el grupo terrorista de los ataques del 11 de septiembre-, imprime una copia de ese e-mail y se la entrega a una persona amiga vinculada con el diario londinense The Observer. Cuando a la semana siguiente esa delicada información es publicada por el matutino a través del trabajo de dos de sus periodistas (Matt Smith, Matthew Goode), la noticia causa gran revuelo. A fin de que sus compañeros de trabajo no sean investigados, Katharine comunica a su jefe (Conleth Hill) que ella fue la denunciante.
La confesión de la traductora motivó su arresto policial por una noche e inmediatamente fue acusada de haber violado el Acta de Secretos Oficiales de Gran Bretaña de 1989 al haber filtrado esa confidencial información. Enfrentando esa situación, ella argumentó que su actitud se debió porque estaba en juego las vidas de sus compatriotas que serían enviados a una guerra completamente innecesaria.
Al haber adoptado esa actitud, Katharine se arriesgó a que Yasar (Adam Bakri), su muy querido marido musulmán, pudiera ser deportado; pero su libertad de conciencia adquirió prioridad. Lo que continúa es todo el vía crucis emocional vivido por la acusada que tuvo como abogado a Ben Emmerson (Ralph Fiennes) un pragmático e idealista defensor de los derechos humanos y plenamente consustanciado con la persona a la que estaba asistiendo. Al llegar el crucial día del juicio, el 25 de febrero de 2004, Katharine se declaró no culpable ante el juez alegando que la guerra era ilegal. No es necesario anticipar el resultado del juicio teniendo en cuenta que en su momento fue considerablemente difundido por los medios de prensa..
Ciertamente no es éste el primer film que revela los desengaños, mentiras y falsas argumentaciones sostenidas por quienes han sido responsables de una guerra cruel que sin autorización de las Naciones Unidas demostró ser totalmente injustificada y produjo consecuencias devastadoras. Con todo, este drama de espionaje fluidamente narrado, mantiene un considerable suspenso y cuenta con una medida y esmerada actuación de Knigthley caracterizando a una valiente mujer que aunque no logró evitar el conflicto bélico su integridad moral la convirtió en una gran heroína.
IL PLEUVAIT DES OISSEAUX / AND THE BIRDS RAINED DOWN. Canadá 2019. Un film escrito y dirigido por Louis Archambault.
En una buena adaptación de la premiada novela de Jocelyn Saucier publicada en 2011 la realizadora y guionista Louise Archambault ofrece una entrañable película que fue cálidamente acogida en el reciente festival de Toronto.
La sensibilidad impresa en sus dos largometrajes anteriores (Familia y Gabrielle) Archambault nuevamente la transmite en este agridulce relato centrado en la vejez. La historia transcurre en la foresta de Montmorency de la provincia de Quebec donde Tom (Rémy Girard), Charlie (Gilbert Sicotte) y Boychuck (Kenneth Welsh), son tres amigos ermitaños de madura edad que hace algunos años han preferido dejar el mundanal ruido de la gran ciudad para gozar de la paz y del espacio natural que el medio ambiente les provee viviendo en una cabaña frente a un pequeño lago.
Los tranquilos días de Tom y Charlie se ven alterados por la súbita muerte del pintor Boychuck y por la llegada de dos mujeres. Una de ellas es Ange-Aimée (Ѐve Landry), una joven fotógrafa quien ha sido enviada a la zona para entrevistar a los sobrevivientes de uno de los incendios forestales que azotó a la región tiempo atrás; la otra persona es la anciana Marie-Desneige (Andrée Lachapelle), hermana del fallecido Boychuck y tía de Steve (Éric Robidoux) quien es el gerente del pequeño hotel del lugar.
A partir de allí el relato se nutre en la dinámica que se establece entre estos personajes, sobre todo en lo que concierne a Tom, Charlie y Marie-Desneige. Lo más emotivo de esta historia es lo que acontece con la octogenaria dama que desde los 16 años había sido internada en una institución por razones religiosas y es ahora que ha logrado escapar recobrando su libertad; en este entorno forja una especial relación con Charlie que lentamente adquiere el carácter de un cálido romance otoñal, teñido de la misma pasión que podría envolver a dos jóvenes adolescentes.
Con una construcción impecable, Archambault logra extraer la riqueza del libro original a través de su eficiente puesta escénica y de las actuaciones de Girard y Sicotte, dos estupendos actores del cine de Quebec, y de la grandiosa intérprete Lachapelle cuya presencia destella radiante luminosidad y ternura.
Si bien los personajes de Landry y Robidoux no se insertan adecuadamente en el relato, eso no alcanza a desmerecer las cualidades de este bello y poético film que se enriquece con la buena música intercalada con las canciones entonadas por Girard acompañado de su guitarra. He aquí una comedia dramática que constituye un candoroso homenaje a la vejez donde nunca es tarde para seguir alentando esperanzas y reafirmar el placer de la vida.
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