DARK WATERS. Estados Unidos, 2019. Un film de Todd Haynes
DARK WATERS. Estados Unidos, 2019. Un film de Todd Haynes
Por Jorge Gutman
A la lista de sólidos relatos de activismo social que el cine ha brindado como lo fueron, entre otros ejemplos, Norma Rae (1979), Silkwood (1983) y Erin Brockovich (2000) ahora se agrega Dark Waters. Si bien este film de Todd Haynes se ubica en la línea de los filmes que denuncian los atentados que se cometen contra el medio ambiente, por sus graves implicancias en materia de salud el contenido del relato produce escalofríos.
A la manera de David enfrentando a Goliat, Haynes apoyado en el sólido guión de Mario Correa y Matthew Michael Carnahan, expone un dramático hecho real donde un hombre munido de envidiable integridad y responsabilidad moral enfrenta a un monstruo gigantesco sin más armas que su constancia, perseverancia y convicción para poner fin al daño letal que afecta al planeta.
La acción que transcurre durante un espacio de 17 años, comienza en 1998 presentando a Rob Bilott (Mark Ruffalo); él es un prestigioso abogado de Cincinnati (Ohio), asociado del estudio legal Taft Stettinius & Hollister liderado por Tom Terp (Tim Robbins) que entre otros clientes representa los intereses de la industria química incluyendo a la compañía DuPont.
El drama comienza cuando el granjero Wilbur Tennant (Bill Camp) de Parkersburg (West Virginia) visita a Bilott; aduciendo que ha sido referido por su abuela que también habita en la zona. En un estado de gran frustración e irritación le suplica que se desplace al lugar donde vive y compruebe cómo su terreno está tóxicamente deteriorado y que por tal razón ha perdido 190 vacas de su ganado, su salud se ha visto afectada, además de haberse producido numerosos casos de cáncer así como el nacimiento de criaturas con deformidades físicas.
Accediendo al pedido Bilott viaja a Parkersburg y al sentirse abrumado por lo que presencia, resuelve investigar el caso contando con el visto bueno de Terp. Tras una minuciosa investigación se descubre que ese problema es causado por DuPont; entre los ingredientes que dicha empresa utiliza para diversos productos de bienes de consumo -incluido el teflón- se encuentra el perfluorooctanoico (PFOA), un ácido maligno que ha sido diseminado en los terrenos adyacentes a los de Tennant y que además tiene vinculación con la contaminación del agua suministrada. Del relato se desprende que Dupont no ignoraba el grave problema causado ya que tiempo atrás la compañía había ensayado esas sustancias con ratas produciendo efectos cancerígenos.
La descomunal tarea abordada por Bilott que culmina en 2015 implicó la revisión de una inmensurable documentación requerida a Dupont incluyendo los resultados producidos por los laboratorios, albergados en cuantiosas cajas. Todo ello tuvo consecuencias colaterales para el noble abogado; así, además de poner a prueba la paciencia de Terp, al dedicar en la firma la mayor parte de su tiempo a este caso, también tensó la relación con su abnegada mujer Sarah (Anne Hathaway). Si bien ella por propia voluntad dejó su profesión de abogada para dedicarse al hogar y a sus tres hijos, siempre apoyó moralmente a su esposo, pero dada la marcada obsesión por luchar y vencer en el enfrentamiento judicial con Dupont, Bilott desplazó involuntariamente a su querida familia a un segundo lugar. No menos importante es que la dedicación y esfuerzo de este encomiable hombre produjo el resentimiento de su salud al sufrir desvanecimientos neurológicos.
El esmerado cuidado de Haynes en permitir que su sobria narración no llegue a fatigar es uno de los méritos de este sólido drama. No menos importante es el muy bien elaborado guión, basado en una reseña de Nathaniel Rich publicada en la revista del New York Times; además de superar las dificultades para dramatizar esta verídica historia en poco más de dos horas, suministra una esclarecedora información -nunca abrumadora- sobre las características que involucran el quehacer de las compañías petroquímicas y cómo repercuten en el medio ambiente.
Finalmente se impone destacar el excepcional trabajo de Ruffalo, indudablemente el mejor de su carrera; sin sobreactuar este actor que sobrelleva todo el peso del relato transmite magníficamente el sentimiento de angustia interior que acoge a un ser generoso y de elevada moral dispuesto a no claudicar en la cruzada emprendida al servicio de una causa noble tendiente a esclarecer la verdad y evitar que continúen las nefastas consecuencias de compañías no reguladas por el gobierno. La actuación de Ruffalo de ningún modo ensombrece las del resto del elenco, entre otros, Hathaway, Robbins, Victor Garber, Bill Pullman y muy especialmente la brillante prestación de Bill Camp.
QUEEN & SLIM. Estados Unidos, 2019. Un film de Melina Matsoukas
En su debut cinematográfico la realizadora Melina Matsoukas considera el tema de la discriminación racial de Estados Unidos exponiendo el drama de dos afroamericanos que debido a una desafortunada situación se transforman en marginados de la ley.
La historia se centra en los dos personajes que dan título al film y comienza en Cleveland introduciendo a Queen (Jodie Turner-Smith) y Slim (Daniel Kaluuya), dos jóvenes que se han conocido a través de Tinder y que celebran su primer encuentro físico en un restaurante local. Cuando después de cenar él la conduce a su domicilio, un error menor de tránsito cometido en la ruta motiva a que un oficial de policía blanco (Sturgill Simpson) los detenga obligando a Slim a tener que bajarse del auto y ser revisado minuciosamente. El trato decididamente agresivo y brutal del policía hacia la pareja motiva a que en un momento dado por defensa propia Slim lo mate con su propia arma. Convencidos de que nunca recibirán un tratamiento justo por ser negros, Slim y Queen apresuradamente abandonan el lugar del crimen y a partir de allí comienza una huida que en cierta manera se asocia a la emprendida por Bonnie y Clyde.
El primero de los encuentros de la pareja se produce cuando el vehículo carece de combustible y un sheriif (Benito Martínez) trata de ayudarlos pero al ver que finalmente desconfía de ellos eso los obliga a proseguir la escapada. Posteriormente llegan a la casa del tío de Queen (Bokeem Woodbine), un veterano militar convertido en proxeneta y rodeado de su harem, quien les facilita el dinero necesario así como el coche para proseguir la fuga. En ese recorrido con destino hacia el sur para abordar la frontera, los fugitivos logran que algunos se solidaricen con su suerte como es el caso de un matrimonio blanco (Flea, Chloe Sevigny) tratando de protegerlos.
Valiéndose del guión de Lena Waithe, la realizadora resalta la división existente de la sociedad americana; mientras que la población blanca a través de los medios de difusión considera a los prófugos como viles criminales, la comunidad afroamericana los ve como víctimas y los celebra como héroes. Si bien el tema central interesa, a medida que la narración avanza va tornándose desigual al nutrirse de ciertos episodios poco estructurados; en tal sentido el relato no siempre acierta con el tono apropiado al entremezclar el drama con romance y cierta dosis de suspenso de manera no muy cohesionada.
Sin agregar nuevas luces al tema de la violencia policial y al tratamiento diferente recibido por el color de la piel, cabe no obstante apreciar el esfuerzo de Matsoukas de reflejar la injusticia racial. Si bien el relato no alcanza a satisfacer plenamente, a su favor cabe resaltar la buena actuación de su elenco, sobre todo el eficaz desempeño de Kaluuya y Turner-Smith en los roles protagónicos. Asimismo cabe distinguir la muy buena fotografía de Tat Radcliffe creando la ambientación atmosférica que esta historia requiere.
LES PLUS BELLES ANNÉES D’UNE VIE / THE BEST YEARS OF A LIFE. Francia, 2019. Un film escrito y dirigido por Claude Lelouch
El veterano realizador Claude Lelouch es un explorador en búsqueda de legítimas emociones. En tal sentido lo ha demostrado desde muy joven cuando con sus 26 años en 1966 reunió a dos monstruos sagrados del cine francés para realizar una de las más bellas películas románticas de todos los tiempos como lo fue Un Homme et Une Femme; en esa hermosa historia de amor vivida por los personajes caracterizados por Anouk Aimée y Jean Luis Trintignant los espectadores de ese entonces se sintieron plenamente identificados con la suerte corrida por los amantes Anne Gauthier y Jean-Louis Duroc. La excelente manera en que Lelouch narró su historia, la natural interpretación de los actores y la bella música de Francis Lai condujeron a que obtuviera la Palma de Oro en el Festival de Cannes, el Oscar a la mejor película extranjera además de múltiples recompensas internacionales.
Es así que 53 años después el imbatible romántico cineasta revive a sus queridos personajes en Les Plus Belles Années d’une Vie, un film de máxima autenticidad que constituye un tributo a los más nobles sentimientos que anidan en el ser humano como así también un luminoso canto a la vida.
El tema central radica en explorar qué es lo que ha acontecido 53 años después con Anne y Jean-Louis. A pesar del amor que los unió en Deauville, lugar en que se conocieron en 1966, finalmente cada uno de ellos ha llevado una vida separada, en cierta forma debido a la naturaleza donjuanesca de Jean-Louis. Anne es hoy día una viuda de edad madura que rodeada de su familia incluyendo a su hija Françoise (Souad Amidou) está a cargo de un pequeño negocio. Inesperadamente, ella recibe la visita de Antoine Duroc (Antoine Sire), el hijo de Jean-Louis, quien le pide que vaya a visitar a su padre que reside en un hogar para ancianos y que a pesar de su pérdida de memoria la sigue recordando con afecto. Consecuentemente ella se dirige a verlo generándose un encuentro altamente conmovedor donde el ex corredor de automóviles está confinado a una silla de ruedas y en un estado de considerable envejecimiento. Aunque él no parece reconocerla, a través del diálogo que se establece entre ambos surgen indicios contrarios al oír su voz y observar el rostro de la mujer que amó y admitiendo que es la persona que mayor significación tuvo en su vida. Este film que se complementa con extractos del original y cuenta con el acompañamiento del tema musical de Francis Lai -ahora con el arreglo orquestal realizado por Calogero– va destilando una dulce nostalgia al comprobar que el paso del tiempo no ha eliminado la pasión de antaño de estos dos seres en el crepúsculo de sus vidas..
En este cálido relato impregnado de contenido poético y algunos momentos de apreciable buen humor, además de las impecables actuaciones de Trintignant y Aimée -quien sigue conservando su elegancia, distinción y ternura-, se distingue la breve y eficaz participación de Monica Bellucci animando a la hija de Jean-Louis.
Es importante resaltar que a pesar del inexorable paso del tiempo, lo que se contempla no es una suerte de “canto del cisne” en la medida que el tema de la muerte queda bien dejado de lado; en su reemplazo se encuentra la esperanza de seguir alentando el insoslayable deseo de seguir viviendo. Es así que Lelouch acude a Víctor Hugo para extraer una de sus frases inolvidables: “los mejores años de nuestra vida son aquéllos que aún nos restan por vivir”.
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