A HIDDEN LIFE. Alemania-Estados Unidos, 2017. Un film escrito y dirigido por Terrence Malick
A HIDDEN LIFE. Alemania-Estados Unidos, 2017. Un film escrito y dirigido por Terrence Malick
Por Jorge Gutman
Después de sus últimas irregulares películas, el prestigioso director Terrence Malick, quien en 2011 logró el premio máximo en el Festival de Cannes con The Tree of Life, retorna en mejor forma con A Hidden Life narrando la verídica historia del campesino Franz Jägerstätter quien en 2007 fue beatificado por el Papa Benedicto XVI.
En un guión que le pertenece, Malick introduce a Franz (August Diehl), quien en 1939 vive apaciblemente como agricultor junto a Fani (Valerie Pachner), su amada mujer, y sus tres hijitas en Radegund, una pequeña aldea montañosa de Austria.
Esa tranquila existencia pastoral se interrumpe cuando irrumpe la guerra y se encuentra forzado a ingresar al ejército alemán; respetando sus principios antibélicos y su profunda fe en Dios se niega a combatir por el régimen nazi como tampoco prestar juramento de lealtad a Hitler. Su comportamiento motiva a que además de ser considerado un paria dentro de su comunidad al propio tiempo sea encarcelado como traidor al Führer.
De allí en más el relato transcurre en dos escenarios diferentes: por una parte reseña lo que acontece con la familia de Franz, donde Fani sigue trabajando en la granja y añora la ausencia de su marido que se comunica con ella a través del intercambio epistolar; simultáneamente se aprecian las penurias físicas y emocionales que sufre Franz durante su encierro. Cuando llega el momento del juicio, al no retractarse de su férrea posición de objetor de conciencia, es condenado a muerte; si bien su abogado defensor se esfuerza para que recapacite a fin de lograr la conmutación de la pena capital, él se mantiene firme con sus principios.
El film que está dotado de una singular belleza visual merced a la colaboración del camarógrafo Jörg Widmer, refleja el estilo distintivo de Malick donde lo espiritual se funde con lo divino y lo cósmico destilando una atmósfera de apreciable lirismo y melancolía. Sin negar que se está frente a un respetable film, el metraje de casi tres horas de duración resulta excesivo al nutrirse con muchas escenas repetitivas; además, por más admiración que merece el coraje de su protagonista de sacrificar su vida a los 36 años de edad y dejar sin esposo ni padre a su querida familia por ser leal a su conciencia, el relato no logra generar en el espectador la emoción necesaria que permita una mayor identificación con la suerte corrida por este hombre de profunda integridad moral.
RICHARD JEWELL. Estados Unidos, 2019. Un film de Clint Eastwood
Prosiguiendo con su propósito de reseñar a héroes que sobrevivieron momentos de gran tensión, como en American Sniper (2014) y Sully (2016), entre otros títulos, Clint Eastwood retorna con un sólido relato sobre el vía crucis vivido por un inocente individuo.
Paul Walter Hauser encarna a Richard Jewell, un regordete bonachón de 33 años que se toma muy en serio su cargo de guardia de seguridad en el Centennial Olympic Park de Atlanta. El 27 de julio de 1996 – en plena celebración de las Olimpiadas de verano con una multitud contemplando un concierto popular- descubre una mochila abandonada en el suelo; con gran dinamismo y rapidez alerta a las autoridades policiales y cuando éstas arriban al lugar descubren que en el interior del sospechoso bolso hay una bomba a punto de detonar A pesar de que posteriormente la explosión se produce con el resultado de dos muertos y más de 100 heridos, el valiente acto de Richard permite salvar las vidas de la mayoría de las personas que allí se encuentran. Aunque proclamado como el gran héroe de la memorable jornada, su celebridad será de corto alcance.
Basado en el artículo “American Nightmare: The Ballad of Richard Jewell” de Marie Brenner, el efectivo guión de Billy Ray ha sido excelentemente aprovechado por Eastwood en la muy buena descripción de sus personajes; así, Jewell está magníficamente retratado como un individuo bondadoso que vive y mantiene una entrañable relación con su querida madre Bobi (Kathy Bates). Dada su naturaleza un tanto infantil y algunos aspectos discutibles vinculados con anteriores trabajos, poco tiempo después que se produce el trágico atentado,Tom Shaw (Jon Hamm) y Dan Bennet (Ian Gomez), dos funcionarios del FBI, creen que la imagen de Richard no corresponde precisamente a la de un héroe y para peor sospechan que él ha sido el autor del atentado. Cuando Shaw revela estas dudas a la periodista Kathy Scruggs (Olivia Wilde) que trabaja en el diario local Atlanta Journal-Constitution, ella logra que el periódico publique el 30 de julio en primera plana de que el proclamado héroe pudo haber plantado la bomba. Es entonces cuando interviene el abogado Watson Bryant (Sam Rockwell) quien habiendo conocido a Jewell años atrás en un gabinete de trabajo realizando tareas de limpieza, con firme determinación se apresta a defenderlo al estar convencido de su inocencia.
Fundamentalmente la historia se centra en el via crucis vivido por el protagonista que prácticamente ha sido victimizado por el FBI y por los medios de difusión, sin que existiera evidencia alguna que pudiera probar su culpabilidad.
Aunque Eastwood expone los hechos tratando de evitar sentimentalidad alguna, su narración no puede evitar momentos de incontenible emoción. Así, Bates ofrece una antológica escena cuando en una conferencia de prensa no pudiendo ocultar sus lágrimas Bobi se dirige al Presidente Clinton y al FBI suplicándoles que dejen en claro y sin duda alguna el buen nombre de su querido hijo. Otra magnífica prestación es la de Rockwell que adopta la posición de un querible padre hacia Richard y que en su condición de abogado defensor realiza el máximo esfuerzo posible para demostrar su inocencia. Si bien el resto del elenco se desempeña irreprochablemente, el que se lleva las palmas es Hauser quien, además de guardar un gran parecido físico con Jewell, se sumerge de lleno en su persona logrando una interpretación nada menos que fascinante.
En este drama, queda claramente evidenciada la denuncia de Eastwood sobre los abusos del poder a través del accionar del FBI y de los medios de difusión quienes durante 3 meses han hecho insoportable las vidas del inculpado y de su madre, al punto de invadir su hogar. En tal sentido y tal como lo ha venido realizando en varios trabajos de su filmografía, el director demuestra de qué manera los ideales de una persona honesta e íntegra pueden desplomarse frente a la realidad que lo circunda. Así, a pesar de las excusas brindadas por las autoridades al haber clarificado su nombre por parte del Departamento de Justica y de las indemnizaciones que Richard Jewell recibió, él no logró cicatrizar el daño emocional sufrido.
Aunque en el film no se revele al verdadero culpable del atentado, lo cierto es que Eric Rudolph que fue arrestado en 2003, confesó en 2005 su criminal acto siendo sentenciado a prisión perpetua. Lo que sí se anuncia en los créditos finales es que Jewell murió en 2007 a los 44 años.
Con sus 89 años de edad el veterano realizador demuestra que aún conserva el vigor necesario para encarar trabajos de envergadura como el presente; en consecuencia, con gran expectativa se aguarda su próximo proyecto.
LES ÉBLOUIS. Francia, 2019. Un film de Sarah Succo.
En su debut como directora la actriz Sarah Succo aborda un tema urticante basado en la experiencia personal de haber vivido con su familia durante varios años en una comunidad que guarda similitud con la que aquí expone.
El relato que transcurre en la ciudad de Angoulème asume el punto de vista de Camille (Céleste Brunnquell), próxima a cumplir 14 años, quien vive con sus padres Frédéric (Eric Caravaca) y Christine (Camille Cottin) y sus hermanos menores (Armand Rayaume, Jules Dhios Francisco, Eva Ristorcelli) en el marco de un clima familiar que a primera vista resulta armonioso.
El conflicto dramático surge cuando sus progenitores como buenos católicos que asisten regularmente a la iglesia se dejan entusiasmar por su pastor carismático (Jean-Pierre Darroussin) quien astutamente les convence para que integren una comunidad religiosa basada en los principios de solidaridad y ayuda humana. Lentamente, la madura adolescente va observando cómo esa comunidad es en el fondo una dogmática secta que lentamente va cambiando la conducta de sus padres al tener que adoptar ritos y actitudes decididamente anómalas que van restringiendo la libertad de la familia en su conjunto.
Aunque el fenómeno de las sectas religiosas tuvo auge hace poco tiempo atrás, a través de lo que aquí se aprecia aún subsisten hoy día agrupaciones fanáticas que invocando al Espíritu Santo encandilan a los miembros que la integran mediante un astuto lavado de cerebro, tal como es objeto la familia descripta por Succo.
Con admirable eficacia y con una coherente puesta escénica, la directora valiéndose del guión que preparó con Nicolas Silhol va creando una atmósfera que gradualmente se vuelve asfixiante y malsana para Camille quien al rebelarse ante sus padres termina siendo víctima de la secta al ser acosada psicológica y físicamente.
Cada uno de los actores responde con autenticidad a lo que sus complejos roles les demanda. Brunnquell, la protagonista del drama, deja una remarcable impresión caracterizando a la adolescente de libre espíritu que contemplando la conducta de sus progenitores debe luchar denodadamente para afirmar su libertad y al propio tiempo rescatar de esa adversidad a sus inocentes hermanos. En otros roles Cottin transmite satisfactoriamente la naturaleza de una mujer depresiva que encuentra solaz en la comunidad, Caravaca es convincente como el marido sumiso que sigue los pasos de su mujer, en tanto que Darroussin es impecable como el religioso que sagazmente maneja y domina la voluntad de sus feligreses.
Aunque Succo no efectúa una denuncia concreta de lo que constituye el radicalismo religioso, este sensible film no deja de atemorizar al constatar cómo sectas minoritarias con el consentimiento de las autoridades pueden llegar a dañar las vidas de personas adultas; aún más grave es que los menores, que no tienen otra alternativa que obedecer a sus enceguecidos padres, son prisioneros de estas aparentes respetables instituciones.
En esencia, la directora ha logrado un notable drama que evitando cargar las tintas impresiona por la sobriedad de su tratamiento lo que permite captar la completa atención de la audiencia.
63 UP. Gran Bretaña, 2019. Un film de Michael Apted
El origen de este documental se remonta a 1964 cuando en ese entonces el director Paul Almond en un programa televisivo Seven Up! reúne a 14 escolares de siete años de edad viviendo en Inglaterra y pertenecientes a diferentes familias socio-económicas a fin de saber sobre sus ambiciones acerca del futuro de sus vidas. De allí en más, el director Michael Apted decidió cada 7 años proseguir con esta serie investigando a sus integrantes a medida que iban creciendo. Es así que se llega al momento actual donde 63 Up en su noveno capítulo, entrevista a 10 participantes del grupo inicial quienes se hallan iniciando la etapa otoñal de su existencia.
Solo una de las personas, Lynn Johnson, falleció en 2013 en un lamentable accidente poco tiempo después de haber participado en el precedente episodio; los testimonios que de ella se habrían obtenido son ofrecidos por su marido y sus dos hijas quienes resaltan cómo ella había ayudado a los niños desfavorecidos de su comunidad a través de su trabajo de bibliotecaria. Por su parte Tony Walker proveniente de una clase humilde, es hoy día un hombre feliz en su matrimonio así como satisfecho en su condición de conductor de taxi y planeando construir un bar deportivo en España. Nicholas Hitchon, quien de humilde origen rural terminó siendo un académico en Estados Unidos donde vivió largo tiempo, confiesa que le está aquejando un grave cáncer a la garganta.
La amistad se manifiesta en los casos de Symon Basterfield y Paul Kligerman, quienes habíendo sido grandes amigos en su infancia transcurrida en un hogar de niños, lo siguen siendo hasta el presente a pesar de la distancia dado que Paul se ha radicado en Australia. Interesante es el caso de Peter Davies quien habiendo dejado de participar en 3 de las series previas por haber sido criticado debido a sus comentarios políticos sobre Margaret Thatcher, ahora retorna explicando lo que le indujo a hacerlo. En la entrevista que Apted realiza a Jackie Bassett, ella le reprocha por tratar temas de asuntos domésticos con las mujeres dejando los de índole política a los hombres.
En líneas generales, las entrevistas de Apted, no siempre efectuadas fluidamente, abordan temas de interés relevantes como los del envejecimiento , la mortalidad, las relaciones familiares como padres y abuelos, las carreras profesionales y cómo se han concretado las aspiraciones de los años juveniles; todo ello, dentro del contexto de una Gran Bretaña que políticamente hoy día asume un rol completamente diferente al de la década del 60, donde el tema del Brexit es tangencialmente considerado.
Para quienes hayan visto los segmentos anteriores estarán más interesados en el actual capítulo viendo el modo en que han evolucionado sus personajes; en todo caso quienes no estuvieron expuestos a los documentales precedentes podrán tener una idea a través de la tarea de montaje de Kim Horton al haber intercalado clips de los mismos..
Aunque Apted, es conocido por sus filmes de ficción, es en este proyecto donde se siente más realizado como cineasta. Habrá que ver si la historia concluye aquí o bien continuará en 2026 cuando los entrevistados celebren sus 70 años.
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