Por qué EE. UU. ha hecho pocas pruebas para detectar el coronavirus
Por qué EE. UU. ha hecho pocas pruebas para detectar el coronavirus
El sistema de salud de EE. UU., el más caro del mundo, comienza a mostrar grietas frente al brote.
Un hombre que regresó a Estados Unidos de China en febrero pasado se sintió resfriado y fue a una sala de emergencias en Miami ante el temor de haberse contagiado de coronavirus durante su viaje.
Tras un par de análisis, los médicos le dieron la buena noticia: era solo un catarro común. Le recetaron algunos medicamentos para el malestar y lo mandaron a casa.
Una carta que recibió un par de semanas después casi lo enferma de nuevo: le debía al hospital más de US$ 3.000 por los gastos de las pruebas que le habían hecho.
A medida que el virus se esparce por el país y que los contagios aumentan, académicos, expertos en salud y organizaciones civiles temen que el caso -reportado primero por el Miami Herald- no sea el único.
O peor: que la propia forma en la que está diseñado el sistema de salud estadounidense -el más caro del mundo- contribuya de forma indirecta a una mayor expansión del covid-19.
“El tema del acceso al sistema de salud o el propio acceso a las pruebas es un factor a tener en cuenta en la forma en la que se trata de contener un virus tan contagioso como este”, le dice a BBC Mundo Alex Greninger, experto en virología de la Universidad de Washington.
La semana pasada el gobierno de Donald Trump pidió más de US$ 8.000 millones al Congreso para hacer frente a los efectos del virus, mientras el Departamento de Salud solicitó US$ 2.500 millones para monitorear y detectar los contagios, apoyar a los gobiernos estatales y locales y desarrollar vacunas y tratamientos.
Trump designó a su vicepresidente, Mike Pence -sin ninguna experiencia en manejo de temas de salud- al frente de la “fuerza de choque” que dirigirá las tareas para combatir el virus en el país.
Sin embargo, hasta la fecha, aunque Trump anunció el veto a la llegada de extranjeros desde 26 países europeos y se han adelantado numerosas medidas económicas para intentar calmar los mercados y estabilizar la bolsa, se desconoce cuál es el plan concreto del gobierno para intentar lidiar con el virus desde su sistema de salud pública.
“Nunca se está preparado para un virus como este y creo que ningún país lo estaba. Pero es cierto que en el caso de Estados Unidos la respuesta no ha sido lo suficientemente rápida”, opina Greninger.
El problema con el número de casos
Uno de los hechos que mayor desconcierto causa entre la comunidad científica estadounidense es el número de casos reportados oficialmente por las autoridades de salud.
“Lo que pasa ahora es que, a ciencia cierta, no sabemos cuántos casos hay realmente en el país”, le comenta a BBC Mundo el doctor William Schaffner, profesor de Medicina Preventiva y Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville.
Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), la organización de salud pública estatal encargada del monitoreo del virus, hasta el martes 11 de marzo se habían reportado 696 casos y 25 muertes en EE.UU.
Y si bien los expertos consultados por BBC Mundo consideran que las estadísticas de la organización son fiables, creen que los problemas que presentaron los CDC desde un inicio para monitorear los casos llevaron a que sus cifras no den cuenta actualmente de la verdadera expansión del virus por EE.UU.
“Los números que dan los CDC son precisos, pero la pregunta es si reflejan de forma precisa la distribución del coronavirus por el país”, señala Schaffner.
“Somos una nación enorme. ¿Todavía la enfermedad se muestra focal en solo unos pocos lugares como indican esos datos? ¿Se ha distribuido ampliamente por todo el país? Es algo que no sabemos con certeza”, agrega.
Una investigación de medios estadounidenses publicada el martes sugiere que más de 1.000 personas han dado positivo tras realizarse el examen de coronavirus.
El problema con las pruebas
Los expertos en salud consultados por BBC Mundo coinciden en que la principal causa por la que no se tienen estadísticas más fiables de la situación del coronavirus en EE.UU. está vinculada con la escasez de pruebas para detectar a los enfermos de covid-19.
“El primer elemento para la contención es tener disponibles los test que nos permitan aislar a la población enferma. Eso es algo en lo que nos hemos demorado mucho”, considera Greninger.
Krys Johnson, profesora de Epidemiología de la Universidad de Temple, recuerda que el problema comenzó cuando los CDC decidieron que serían ellos quienes fabricarían los dispositivos para examinar a los potenciales enfermos.
“El resultado fue que cuando comenzaron a enviar los kits de las pruebas a los estados se encontró que no funcionaban bien, estaban defectuosos y tuvieron que cambiarlos. Fue un proceso que demoró y por tanto, gran parte de los estados no pudo comenzar a hacer estas pruebas hasta hace muy poco”, señala.
Durante más de un mes, cada estado debía enviar las muestras de posibles contagios por correo postal a la sede de los CDC en Atlanta, los únicos autorizados para realizar las pruebas.
Así, no fue hasta esta semana que los 50 estados contaron con la capacidad técnica para realizar los exámenes, aunque el número es limitado.
Según cifras oficiales, hasta el pasado martes, solo 79 laboratorios estatales o del sistema de salud pública contaban con capacidades para hacer las pruebas, en un país con más de 327 millones de habitantes.
Mientras, territorios de ultramar, como Puerto Rico, todavía no contaban con los dispositivos para ofrecer este servicio a su población.
El gobierno boricua confirmó esta semana que en la isla hay varias personas “potencialmente contagiadas”, pero dado que han tenido que enviar las muestras a la sede de los CDC en Atlanta, no han podido confirmar los casos a la espera de los resultados oficiales.
Johnson recuerda en ese sentido que otra de las limitaciones fue que los laboratorios privados no obtuvieron los permisos federales para realizar las pruebas hasta el pasado 29 de febrero, lo que limitó también el número de personas que podían acceder a los exámenes para el coronavirus.
“Creo que a medida que las pruebas comiencen a extenderse más por el país en los próximos días esto conducirá a un aumento en el número de casos positivos en todo el país”, opina.
El problema con el acceso a las pruebas
Schaffner, por su parte, comenta que los problemas no terminaron con la distribución de los kits de las pruebas.
“Desafortunadamente, el test no es accesible para toda persona sospechosa de tener el virus. Hasta ahora, existe una lista de criterios determinados por los CDC que un paciente debe cumplir para ser sometido a un examen para detectar la presencia de coronavirus”, indica.
Luego de que Trump anunciara la pasada semana que cualquier persona con sospechas de haberse contagiado podría realizarse un test, el secretario de Salud, Alex M. Azar, corrigió que solo aquellos que acudieran previamente a un especialista podrían hacerlo.
De acuerdo con Schaffner, bajo este criterio los médicos solo pueden prescribir la prueba a cuadros clínicos que muestren síntomas como tos, fiebre y problemas respiratorios notables, pero no a quienes no presenten síntomas aunque se hayan encontrado en situaciones de riesgo.
“En la parte privada, los laboratorios ya aceptan especímenes de cualquier persona para su análisis de forma muy fácil previa prescripción médica, pero lógicamente esto no es accesible para toda la población, porque tiene un costo elevado para los seguros”, añade Schaffner.
En gran parte de los países de Europa y Asia afectados por la epidemia, los exámenes para detectar el virus se practican de forma gratuita a todas las personas sospechosas de haberse contagiado, incluso antes de presentar síntomas.
En algunas naciones, como Corea del Sur o Alemania, se ha creado un mecanismo donde incluso se le puede hacer la prueba a las personas desde sus autos.
“Uno de los problemas con este virus es que tiene un periodo de incubación de hasta dos semanas en el que no siempre se manifiestan síntomas, pero sí se transmite. Entonces, si se pueden hacer pruebas en casos donde existan sospechas sólidas, es una medida que puede servir para detener la propagación del virus”, considera Greninger.
Hasta este miércoles se desconoce el número de personas que EE.UU. ha sometido a exámenes para detectar el coronavirus.
Los CDC dejaron de publicar sin explicación a inicios de marzo las cifras al respecto, pero entonces el número rondaba apenas los 1.500, cuando había transcurrido más de un mes después de reportarse los primeros contagios.
Ahora solo publica el número de las muestras analizadas con las que comenzaron a hacer las pruebas (hasta este miércoles ascendían a 11.079), pero el dato, sin embargo, no indica el número de personas, ya que a un solo paciente se le pueden tomar varias muestras.
Para que se tenga una idea, en ese punto del brote, países como Corea del Sur había examinado a más de 100.000 personas y realizaban un promedio de 15.000 exámenes de coronavirus todos los días, más que el total de muestras que ha analizado EE.UU. en más de un mes.
En Reino Unido, donde se han reportado tres muertes por el virus, se ha evaluado a más de 25.000 potenciales contagios.
BBC Mundo intentó contactar a los CDC para conocer el total de personas a quienes les han realizado las pruebas y los motivos para dejar de ofrecer esta información en su página web, pero no obtuvo respuesta.
El problema con los seguros
El tema del acceso a las pruebas para detectar el coronavirus en Estados Unidos no se separa de otro más complejo: sus potenciales costos y el acceso al sistema de salud de los que requieran atención médica.
Más de 27,5 millones estadounidenses no tienen acceso a seguros de salud, según datos de la Oficina del Censo, lo que podría llevar a que muchos que presenten síntomas o requieran tratamiento no acudan a los hospitales por temor a los elevados costos.
Pero incluso para muchos que sí tienen seguros, los “copagos” que deben desembolsar -una cantidad de dinero que no cubren las aseguradoras y que en ocasiones puede ser de miles de dólares- también puede hacer que muchos desestimen la posibilidad de ir al médico.
Según datos de la ONG Commonwealth Fund, más de 44 millones de personas se encuentran en este último grupo, que se define como de “seguro insuficiente”.
“Algunos estados están cubriendo los costos asociados con las pruebas. Sin embargo, si los pacientes presentan síntomas respiratorios graves como resultado del covid-19, aquellos que no tienen seguro o con un seguro insuficiente serán los más afectados por las repercusiones financieras del tratamiento”, indica Johnson.
Una encuesta realizada en 2019 por Gallup y West Health indicó que el 26% de los estadounidenses había pospuesto tratamientos médicos en los últimos 12 meses debido a los costos y el 19% había dejado de comprar los medicamentos indicados por iguales motivos.
Mientras, casi la mitad de los encuestados respondió que estaban “preocupados” o “extremadamente preocupados” de que una potencial situación de salud en sus hogares pudiera llevarlos a la bancarrota.
En Estados Unidos, además, viven más de 10 millones de inmigrantes indocumentados, y una nueva normativa del gobierno de Trump que entró en vigor el mes pasado limita la posibilidad de residencia en el país a quienes utilicen los seguros del gobierno u otros beneficios de salud.
“En este punto de la enfermedad, creo que es importante que se tomen las medidas para que toda la población sospechosa de haberse contagiado pueda acceder a las pruebas y autoaislarse para evitar los contagios”, opina Greninger.
Los problemas para el aislamiento
De acuerdo con Johnson el aumento potencial de los casos que se registrará en los próximos días requerirá no solo de acciones gubernamentales y de los estados, sino también a nivel individual.
“Nosotros, como nación, deberíamos hacer lo que podamos individualmente para proteger la salud de los demás. Los que puedan trabajar desde casa deben elegir hacerlo. Los que están enfermos deben autoaislarse”, indica.
Las recomendaciones de la experta coinciden con las de los CDC, que han sugerido a las compañías que alienten a sus empleados a quedarse en casa y trabajar de forma remota o tomar días por enfermedad si presentan síntomas.
Sin embargo, según datos del Departamento del Trabajo, la cuarta parte de la población laboralmente activa de EE.UU. no tiene acceso a días de enfermedad remunerados.
La situación se hace más crítica para aquellos que no tienen contratos fijos o empleados de servicios como restaurantes y hoteles que, contradictoriamente, son las personas que tienen contacto directo con el público.
“Escuchamos que aquellos que están enfermos deben autoaislarse. Sin embargo, esto deja fuera a las personas que no pueden trabajar de forma remota o que no tienen vacaciones pagadas, que de hacerlo quedarían sin una forma de mantenerse económicamente”, comenta Johnson.
La consecuencia de esto, según la experta, es que muchos continuarán trabajando incluso si experimentan síntomas respiratorios, lo que podría solo agravar la crisis de salud pública.
“Si toda la población de EE.UU. se contagiara de coronavirus en las próximas dos semanas, nuestro sistema de atención médica no podría manejar la tremenda cantidad de hospitalizaciones y muertes que ocurrirían entre las personas más susceptibles al virus”, opina.
Congresistas demócratas han pedido que el gobierno tome medidas para garantizar días de enfermedad a los enfermos y en su mensaje del viernes Trump indicó que anunciaría “medidas de emergencias” en ese sentido, aunque no qué tipo de trabajadores serían beneficiados.
“Para garantizar que los trabajadores estadounidenses afectados por el virus puedan quedarse en casa sin temor a dificultades financieras, pronto tomaré medidas de emergencia, que no tienen precedentes, para proporcionar ayuda financiera. Esto estará dirigido a los trabajadores que están enfermos, en cuarentena o atendidos debido al coronavirus”, afirmó.
El doctor Joshua Sharfstein, vicedecano de Práctica de Salud Pública en la Universidad Johns Hopkins, le dice a BBC Mundo que la situación actual requiere una atención máxima, pues si de momento el sistema sanitario del país cuenta con los recursos para hacer frente a la epidemia, lo imprevisible del virus hace que no se pueda saber qué pasará en un futuro cercano.
“La preocupación es cuánto durarán los suministros, dado el rango potencial de estimaciones para el impacto de la epidemia”, señala.
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