LE JEUNE AHMED. Bélgica-Francia, 2019. Un film escrito y dirigido por Jean-Pierre y Luc Dardenne. 84 minutos.
LE JEUNE AHMED. Bélgica-Francia, 2019. Un film escrito y dirigido por Jean-Pierre y Luc Dardenne. 84 minutos.
Habiendo Le jeune Ahmed obtenido el año pasado el premio a la mejor dirección en el Festival de Cannes, ahora se puede juzgar este drama de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne, que considera el espinoso tópico del fanatismo religioso.
Es bien conocido el importante número de víctimas inocentes asesinadas como consecuencia de los atentados terroristas perpetrados por radicalizados musulmanes en recientes años en Francia y Bélgica, desvirtuando de ese modo el contenido espiritual del Islam. De allí que los Dardenne, siempre consecuentes en el tratamiento de problemas sociales, se han inspirado en esos hechos para concebir un relato de ficción enfocando a un convulsivo religioso que ha sido objeto de un lavado de cerebro.
La historia que transcurre en Bélgica presenta a Ahmed (Idir Ben Addi), un adolescente de 13 años de edad que trata de encontrar un equilibrio entre el idealismo de su fe musulmana impulsado por el imam local (Othmane Moumen) y los requerimientos de la vida cotidiana en el contexto de un mundo occidentalizado.
Emocionalmente apartado de su familia musulmana, critica a su madre (Claire Bodson) por consumir alcohol y no utilizar el hiyab y menosprecia eeda su hermana por la forma moderna de su vestimenta; su iracundia también se refleja en el ámbito escolar con su afable profesora Inès (Myriem Akheddiou) a quien se niega a estrecharle la mano porque su religión no se lo permite.
Ahmed, compulsivamente volcado a la religión e interpretando los preceptos del Corán fuera de contexto, tiene como meta principal ser un verdadero y fiel musulmán, cumpliendo con todas las reglas y ritos de dicho credo incluyendo las abluciones y plegarias.
El momento crítico del relato se produce cuando debido a su ardiente fervor religioso intenta matar a su educadora a quien odia intensamente porque en sus clases ella no enseña el requerido árabe expuesto en el Corán y además la supone apóstata e impura. He aquí la radicalización de un joven islamista quien debido a su intento homicida es sometido a un proceso de reeducación por el Estado en una granja cercana; allí conoce a la joven Louise (Victoria Bluck) de quien se niega a aceptar sus flirteos amorosos porque ella rehúsa a adoptar la fe del islam.
El film cuenta con la buena interpretación de Ben Addi a pesar de que resulta difícil compenetrarse psicológicamente en el ansioso personaje que caracteriza; de todos modos queda en claro como el alienado cerebro de Ahmed es capaz de llegar a decisiones extremas a pesar de estar rodeado por gente comprensiva y tolerante.
Sin sentimentalismo alguno, en una narración más cerebral que emocional los realizadores ofrecen un relato altamente inquietante y perturbador que impacta al espectador. Si bien su desenlace un tanto optimista resulta poco realista, eso no empaña la acertada ilustración efectuada sobre el maléfico poder de la ceguera religiosa impregnada en jóvenes que se convierten en endemoniados criminales a través de su integración en las células terroristas del yihadismo.
BAD EDUCATION. Estados Unidos, 2019. Un film de Cory Finley. 104 minutos. Disponible en HBO
En los últimos meses se han visto algunos films basados en historias reales tan sorprendentes que llegan a superar a las más imaginativas fantasías de ficción. El caso de Bad Education es otro ejemplo donde el realizador Cory Finley reproduce un monumental fraude que tuvo lugar en el ámbito escolar de Estados Unidos.
El relato se ubica en 2002 donde Frank Tassone (Hugh Jackman) se desempeña como superintendente del distrito escolar Roslyn de Long Island. Esa escuela pública de enseñanza media a través de los años fue adquiriendo positiva notoriedad gracias a la admirable labor por él desplegada. De irreprochable presencia, siempre amable y servicial, Tassone basado en su larga experiencia docente estimulaba permanentemente a los alumnos como asimismo a sus padres, para que el rendimiento escolar fuese altamente satisfactorio; tan es así, que la mayoría de los estudiantes egresados de la escuela no tenía problema para ingresar a las más renombradas universidades del país. En pocas palabras, su máxima ambición era conseguir que Roslyn fuese considerado el establecimiento educativo más importante de Estados Unidos.
En el equipo de administración Tassone es asistido por Pam Gluckin (Allison Janney) quien tiene a su cargo el manejo del presupuesto y su buen desempeño en la materia la convierte en el brazo derecho de su jefe. Por su parte, Bob Spicer (Ray Romano), presidiendo el consejo de administración, se congratula de la labor realizada por Frank al haber logrado el prestigio de Roslyn como institución escolar.
Como suele suceder en las historias de ficción -a pesar de que ésta es real- la calma precede a la tormenta que arriba de la manera más inesperada. Eso acontece cuando la joven Rachel Bhargava (Geraldine Viswanathan), una de las más emprendedoras estudiantes, decide escribir un artículo para el periódico del colegio sobre una próxima renovación de la escuela, recibiendo para tal propósito el apoyo de Frank. Nada hacía presumir que en la preparación de su trabajo, Rachel abriría la caja de Pandora. Así de su investigación sale a relucir que la muy eficiente y respetable Pam utiliza la tarjeta de crédito de la escuela para fines personales, llegando de este modo a sustraer un monto superior a los 200 mil dólares.
Como consecuencia de lo que antecede Frank no tiene otra opción que despedir a su asistente por malversación de fondos. Obrando como un efecto dominó, los acontecimientos subsiguientes prueban que el inmaculado superintendente había adoptado los malos hábitos de Pam. Así, llevando una doble vida durante poco más de una década había utilizado varias tarjetas de crédito del distrito para financiar sus gastos personales; eso incluía las expensas de su pareja (Stephen Spinella) neoyorkina así como mantener a su ex alumno Kyle (Rafael Casal) en Las Vegas con quien también estaba vinculado amorosamente.
Resulta difícil comprender cómo el desfalco que superó los 11 millones de dólares pudo haber pasado desapercibido para quienes estaban a cargo de la auditoría interna del colegio. De todos modos es imposible negar la existencia de este escandaloso acontecimiento que por sus graves implicaciones alcanzó considerable difusión.
Finley supo aprovechar la excelencia del guión escrito por Mike Makowsky quien ha sido alumno de Roslyn y testigo de los hechos descriptos. El realizador, que gratamente impresionó con su ópera prima Throughbreds (2017), reafirma aquí su condición de notable narrador en la dramatización de esta apasionante comedia negra; con pulso firme maneja los hilos del relato sin que se produzca la más mínima nota en falso.
Si bien gran parte del mérito de esta excelente producción recae en Finley apoyado por el inmejorable libreto, hay que distinguir a su irreprochable elenco. Tanto Janney como Viswanathan y Romano en los principales roles de apoyo ofrecen prestaciones maravillosas. Con todo quien verdaderamente deslumbra es Jackman quien en el mejor papel en su carrera de actor transmite la dimensión psicológica del gran estafador; así, la metamorfosis de su personaje a partir de un distinguido hombre de bien hasta que desenmascara su careta para desembocar como un amoral impostor que pareciera no haber tenido conciencia de lo que estaba haciendo, es sencillamente extraordinaria.
WIDOW OF SILENCE. India, 2018. Un film escrito y dirigido por Praveen Morchhale. 86 minutos. Disponible en diversas plataformas de streaming
En un relato que transcurre en Cachemira, el realizador Praveen Morchhale relata una conmovedora historia centrada en una mujer procurando definir su identidad. Aunque el conflicto político que durante 7 décadas aflige a la región no es considerado directamente, la tensión subsiste de manera latente en el comportamiento de las autoridades indias hacia los musulmanes que allí residen.
La protagonista es Aasia (Shilpi Marwaha), una mujer musulmana de mediana edad que no ha visto a su marido desde hace 7 años cuando fuerzas de seguridad de India lo han secuestrado en mitad de la noche con destino desconocido. Con su magro ingreso trabajando como enfermera, ella vive con su hijita Inaya (Noor Jahan) de 11 años y su suegra muy enferma que prácticamente paralizada no atina a hablar desde que desapareció su hijo.
Habiendo realizado todos los esfuerzos posibles por localizar el paradero de su esposo sin lograrlo, esta mujer es considerada socialmente como “media viuda” porque -aunque prácticamente improbable- su marido podría reaparecer en cualquier momento. Finalmente, a fin de poder rehacer su vida y lograr una clara identificación de su estado civil Aasia necesita obtener un certificado que pruebe la defunción de su esposo. Sin embargo, esta tarea no es tan sencilla porque al igual que otras mujeres de Cachemira cuyos cónyuges han desaparecido en circunstancias similares, el gobierno a través de sus organismos pertinentes va creando inconvenientes para eludir la entrega del deseado documento. Cuando ella después de continuadas tramitaciones se enfrenta con el oficial de turno (Ajay Chourey) encargado de expedir el certificado, éste está dispuesto a satisfacer su demanda siempre que acceda vender su pequeño lote de tierra a un comprador por él elegido o sino a cambio de favores sexuales.
Marwaha, una remarcable intérprete conocida en India por su incursión teatral, expresa la tristeza y desesperación de una estoica mujer determinada a desafiar la injusticia existente que la conducirá a adoptar una audaz decisión; por su parte Jahan es sumamente expresiva como la niña solitaria que enfrenta la burla de sus compañeras de escuela por ser considerada media hija debido a su padre desaparecido.
Basado en historias que llegó a conocer de semi viudas luchando por su dignidad en esa tumultuosa zona, Morchhale de manera despojada y austera obtiene un film que no obstante de adolecer de cierta lentitud, se distingue por su humanidad y honestidad exponiendo la situación de inocentes mujeres musulmanas que ven afectadas sus vidas por la opresión del gobierno y la corrupción de sus funcionarios.
100 KILOS D’ÉTOILES. Francia, 2018. Un film de Marie-Sophie Chambon. 88 minutos.
Aunque las películas sobre la adolescencia son presentadas frecuentemente a través de diferentes ópticas, en 100 kilos d’etoiles la novel directora Marie-Sophie Chambon decidió abordar el tema enfocando el malestar de una joven excedida en peso que lucha para poder concretar sus aspiraciones.
Con sus 16 años Loïs (Laure Duchêne) es una estudiante dotada de especial aptitud en el campo de la física y la matemática cuyo máximo deseo es el de llegar a ser astronauta. Una oportunidad se le presenta en ocasión de realizarse un concurso científico que tiene lugar en el Centro Nacional de Estudios Especiales de Francia cuyo primer premio consiste en participar en una simulación de vuelo en estado ingrávido. Si en principio no existe inconveniente para participar en el mismo, su obesidad constituye un obstáculo para ser aceptada.
Creyendo que absteniéndose de comer podrá disminuir su peso, lo cierto es que no logra adelgazar y su persistente actitud llega a debilitarla lo que motiva a que sea internada en una clínica psiquiátrica de jóvenes para su tratamiento. Allí entra en contacto con otras tres jóvenes que igualmente están internadas como es el caso de Justine (Zoé de Tarlé) sufriendo de electrosensibilidad, Stannah (Pauline Serieys) que es parapléjica y Amélie (Angèle Metzger) padeciendo de bulimia.
Hasta aquí, la directora que es también responsable del guión escrito con Anaïs Carpita describe con sensibilidad el sufrimiento de estas chicas, de algún modo marginadas de la sociedad, y la forma en que la amistad y solidaridad que surge entre ellas las ayuda a reconfortarse. De aquí en más, el relato cobra un tono fantástico cuando al impulso de Loïs el grupo se evade de la clínica para dirigirse a Toulouse donde tiene lugar el certamen y tratar de este modo de volar en el espacio.
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Sin mayores pretensiones, esta comedia melancólica sazonada con ciertos toques poéticos, logra atraer, a pesar del desnivel ocasionado por la introducción de ciertas escenas irrealistas. Lo más destacable es la espontánea naturalidad y simpatía que su juvenil elenco brinda a sus personajes, así como a su desenlace investido de amor y ternura.
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