Nos habíamos amado tanto
Nos habíamos amado tanto
MADRID, 25 AGO – Barcelona y Lionel Messi están a punto de separarse tras décadas de amor mutuo y el divorcio anticipa una dura batalla legal.
El astro argentino le mandó un fax al club catalán anunciándole sus intenciones de partir de forma inmediata y el “blaugrana” le respondió en términos poco amigables.
Según anticiparon medios de prensa argentinos, Messi envió un mensaje certificado en el que le comunicaba su decisión apelando a una cláusula de su contrato.
Cláusula que, a su entender, le permitía alejarse sin que eso signifique la ruptura unilateral del vínculo que los une hasta mediados del año próximo. Enterados, los abogados del Barcelona salieron al cruce al recordarle que la cláusula a la que hace mención era aplicable sólo hasta 10 de junio (la fecha era el 31 de mayo, pero la pandemia extendió los plazos).
“La cláusula para desvincularse en forma gratuita venció y Messi no puede apelar a la misma” y por ende el pedido del astro “no tiene respaldo legal”.
Según el razonamiento del Barcelona, si algún club está interesado en contrarlo deberá pagar los 700 millones de euros contemplados en la cláusula de rescisión de contrato.
Habrá que ver qué opinan los abogados del astro y qué pasos seguirá el argentino, empeñado en dejar el club con el que lo vincula un pasado de gloria y un afecto que siempre pregonó.
Afecto que está por encima de las diferencias que parece tener y que resultarían insalvables con la actual dirigencia “blaugrana” encabezada por Josep María Bartomeu.
Un Bartomeu que podría ver frustrado su sueño de ser reelecto como presidente del club catalán el año próximo si Messi finalmente se va, una “mancha” imposible de disimular.
“Sería un error histórico”, advertía más temprano Joan Laporta, ex presidente y candidato a la presidencia en dichas elecciones.
Declaración que más allá del legítimo temor de todo fanático del Barcelona ante la posible partida del astro está enmarcada inevitablemente en la campaña electoral.
Laporta era presidente del Barcelona en la época dorada de Josep Guardiola y como aspira a retomar las riendas del club decidió aprovechar la crisis generada por la deblace del equipo en esta temporada.
La abdicación al trono de la Liga a manos del “archi-enemigo” Real Madrid y la humillante eliminación en Champions frente a Bayern Munich derivaron en la anunciada salida de Quique Setién, un técnico que nunca se llevó bien con Messi.
El proceso de renovación del plantel se inició con el arribo como conductor del holandés Ronald Koeman, a quien el argentino le comunicó que se sentía “más afuera que adentro” del plantel.
Koeman lo consideraba pilar de su proyecto y reiteraba su deseo de que Messi siguiera en el club, pero los primeros pasos que dio parecieron llevarlo en sentido contrario.
Uno de ellos, según se supo, fue informarle que era él ahora quien llevaría las riendas del equipo y pondría fin a los privilegios, acotando la incidencia del capitán en el vestuario.
Como muestra de ello, en la víspera el flamante DT le comunicó telefónicamente que no los tendrá en cuenta al chileno Arturo Vidal y al uruguayo Luis Suárez, goleador que es amigo personal de Messi, con quien vacacionan juntos en familia.
“Haberle dicho a Suárez que no seguirá por teléfono es un acto de cobardía”, aseguró Laporta, quien en caso de resultar electo presidente seguramente no tiene en mente a Koeman como cabeza de su proyecto deportivo, al menos por lo expresado.
El técnico firmó contrato por dos temporadas con el club que hoy ve detrás de la salida de Messi no sólo una jugada con fines electorales.
Barcelona presume que París Saint Germain, Manchester City, cuyo plantel es entrenado por Guardiola, y hasta Inter, estarían presionando para forzar la partida del astro argentino. Los 20 años que los vincularon y los éxitos obtenidos no parecen suficientes esta vez para sanar las heridas y recomponer una relación que parece definitivamente rota.
Tampoco los 444 goles en 485 partidos de Liga, los seis Balones de Oro y los record batidos por Messi con la casaca del Barcelona, con la que festejó 10 Ligas, cuatro Champions, tres Mundiales de Clubes y tres Supercopas europeas, entre otros.
A los 33 años, el amor eterno que el argentino le juró más de una vez al club que lo formó y lo cobijó en sus inicios parece agotado, aunque su partida no se anuncia para nada sencilla.
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