ON THE ROCKS. Estados Unidos, 2020. Un film escrito y dirigido por Sofia Coppola. 96 minutos
ON THE ROCKS. Estados Unidos, 2020. Un film escrito y dirigido por Sofia Coppola. 96 minutos
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Bill Murray y Rashida Jones en ON THE ROCKS
Por Jorge Gutman
Así como es placentero saborear una burbujeante copa de champán, del mismo modo resulta grato apreciar esta livianísima comedia de Sofia Coppola. Aunque lejos de sus mejores trabajos como lo son el dramático film The Virgin Suicides (1999) y la melancólica comedia Lost in Translation (2003), a pesar de ciertos desniveles en su guión On The Rocks arroja un saldo positivo.
Rememorando a algunos de los primeros filmes de Woody Allen, la trama se desarrolla en la ciudad de New York en un medio social de alta clase media. En un elegante piso del Soho de Manhattan habitan Laura (Rashida Jones), con su marido Dean (Marlon Wayans) y sus dos adorables hijitas. La vida conyugal parecería transcurrir armoniosamente donde Laura es una exitosa escritora y su esposo está al frente de una compañía de red social que recientemente ha creado, obligándolo a efectuar frecuentes viajes que lo alejan transitoriamente del hogar. La rutina se interrumpe cuando ella comienza a sospechar que Dean podría engañarla con su joven asistente Fiona (Jessica Henwick). Su preocupación la transmite a Félix (Bill Murray), su padre, quien acaba de regresar de Francia y está dispuesto a ayudarla a confirmar o disipar sus dudas.
Uno de los aspectos más importantes del film es la descripción que Coppola ha efectuado de Félix. Este maduro bon vivant es un rico jubilado marchante de arte que tiempo atrás, como empedernido donjuanesco abandonó a su esposa por otra mujer; hoy día con su innata simpatía aún logra atraer a quien encuentra en su camino. Ahora la ocasión está dada para que con su vasta experiencia mujeriega utilice algunas de sus tácticas para tratar de desenmascarar a Dean, si acaso realmente traiciona a su hija.
De allí en más la comunicación entre Félix y Laura va generando permanentes encuentros tanto en lujosos restaurantes como a través de los desplazamientos automovilísticos por la ciudad a fin de seguir las huellas del sospechoso. En ese devenir, un momento hilarante se produce cuando el maduro playboy acompañado de su hija manejando su convertible deportivo es detenido en la ruta por un agente policial (Mike Keller) por exceso de velocidad; es allí que Félix con su envidiable gracia logra conquistarlo evitando ser pasible de una multa.
Cuando en su tramo final esta comedia realista se entremezcla con la farsa el film se resiente levemente por su artificiosidad; sin embargo este reparo es compensado por su calificado elenco que queda resaltado por la irreprochable prestación de sus dos protagonistas. Jones, además de su agradable presencia persuade magníficamente como la hija que a pesar de haber mantenido en el pasado una dificultosa relación con su progenitor encuentra aquí la oportunidad de restablecer ese vínculo. Por su parte Murray está impagable dando vida a su personaje quien con cara de póker seduce con su idiosincrático encanto, a pesar de su visión machista en las relaciones que se entablan entre un hombre y una mujer; él con Jones configuran un excelente dúo gracias a la magnífica complicidad existente. En un rol menor Wayans igualmente convence como el afable cónyuge objeto de sospecha.
En general Coppola obtiene una vistosa comedia que sin trascender demasiado de todos modos resulta atrayente mostrando la tierna relación cimentada entre un padre y su hija; a todo ello, a la manera de Woody Allen, la directora transmite un afectuoso saludo a la bella Manhattan expuesta en la muy buena fotografía captada por Philipe Le Sourd.
THE BOYS IN THE BAND. Estados Unidos, 2020. Un film de Joe Montello. 121 minutos. Disponible en Netflix
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Jim Parsons y Matt Bomer en THE BOYS IN THE BAND
Celebrando en 2018 el quincuagésimo aniversario de la pieza teatral The Boys in the Band del dramaturgo Mart Crowley, el director Joe Montello la readaptó en una excelente producción de Broadway por la que en 2019 obtuvo el Tony a la mejor reposición. Si bien el realizador William Friedkin la trasladó a la pantalla en 1970, por segunda vez es llevada al cine por Mantello con el mismo elenco de actores que hace dos años representó la obra.
Es importante destacar que en oportunidad de su estreno esta pieza logró importante repercusión en el ámbito cultural dada la osadía de su autor en haber considerado abiertamente un tema donde todos sus personajes son homosexuales; basta recordar que en 1968 aún no se habían producido las agitadas manifestaciones de Stonewall ni tampoco había surgido el movimiento social LGBTQ luchando contra la discriminación por orientación sexual. Afortunadamente, desde entonces hasta el presente mucho se ha avanzado en defensa de los derechos que asisten a las personas gays, lesbianas, bisexuales y transexuales.
La versión del actual film está basada en el guión de su autor con la colaboración de Ned Martel donde salvo algunos mínimos cambios queda reflejado el espíritu de la obra original. La acción se desarrolla casi íntegramente en el departamento neoyorkino de Greenwich Village donde habita Michael (Jim Parsons), un católico cuarentón homosexual no muy contento con su identidad. Él decidió organizar con sus amigos gays una fiesta para celebrar el cumpleaños de Harold (Zachary Kinto), uno de los integrantes del grupo; es ahí donde además del festejado concurren Donald (Matt Bomer) -el ex amor de Michael-, el afeminado Emory (Robin de Jesús), el afroamericano intelectual Bernard (Michael Benjamin Washington), el insaciable sexual Larry (Andrew Rannells) y su pareja Hank (Tuc Watkins) que por él abandonó a su familia; a la reunión se agregan el joven taxi boy Cowboy (Charlie Carver) como ofrenda de cumpleaños para Harold y Alan (Brian Hutchison) quien supuestamente heterosexual es un amigo y ex compañero de la universidad donde Michael estudio.
Después de un comienzo amistoso, el exceso de alcohol comienza a reflejarse en la conducta de los presentes que gradualmente irán generando un clima de inquietud. La tensión llega a su climax cuando el provocativo Michael propone un juego a los invitados en donde cada uno deberá efectuar un llamado telefónico a la persona que más ama, identificarse y confesarle su amor. Es en ese entonces donde se va revelando la variada gama de sinsabores que afectan a los miembros del grupo.
Aunque el film no oculta su origen teatral, de ninguna manera resulta estático puesto que Montello ha logrado dinamizarlo a través de una puesta escénica fluida, reforzada por el excelente guión cuyos diálogos punzantes y de pasmosa penetración no dejan indiferente al espectador. En consecuencia, a través de sus personajes quedan expuestas en mayor o menor dimensión, la soledad, el temor al envejecimiento, la baja autoestima, la no aceptación, la doble vida, la vulnerabilidad, las frustraciones, los sueños no realizados, el sentimiento de culpa y sobre todo la homofobia que estos hombres padecen en un medio social que los margina.
Con la excelente dirección de Montello y el insuperable elenco que participó teatralmente en 2018, se obtiene un film de superior calidad que a su vez puede considerarse como un buen legado de Crowley, fallecido en marzo de este año, para la actual generación de jóvenes cuyo estilo de vida puede diferir de los patrones normalmente aceptados.
CRÍMENES DE FAMILIA. Argentina, 2020. Un film de Sebastián Schindel. 99 minutos. Disponible en Netflix
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Benjamín Amadeo y Cecilia Roth en CRÍMENES DE FAMILIA
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