BORAT SUBSEQUENT MOVIE FILM. Gran Bretaña-Estados Unidos, 2020. Un film de Jason Woliner. 95 minutos. Disponible en Amazon Prime Video
BORAT SUBSEQUENT MOVIE FILM. Gran Bretaña-Estados Unidos, 2020. Un film de Jason Woliner. 95 minutos. Disponible en Amazon Prime Video
Por Jorge Gutman
Sacha Baron Cohen que fue consagrado internacionalmente con el personaje de Borat en el film homónimo de 2006, ahora retorna con esta provocativa secuela política dirigida por Jason Woliner. Si en ese entonces el falso documental lanzaba espinosos dardos a la administración Bush, esta película, igualmente de pseudo ficción satiriza de manera implacable al actual gobierno americano y a la gente que comparte su ideología.
El libreto de Baron Cohen escrito con otros 7 guionistas presenta a Borat Sagdiyev, el ex importante periodista de Kazajistán caído en desgracia por haber denigrado la imagen del país. Para recuperar su respeto, el ficticio dictador que lo gobierna y que es un ferviente admirador de Trump, le encomienda a Borat una misión especial: él deberá viajar a Estados Unidos y sobornar al vicepresidente ofreciéndole como obsequio a Johnny, un chimpancé de elevado nivel de inteligencia que ocupa el cargo de ministro de cultura. Sin embargo, cuando el mono es eliminado del escenario es su hija Tutar (Maria Bakalova) de 15 años que Borat decide entregarle a Mike Pence; en última instancia el valioso regalo femenino tendrá como destinatario a Rudolph Giuliani, el ex intendente de Nueva York y actual abogado del presidente americano.
Después del trayecto realizado vía marítima, una vez llegados a destino, Borat y su hija salen al encuentro de una galería de personajes que son fieles representantes de la América ultraconservadora. Políticamente incorrecto, de manera demoledora y apelando a un salvaje humor, el film ilustra diferentes aspectos que afectan al país como la misoginia, el racismo, el antisemitismo, la negación del Holocausto, el desprecio al traidor Obama y a la chupa sangre de Hillary Clinton, los activistas que se manifiestan contrarios al aborto y la existencia de supuestas teorías conspirativas. Como el rodaje de la película film se efectuó durante la época de la pandemia, el relato igualmente destaca las manifestaciones contrarias a la cuarentena así como el vilipendio a los científicos que asesoran “equivocadamente” a la población.
De lo que antecede queda resaltado el sectarismo e intolerancia que predomina en un importante segmento de la población que -se quisiera suponer- de manera involuntaria genera el odio que agrieta a la nación más poderosa del mundo. En sus respectivos personajes, el estupendo Baron Cohen y la excelente Bakalova provocan incesante risa a través de innumerables gags; sin embargo el corrosivo humor que se desprende de la sarta de disparates contemplados, deja en el ánimo del espectador un sabor agridulce al saber que lo expuesto no es producto de un relato utópico sino el reflejo de una lamentable realidad.
Desde la óptica estrictamente cinematográfica, el film de Woliner es ágil y suficientemente fluido, aunque algunas escenas podrían haber sido más sutiles en materia del buen gusto; sin embargo, lo que aquí trasciende es su mensaje y en tal sentido esta secuela logra plenamente su objetivo.
OLIVER SACKS: HIS OWN LIFE. Estados Unidos, 2020. Un film de Ric Burns. 111 minutos. Disponible en la plataforma cinemaduparc.com
El realizador Ric Burns ofrece un merecido tributo al renombrado neurólogo y autor Oliver Sacks en este notable documental reflejando su excepcional humanidad en el vínculo mantenido con sus pacientes.
En 2015, pocos meses antes de su muerte por cáncer, Sacks reúne a sus más cercanos amigos y colegas a manera de despedida donde pasa revista a su intensa vida plagada de infortunios y satisfacciones. Nacido en Londres en 1933 en el seno de una ortodoxa familia judía, el deceso de uno de sus hermanos debido a la esquizofrenia motivó su interés en abordar la complejidad de la mente a través de los estudios de medicina.
Uno de los grandes golpes de su vida fue cuando su madre con quien mantuvo un lazo muy estrecho lo calificó de “abominable” al enterarse de su condición homosexual; ésa ha sido una de las razones que en 1960 lo suscitó a dejar Inglaterra para radicarse en California. Mientras completaba una residencia médica en el hospital Mt. Zion de San Francisco, al propio tiempo se vio afectado por su adicción a las anfetaminas además de haber sufrido una decepción sentimental.
Cuando en 1965 se traslada a Nueva York, su naturaleza autodestructiva que lo estaba consumiendo lo motivó a someterse a un tratamiento psiquiátrico con el Dr. Leonard Shengold quien lo ayudó a salir del pantano; asimismo, en su especialidad neurológica se dedicó estoicamente a establecer una comunicación singular con cada uno de sus pacientes, incluyendo los que se encontraban en estado vegetativo, en sus esfuerzos de escrudiñar qué es lo que estaba afectando a sus cerebros. La metodología por él sustentada no fue al principio apreciada por sus colegas pero a través de los años curando a numerosos enfermos su trabajo obtuvo pleno reconocimiento en el campo de la medicina al generar cambios en la forma tradicional en que se abordaba las enfermedades neurológicas.
Dada su inclinación a la palabra escrita, Sacks transmitió su experiencia profesional en periódicos y revistas además de ser el autor de varios libros que se convirtieron en best sellers. Uno de los mismos es Awakenings, un relato autobiográfico sobre sus desvelos por ayudar a los enfermos de encefalitis letárgica a fin de que pudiesen recuperar sus funciones neurológicas; en 1990 ese libro fue al cine con Robert De Niro y Robin Williams en los roles protagónicos.
Valiéndose de fotografías, extractos de películas y especialmente de entrevistas realizadas entre otras personas al propio Sacks, el fotógrafo Bill Hayes que fue su querida pareja en sus últimos años, el periodista Robert Krulwich y la editora Kate Edgar, Burns ofrece un conmovedor retrato de este extraordinario astrónomo del cerebro que encauzó su vida destilando amor, ternura y compasión a sus enfermos.
THE TRIAL OF THE CHICAGO 7. Estados Unidos, 2020. Un film escrito y dirigido por Aaron Sorkin. 130 minutos. Disponible en Netflix
Nuevamente el gigante del mainstream demuestra que más allá de asumir proyectos de mero entretenimiento popular también es capaz de brindar películas de ambición superior encarados por equipos artísticos de inmejorable calidad. Ése es el caso de este excelente film dirigido por el guionista Aaron Sorkin. No obstante que ésta es su segunda experiencia como realizador después de Molly’s Game (2017), reúne en su haber inolvidables libretos como los de The Social Network (2010) que fue premiado con un Oscar y Steve Jobs (2015), entre otros títulos; por lo tanto no resulta extraño que en The Trial of the Chicago 7 vuelva a reafirmar sus condiciones de fenomenal dialoguista.
La historia que aquí se relata está basada en el juicio de 1969 al que fueron sometidos varios manifestantes acusados de haber conspirado e incitado la violencia contra la policía en la marcha organizada para oponerse a la guerra de Vietnam ante la convención del partido demócrata desarrollada del 26 al 29 de agosto de 1968 realizada en Chicago.
Entre los acusados se encuentran el idealista estudiante Tom Hayden (Eddie Redmayne) y su amigo activista Rennie Davis (Alex Sharp), los representantes de la contracultura Abbie Hoffman (Sacha Baron Cohen) y Jerry Rubin (Jeremy Strong), el pacifista David Dellinger (John Carroll Lynch), el co-fundador de Black Panter Bobby Seale (Yahya Abdul Mateen II), John Froines (Daniel Flaherty) y Lee Weiner (Noah Robbins). Por el lado de la defensa se hallan el abogado William Kunstler (Mark Rylance) y Leonard Weinglass (Ben Sherikman) y por la fiscalía participa el letrado Richard Schultz (Joseph Gordon-Levitt), siendo el juicio presidido por el sesgado juez Julius Hoffman (Frank Languella).
El casting es inmejorable donde cada uno de los actores está plenamente involucrado en el rol asignado. Entre los mismos cabe destacar el excelente desempeño de Baron Cohen en el fogoso intercambio que su personaje sostiene con el juez Hoffman, asimismo Languella descuella como el prejuicioso e intolerante magistrado, igualmente impresiona Gordon-Levitt en un personaje que claramente alude a su conciencia moral y en un pequeño papel Michael Keaton se luce como el antiguo procurador general Ramsey Clark quien como testigo responsabiliza a la policía en los tumultos producidos durante la convención.
Sorkin logra un film magníficamente construido en el que los mordaces diálogos de su relato permiten captar la plena atención del espectador. Pero lo más importante es cómo asistiendo a la reconstrucción de este juicio mucho de lo que allí se observa hoy día adquiere vigencia en lo referente a la violencia política, la corrupción del poder tratando de acallar las voces de la oposición y sobre todo en lo que concierne a la discriminación racial; en tal sentido, la estremecedora escena en la que el juez ordena amordazar al desafiante afroamericano Bobby Seale refleja un profundo sentimiento de repugnancia que en la actualidad sigue latente.
Si es que algún mensaje puede extraerse de este dramático aborto a la justicia es lo que se enuncia en un momento del mismo: “aquéllos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”.
Por sus méritos no es difícil predecir que este apasionante drama judicial será nominado por la Academia de Hollywood en varios rubros, incluyendo el de mejor film, dirección y guión.
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