Los 60 años de Diego Maradona, un ídolo que sigue en la lucha
Los 60 años de Diego Maradona, un ídolo que sigue en la lucha
El astro argentino, el mejor jugador del siglo XX junto a Pelé, sigue metido en el fútbol, como DT.
La mejor definición del talento de Diego Armando Maradona dentro de una cancha, y de comparar lo que logró en su momento con los cracs que vinieron años después, la dio uno de sus grandes rivales de la época en que ambos jugaban, el francés Michel Platini: “Lo que (Zinedine) Zidane hace con una pelota, Maradona lo hace con una naranja”.
Y es literal. El 2 de junio de 1985, Colombia enfrentaba por primera vez a Argentina en un partido de eliminatorias, esa vez, para el Mundial de México 86. Eran otros tiempos: las familias aún entraban al estadio El Campín con ollas con comida, bolsas con pollo asado o fruta para comer durante el partido. Y el clima contra los argentinos y contra Maradona no era el más amistoso que digamos.
En algún momento del juego, de la tribuna le cayeron naranjas a Maradona, y el ‘10’ argentino agarró una de ellas y empezó a hacer 21 con la fruta. El ambiente, que era hostil, se transformó en un solo aplauso.
Ya han pasado muchos años desde el último partido profesional de Maradona, en 1997, con la camiseta de Boca Juniors. O del día de su retiro oficial, en noviembre de 2001. Pero su leyenda dentro del campo nunca muere.
Del 16 al 10
Parece difícil desligar el número 10 de la leyenda de Maradona. Pero no fue con ese número con el que jugó su primer partido profesional. Nacido el 30 de octubre de 1960, comenzó a deslumbrar jugando en Villa Fiorito, su barrio. Y quien lo descubrió y lo recomendó, a los 8 años, era un niño, como él.
“Conozco un pibe que será un fenómeno”, le dijo el pequeño Goyo Carrizo a Francis Cornejo, quien dirigía un equipo que luego haría historia, los ‘Cebollitas’ de Argentinos Juniors. Llevado de la mano de Diego, ese grupo de niñitos empezó a deslumbrar y los medios empezaron a buscar a ese pequeño de rulos en la cabeza y muchas ilusiones. Desde pequeño tenía claro lo que quería: “Mis sueños son dos. Mi primer sueño es jugar en el Mundial. Y el segundo es salir campeón”. Ambos los cumplió.
Además de jugar con los niños, el pequeño Diego entretenía a los hinchas de Argentinos jugando a la 21 (con un balón, obviamente) en los entretiempos de los partidos de la primera. Y un jugador del plantel de 1976, Ricardo Pellerano, le recomendó al técnico Juan Carlos Montes echarle mano a ese niño, cuando ya tenía 15 años.
“Al poco tiempo llamó a Diego para un entrenamiento contra la primera. Nos gambeteaba de a cuatro”, recordó Pellerano a la revista El Gráfico, en 2001. ¿A cuento de qué? Cuando se cumplieron 25 años del debut en el primer equipo.
Decíamos que no siempre brilló con la 10. Por entonces, 20 de octubre de 1976, la orden de la AFA era que los titulares iban con los números del 1 al 11. Los suplentes, del 12 al 16. Y Maradona entró en el último cupo. Cuando lo mandó al campo, Montes le dijo a Diego: “Entrá, jugá y la primera pelota que agarrás, tirá un caño (túnel)”. Y le hizo caso: la víctima fue Juan Domingo Patricio Cabrera, de Talleres de Córdoba, con quien luego compartió en la preselección para el Mundial de 1978 y que después fue jugador del Deportivo Cali.
Tampoco usó la 10 en su primer partido con la Selección, el 27 de febrero de 1977, con solo 16 años y 5 meses. Entró, con el 19 en la espalda, en el segundo tiempo de un partido contra Hungría, en la cancha de Boca Juniors, que Argentina ganó 5-1. Y ahí comenzó a crecer. El DT César Luis Menotti lo dejó por fuera del Mundial de 1978, que los argentinos ganaron en casa, pero luego tomó revancha un año después, en Japón, cuando llevó a su país a su primer título mundial juvenil.
En 1981 pasó a jugar en un Boca Juniors inolvidable, que ese año se coronó campeón del Metropolitano, y el club comenzó a recorrer el mundo para aprovechar su talento. Así llegó a su primer mundial, el de España 82, en el que Argentina no pasó de la segunda fase. Y allí lo compró el Barcelona, que pagó 1.200 millones de pesetas (unos 7,2 millones de euros de hoy), que para la época era una de las transferencias más grandes de la historia. Aún no se pagaban las cifras de hoy.
El paso por Barcelona fue agridulce. Aunque ganó una Copa del Rey y una Copa de la Liga, sufrió una hepatitis y luego, una fractura de tobillo por una fuerte entrada de Andoni Goikoetxea, del Athletic de Bilbao. El paso por España dejó dos marcas. La primera, su enorme capacidad de recuperación: la lesión de tobillo le daba para seis meses de baja. Volvió a los tres meses. La segunda, muy negativa: a los 22 años tuvo su primer contacto con la droga. “Lo hice por investigar, y me fue mal”, le reconoció años después, en 2007, al periodista de El Gráfico Diego Borinsky.
Su paso por Barcelona terminó con una legendaria pelea. En la final de la Copa del Rey, temporada 83-84, se encontraron con el Bilbao. Era la primera vez que Maradona y Goikoetxea estaban frente a frente. El Athletic ganó 1-0 y hubo una batalla campal. Varios jugadores, entre ellos Maradona, fueron sancionados por tres meses. Ese castigo desencadenó la decisión del Barça de aceptar la oferta del Nápoles.
Antes de su llegada a ese club, el Nápoles solo había ganado dos Copas de Italia (1962 y 1976). Con Diego, el club vivió una época de gloria irrepetible.
Era la época en que Maradona reivindicó al sur de Italia y se enfrentó cara a cara a las grandes potencias del fútbol de ese país, como Juventus y Milan. Algo que luego le costaría.
Simultáneamente con su paso por el Nápoles, Maradona vivió el momento más glorioso de su carrera con la Selección, el Mundial de 1986, en el que el equipo fue creciendo a su ritmo. El momento cumbre fue el partido de cuartos de final con Inglaterra. Ese día, el 22 de junio de 1986, se vivieron dos momentos: uno, el de la trampa más sonora de la historia de las Copas del Mundo, el gol que Maradona marcó con la mano para abrir el marcador. Irónicamente, el propio jugador la llamó ‘la mano de Dios’.
Esta misma semana, Maradona le dio una entrevista a France Football. Le preguntaron cuál sería su regalo de cumpleaños soñado, y respondió: “Sueño con poder marcar otro gol a los ingleses, con la mano derecha esta vez”, dijo.
El segundo fue cuando Maradona marcó el que para muchos es el mejor gol de la historia de los mundiales, que además se inmortalizó con la narración del uruguayo Víctor Hugo Morales. “Barrilete cósmico, de qué planeta viniste”, relató Morales. La marca quedó para siempre.
Con un tobillo también inflamado, Maradona hizo lo que pudo para llevar a una Argentina menos brillante a la final del Mundial de 1990. Y después de eso comenzaron sus problemas personales, que le quitaron brillo al resto de su carrera.
En 1991 fue sancionado 15 meses por dopaje: su examen marcó positivo por cocaína. Nunca más volvió a Nápoles: cuando cumplió la sanción se fue al Sevilla. Estuvo en la tribuna el día que Colombia goleó 0-5 a Argentina y los hinchas corearon su nombre para que volviera: llevaba dos meses sin jugar. Se puso a punto, firmó con Newell’s Old Boys y volvió para el repechaje contra Australia y ayudó a conseguir la clasificación a Estados Unidos 94.
Allí fue el final de su carrera internacional: en plena Copa del Mundo volvió a dar positivo, esta vez por cinco sustancias: efedrina, norefedrina, seudoefedrina, norseudoefedrina y metaefedrina. “Me cortaron las piernas”, declaró cuando se enteró de la nueva sanción, de 15 meses. Cuando la cumplió, volvió a Boca, donde se retiró.
Los últimos años de Maradona han sido marcados por sus problemas de salud. En 2004 estuvo internado por una crisis de hipertensión, y sus seguidores montaron guardia en la puerta del hospital. Se sometió a un bypass gástrico y bajó más de 50 kilos. Y su vida reciente ha sido una lucha total contra la droga, no siempre con buenos resultados. Esta misma semana fue aislado por riesgo de contraer covid-19.
No ha tenido una gran campaña como entrenador, aunque alcanzó a dirigir la Selección Argentina en Sudáfrica 2010. Hoy, como técnico de Gimnasia de La Plata, trata de mantener su legado. Siempre polémico, Maradona llega a los 60 años muy, muy metido en el fútbol.
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