COLLECTIVE Rumania-Luxemburgo, 2019. Un film deAlexander Nanau 109 minutos. Disponible en las plataformas iTunes y Apple TV
COLLECTIVE Rumania-Luxemburgo, 2019. Un film deAlexander Nanau 109 minutos. Disponible en las plataformas iTunes y Apple TV
Por Jorge Gutman
Si bien la mayoría de las salas de cines en Canadá permanecen cerradas, mediante las variadas plataformas de streaming existentes es posible tener acceso a obras de gran valor artístico como es el caso de Collective. Palabras como “aberrante”, “repugnante”, “atroz” no alcanzan a expresar totalmente la desazón que produce el comportamiento de seres desprovistos de humanidad que cegados por la codicia del dinero pueden conscientemente causar daños fatales a sus conciudadanos. A la vez en esta triste época en que la expresión “fake news” está en boga, puede comprobarse cómo la historia oficial difiere de la verdadera en el marco de lo expuesto en este valioso documental.
El 30 de octubre de 2015, un incendió irrumpió en el club nocturno Colectiv de Bucarest durante un concierto de rock cobrando la vida de 27 personas e hiriendo gravemente a 100 más; consecuentemente el entonces Ministro de Salud Nicolae Bănicioiu garantizó a la población que el sistema hospitalario brindaría a todos los afectados el tratamiento adecuado para su recuperación; sin embargo en las semanas subsiguientes se produjo la muerte de 40 personas internadas como consecuencia de graves infecciones. Si bien el desgraciado episodio pudo así haber concluido, ciertos indicios existentes indujeron a que el periodista Cătălin Tolontan del diario rumano Gazeta Sporturilor comenzara a indagar en el asunto y en ese accionar abrió una inimaginable Caja de Pandora. El audaz e inquisitivo periodista junto con su eficaz equipo logró descubrir que a pesar de que Bănicioiu asegurara que los desinfectantes utilizados para el tratamiento de los pacientes tenían un 95% de efectividad, la investigación realizada determinó lo contrario; eso ha sido como consecuencia de haberse descubierto que Dan Condrea, el dueño de la compañía rumana Hexi Pharma que elaboraba desinfectantes diluía las soluciones antes de ser entregadas a los hospitales; para peor, los responsables sanitarios las disolvían aún más lo que contribuyó a que estos desinfectantes no pudiesen eliminar las bacterias. El escándalo produjo el cierre de la compañía como asimismo un cambio de gobierno donde Vlad Voiculescu, el nuevo Ministro de Salud conocido por su denodado activismo por el bienestar de los pacientes, reveló hasta qué punto toda la industria de la medicina hospitalaria estaba corrupta; así, este devoto funcionario trató de que existiera una total transparencia durante su gestión. Otra figura destacable del film es Tedy Ursuleanu, una joven arquitecta sobreviviente del nefasto incendio, quien habiendo sufrido la quemazón en varias partes de su cuerpo y perdido una mano, al posar para un fotógrafo se ha convertido en un símbolo de la tragedia. En su tercer trabajo como documentalista, Alexander Nanau ha logrado un remarcable drama en el que sin efectuar reportaje alguno consiguió que su cámara testimoniara los acontecimientos descriptos por Vioculescu. El documento adquiere resonancia universal teniendo en cuenta que la denuncia de la corrupción existente en el ejercicio de la función pública no es un mal endémico porque lamentablemente afecta a numerosos sitios del mundo; afortunadamente, la existencia de íntegros reporteros dispuestos a desenterrar la verdad permiten que la misma se imponga. Ciertamente, el realizador ofrece un merecido tributo a esta noble y digna profesión que muchas veces es atacada por difundir lo que realmente está aconteciendo. ÉTÉ 85. Francia-Bélgica, 2020. Un film escrito y dirigido por François Ozon. 100 minutos. Disponible en cinemaduparc.com
Después de haber ofrecido con Grâce à Dieu 2019) uno de sus más logrados trabajos, el realizador François Ozon retorna con Été 85, un film luminoso que describe un romance homosexual de dos jóvenes en una ciudad costera de Normandia en el verano de 1985, como lo anticipa su título. En una libre adaptación de la novela La danse du coucou de Aidan Chambers escrita en 1982, Ozon introduce aspectos de su experiencia personal de adolescente de esa época.
La primera escena del film presenta a Alexis Robin (Félix Lefebvre) un adolescente de 16 años que está a punto de ser juzgado por haber estado vinculado con su amante David Gorman (Benjamin Voisin) de 18 años que acaba de morir. De allí en más, la acción retrocede al pasado a partir del momento en que David habiendo zozobrado con su velero en pleno mar es rescatado por Alexis, un desconocido para él hasta ese entonces. De allí en más surge entre ambos una apasionada relación que no durará más que 6 semanas donde para Alexis su pareja constituye su primer gran amor y la mayor felicidad que ha gozado en su vida; sin embargo esa relación peligra cuando él es invadido por los celos al ver que su enamorado flirtea con Kate (Philippine Velge), una atractiva joven de Inglaterra que visita el lugar. Sin entrar a develar lo que sucede posteriormente y la razón por la que Alexis es sometido a juicio, puede adelantarse que éste es uno de los mejores filmes del realizador quien lo dota de una exquisita sensualidad narrando una bella historia de amor no exenta de suspenso.
Además de su excelente puesta escénica, el director ha realzado su trabajo al haber convocado a un calificado elenco, sobre todo en sus dos protagonistas .Lefebvre conmueve profundamente como el cándido y leal joven que siente las primeras emociones del amor; por su parte, Voisin es muy persuasivo animando a un muchacho manipulador e incapaz de mantener una relación estable que no obstante demostrar seguridad en lo que hace no puede ocultar su faceta vulnerable. En un rol de apoyo se destaca Valeria Bruni-Tedeschi como la absorbente y un tanto excéntrica madre de David.
Finalmente tanto los diseños de producción de Benoît Barouh así como las atractivas canciones como la música de Jean-Benoît Dunckel transmitiendo el clima romántico y nostálgico de la época refuerzan los valores de este vibrante drama de amor.
VACARME. Canadá, 2020. Un film de Neegan Trudel. 77 minutos. Disponible en Crave En su primer film como realizador Neegan Trudel enfoca la adolescencia en un drama social que transcurre en Montreal. Si bien el tema dista de ser novedoso, lo que distingue a Vacarme es utilizar a la música como medio eficaz de sobrellevar los problemas que acarrea su protagonista. El guión del realizador y Jonathan Lemire presenta a Émilie (Rosalie Pépin), una joven de 13 años que sin haber gozado de una infancia feliz tampoco lo logra en esta etapa de su vida. Eso se debe a que su irresponsable madre Karine (Sophie Desmarais), una mujer disoluta, de reacciones imprevisibles y no exenta de manifestaciones violentas la ha expulsado del hogar. Mediante la asistencia de los servicios sociales, ella es albergada en un hogar grupal a cargo de la Dirección de la Protección Juvenil; no obstante la buena disposición de la educadora de la residencia (Rosalie Julien) y de Ariel (Kelly Depeault), su compañera de cuarto, el máximo deseo de Émilie es retornar a su hogar en procura de afecto y amor maternal aunque en su intento fracasa. Frente a este desconsolador panorama, su único solaz lo encuentra en la música a través del vínculo establecido con Renaud (Rudi Loup Duperre), uno de los ex amantes de su madre, quien le suministra lecciones de guitarra. El novel director mediante un enfoque realista que adopta un tono cuasi documental ofrece una adecuada pintura del proceso de transición que atraviesa Émilie quien contra viento y marea desea recuperar a su progenitora. Aunque el panorama resulte deprimente, el relato deja cierta apertura de luminosidad para que eventualmente esta adolescente pueda encauzar su vida de manera positiva. La naturalidad con que Pépin dota al personaje protagónico así como la satisfactoria prestación del resto del elenco contribuyen a realzar los valores de este pequeño pero efectivo relato humano. Esta ópera prima del novel cineasta constituye una buena carta de presentación para futuros proyectos. |
AMMONITE. Gran Bretaña, 2020. Un film escrito y dirigido por Francis Lee. 117 minutos
Un muy buen drama de época es lo que se aprecia en Ammonite en donde el director Francis Lee describe un episodio de la vida de Mary Anning (1799-1847), la paleontóloga británica cuyos descubrimientos de lechos marinos de la prehistoria contribuyeron enormemente al avance científico en ese terreno.
En la ficción basada en el guión del realizador, Kate Winslet anima a Mary viviendo en la localidad costera británica de Lyme Regis, al oeste de Dorset, a mediados de la década de 1840. Allí, junto a su anciana madre enferma (Gemma Jones), lleva una vida austera donde ambas viven de un pequeño negocio dedicado a la venta de fósiles para turistas. Aunque apasionada por la paleontología, su vida personal transcurre sin mayores variantes reflejando en su taciturno rostro una considerable soledad, donde solo ha mantenido un mero vínculo social con una vecina (Fiona Shaw) y un médico (Alec Secareanu) local.
Un buen día Mary recibe la visita de Roderick Murchison (James McArdle) acompañado de su joven esposa Charlotte (Saoirse Ronan); declarándose científico él desea adquirir conocimientos de la tarea emprendida por Mary; con reluctancia ella acepta la proposición sobre todo porque con los honorarios percibidos mitiga en parte su humilde condición financiera. Lo que llama la atención es la depresión que afecta a Charlotte, debida en parte a que el matrimonio sufrió la pérdida de una criatura; dado que Roderick, debe ausentarse por algunas semanas, a cambio de una importante compensación monetaria le pide a Mary, que le acepte albergar a su esposa para que en su compañía pueda levantar su endeble estado anímico.
Con esmerado virtuosismo, Lee cuida hasta el menor detalle para que tanto la ambientación de época como así el trabajo de cámara del fotógrafo Stephane Fontaine resalten los gestos y movimientos de sus personajes, sobre todo en los momentos en que Charlotte acompaña a Mary en su diaria labor buscando fósiles en la rocosa playa. Eso se acentúa en la medida que la relación entre las dos mujeres se va intensificando hasta desembocar en el encuentro íntimo; es ahí donde con gran intensidad ambas vuelcan sus emociones encontrando momentos de éxtasis que hasta entonces no habían experimentado.
El ritmo pausado del relato de ningún modo lo aletarga sino que por el contrario permite crear el clima adecuado para que el espectador se involucre en el mismo; en tal sentido, eso se debe en gran parte a las magnéticas actuaciones de Winslet y Ronan quienes contribuyen a otorgar considerable autenticidad a las protagonistas de esta historia.
Con una secuencia final que tiene lugar en el Museo Británico de Londres, Lee le asigna un delicado toque poético a su honesto trabajo dejando una indeleble impresión al concluir su proyección.
Cabe aclarar que como toda obra ficticia el realizador adoptó ciertas licencias que han sido cuestionadas por los descendientes de la paleontóloga en lo concerniente a su orientación sexual. En todo caso, lo que el film más destaca es su labor científica que no ha sido muy difundida; por lo tanto, eso es lo que a la postre interesa.
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