Crónica de una muerte evitable
Crónica de una muerte evitable
BUENOS AIRES, 28 ABR – La muerte de Diego Armando Maradona el 25 de noviembre es una herida que no cierra y, por el contrario, parece reabrirse con las conclusiones de la junta médica encargada de determinar las causas de su deceso, según las cuales pudo haberse evitado.
El informe de esa junta médica, integrada por once peritos oficiales, será presentado el lunes y según adelantaron a la prensa local fuentes cercanas a la causa resultará lapidario para los implicados.
Según se sabe, el astro argentino falleció debido a una cardiopatía preexistente combinada con una insuficiencia renal y a un cuadro de cirrosis.
El corazón de Maradona, que ya le había dado algún susto a lo largo de su ajetreada vida, no funcionaba correctamente y nadie pareció notarlo porque en sus últimos días no fue sometido a los controles médicos adecuados, afirman.
“Impericia” y “negligencia” son conceptos que se repiten en el informe en relación con el accionar de los profesionales que tenían a su cargo velar por la salud del astro, con Leopoldo Luque, médico personal del astro, y la psiquiatra Agustina Cosachov, como máximos responsables.
En la causa, que suma un total de 26 cuerpos, también están implicados el psicólogo Carlos Díaz, los enfermeros Dahiana Gisela Madrid y Ricardo Almirón, el coordinador Mariano Perroni y la médica Nancy Forlini.
Luque y Cosachov son los más comprometidos y afrontan cargos por el delito de homicidio simple con dolo eventual, que prevé penas de entre ocho y 25 años de cárcel, o como mínimo por “abandono de persona seguido de muerte”, que contempla entre cinco y 15 años de prisión.
“Estaba dando señales de que necesitaba otro tipo de atención médica”, destaca el informe al que tuvo acceso la prensa local y según el cual Maradona falleció de madrugada mientras dormía, varias horas antes de lo que consta en el certificado de defunción luego de vanos intentos por reanimarlo al arribar la ambulancia al lugar en el que se encontraba alojado.
De ser así, la enfermera Madrid habría incurrido en falso testimonio, pues aseguró que en la mañana de ese fatídico 25 de noviembre Maradona se había levantado de su lecho.
Además, la vivienda en la que transcurrió sus últimos días el astro argentino no era apta para una atención adecuada, al punto que ni siquiera contaba con un desfibrilador para un caso de emergencia, así como también fue inapropiado su tratamiento pues Maradona ingería antidepresivos inadecuados para su cuadro cardiológico.
“Tenía los ojos hinchados (inflamados) como una teta”, le advirtió uno de los custodios de Maradona a Luque tres días antes de la muerte del astro, declaración que también compromete al médico personal del campeón mundial porque anticipaba una retención de líquidos típica de un cuadro de insuficiencia renal y cardíaca.
De la investigación se desprende, además, que todo lo que sucedía en torno al astro era un verdadero descontrol y que desde los teléfonos celulares de Maradona se respondieron apenas tres de cada diez llamados recibidos y seis conversaciones por whatsapp habían sido borradas.
“Evidentemente queda claro que no tenían experiencia y tampoco hicieron mucho por salvarle la vida a Diego”, afirmó Alfredo Cahe, quien fue durante tres décadas médico personal de Maradona, en diálogo con Radio Villa Trinidad.
“Los entornos de Diego siempre fueron malos, pero a este se le fue la mano y cuando se le complicaron las cosas no supo que hacer. Lo abandonaron”, resumió Cahe.
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