OUISTREHAM / BETWEEN TWO WORLDS. Francia, 2021. Un film de Emmanuel Carrère. 107 minutos
OUISTREHAM / BETWEEN TWO WORLDS. Francia, 2021. Un film de Emmanuel Carrère. 107 minutos
Por Jorge Gutman
La crisis económica y la desigualdad de ingresos que afectó a Francia en los últimos años de la primera década de este siglo ha sido considerada por Florence Aubenas en su libro documental “The Night Cleaner” publicado en 2010. Mediante un relato de ficción, la obra de Aubenas ha sido adaptada para el cine por el director Emmanuel Carrère y la guionista Hélène Devynck.
Trasladando la acción de París a la ciudad portuaria de Caen, la primera escena transcurre en una oficina de empleos donde gente desocupada ansiosamente busca un trabajo a fin de subvenir a sus necesidades. Es en la misma donde la escritora Marianne Winkler (Juliette Binoche) -alter ego de Aubenas- encubiertamente asume le personalidad de una mujer separada y sin experiencia alguna dispuesta a solicitar cualquier tipo de trabajo disponible; su intención es inmiscuirse en el mundo de los trabajadores y utilizar su experiencia para volcarla en la novela que proyecta escribir abordando ese universo.
Finalmente logra un empleo como mujer de limpieza en un ferry que diariamente traslada a los pasajeros desde Caen hasta Inglaterra. Allí es donde Marianne testimonia a la vez que experimenta en carne propia las condiciones precarias de trabajo vividas a través de largas jornadas extenuantes, obteniendo a cambio una mísera remuneración. Con todo, existe entre los integrantes del personal de limpieza una gran solidaridad, camaradería y apoyo moral de unos a otros; eso se manifiesta en los encuentros que cotidianamente Marianne sostiene con sus colegas y muy especialmente en el vínculo amistoso cimentado con Christèle (Hélène Lambert), una humilde madre soltera con tres hijos que trata de efectuar tres turnos diarios a fin de obtener el dinero necesario para su alimentación. Al margen de su trabajo, Marianne mantiene informales encuentros con Cédric (Didier Pupin), un agradable hombre de mediana edad que procura obtener un empleo.
Así como en la novela original, el film es un llamado de atención acerca de las penosas situaciones atravesadas por mujeres emprendedoras que luchan para sobrevivir y que permanecen invisibles para el resto del mundo. Ciertamente, lo expuesto constituye una buena crítica social de los avatares atravesados por sectores desfavorecidos de la sociedad.
Con excepción de la excelente actuación de Binoche como protagonista de esta historia, el resto del elenco está integrado por actores no profesionales incluyendo, entre otros, a Léa Carne, Emily Madeleine, Patricia Prieur y Pupin; todos infunden notable autenticidad a sus personajes con especial mención de Lambert que es una revelación en la remarcable composición del rol que interpreta.
Sin afectar el nivel de calidad de Ouistreham queda abierta la discusión si acaso éticamente es conducente que una autora tenga que ocultar su identidad para describir el mundo de trabajo descripto; eso viene al caso en la escena culminante del film donde algunos de sus personajes demuestran su decepción por haberse sentido engañados. Por otra parte, visto desde la óptica de Marianne su no absoluta honestidad a fin de obtener el material que nutre su libro, de ninguna manera empaña su leal sentimiento de amistad hacia quienes han sido sus circunstanciales camaradas de trabajo.
ZO REKEN. Canadá, 2021. Un documental de Emanuel Licha. 86 minutos
Laureado como el mejor film canadiense en el Festival Hot Docs de Toronto de 2021, así como habiendo recibido igualmente el premio al mejor documental canadiense en el Festival Internacional del Documental de Montreal (RIDM), este remarcable film del director Emanuel Licha expone magníficamente el estado de situación en que se encuentra Haití que además de haber sufrido los daños del grave terremoto de 2010 está sumido en una permanente crisis política.
En Haití el término “zo reken” está asociado al Toyota Land Cruiser que generalmente utiliza la policía como un medio de represión así como también es empleado por la ONG (Organización No Gubernamental) para suministrar ayuda humanitaria. Es en ese vehículo que conducido por el haitiano Pascal Antoine viaja Licha acompañado de diversos pasajeros que lo abordan a través de una ruta no muy segura, bloqueada con barricadas y en donde el Land Cruiser suele recibir el apedreo de los transeúntes.
De las conversaciones que surgen durante el recorrido queda evidenciado el desencanto de los pasajeros por los problemas que atraviesa el país. Así la marcada desigualdad de los niveles de ingreso de la población, la mala conducción económica, el deplorable sistema de educación y el marcado sexismo existente han conducido a que la mayor parte del pueblo mantenga una gran desconfianza hacia los políticos y que esa frustración se traduzca en las continuadas manifestaciones callejeras de protestas que son frenadas violentamente por los policías.
Uno de los temas más importantes es el cuestionamiento de los viajeros con respecto al rol que cumple la ONG, aduciendo que la ayuda provista por la organización contribuye en última instancia a intensificar la corrupción existente sin que el ciclo de la pobreza pueda ser eliminado. Curiosamente no faltan las críticas al Presidente Jovenel Moïse, teniendo en cuenta que el film se rodó antes de su asesinato en julio de 2021.
A través de la visión de varios representantes de la comunidad de Haití, Licha permite que el espectador tenga una idea más clara y precisa de lo que está aconteciendo en el país más pobre del continente americano. Teniendo en cuenta que el cine documental debe reflejar la realidad existente, este excelente documental lo confirma plenamente.
NOUVEAU-QUÉBEC. Canadá, 2021. Un film escrito y dirigido por Sarah Fortin. 96 minutos.
Después de haber realizado varios cortos y documentales, la directora Sarah Fortin en su primer largo metraje de ficción presenta una historia de sostenido interés ilustrando algunos rasgos culturales de las comunidades nativas que deben convivir con la población alóctona de Schefferville.
Sophie (Christine Beaulie) con su novio Mathieu (Jean-Sébastien Courchesne) dejan Sept-Îles para llegar después de un exhaustivo viaje en tren al desolado ríncón norteño de Quebec. El propósito de la joven es el de respetar la voluntad de su difunto padre de esparcir las cenizas en Schefferville donde transcurrió gran parte de su vida trabajando como minero en una compañía que cerró sus puertas a principios de la década del 80. Asimismo, ella tiene la intención de vender el chalet de su progenitor y para realizar la gestión cuenta con la ayuda de su bien predispuesto tío Réjean (Jean-Marc Dalpé) quien ha sido también minero y aún sigue viviendo allí.
El disparador de Nouveau-Quebec se produce con la muerte accidental de Réjean forzando a la pareja a tener que permanecer en la ciudad más tiempo de lo previsto a fin de que la investigación policial clarifique la causa del deceso.
A partir de allí, el relato cobra mayor intensidad en la medida que Sophie y Mathieu deben enfrentar los recelos y prejuicios de los autóctonos lugareños quienes sospechan que ellos están involucrados en el accidente que causó el fallecimiento de Réjean.
Fortin convincentemente expone en su relato cómo la prolongada estadía va minando el vínculo amoroso de la pareja; en la medida que cada uno adopta diferente actitud frente a los hechos que se van sucediendo. Así se observa a Mathieu anhelando que el trámite burocrático concluya lo antes posible para poder dejar el lugar en que se encuentra donde evidentemente no se siente a gusto. Por su parte, Sophie gradualmente trata de involucrarse con los autóctonos lugareños al haber descubierto aspectos ignorados de la vida de su padre; para ello cuenta con la buena disposición del inuit Jean-Louis (Jean-Luc Kanapé) quien le sirve de guía y referencia para que ella pueda ser acogida en dicha comunidad.
Lo que distingue a este drama intimista es la exquisita sensibilidad de la realizadora reflejando las latentes tensiones aún existentes por parte de algunos nativos con relación a los alóctonos y los esfuerzos a realizar para lograr la reconciliación y superar la desafortunada fractura histórica existente entre ambos pueblos.
Apoyada por la valiosa contribución fotográfica de Vincent Gonneville captando la pequeña ciudad de Schefferville y su gente, Fortin asimismo contó con un homogéneo elenco donde cada uno de los intérpretes brinda el tono preciso en la caracterización de sus personajes.
SCARBOROUGH. Canada, 2021. Un film de Shasha Nakhai y Rich Williamson. 136 minutos
No muy lejos de la dinámica ciudad de Toronto, al este de la misma está ubicado el suburbio de Scarborough con una población que supera los 600 mil habitantes. La escritora Catherine Hernández que ha vivido allí durante varios años le rinde tributo en su novela homónima publicada en 2017. La buena sintonía establecida entre los directores Shasha Nakhai y Rich Williamson con la novelista ha permitido que su libro cobre vida en la pantalla. Aunque no siempre resulta sencillo el traslado de una obra literaria al cine, lo cierto es que la adaptación realizada por Hernández es ampliamente satisfactoria; eso ha permitido a los realizadores lograr un film que destella humanidad a la vez que genera amplia empatía con los 3 personajes protagónicos que le dan vida.
Si bien el guión es ficcional, lo que se aprecia es tan auténtico que bien podría tratarse de un documental. A lo largo de un año, Scarborough sigue la trayectoria de tres chicos de humildes familias que viven en dicha ciudad atravesando dificultades de diferente índole. Uno de ellos es Bing (Liam Díaz), un joven filipino en procura de su identidad sexual cuya madre (Ellie Posadas) trata de ahuyentarlo de su padre mentalmente enfermo. Sylvie (Essence Fox) es una chica indígena cuya madre (Cherish Violet Blood) lucha denodadamente por lograr una casa donde vivir permanentemente y además debe lidiar con su hijo menor (Felix Jedi Ingram Issac) que es autista. La joven Laura (Anna Claire Beitel), después de soportar los abusos y dejada de lado por su adicta madre (Kristen MacCulloch), convive con su volátil padre (Conor Casey) que la deja apesadumbrada.
A través de un centro literario del vecindario destinado a los hijos de familias de bajo ingreso Bing, Sylvie y Laura asisten a un programa en el que participan en actividades educacionales bajo la tutoría de Hina (Aliya Kanani), la cálida y entrañable asistente social. Esa positiva experiencia vivida en común permite que el trío forje un lazo de amistad y que gracias a la dedicación y guía recibida de Hina vislumbre la esperanza de superar sus traumas, avizorando un porvenir más alentador.
Los realizadores han cuidado el detalle de no caer en el artificioso sentimentalismo ni menos aún en el miserabilismo de las condiciones de vida aquí expuestas. Por el contrario, el espectador se encuentra con un film inspirador que demuestra la solidaridad de una comunidad frente a los obstáculos que debe superar.
Con un calificado elenco donde se destaca la excelente composición realizada por Fox, Beitel y Díaz, en su ópera prima los directores demuestran una sólida madurez en este conmovedor y realista retrato de un estrato social desfavorecido tratando de sobrevivir en el multicultural distrito de Scarborough.
Comments (0)