¿Por qué tantos penales atajados”
¿Por qué tantos penales atajados”
– En el Mundial de Qatar, que ya ingresó en sus etapas decisivas, se atajaron 14 de los 52 penales ejecutados, a los que hay que sumar además otros cinco rematados afuera, lo que hace un 36,6 por ciento del total malogrados en situaciones que se suponen deberían ser beneficiosas para quienes los ejecutan.
Cinco de esos penales, de los cuales sólo uno fue desviado (el de Harry Kane frente a Francia), que incluyen el que el mexicano Guillermo Ochoa le atajó al polaco Robert Lewandowski y el que el también polaco Wojciech Szczesny le detuvo al argentino Lionel Messi, fueron sancionados en tiempo reglamentario.
En ese rubro, el más destacado fue justamente Szczesny, pues el arquero de Juventus también se lució ante un remate desde los 12 pasos de Salem Al-Dawsari, figura de Arabia Saudita, en el mismo Grupo C.
En definiciones de partidos por penales, el que saca un campo de ventaja es el nuevo héroe croata: Dominik Livakovic, arquero del Dínamo Zagreb que contuvo cuatro, el doble que el marroquí Yassine Bounou, “Bono”, arquero del Sevilla, y que el argentino Emiliano “Dibu” Martínez, del Aston Villa.
“A diferencia de lo que sucedía antaño, hoy es el arquero el que lleva ventaja a la hora de ejecutarse un penal”, destaca el ex portero italiano Francesco Toldo, un especialista en la materia que jugó en Fiorentina e Inter y que en la Eurocopa del 2000 atajó cinco penales (dos de ellos al neerlandés Frank De Boer) en la historica semifinal del torneo, contando los que contuvo en tiempo reglamentario y en la definición desde los 12 pasos.
Hoy, mientras se divierte tratando de adivinar adonde ejecutará quien remate en el Mundial de Qatar (“Y casi siempre adivino”, confiesa), Toldo considera que el fenómeno se debe no sólo al mayor promedio de estatura de los arqueros, sino y fundamentalmente a un cuestión mental.
El ex portero italiano destacó que debería dejar de llamarse “pena máxima” a los penales, que antes se daba por descontado terminarían en gol, al menos en esta Copa del Mundo que parece ir a contrapelo de esa tendencia.
“Para un arquero siempre es importante entender la situación y estar atento a los detalles. No sólo es cuestión de suerte, sino de tratar de meterse en la cabeza de quien ejecuta”, explica.
“Las posibilidades siguen siendo tres: rematar al medio, a la derecha o a la izquierda y sólo la experiencia te permite anticipar hacia dónde saldrá el remate en fracciones de segundos”, continúa.
“En ese momento es cuando el arquero y quien va a rematar se miran a los ojos intentando poner nervioso al rival, aunque también es importante leer la postura del cuerpo para anticipar hacía dónde saldrá el remate o hacia dónde se arrojará el arquero.
“Hoy en día, para quien patea se trata de una prueba mental, incluso para los delanteros más seguros de sí mismos y efectivos”, advierte al destacar que “incluso algunos jugadores pueden verse condionados por errores del pasado y ese es el momento en el que el ejecutante debe dejar de lado el miedo”.
“Para el arquero, en cambio, es como jugar al gato y al ratón, siendo el gato”, grafica al explicar que “se debe trabajar más desde la cabeza que desde lo físico”.
“Si te quedas quieto, por lo general quien patea se pone nervioso porque no sabe hacia dónde te arrojarás. A mí me pasó con Patrick Kluivert, quien al ver que yo no me movía (en la definición de aquella Eurocopa, Ndr), quiso esquinar tanto el remate que lo estrelló en el poste”.
“Lo mismo le sucedió el sábado a Harry Kane en el segundo penal que ejecutó frente a Hugo Lloris”, comparó aún cuando reconoció que la mayor estatura de los arqueros también ayudó a modificar la ecuación.
“Si bien es una cuestión de centímetros, si estiras los brazos también condicionas a quien remata y en ese sentido los arqueros sudamericanos son los mejores”, admite al afirmar -contrariamente a lo que podría pensarse- que resulta “más fácil atajar un penal en un partido que en un entrenamiento”. Quizás porque el ejecutante no tiene la presión de saberse responsable de un triunfo o una derrota.
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