UNE JEUNE FILLE QUI VA BIEN / A RADIANT GIRL. Francia, 2021. Un film escrito y dirigido por Sandrine Kiberlain. 98 minutos
UNE JEUNE FILLE QUI VA BIEN / A RADIANT GIRL. Francia, 2021. Un film escrito y dirigido por Sandrine Kiberlain. 98 minutos
Por Jorge Gutman
UNE JEUNE FILLE QUI VA BIEN / A RADIANT GIRL. Francia, 2021. Un film escrito y dirigido por Sandrine Kiberlain. 98 minutos
La muy buena actriz Sandrine Kiberlain efectúa su debut como guionista y realizadora en esta comedia dramática enfocando las vicisitudes atravesadas por una chica francesa durante la ocupación alemana en la segunda guerra..
Rebecca Marder anima a Irène, una joven de 19 años de edad que vive en París en 1942 y que despliega una gran alegría de vivir. Dada su pasión hacia el teatro y aspirando a ser actriz, con un grupo de jóvenes amigos ensaya la pieza “La Meprise” de Marivaux a fin de estar preparada para una audición con miras a ser aceptada en el Conservatorio de Arte Dramático.
En la vida familiar se la ve compartiendo con su secular familia judía integrada por su padre André (André Marcon), su hermano flautista Igor (Anthony Baon) y su entrañable y confidente abuela Marceline (Françoise Widhoff); la familia está muy unida y eso se manifiesta en una muy emotiva escena, cuando en el cumpleaños de André, Irène junto con Igor y Marceline le cantan la emotiva canción de “mi madre judía” donde en este caso la letra es cambiada por “mi padre judío”.
En materia sentimental la animada joven rechaza amablemente las intenciones románticas de Gilbert (Jean Chevalier), al sentirse atraída por Jo (Ben Atal) que es su pareja en los ensayos de teatro, para finalmente amar a Jacques (Cyril Metzger), un agradable asistente oftalmólogo.
Si bien en su primera parte el relato se ve parcialmente aminorado con la repetición de las escenas de ensayo, la película cobra mayor aliento cuando en un momento dado el desbordante optimismo de Irène no puede soslayar la triste realidad imperante que queda reflejada con la implementación de las medidas de discriminación racial implantadas por el implacable antisemitismo; así, la familia está obligada a entregar su teléfono, radio, bicicleta, ver registrada en la cédula de identidad la palabra “judío” y en el atuendo empleado tener bordada la estrella amarilla que permita identificar su raza. En tal sentido, Kiberlain evita enfatizar demasiado en el doloroso sufrimiento experimentado por los judíos, dado que a lo largo del relato no se evidencia la presencia de los nazis ni tampoco la crueldad por ellos ejercida hacia la comunidad, salvo lo que se aprecia en la ponderable escena final.
Dentro del marco de un honesto relato que en principio se caracteriza por su liviandad para ceder paso a la tensión creada por el impacto del nazismo, lo que más trasciende es la muy buena descripción de sus personajes lograda por Kiberlain e interpretados por un solvente elenco; en tal sentido, se distingue la magnífica actuación de Marder transmitiendo la vivacidad y simpatía de la radiante Irène.
UN BEAU MATIN. Francia-Alemania, 2022. Un film escrito y dirigido por Mia Hansen-Love. 112 minutos
Aunque su tema puede que para muchos no resulte novedoso, lo importante de Un beau matin reside en la forma en que Mia Hansen-Love lo narra; en tal sentido el espectador apreciará la especial sensibilidad de la realizadora abordando las vicisitudes atravesadas por una mujer que debe afrontar dificultades surgidas en el seno de su familia a la vez que trata de encontrar un nuevo amor que pueda iluminar su existencia.
La protagonista de la historia es Sandra (Léa Seydoux), una competente traductora parisina de aproximadamente 40 años de edad, madre monoparental de Linn (Camille Leban Martins) de 8 años e hija de Georg (Pascal Greggory) y de Françoise (Nicole Garcia) quienes están separados.
Inspirada en momentos difíciles que atravesó en su vida con la enfermedad de su padre, Hansen-Love plantea la complicada situación que atraviesa Lea al comprobar cómo su anciano progenitor, un eminente profesor de filosofía ya retirado, va perdiendo gradualmente la noción de la realidad al sufrir una enfermedad degenerativa cuya condición le imposibilita poder valerse por sí mismo viviendo solo en su departamento. Aunque Sandra cuenta con la colaboración de su madre, es ella quien fundamentalmente debe sobrellevar este gran problema donde se impone la necesidad de internarlo en una decente residencia que pueda brindarle un confortable nivel en el crepúsculo de su existencia; claro está que para ello es preciso disponer de los medios financieros para lograrlo. Todo ello implica para esta mujer un considerable impacto físico a la vez que emocional.
La tristeza de Sandra logra atenuarse cuando se reencuentra con Clément (Melvil Poupaud), un científico amigo de antaño en donde la relación amistosa prontamente genera un sólido vínculo romántico; pero aunque él está infelizmente casado y dispuesto a dejar a su mujer y a su hijo, al poco tiempo desiste de su propósito y es así que Sandra ve su romance extinguido.
La realizadora ofrece un film que destila frescura y encanto en el marco de una historia tratada con suma delicadeza al evitar que su tema derive en un lacrimógeno melodrama. El elenco es inmejorable con Seydoux que confirma una vez más su condición de gran actriz; a su lado es meritoria la composición lograda por Greggory en el difícil rol del enfermo padre así como la participación de la veterana Garcia brindando momentos de humor y la simpatía de Leban Martins. Con la filmación en 35 milímetros el remarcable director de fotografía Denis Lenoir capta muy bien los escenarios en que transcurre la acción.
EL SUPLENTE. Argentina-Italia-México-España, 2022. Un film escrito y dirigido por Diego Lerman. 110 minutos. Disponible en Netflix
Si al principio todo haría suponer que El Suplente se centra en la relación que se establece entre un educador y su alumnado, el realizador Diego Lerman aspira a algo más al asumir un compromiso social y político en el tema que aborda. Lo que se puede desde ya anticipar es que el cineasta ratifica una vez más su talento de buen narrador como ya lo ha demostrado en el pasado con Tan de Repente (2002), Mientras Tanto (2006), La Mirada Invisible (2010), Refugiado (2014) y Una Especie de Familia (2017).
El protagonista de esta historia concebida por Lerman, María Meira y Luciana De Mello presenta a Lucio Garmendia (Juan Minujin), un intelectual frustrado de aproximadamente cuarenta años que al no fructificar su carrera literaria acepta el cargo de profesor suplente de literatura en una escuela secundaria ubicada en la Isla Maciel, un suburbio desfavorecido situado a corta distancia de Buenos Aires. Sin experimentar gran entusiasmo por la tarea que deberá efectuar, al poco tiempo consigue crear una atmósfera apacible con sus adolescentes estudiantes. Esa primera parte del film en donde se discute en clase la utilidad de la literatura con especial referencia a la poesía, está muy bien elaborada a través de interesantes diálogos generados entre el profesor y sus alumnos poco entusiastas en esa temática.
En el ámbito personal, Lucio está recientemente divorciado de su mujer Mariela (Bárbara Lennie) y mantiene una problemática relación con su hija Sol (Renata Lerman) de 12 años al resistirse a dar un examen para ingresar a un exigente y prestigioso colegio; a ello cabe agregar su preocupación por la enfermedad de su padre Roberto (Alfredo Castro) quien conocido como “El Chileno” es un apreciado activista local que creó un comedor comunitario destinado a personas de escasos recursos.
El factor disparador del relato se produce cuando llegan al establecimiento escolar funcionarios de la gendarmería y descubren la existencia de estupefacientes; en ese escándalo está involucrado Dilan (Lucas Arrúa), el alumno favorito de Lucio, obligado a actuar en la venta de drogas bajo las órdenes del capo narcotraficante local (Agustín Rittano) quien con ambiciones políticas aspira a ser el próximo alcalde. Consecuentemente, Lucio está determinado a proteger la vida del muchacho y para ello cuenta con la colaboración de Carmen (María Merlino) una colega profesora de biología, a pesar de cierta resistencia por parte de la directora de la escuela (Rita Cortese). En tanto, las clases de Lucio son seguidas con la presencia de un inspector escolar (Silvio Puertas) quien como observador está interesado por saber qué es lo que enseña a sus alumnos.
Dentro de un sólido drama bien estructurado, Lerman imprime una dinámica puesta escénica logrando transmitir las tensiones propias que se generan cuando un educador queda expuesto a situaciones complejas de características sociales y políticas de difícil resolución. En tal sentido, la actuación de Minujin es estupenda expresando la variada gama de emociones de su personaje que finalmente logrará salir a flote al haber establecido una corriente de franco afecto y simpatía con sus estudiantes al finalizar el año escolar. El resto del elenco es asimismo satisfactorio con mención especial de Castro brindando una estupenda actuación.
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