CRÓNICAS. Carnaval, Fiesta Igualitaria

CRÓNICAS. Carnaval, Fiesta Igualitaria

Por: Lucía P. de García

Toronto.- Bailes, banquetes, excesos han sido las características del Carnaval, evento que se conmemora en varias partes del mundo. Se dice que nació hace cinco mil años en Egipto, cuando en honor a la diosa Isis se botaba una embarcación bellamente decorada al Río Nilo, en celebración compartida por faraones, sacerdotes y pueblo. También se asegura que su cuna fue Grecia, cuando tras el invierno se festejaba a Dionisio, dios del vino al igual que Baco, con “dionisias y bacanales” en las que participaba Momo, dios de la ironía, la burla y la sátira. Igual se afirma que se originó en Roma, cuando al término del recorrido invernal que el dios Saturno hacía por la Tierra se le recibía en primavera con mascaradas que ocultaban la identidad, permitiendo intimar entre nobles y plebeyos en “saturninas”. 

Cualquiera fuere su origen, el Carnaval avanzó con el tiempo del brazo del “desate de la carne”, de allí su nombre. Tras la fiesta pagana llegaba el arrepentimiento exteriorizado al  cubrirse con ceniza. Durante la Edad Media la Iglesia Católica situó el inicio de la Cuaresma luego de la culminación del Carnaval. Así, cada Miércoles de Ceniza signa la Cruz en la frente de los fieles con ceniza, para recordar que “somos polvo y al polvo volveremos”, muerte ante la cual lo terrenal pierde valor e incita a la contrición y la penitencia, mientras la fé alienta el renacer místico del Domingo de Resurrección.

Al presente, el Carnaval se sigue celebrando con el sentido alegre e igualitario que registra la historia. En nuestra Latinoamérica son célebres los Carnavales: en Bolivia, Santa Cruz de la Sierra con sus murgas y Oruro con su “Diablada”, baile que sincretiza lo indígena y lo hispano haciéndose merecedor al título de la UNESCO “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”. En Colombia, la UNESCO otorgó el título de “Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad” a Barranquilla por sus desfiles de carrozas, y al Carnaval de Negros y Blancos que se disfruta en Pasto, Ipiales y Túquerres. En Ecuador, el “juego de Carnaval”, lanzar indiscriminadamente agua, se cree proviene de la ceremonia andina  cuando los shamanes acudían a las cascadas para conversar con sus dioses, justo en tiempo de Pascua. Hoy el juego se ha “culturizado”: se reemplaza el agua con espuma en aerosol, se promueven eventos artísticos, desfiles de comparsas, carros alegóricos y más, o se aprovecha el feriado para hacer turismo, especialmente a la ciudad de Ambato. No obstante, la corona mundial del Carnaval tiene Brasil: Recife, Olinda, Ouro Petro, Florianópolis, Sao Paulo, Salvador de Bahía y en especial Río de Janeiro, la samba impone su magia irresistible haciendo que todos se unan en un mismo baile de felicidad.

Luego de tres años de interrupción el Carnaval regresa para dejar atrás muertes, angustias y tristezas que suscitó la pandemia del Covid-19. Esta medicina de alegría aplicada en dosis adecuadas no hace daño, más bien vivifica cuando se disfruta en fiesta igualitaria, y más aún cuando esa sanación jubilosa llena el alma de espiritualidad.