CRÓNICAS. Inteligencia Artificial
CRÓNICAS. Inteligencia Artificial
Por: Lucía P. de García
Toronto.- La evolución humana ha logrado conocimientos que le permiten avanzar hacia el infinito mediante la inteligencia artificial (IA), gestada en el tiempo al juntarse cual piezas de un mismo rompecabezas ideas y trabajos matemáticos, algebraicos, mecánicos, electrónicos y más.
En esa abundancia de piezas vale citar el primer computador, que creó Charles Babbage en 1837. La calculadora digital que Ramón Verea inventó en 1878. La International Business Corporation (IBM) que nació en 1924 con sede en Nueva York y oficina en Toronto en 1953 fue pionera en la fabricación de una computadora a escala industrial. El Computador e Integrador Numérico construido en 1943 por la Universidad de Pensilvania, se usó en la Segunda Guerra Mundial para cálculos de la bomba atómica. Por esa época Alan Turing ideó la máquina electromecánica que al descifrar los códigos secretos alemanes dio la victoria a los aliados. En 1956 Herbert Simon y Allen Newell estudiaron la inteligencia humana y su método para resolver problemas, creando el procesamiento de información que abrió las puertas a la inteligencia artificial.
Hoy la IA reina en todos los campos con máquinas de inteligencia semejante a la humana, o quizás superior pues autoaprenden con la información que reciben. Si bien hacen cómoda la cotidianidad, favorecen el tiempo de descanso, amplían horizontes en medicina, educación, industria, economía en general, causan gran perjuicio al reemplazar el trabajo de las personas, y de filtrarse información las exponen a delincuencia, situaciones que afectan su reputación y más.
En la actualidad, la máquina más potente, la GPT-4, que puede expresarse en “personalidades personalizables”, en varios idiomas, comprender imágenes y con la computación cuántica está capacitada para resistir manipulaciones, levanta alertas: las máquinas súper inteligentes pueden dominar al punto de extinguir la raza humana, como advirtió Stephen Hawking. Igual preocupación expresa el Centro de Riesgo Existencial especialmente en cuanto a robótica, que al imitar el comportamiento humano, utilizar su apariencia y su rostro, conviene prohibirla y ampliar ese veto a los sistemas de vigilancia mediante reconocimiento facial porque atentan contra la individualidad, las libertades. Similar acción pide para las armas autónomas. El mismo llamado hacen la firma DeepMind y el Future Life Institute, cuyos 1.000 expertos dirigieron una carta al mundo en la que urgen una pausa inmediata y verificable de los sistemas de inteligencia artificial más potentes que la GPT-4 durante al menos seis meses, hasta que los gobiernos legalicen la abolición definitiva de estos “riesgos para la sociedad y la humanidad”.
Como se puede apreciar, la Inteligencia artificial liderada por Estados Unidos, Reino Unido, China, Israel, Canadá y Brasil compromete a la sociedad a un proceder ético en el que prime la esencia humana con su profundo sentir afectivo y espiritual, ese trato “cara a cara” que permite intuir la forma de ser de otro, crear lazos de amistad, de familia, únicos caminos hacia lo que realmente tiene valor: la vida compartida, armónica, tranquila, segura, feliz.
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