LA MEMORIA INFINITA. Chile, 2023. Un documental escrito y dirigido de Maite Alberdi. 85 minutos
LA MEMORIA INFINITA. Chile, 2023. Un documental escrito y dirigido de Maite Alberdi. 85 minutos
Augusto Góngora y Paulina Urrutia en LA MEMORIA INFINITA
Por Jorge Gutman
LA MEMORIA INFINITA. Chile, 2023. Un documental escrito y dirigido de Maite Alberdi. 85 minutos
Después de que El Agente Topo (2020) fuese nominado para el Oscar y haber recibido numerosos premios, la documentalista Maite Alberdi retorna con La Memoria Infinita. Habiendo obtenido en el festival de Sundance de este año el Gran Premio del Jurado en la competencia de cine documental, siendo posteriormente aclamado en el festival de Berlín y calurosamente recibido en Hot Docs de Toronto, la realizadora ratifica nuevamente su condición de remarcable cineasta.
En su documental considera el triste tema del Alzheimer y aunque abordado por el cine en varias oportunidades, el film se distingue por ilustrar con inmensa ternura la vida de un muy conocido matrimonio de Chile cuando uno de sus integrantes está afectado por este trastorno cerebral que lentamente destruye la memoria.
Sin causar intrusión y con suma delicadeza Alberdi permite que los protagonistas del documental sean sus efectivos narradores. Él es Augusto Góngora, quien ha sido un talentoso periodista político y notorio crítico de la dictadura de Pinochet, padece de Alzheimer desde que los primeros síntomas se hicieron evidentes en 2014. Ella es Paulina Urrutia, la actriz y ex ministra del Consejo Nacional de Cultura y las Artes durante el primer período de la presidenta Michelle Bachelet. Desde hace 20 años ambos están íntimamente unidos y formalmente casados dos años después del diagnóstico de Góngora.
La película enfoca a la pareja en el momento actual (cuando tuvo lugar su filmación) y el pasado. En el presente se asiste a la entrañable manera en que Urrutia trata a su marido, desde que lo despierta por la mañana, afeitándolo, paseando por el parque, leyéndole libros, juntos observando representaciones de teatro, practicando terapia física, así como otras actividades cotidianas a fin de que no se sienta enclaustrado. Eso no evita que en ciertos momentos él pueda llegar a desconocerla para luego recobrar la lucidez, como suele ocurrir con esta cruel enfermedad donde hay días mejores que otros.
Alberdi se vale de las filmaciones caseras realizadas por Urrutia y Góngora, así como de importante material personal de la pareja y de archivo proveniente, entre otras fuentes, de la Televisión Nacional de Chile, en donde se documenta los trabajos de ambos en sus años jóvenes, como asimismo la escena del golpe de estado de 1973. Entre varios aspectos apreciados se encuentran extractos de las emisiones clandestinas de Góngora tratando de concientizar a su pueblo de los crímenes de la dictadura y la emoción que lo embarga con la caída de Pinochet; en otras de las escenas se ilustra las discusiones mantenidas con el emblemático director chileno Raúl Ruiz y asimismo se proyecta una escena de su película “La Recta Provincia”.
Ciertamente el documental resulta duro de apreciar si se tiene en cuenta cómo una persona que demostró inusitada vitalidad, energía y determinación en su vida profesional es ahora traicionada por la perdida de su memoria; es impactante la secuencia en que Góngora llega a llorar por temor a que puedan desaparecer los numerosos libros que su biblioteca alberga. Pero Alberdi asimismo refleja la visión positiva de una gran mujer que sintiendo un amor inconmensurable por su esposo trata de que su vida resulte lo más llevadera posible frente a su irremisible y progresiva enfermedad.
Agraciado por la excelente dirección de Alberdi el documental adquiera completa fluidez por la magnífica edición realizada por Carolina Siraqyan. Queda como resultado un dramático film enmarcado en una cautivante y conmovedora historia de amor.
PASSAGES. Francia-Alemania, 2023. Un film de Ira Sachs. 90 minutos
Franz Rogowski en PASSAGES
Las curiosas facetas que puede adquirir el amor adquieren resonancia en Passages, una película con indicios de melodrama dirigida por el cineasta americano Ira Sachs. Aunque la bisexualidad es un tema que el cine ya consideró en numerosas ocasiones, lo que aquí lo distingue es el vínculo especial que existe entre el protagonista de esta historia y los seres que le rodean.
El principal personaje es Tomas (Franz Rogowski), un director de cine alemán que en París está rodando la película Passages y en un breve brochazo se aprecia su trato autoritario y nada gentil dando indicaciones a los extras del elenco. Celebrando la finalización del film él acude a una fiesta con su marido Martin (Ben Whishaw), un diseñador gráfico británico; cómo éste no tiene deseos de bailar, Tomas se las ingenia para hacerlo con Agathe (Adèle Exarchopoulos), una maestra de escuela elemental que acaba de conocer y con quien termina haciendo el amor. Al día siguiente y sin empacho alguno, en la vivienda que comparte con Martin él le comenta la especial excitación que le produjo intimar con Agathe. Aunque nada conforme con la noticia recibida, Martin estoicamente tolera la situación pero cuando esa relación adúltera prosigue él decide salir con Amad (Erwan Kepoa Falé), un novelista francés; eso le produce celos a Tomas tornándolo vulnerable.
Como el péndulo de un reloj, el cineasta transita entre el amor que según él genuinamente experimenta por Agathe y el que siente por el hombre con quien convive. Ese comportamiento tóxico motiva a que en este caso el afecto se entremezcle con el deseo y el placer que le produce el vínculo coital mantenido separadamente con sus dos amantes. Cuando Agathe queda embarazada, Tomas sugiere a Martin que podría ser buena idea compartir la paternidad de quien está por nacer junto a quien será su madre.
Uno de los varios aspectos que valorizan al film es la magnífica descripción de Tomas que emana del logrado guión del realizador escrito con su habitual libretista Mauricio Sacharias. En tal sentido Rogowski estupendamente transmite la complejidad de este personaje que conscientemente o no sabotea su romántica relación con Martin y Agathe; asimismo resalta su narcisismo, egocentrismo y su condición de notable manipulador creyendo que a través del sexo resulta sencillo satisfacer a sus parejas. La actuación de Rogowski no desmedra la buena caracterización lograda por Whishaw y Exarchopoulos dando vida a los otros dos personajes del triángulo romántico; está muy lograda la escena en que Martin se encuentra con Agathe, quienes cansados de la dependencia emocional ejercida por Tomas, mantienen una conversación que decidirá su suerte.
Asimismo la película se destaca por sus valiosos diálogos y entre los mismos cobra atención especial la charla entre Thomas y los padres de Agathe (Olivier Rabourdin y Caroline Chaniolleau) en la que ellos desean conocer aspectos personales de quien podrá ser su yerno.
Sachs no escatima dos escenas de explícito sexo en las que el posesivo Tomas busca la reconciliación con su pareja de turno mediante el amor carnal; sin embargo podrían ser más breves sin que eso llegara a afectar la sensualidad y el ardor perseguidos en las mismas.
En suma, Sachs brinda una muy buena película de audaz concepción reflejando las consecuencias de un amor dañino con las contradicciones y crudeza que la pasión humana genera en personas vulnerables.
LES HOMMES DE MA MÈRE. Canadá, 2023. Un film de Anik Jean. 122 minutos
Léane Labrèche-Dor en LES HOMMES DE MA MÈRE
En su debut como realizadora Anik Jean considera la manera en que la muerte de un ser querido puede afectar y a la vez modificar la vida del familiar que le sobrevive. Animada de buenas intenciones la realizadora trata de volcar su sensibilidad en este melodrama en la medida que ella vivió en carne propia la no muy lejana desaparición de su padre. Para ello contó con el libreto de su amiga Maryse Latendresse quien a su vez volcó su propia experiencia al haberse inspirado en los amores vividos por su propia madre.
La historia relata el devenir de Elsie (Léane Labrèche-Dor) una apasionada fotógrafa de poco más de treinta años que trabaja como mesera en un bar de Montreal. Acaba de perder a su madre Anne (Anne-Marie Cadieux), enferma de cáncer a quien acompañó y trató de confortar en la última etapa de su existencia; ella queda sorprendida cuando el notario (Louis-George Girard) le lee el testamento donde Anne pide a su hija que con las cenizas de su cremación, ella ubique a los cinco ex maridos que en diferentes etapas compartieron su vida; el propósito es el de acompañar a cada uno a desparramar las cenizas -previamente divididas en separadas urnas- en los lugares que les resulte más conveniente.
Profundamente dolorida por la desaparición de su progenitora que fue una actriz de teatro, ella cumple con su voluntad y es así que ubicará a Neal (Colm Fiore), J.A. (Marc Messier), Yves (Benoît Gouin) y Paul (Patrick Huard) quien ha sido su padre al que no vio desde largo tiempo por haber dejado el hogar. El quinto ex cónyuge es Robert, pero para gran sorpresa de Elsie, su hijo Gaby (Jean-Simon Leduc) le comunica que falleció.
La premisa del guión reside en destacar cómo Elsie va conociendo detalles desconocidos de su madre y de qué manera el contacto de los hombres señalados ha servido para que ella recobre una identidad que había perdido. Si bien tanto Jean como Latendresse tratan de insuflar legítima emoción en la narración efectuada, hay algunos aspectos que resultan forzados; es así que la relación romántica de Elsie con Gabi mantenida en el pasado y renacida después de 10 años de ausencia dista de cobrar credibilidad; menos aún es que sin un apropiado desarrollo dramático, el fuerte resentimiento de ella hacia su padre pueda repentinamente transformarse en un profundo amor paterno-filial.
No obstante, las objeciones señaladas, los momentos más emotivos del film se encuentran en la comunicación de Elsie con Neal recordando las actuaciones que su madre tuvo con él en el festival de Stratford como así también cuando el actor le regaló en su niñez su primera cámara fotográfica. Igualmente convincente resulta el contacto de ella con J.A, que a pesar de su demencia mental le demuestra su cariño y afecto y le transmite el placer que sintió al haber compartido con Anne la música de óperas.
En su primer trabajo, la novel realizadora ofrece un relato honesto que llega a interesar fundamentalmente por la excelencia de su elenco donde además de Labrèche-Dor interpretando irreprochablemente el rol central, igualmente trasuntan humanidad la prestación de los actores que caracterizan las diferentes personalidades de los esposos de Anna. En los factores técnicos de producción se distinguen la buena fotografía de Steve Asselin y la acertada música seleccionada por Jean.
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