CRÓNICAS: La RAE y Nuestro Idioma
CRÓNICAS: La RAE y Nuestro Idioma
Por: Lucía P. de García
Toronto.- La Real Academia Española (RAE), fundada en Madrid 1713 bajo reinado de Felipe V, ha tenido un gran trabajo en estos siglos, a medida que nuestro bello idioma se ha ido extendiendo por todo el planeta. Por tal razón, en 1951, veintitrés academias de España, América, Filipinas y Guinea Ecuatorial crearon la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) con la finalidad de fijar normas sobre léxico, gramática y ortografía, cuidar el buen uso de la lengua durante su evolución y mantener la unidad de los hispanohablantes.
Así, en 1968, el V Congreso de Academias de la Lengua Española celebrado en Ecuador, acordó reconocer que la pronunciación de ks, qs, se simplifique en s, “sin que por esto deba proscribirse en modo alguno la pronunciación completa del grupo consonántico”.
En 1994, el X Congreso de las Academias de la Lengua Española reunido en Madrid, acogió la sugerencia que un lustro antes los académicos de la lengua le habían planteado en Costa Rica: eliminar del alfabeto las letras ch, ll. La RAE decretó que sus sonidos continuaran y que en el Diccionario se cambiara la ubicación, poniendo bajo la letra c la letra h, para formar una ch; y bajo la letra ele otra letra ele, para formar la ll. La solución atrajo a los linguistas acusaciones de “asesinato cultural” y de acatar la “dictadura de un mercado económico manipulado por el mundo anglosajón”. Sobre la palabra linguista vale indicar que se puede escribir como consta su plural en este párrafo, linguistas, o con diéresis, lingüistas, pese a que ha caído en desuso este signo ortográfico donde los dos puntos se colocan sobre la u, como en agüita, ungüento.
Con la llegada del presente siglo el diccionario redujo las letras de 30 a 27, incluída la rr (que sólo va en medio de las palabras), haciendo que las críticas contra los académicos se acrecentaran. La indignación creció, esta vez entre los hispanohablantes, cuando los fabricantes de las nuevas y más avanzadas computadoras pretendieron eliminar de sus teclados la letra Ñ, importantísima, imprescindible en nuestro idioma, con su sonido único y su propia forma de escribir. La rayita ondulada que corona la Ñ no puede quitársele, hacerlo la convierte en otra letra, la n, y cambia totalmente el sentido de una palabra. Por ejemplo: si a ñaña=hermana se le quita la rayita, la ñ cambia a nana=mujer que cuida niños. La omisión de la rayita de la ñ puede resultar ofensiva si a alguna persona se le envía un saludo afectuoso deseándole “Feliz Año Nuevo”. Se aconseja no reemplazar la ñ por la unión de n con i para tratar de imitar su sonido, por ejemplo ninio, porque puede dar lugar a frases como ésta: Nionio regresó del zoológico y dijo que vio dos niandús pero ni un niu. O confundir y llevar a escribir: Antoño actuó en un procenio de Alemaña disfrazado de geño, junto a un puertorriquenio uranio y grunión.
Felizmente, ante los posibles errores, la RAE resolvió defender a capa y espada la existencia de la Ñ, pues es parte intrínsica de nuestro dulce, romántico, alegre, espiritual, poderoso Idioma Español, el mismo que nos identifica, nos une, nos enorgullece.
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