CRÓNICAS: Recordando a Víctor Jara
CRÓNICAS: Recordando a Víctor Jara
Por: Lucía P. de García
Toronto.- En gira de cuatro meses por Europa, Víctor Jara escribió a Joan Turner: “Paloma quiero contarte/ Que estoy solo que te quiero/ Que la vida se me acaba/ Porque te tengo tan lejos/ Palomita, verte quiero”. Cuando ella recibió esas líneas en Chile, decidió: formarían una familia. Él, nacido en 1932, cantautor, dramaturgo, profesor, actor y director de teatro, estudioso del folclor e instrumentos indígenas. Ella, nacida en Inglaterra en 1927, integrante del Ballet Nacional Chileno, profesora de la Escuela de Danza y Teatro de la Universidad de Chile. También Manuela, pequeña hijita de su primer matrimonio. Amanda nacería después.
Fueron felices. Joan con su danza. Víctor con el grupo Quilapayún, cantando sus composiciones: “Te recuerdo Amanda” que evoca el abandono de su padre Manuel y su orfandad a los 15 años tras el fallecimiento de su madre Amanda, de quien había heredado sus dotes musicales. Sus dos años en el seminario. Las enseñanzas que recibió de Violeta Parra. Sus premios como director teatral. Las melodías inspiradas en su origen campesino y en el devenir de nuestros pueblos, todas poseedoras de tal belleza, claridad y fuerza que cautivaron en especial a los jóvenes de América Latina y España: “Ni Chicha ni Limoná; Pongo en tus Manos Abiertas; Juan sin Tierra; Duerme, Duerme Negrito; A Desalambrar; El Derecho de Vivir en Paz; El Arado”, etc.
Víctor, comunista, apoyó a Salvador Allende, socialista, para Presidente de Chile. Él fue nombrado Embajador Cultural. Al producirse el golpe militar de Augusto Pinochet el 11 de Septiembre de 1973 y luego del suicidio de Allende, en repudio a los sucesos, él, estudiantes y colegas profesores se reunieron en la Universidad Técnica del Estado. El ejército llegó, les apresó y les llevó al Estadio Chile. Un oficial que le reconoció dijo a los militares “A éste me lo reservo”. Cinco días después, presintiendo su fin, Víctor escribió la poesía que tituló “Estadio Chile”. Dos de sus compañeros de infortunio, al apuro y a escondidas, hicieron dos copias que encargaron salvar a otros dos apresados que saldrían libres. Víctor fue conducido a los sótanos del estadio, allí le destrozaron los dedos y le cortaron la lengua, la tortura terminó con 44 balazos. Su cadáver fue encontrado junto con otros en la calle. Joan le dio sepultura en el Cementerio General y se exilió en Inglaterra con sus hijas. Allá recibió una copia del verso.
Ya en Chile, en 1978 desafió la dictadura al denunciar el crimen, y con esa determinación que sólo da el amor, logró que tribunales internacionales identificaran a los asesinos: 7 ex militares. En 1989 Chile recuperó su democracia. En agosto 2023, la Corte Suprema ratificó las sentencias.
Hace pocos días, el 16 de septiembre, la Fundación Víctor Jara conmemoró los 50 años de su muerte. Durante el evento se comentó que aquel lugar de horror hoy se llama Estadio Víctor Jara. Se congratuló a Joan por la última edición del bello e histórico libro que en 1983 escribiera en memoria de su esposo: “Un canto inconcluso”. Se leyó la máxima inspiración del cantautor “Estadio Chile”, conocido también como “Canto que mal me sales” y “Somos cinco mil”, el cual refleja la terrible angustia de quienes en aquel recinto deportivo esperaban a la Parca…
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